Fidel Castro refirió en varias ocasiones que su contribución a la Revolución cubana consistía en haber realizado una síntesis de las ideas martianas y del Marxismo-Leninismo y haberlas aplicado consecuentemente en la lucha para lograr una sociedad mejor y más justa. Es comprensible su decisión, dada su declarada condición de discípulo del pensador más universal de los cubanos, quien en el siglo anterior había escrito, “Cuesta trabajo reprimir las ideas cuando el sol esplende, los trabajadores marchan, y el mundo se hincha. Parece que se le ve en el aire una bandera nueva y se le sigue”.[1]

Con similar entusiasmo y compromiso en pleno siglo XX Fidel se autodefinió como cubano que deseaba el bien de todos y no el de un grupo e hizo explícito su anhelo de una patria con todos y para el bien de todos, que se cimentara sobre la educación desde el pensamiento martiano.

La recurrente idea de Fidel estuvo presente en su quehacer, a lo largo de tan fructífera vida, no solo como prueba de su fidelidad al Maestro, sino como evidencia de la coherente simbiosis que existe entre los dos grandes cubanos. Con tales presupuestos realizamos un acercamiento al pensamiento y acción de Fidel como discípulo de Martí y paradigma de cubanía, desde la faceta que lo reconoce como estadista de talla mundial, antiimperialista consumado, patriota comprometido, consagrado y atemporal: su particular, vibrante y aleccionadora oratoria.

El término oratoria puede definirse como arte de hablar con elocuencia.[2] Al respecto explicita Brunet que es también “…un género literario formado por el discurso, la arenga, la disertación, el sermón, el panegírico”.[3] En un rápido análisis etimológico no debe faltar que es, además, actividad comunicativa cultivada por la sociedad a lo largo de su historia y que desde el mundo antiguo ha sido objeto de profunda reflexión teórica, que en Grecia y Roma fue muy importante en su desarrollo social y era conocida como retórica. Por lo que a manera de apretada síntesis la retórica es la ciencia que estudia el discurso y la oratoria, es el propio proceso de dirigirse a un público acerca de un tema determinado.

La oralidad y sus procesos se relacionan con la comunicación interpersonal. El diálogo, el discurso, intercambio de mensajes, algunos representados en la mirada, el gesto, aportan a la oralidad fluidez, flexibilidad y entendimiento. Su análisis no puede ser un proceso frío, ni basta con apreciar qué se transmite; es necesario conocer por qué se trasmite, cómo va a realizarse, cuándo es el marco propicio para hacerlo, las condiciones del contexto y las circunstancias históricas concretas del momento. Todo ello le otorga un significado particular.

Su presencia es visible y complementaria en múltiples disciplinas como: arte, música, educación y sobre todo en la vida política y el quehacer cotidiano de la intelectualidad. Los medios de comunicación como: la radio, el cine y la televisión utilizan un tipo de oralidad muy específico y difícil de imaginar en siglos anteriores, especialmente por el significado y maneras de utilizar y exteriorizar el lenguaje. La oralidad es, por tanto, un conjunto de usos culturales notables del lenguaje hablado, gestual, corporal o representado en imágenes u otras percepciones. Se fundamenta en un sistema de códigos y mensajes que se insertan de manera directa o indirecta en la totalidad o casi totalidad de los hechos humanos, con los que interactúa de forma constante, dando origen a una influencia mutua y creativa marcada por valores, actitudes y conductas.

Aproximación necesaria a la oratoria martiana

Al hablar de oratoria en Cuba insoslayablemente emerge José Martí. Ese cubano excepcional que fue uno de los más grandes pensadores de su época, político audaz y visionario, políglota, literato de altura; pero, ante todo, “…un revolucionario cabal en su tiempo y para todos los tiempos”[4] “Tenía una voz cálida, emotiva, cautivante, reposada, conmovedora, impetuosa, según lo requiriera la ocasión, era dueño de la palabra y dominador del verbo”.  

De la totalidad de su obra, la poesía es la más conocida y difundida. Contiene versos para todo tipo de público y refleja la amplia gama de sentimientos. En ella la actividad educativa queda implícita generalmente y se aprecia en la exposición que, de manera solícita, y pura, recibe influencia de múltiples corrientes y autores de la época, a los que en muchos casos supera. Se reconocen tres importantes obras que la compendian.

“Tenía una voz cálida, emotiva, cautivante, reposada, conmovedora, impetuosa, según lo requiriera la ocasión, era dueño de la palabra y dominador del verbo”.  

En Ismaelillo (1882), dedicada a su hijo, vuelca con intensidad singular el amor paternal, inspirado en la ausencia del retoño amado. En esa, justamente llamada por Mañach “épica en miniatura”, y donde hace volar con plena libertad, belleza y frescura sus sentimientos con elevado lirismo, a la vez que anuncia un nuevo lenguaje poético donde las cosas más simples y sencillas elevan a la cima el mensaje de amor, vehículo constante de la educación que defiende.  

Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido…Esos riachuelos han pasado por mi corazón. ¡Lleguen al tuyo![5]

Versos Sencillos (1891), los más conocidos, muestran la plenitud de su grandeza artística. Son los versos de su madurez que trasmiten un mensaje universal con centro en los valores humanos más elevados, expuestos con total sencillez y que, a decir de la gran Gabriela Mistral, contienen la semilla genuina del ser de Martí. Los Versos Sencillos han sido embajadores culturales de Cuba en todo el mundo como parte de la letra de la “Guantanamera”, canción popularizada por Joseíto Fernández.

Mis amigos saben cómo se me salieron estos versos del corazón… se imprimen estos versos porque el afecto con que los acogieron, en una noche de poesía y amistad, algunas almas buenas, los han hecho ya públicos. Y porque amo la sencillez, y creo en la necesidad de poner el sentimiento en formas llanas y sinceras.

Mas Versos Libres, su obra póstuma, “… son, sin duda, los más martianos de Martí. Dan fe de su vigor, autoctonía y singularidad estilística y van revueltos y encendidos como su corazón.[6] Los amó profundamente entre todos sus escritos líricos. Concebidos en etapa tormentosa y difícil entre los 25 y los 30 años, revelan una poesía bravía, insólita, enérgica, rebelde, dolorosa y elocuente. A rato íntimos y suaves, perfumados y musicales.  

Estos son mis versos. Son como son. A nadie los pedí prestado… tajos son estos de mis propias entrañas… ninguno me ha salido recalentado, artificioso, recompuesto, de la mente, sino como las lágrimas salen de los ojos y la sangre sale a borbotones de la herida… todo lo que han de decir, ya lo sé, y me lo tengo contestado. He querido ser leal, y si pequé, no me avergüenzo de haber pecado.[7]

Deja claro Marinello que “Si los Versos sencillos componen la biografía material, cronológica, del hombre, los Versos libres nos dan la biografía interna, lo que llamarían los antiguos un espíritu del poeta y del héroe”.[8] Su manera de asumirlos revela la amargura y la dureza del contexto en que los concibió, a diferencia de toda la ternura y el ensueño que motivó a Ismaelillo. Sin embargo, cada una de estas obras devela un Martí diferente, que madura y se crece con ellas, tanto como sus versos, donde “… aflora un sentido nuevo de la belleza alentado por héroes nuevos, decididamente superiores a los del viejo Homero”.[9]

La prosa, en cambio, es “…profusa, llena de vitalidad y color, de plasticidad y de música”[10] y ocupa la mayor parte de su producción literaria. Orientada fundamentalmente a la organización de la Guerra Necesaria contra España y la denuncia de los apetitos y los odios de Estados Unidos contra América. Incluye escritos pedagógicos, políticos, sociales, culturales, filosóficos y morales. Asombra la enorme producción de documentos en tan breve vida, de sólo 42 años, y más la profundidad de los análisis y la diversidad de temas abordados.  

La oratoria de sus vibrantes discursos llamó a la unidad de los cubanos. Imagen: Tomada de Internet

De esta prosa más “seria” emergen poderosos sus discursos, como “… piezas oratorias que se distinguen por un cimero nivel de realización estética, realización que también las sitúa entre los modelos fundamentales de la lengua castellana”[11], con ellos “… flageló siempre a la tiranía y se hizo amar del pueblo cuyos derechos defendía con tesón incansable”.[12]

En cada uno el estilo cambia, condicionados por el mensaje, el público y el objetivo supremo de ganar seguidores a partir de convencer, unir y comprometer a los cubanos dentro y fuera de la patria en pos de la libertad de Cuba. De ahí que fueran expuestos con carácter épico y toda la energía de su ser: “… el que no oyó a Martí en la intimidad no se da cuenta de todo el poder de fascinación que cabe en la palabra humana”.[13]

La acción política y el mensaje educativo de esta prosa diferente emanan con ardor, elocuencia y fuerza tal que hacen única la oratoria martiana y lo catapultan a la eternidad como dueño indiscutible del género literario, maestro de la palabra y uno de los oradores más grandes de la lengua castellana. Dice Vitier, citando a Mañach, que en su proyección resalta la “… elocuencia nerviosa, brillante, difícil y embriagadora”[14], al punto que quienes le escucharon nunca pudieron olvidar las emociones vividas. En tanto, el propio Cintio —citando a Sanguily, ese otro grande de la historia nacional—, planteó: “… no creo que nadie en la lengua castellana haya pronunciado párrafo ninguno, no digo superior, que pueda siquiera comparársele airosamente”.[15]

Como verdaderas joyas del género y tal vez entre las más apetecidas, conocidas y utilizadas para ilustrar la maestría de su oratoria y ardor patriótico resaltan los discursos “Con todos y para el bien de todos” y “Los Pinos Nuevos”, realizados en el Liceo Cubano de Tampa el 26 y 27 de noviembre de 1891. En el primero logra la atención esperada y absorbe desde el inicio la curiosidad de los patriotas identificados con su “para Cuba que sufre, la primera palabra…”[16]. En el segundo florece la hermosura, en tanto prevalece intencionalmente lo útil y necesario de trabajar por la unidad articulada entre generaciones; así como valores específicos de la juventud en la tarea sublime de defender la patria:

… y en lo alto de las nubes desgarradas un pino, desafiando la tempestad, erguía entero, su copa. Rompió de pronto el sol sobre un claro del bosque, y allí al centelleo de la luz súbita, vi por sobre la yerba amarillenta erguirse, en torno al tronco negro de los pinos caídos los racimos gozosos de los pinos nuevos.[17]

Imposible soslayar al hablar de la prosa martiana el periodismo, género que alcanza en Martí su más alto nivel por la cientificidad, extensión y multiplicidad de temas, tratados desde una crítica honesta y humana en su acercamiento a lo cotidiano. A decir de Vitier “… fue el principal vehículo del pensamiento martiano”, y para ejercerlo aprovechó espacios en La Soberanía (España), La Nación (Argentina), La América (Estados Unidos), La Opinión Nacional (Venezuela), La República (Honduras), La Opinión Pública (Uruguay), El Economista Americano y La Nueva Enseñanza (El Salvador), La Época, El Mercurio y El Ferrocarril (Chile), Patria (Estados Unidos), El Partido Liberal y La Revista Universal (México), entre otras muchas publicaciones de la etapa.

La actividad desplegada entre vicisitudes y sobresaltos, después del primer destierro (1871), tuvo, ratifica Vitier, tres etapas: “la analítica y consejera en México; la escrutadora, artística y ecuménica desde la experiencia norteamericana, y la ideológica en Patria a partir de la fundación del Partido Revolucionario Cubano en 1892”.[18] Toda ella es ejemplo de ética y compromiso, que él mismo deja asentado:

No es objetivo de la prensa periódica informar ligera y frívolamente sobre los hechos que acaecen o censurarlos como mayor suma de efecto o adhesión, (…) toca a la prensa encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir, tócale examinar los conflictos, no irritarlos con juicio apasionado, (…) tócale proponer soluciones, madurarlas y hacerlas fáciles, someterlas a consulta, (…) en fin, establecer y fundamentar enseñanzas si pretende que el país la respete y conforme a sus servicios y merecimientos, la proteja y la honre.[19]

Para el Maestro, el periodismo fue consagración perenne, vocación, posibilidad de creación y actividad revolucionaria al servicio de la verdad y la justicia. A decir de Portuondo, si alguna vez hubiese tenido que “especificar” su profesión, la de periodista sería enunciada por ser la labor profesional más continuada y con la que pudo ganarse el pan por más tiempo. Su manera de asumirlo y desarrollarlo mantiene vigencia y aporta enseñanzas por científico y veraz. Sin abandonar su encanto poético, que atrae, enamora y compromete al lector, ejerce la crítica desde una posición humanista y respetuosa:

… Crítica es el ejercicio del criterio (…) criticar no es morder, ni clavar en la áspera picota, no es consagrarse impíamente a escudriñar con miradas avaras en la obra bella los lunares y manchan que afean; es señalar con noble intención el lunar negro, y desvanecer con mano piadosa la sombra que oscurece la obra bella. Criticar es amar.[20]

La oratoria de sus vibrantes discursos llamó a la unidad de los cubanos, resaltó virtudes y hazañas de los héroes, valoró importantes procesos que se desarrollaban en el mundo moderno, se adentró en los problemas más acuciantes de su tiempo y de América, demostró sus particulares habilidades de educador social, llamó a la contienda por la libertad definitiva de Cuba y advirtió del peligro que significa para los pueblos del Bravo a la Patagonia la proximidad a los Estados Unidos de América.

“… su oratoria resalta como vehículo para educar, atraer, unir y salvar la patria”.

Sus aleccionadores análisis y sentido de la justicia, la patria y el ser humano lo convirtieron en un ser atemporal, cuya impronta aún late en la obra de la Revolución cubana, pero siempre su oratoria resalta como vehículo para educar, atraer, unir y salvar la patria. Todos y cada uno de sus discursos, hoy son asumidos como verdaderas joyas artísticas de obligada consulta y referencia, solo posibles gracias a su genio creador.  

Fidel otro mago de la palabra

Su mejor alumno y acaso la más excelsa figura política del siglo XX, lo hizo grande desde lo superable y cumplió la profecía del discípulo y el buen maestro. Bebió de la fuente inagotable de su obra y se convirtió, como Martí, en educador social y genial pedagogo intuitivo que supo estar siempre en el centro de los problemas de su tiempo, avizorando los por venir. Su grandeza infinita contenida en solo cuatro letras FIDEL.  

El líder de la Revolución cubana, se ganó, por antonomasia, su lugar en la historia universal. Las razones son muchas e incluyen el indudable relevante legado que dejó a la política mundial desde los acontecimientos históricos que protagonizó, las lecciones de humanidad y desprendimiento que escribió con sangre de su propio pueblo y la inigualable oratoria. Era dueño de una capacidad de convencimiento que lo colocan, tal vez, como el más eminente comunicador dentro de la política del pasado y presente siglo. Reconocido entre admiradores y detractores por su palabra segura, convincente, precisa, hermosa y con alcance por igual tanto para cultos como para el más sencillo hombre de pueblo. Es natural que su pensamiento quede reflejado en gran parte de la obra científica contemporánea desde su praxis humanista.

Su oratoria es joya de la nación y patrimonio de los pobres de la tierra, y se erige desde el pensamiento ético que le caracterizó. Al respecto, plantea Castillo: “Lo ético en Fidel Castro Ruz, que luego se expresa en su pensamiento económico político es, ante todo, la concreción del anhelo martiano, la pasión por el decoro del hombre erigida en ley primera de la República”.[21]. En tanto Rodríguez[22] declara la que la similitud en la oratoria de Martí y Fidel es tanta que hasta en el estilo oral y escrito del Comandante en Jefe se percibe la presencia martiana, pues el apóstol no fue moda pasajera en Fidel e impactó en la justificación del método de acción seguido para derrocar la tiranía de Batista.

“Su oratoria es joya de la nación y patrimonio de los pobres de la tierra, y se erige desde el pensamiento ético que le caracterizó”.

Su capacidad para hablar por horas ininterrumpidamente y sin perder el hilo de la conversación, lo caracterizaban y era objeto de admiración por sus interlocutores. Poseía habilidad sin igual para darle a cada tema su justa importancia; pero por sobre todo sabía exponer en la brevedad sintética de siete o nueve minutos una relación completa, causal y explícita de los problemas que atañen al mundo y a la humanidad con verdades irrefutables y estadísticas constatables. El mejor ejemplo de esto lo constituye su trascendental discurso en la Cumbre de la Tierra, en Brasil. En su libro Los afortunados entrevistadores de Fidel, la periodista Arleen Rodríguez Derivet, expone la opinión de Frey Betto, gran amigo del Comandante:  

Fidel tiene una cualidad que no es muy común. En primer lugar, su oratoria es cordial en el sentido etimológico de la palabra: es un hombre que habla desde el corazón y no desde la razón. Eso no significa que es antirracional, significa que la cordialidad preside la racionalidad… me sorprendió la naturalidad, la espontaneidad la confiabilidad de Fidel al hablar…[23]

Fidel fue un hombre realizado. Tuvo la posibilidad y el mérito de proyectar, crear y vivir su obra: ¿Cuántos líderes revolucionarios han iniciado y concluido sus insurrecciones con apoyo totalitario? ¿Cuántos han disfrutado de su triunfo a plenitud? ¿Cuántos han logrado vivir en paz y amados por su pueblo? ¿Cuántos han tenido la capacidad de saber cuándo y cómo jubilarse; sin apartarse ni entorpecer el rumbo y ver desde la vejez la continuidad de su misión fructificada? ¿Cuántos han logrado vencer a la muerte y hacerse atemporales, eternos y estar presentes siempre en la actividad diaria de su gente? Fidel, sólo Fidel, ese que tanta falta hace hoy.  

Su excelsa oratoria es resultado de muchos factores. Cada uno de los que le conocieron encuentran uno para hacerla grande e imprescindible. Vasco Gonçalves, ex Primer Ministro de Portugal refiere su: “… inteligencia poco común, la comprensión y actuación consecuente en las más difíciles y complejas situaciones militares, económicas, políticas, sociales, culturales, religiosas y diplomáticas”.[24]

Martí fue un lector voraz durante su larga estancia neoyorquina de la prensa de Estados Unidos, España, Francia e Inglaterra, y de las más variadas revistas y libros de ciencias sociales y naturales; aspecto que se repetía en Fidel. Nadie se explica cómo le alcanzó el tiempo, ni de qué método se sirvió para leer tanto y con tanta rapidez. Esta condición posibilitó su gran cultura y multiplicó su locuacidad y verbo torrente. Él insistió, con su cotidiana humildad, en que no era nada especial; pero su memoria prodigiosa y su potencial inagotable de análisis le posibilitaban comentar críticamente en breve tiempo cuanto leía. Era habitual en temas económicos e históricos.  

En el referido libro, Derivet diserta sobre cómo otras personalidades de Cuba y el mundo que dialogaron con él en momentos diversos de su longeva existencia, refieren, desde sus propias vivencias, sobre la oratoria de Fidel.

“… la oratoria de Fidel sembró unidad y compromiso con la Patria”. Imagen: Tomada del MNBA

Tomás Borge, escritor y político nicaragüense, cuenta que de sus conversaciones lo que más le impresionó fue la persuasiva disertación, un poema antológico sobre el respeto de Cuba a los Derechos Humanos, y las reflexiones sobre el hombre, la calidad humana y su protagonismo en la historia, en tanto enfatiza en que pocos seres humanos son tan cariñosos, tan afectivos, como él.  

Por su parte Ignacio Ramonet, notable politólogo y periodista, vio al Comandante como un creador político, capaz de inventar formas armoniosas, capaz de llegar a la sensibilidad humana. Mientras Román Orozco, periodista español, refiere que cuando él hablaba, señalaba con el dedo, apuntando al corazón y sin quitar el ojo de encima; es decir, que estudia a su interlocutor observando su reacción, haciéndole preguntas para desconcertar y envolviéndole en su verbo fluido, largo, pues era todo un maestro de la seducción, y sus enemigos más acérrimos conocían esa virtud.

Su compañero de lucha Faure Chomón, lo consideró un escultor de ideas y una máquina para procesarlas con rapidez indescriptible. Apreciable en la manera en que construyó la Revolución cubana teniendo como cimiento ideológico la síntesis del pensamiento de los más preclaros revolucionarios, hasta y desde Martí. Consideró Chomón que Fidel esculpía sobre sus propias virtudes aquellas ideas necesarias para defender victoriosamente la Revolución, abriendo la gran batalla de ideas, para desde ella y con ellas, rescatar la causa de todos los pueblos del mundo.

Abdelaziz Bouteflika sintetizó su grandeza al referir que Fidel era capaz de viajar al futuro, regresar y explicarlo con la mayor coherencia durante su conversación.

Desde sus años de formación en la Universidad de La Habana como abogado ya percibían en él, sus profesores y compañeros de estudio, un inequívoco talento para ejercer una profesión que demanda de enorme capacidad de oratoria. Lo demostraría el 14 de diciembre de 1950, en la Audiencia de Las Villas y ante el Tribunal de Urgencia, donde asumió, por primera vez, su autodefensa, exponiendo mediante alegato, una viril crítica y condena al régimen por sus arbitrariedades e inmoralidades. Denunció la política corrupta existente, la falta de garantías constitucionales, la malversación del tesoro público y el asalto a los sindicatos.  

Este momento tuvo su colofón en 1953 con la trascendental autodefensa conocida como “La historia me absolverá”. Expuso ante un jurado y público, selectos, las evidencias de las injusticias sociales de que fueron víctimas él y sus compañeros revolucionarios. También dejó claro la vergonzosa situación sociopolítica a que los llamados gobiernos de turno habían condenado a la patria de Martí, pisoteando de manera cotidiana su sueño de una República con todos y para el bien de todos, y denunció los seis grandes problemas que resumían el tan difícil escenario nacional.  

Con su vibrante y filosa palabra, como arma, que sabía a Martí, hizo temblar a los esbirros batistianos y, según testimonio de Martha Rojas y otros pocos participantes que tuvieron el privilegio histórico de la vivencia, logró que los guardias que custodiaban el lugar dejaran sus fusiles a un lado y se recostaran a las columnas y paredes del tribunal para escuchar sus palabras, y la célebre profecía de: “Condenadme, no importa, la historia me absolverá”, discretos comentarios pudieron romper el prolongado silencio que parecía darle la razón.

Si bien “La historia me absolverá”, marcó su debut como orador consagrado, no sería este el único momento en que Cuba y el mundo disfrutarían de su capacidad y arte. Sí, porque Fidel “es” un artista de la oratoria, para sufrimiento de los que percibieron en ello peligro para sus intereses mezquinos o para alegría del mar de pueblo que lo siguió en la Caravana de la Victoria y disfrutó como suyo los discursos que acompañaban la entrada triunfante a cada ciudad liberada, dando fe de cuan hábil y esclarecedora era su oratoria que enamoraba.  

Los duros años en la década del 60 hicieron a Fidel una y otra vez dirigirse a Cuba y al mundo en memorables y vibrantes momentos sobre la tribuna. Basta recordar la I y II Declaración de La Habana, la creación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Declaración del carácter socialista de la Revolución, la inolvidable presentación en la Organización de Naciones Unidas (ONU), donde cara a cara acusó al imperialismo yanqui por todas sus barbaries contra Cuba y el mundo; o durante los días tristes y luminosos de la Crisis de Octubre, donde, como declarara el Che en su carta de despedida: “pocas veces brilló más alto un estadista…”.[25]

Entonces —y en los años siguientes— la oratoria de Fidel sembró unidad y compromiso con la Patria. Vale recordar los dolorosos días posteriores al horrendo crimen de Barbados, donde a pesar del enorme dolor que le desgarraba la voz, fortaleció ideológicamente al pueblo y multiplicó las fuerzas para enfrentar y resistir acontecimientos decisivos como este y los venideros, donde la Revolución ganó porque cosechaba las ideas sembradas por su líder.

Durante la primera etapa de la construcción del socialismo, la oratoria fidelista estuvo centrada esencialmente en discursos de corte político. Muchas fueron las declaraciones al pueblo, las comparecencias televisivas y radiales, las grandes concentraciones de masas en la Plaza de la Revolución para determinar decisiones revolucionarias. También fueron temas centrales los primeros enfrentamientos a las continuas agresiones de los gobiernos yanquis o la respuesta a sus continuos y frustrados intentos de derrocar la Revolución y aislar totalmente al país. De manera excepcional pronunció discursos de contenido histórico, entre los que descuellan los pronunciados en la velada conmemorativa por los Cien Años de Lucha, el 10 de octubre de 1868 y en el Centenario de la caída del Mayor Ignacio Agramonte.

La segunda etapa de su oratoria estuvo contextualizada por el cumplimiento de los acuerdos del I y II Congresos del Partido Comunista de Cuba, la elección de Cuba como paradigma de la solidaridad (El Congo, Angola, Etiopía, Nicaragua), el proceso de rectificación de errores y la dura; pero avizorante interpretación de los sucesos del este europeo. Desde el punto de vista histórico se destaca el Centenario de la Protesta de Baraguá y el XX Aniversario del Asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Discursos estos que vendrían a enriquecer el legado histórico de nuestro patrimonio cultural.

Estos discursos, tanto hablados como escritos, se consideran una forma de interacción contextualmente situada, dan fe sobre el compromiso que tuvo siempre con la patria y con Martí y posibilitan una mejor interpretación de su oratoria al encontrar en su contenido valores político–ideológicos: por enfocar desde una concepción dialectico-materialista los hechos, procesos y fenómenos históricos nacionales e internacionales, que permiten la educación y preparación de las masas; lógico: porque se aborda el contenido histórico, teniendo en cuenta los antecedentes causales, el hecho en sí, sus protagonistas colectivos e individuales y luego, sus consecuencias y significado, siguiendo una secuencia que posibilite su entendimiento y comprensión; pedagógico: al permitir la educación desde el punto de vista instructivo y educativo, que se expresa en el contenido y la forma del discurso; metodológico: por ser ejemplo de utilización de una variedad de vías para el análisis de los hechos, procesos, y fenómenos históricos y de los protagonistas de las acciones.

El último periodo de oratoria fidelista se enfocó, en un primer momento, en la explicación de fenómenos como las causas del derrumbe del Campo Socialista Mundial (CSM) y la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la resistencia del pueblo durante el denominado Periodo Especial en Tiempos de Paz, la globalización neoliberal, el recrudecimiento del bloqueo y en especial la Batalla de Ideas.

“Fidel fue un hombre realizado. Tuvo la posibilidad y el mérito de proyectar, crear y vivir su obra”.

En un segundo momento de este período, y ya en la etapa final de su vida, Fidel crea una nueva manera de oratoria para seguir al lado de su pueblo: las reflexiones. Con ellas de manera sintética y crítica enseñó a valorar la significación, repercusión e importancia de hechos, procesos, fenómenos o personalidades históricas, a partir de su capacidad de comunicación, el ambiente psicológico que rodea el mensaje y su capacidad memorística, casi fotográfica.  

Resaltaban en estas intervenciones el análisis fundamentado con antecedentes, cifras, datos que ilustraban el contenido en que se desarrolla; junto a ello, la exposición de su criterio de forma objetiva y concreta, casi sutil, aferrándose a la realidad del contexto, para descubrir en su tiempo y en su espacio la dimensión humana de los protagonistas de la historia, teniendo en cuenta las relaciones causales, temporales y espaciales y el estrecho vínculo pasado-presente-futuro en su estudio.

Hizo importantes reflexiones en torno a la conducción del país, la política imperial de Estados Unidos de América, la necesidad de la integración latinoamericana, los aportes de la Revolución al mundo a través de valores distintivos como la solidaridad y el internacionalismo. Habló, además, de economía, pelota, educación, cultura… en fin, se hizo presente, necesario y seguido. Dejó claro en su oratoria el papel que le corresponde a las nuevas generaciones para evitar que se extinga la especie humana y les llamó a enfrentar el peligro del neoliberalismo imperialista, que destruye países, y borra cultura, identidad e historia.  

La muerte no lo sorprendió. Fue, incluso, capaz de preparar al pueblo para ella. Durante sus exequias muchos líderes y mandatarios del mundo, presentes o en sus mensajes de condolencia al pueblo cubano, resaltaron valores del líder de la Revolución. Destacaron sus aportes en las relaciones bilaterales entre los países, su legado, sus luchas permanentes, su compromiso social y gestiones hacia países necesitados. Nicolás Maduro, refirió la perdurabilidad de su impronta, lo visualizó embarcándose otra vez en el Granma para volver por todos los caminos convertidos en millones de hombres y mujeres. Evo Morales resaltó su inmortalidad al reconocer que mientras haya un socialista de pie, Fidel estará entre nosotros. En tanto Rafael Correa destacó su optimismo perdurable, hecho acción en su proclamación del nuevo hombre latinoamericano.[26]  

La esencia de la vida de Fidel Castro, presente en su oratoria, cualesquiera que fuese la manera de presentarla, fue resumida por su hermano, el General de Ejército Raúl Castro, en su despedida el 2 de diciembre en Santiago de Cuba:

Fidel consagró toda su vida a la solidaridad y encabezó una Revolución socialista “de los humildes, por los humildes y para los humildes” que se convirtió en un símbolo de la lucha anticolonialista, antiapartheid y antiimperialista, por la emancipación y dignidad de los pueblos.[27]

Llorado por su pueblo, Fidel partió a la inmortalidad, pues como dijera Martí, “la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”[28]. Fidel y su oratoria singular siguen al frente en los duros momentos que enfrenta hoy el pueblo cubano bajo la terrible campaña de mentira y difamación que acompaña al inhumano bloqueo, que de manera arbitraria e injusta aplica el imperio yanqui.

Ante tantos desmanes, la presencia necesaria de Fidel acompaña las acciones emprendidas por el bien de la humanidad: marcha junto a la Brigada “Henry Reeve”, sembrando paz y salud en el mundo, sin fronteras ni estatus. Bajo sus banderas de paz y amor, ricos y pobres, ciudades importantes y rincones perdidos, sienten su impronta por igual. Cada uno de los soldados de ese ejército de batas blancas, aún en los más duros momentos de crisis y epidemias, ha mantenido en alto la solidaridad y el internacionalismo, el sentido de justicia, unidad y humanismo, tal como Fidel, desde su oratoria les enseñara.

En Fidel se articulan las características de una oratoria viva y de magnitud social. Sus gestos, emociones, persuasión, arenga, siguen vivas por necesarias ante un mundo que entre guerras, crisis y epidemias reclama comprometimiento planetario y acción por la paz.

“En Fidel se articulan las características de una oratoria viva y de magnitud social”.

Sus discursos y alocuciones exponen a lo largo de la Revolución los principales problemas que ésta va enfrentando en la construcción socialista. La manera de abordarlos y las propuestas de solución a cada uno de ellos tienen siempre aspectos nuevos, ajustados a los hechos, a la realidad cambiante. Resaltan en su contenido teórico y su valor práctico la excepcional capacidad de interpretar y aplicar creadoramente las ideas martianas y marxista–leninistas a la realidad histórica concreta del país.  

En su diálogo oral destacan la motivación que genera vivenciar, el contenido histórico lógico de sus análisis, la estructura lógica de su expresión oral, lo reiterativo como método de comprensión del mensaje que se quiere transmitir. Pocos le igualan en la manera de dominar y utilizar este difícil método “cervantino”.

En el discurso escrito resaltan las ideas rectoras que emanan del contenido histórico que maneja en el discurso y su concreción, la lógica con la que presenta el material histórico, el rigor con que aborda los hechos, y fenómenos, así como el papel de los protagonistas colectivos e individuales de la historia, que incluye acertadas narraciones, descripciones, caracterizaciones, explicaciones, argumentaciones y valoraciones que se erigen en un modelo.

Entre la oratoria de José Martí y Fidel Castro existe similitud, porque su pensamiento y acción tienen una misma preocupación, ocupación y fin, la causa de Cuba, que es también la de América y el mundo.

Bibliografía:


Notas:

[1] Martí, José. Obras completas, t10, p.79, 1975

[2] Larousse básico escolar. Talleres gráficos de Sebastián Amorrortu, Buenos Aires, 1974

[3] Brunet, L. “La comunicación social en los medios informativos”. Ponencia en Coloquio Nacional “Ana Pons y Rosa López in memoriam”, 2024

[4] Toledo, G. “El pensamiento preventivista de José Martí”. Revista Cubana de Higiene y Epidemiología. V43, no1, enero – abril, 2005

[5] Martí, J. “Mis versos”. En José Martí, Poesía Completa. Edición Crítica (pp.17), Tercera edición, editorial Letras cubanas (2001)

[6] Marinello, Juan. “Martí: poesía”, en 18 ensayos martianos (pp. 287-349). Editorial Unión-Centro de Estudios Martianos, 1998

[7] Martí, José. “Mis versos”, en José Martí Poesía Completa. Edición Crítica (pp.57-225), Tercera edición, editorial Letras Cubanas, 2001

[8] Marinello, Juan. “La crítica literaria en José Martí”, en 18 ensayos martianos (pp. 131-154). Editorial Unión-Centro de Estudios Martianos, 1998

[9] Jorge, E. José Martí, el método de su crítica literaria. Editorial Letras cubanas (pp. 221), 1984

[10] Darío. “Impresión de José Martí”, en Bohemia especial por el 150 aniversario del natalicio del Apóstol de la Independencia, pp. 47, 2003

[11] Centro de Estudios Martianos. “La historia no nos ha de declarar culpables. Oración en Hardman Hall”. Editorial Ciencias Sociales, pp.10, 1987

[12] Gómez, M. “Carta a Francisco María González, 1902”, en Bohemia especial por el 150 aniversario del natalicio del Apóstol de la Independencia (pp. 40-48), 2003

[13] Quesada, G. Martí, maestro de hombres. Editorial Ciencias Sociales (pp.68), 1961

[14] Vitier, Cintio. “Los discursos de Martí”, en Bohemia especial por el 150 aniversario del natalicio del Apóstol de la Independencia (pp. 76-89, 2003

[15] Ibídem (pp.47)

[16] Martí, José. “Con todos y para el bien de todos”, en José Martí. Páginas escogidas I (pp.87), Tercera edición. Editorial Ciencias Sociales, 1991

[17] Martí, José. “Los Pinos Nuevos”, en José Martí. Páginas escogidas I, (pp.73), Tercera edición. Editorial Ciencias Sociales, 1991

[18] Ikeda, D. y C. Vitier. “Diálogo sobre José Martí, el Apóstol de Cuba”, (pp. 75). Centro de Estudios Martianos, 2001

[19] Rivera, A. “Lecciones martianas en la enseñanza de la Historia de Cuba”. Ponencia en Congreso Internacional de Pedagogía, La Habana (pp. 5), 2003

[20] Martí, J. Echegaray. Obras Completas t.15. Editorial Ciencias Sociales (pp.94), 1991

[21] Castillo, C. “Introducción al pensamiento económico político de Fidel Castro Ruz sobre la construcción del socialismo en Cuba. Preparación Martiana y Marxista Leninista”. (pp. 4), 2017.  

[22] Rodríguez, P. “Martí no fue moda pasajera en Fidel”. En Mesa redonda “Fidel Castro”. 28 de enero de 2023. http://www.cubadebate.cu 

[23] Rodríguez – Derivet, A. Los Afortunados entrevistadores de Fidel. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado (pp.11), 2007

[24] Báez, l. Absuelto por la Historia. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado. (pp.226), 2006

[25] Castro, Fidel. Escritos y Documentos. Editorial Pueblo y Educación, 1967

[26] Granma, (2016). “Dignatarios hablan de Fidel”.  www.granma.cu

[27] Ibídem (pp.3)

[28] Rivera, A. y E. Ruiz. “El despertar de Bolívar. Una mirada axiológica al proceso histórico en América”, en la revista IPLAC, publicación Latinoamericana y Caribeña de Educación, No.4 julio – agosto, 2014