Fotografía artística en Cuba: tientos y carencias

Maikel José Rodríguez Calviño
24/8/2018

Resulta innegable el auge que durante los últimos años ha alcanzado la fotografía artística en nuestro país. La democratización de la tecnología y la apertura de varias Academias encargadas de la enseñanza y la promoción del llamado octavo arte han contribuido sustancialmente al incremento de los artistas interesados en la manifestación.


De la serie Habana sensual. Foto: Gabriel Dávalos Hidalgo

 

Hoy abundan las escuelas de fotografía, los jóvenes fotógrafos hacen legión, cada semana se inauguran dos o tres exposiciones al respecto. Sin embargo, falta la fotografía. En muchas ocasiones los artistas se limitan a aplicar los conocimientos aprendidos en el aula y olvidan incluir en sus propuestas esa sustancia, inaprensible e indefinible que llamamos arte. Proliferan, entonces, las imágenes técnicamente correctas, con buenos encuadres, buena iluminación y composiciones aceptables, a las que les falta una idea que las sustente o una tesis estética que las justifique y potencie. En una palabra: les falta artisticidad, condición que no garantizan, exclusivamente, la Academia o la posesión de una lente de última generación. La cámara y los conocimientos no hacen al fotógrafo: he aquí una verdad que muchos artífices en potencia se toman el lujo de ignorar.

Otro elemento que afecta, al desarrollo de la fotografía en particular y del arte cubano en general, es la falta de estudio e información que evidencian gran parte de nuestros jóvenes creadores. Un artista, un fotógrafo, necesita ante todo forjarse un cultura visual rica y holística, leer e informarse, entrar en contacto con sus colegas, visitar exposiciones e intercambiar con críticos y curadores. En días recientes ha llamado mi atención la poca presencia de jóvenes fotógrafos en la inauguración de muestras dedicadas a la manifestación. En espacios teóricos organizados por la Fototeca de Cuba por ejemplo, y a pesar de la calidad inherente a los conferencistas invitados, no abundan fotógrafos o profesores de Academias. Encerrados en su impenetrable cascarón, muchos pierden la posibilidad de ampliar sus horizontes, mostrar sus obras, exponer ideas o valorar el trabajo desarrollado por otros.

Recae sobre los hombros de críticos y curadores la responsabilidad de seleccionar, exhibir y legitimar aquellas propuestas que se distingan por su innegable artisticidad. También debe prestarse atención a la obra desarrollada por aquellos creadores, radicados en otras provincias del país, quienes no tienen acceso a los grandes centros de difusión de la fotografía, aunque pudieran contribuir notablemente al desarrollo de la manifestación.

Venga del sector privado o institucional, hoy contamos con mucha fotografía artística en Cuba. De los tantos exponentes que pululan a nuestro alrededor, ¿cuáles terminarán ocupando un sitio en la Historia del arte cubano? Eso solo el tiempo lo dirá. Mientras, pensemos que la categoría de fotógrafo, así como las de pintor, escritor o curador, se gana desde el trabajo y la creatividad.