La presencia de un artista de cine es siempre noticia bienvenida para los cubanos, pues son muchos los cinéfilos en nuestro país.

Cuando en julio de 1959 llegó el actor francés Gerard Philipe, a quien acompañaba su esposa, surgieron por todas partes lógicas expectativas. Pero la verdad es que él no venía a promocionar su imagen, ni tampoco ninguna de sus películas. Llegó simplemente como amigo de Cuba, para hallar por sí mismo una respuesta a las muchas interrogantes que sobre esta isla existían en Europa.

Gerard Philipe era un espíritu curioso. Recorrió industrias, vio y preguntó acerca de los cambios que en el orden institucional y político se sucedían. De un modo natural, sonriente, juvenil en sus 36 años, “el actor más completo y humano y expresivamente audaz de nuestra época” —en el criterio autorizado de Alfredo Guevara—, quería conocernos.

Para Guevara, Philipe fue “el primer intelectual francés de verdadero renombre y real influencia que valoró nuestro proceso revolucionario en su justa dimensión”.

Lo recibieron las más importantes autoridades políticas del país, algunas de las cuales lo acompañaron en su andar habanero. A la salida del Hotel Nacional, luego de una sesión de debates fílmicos, Alfredo Guevara lo escuchó asegurar: “Por primera vez, desde la Resistencia, siento que nuestro arte puede realizarse en plenitud. La Revolución Cubana me ha devuelto esa certeza y esto es muy importante en mi vida y para mi trabajo, por eso quisiera también servir de algún modo y, sobre todo, ayudar”.

Para Guevara, Philipe fue “el primer intelectual francés de verdadero renombre y real influencia que valoró nuestro proceso revolucionario en su justa dimensión”.

Philipe tuvo un encuentro con Fidel Castro, entonces primer ministro, y con Alfredo Guevara en el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), del cual ha quedado testimonio gráfico.

Para Alfredo Guevara, Gérard Philipe fue el primer amigo de nuestra Revolución en París. Imagen: Tomada de Internet

El artista dejó incumplida su promesa de volver: en noviembre de aquel año falleció. Con él perdieron el cine y el teatro francés y europeo a uno de sus grandes intérpretes.

Quedó no obstante su agradable recuerdo en todos quienes le conocieron. Y la biblioteca del naciente Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica (Icaic) llevó en adelante su nombre.

En Gerard Philipe tuvieron los cubanos la posibilidad de un acercamiento cálido —tal vez como nunca antes— a un artista del cine que se hallaba en la cúspide de su popularidad. Entre sus películas más recordadas figuran: El diablo en el cuerpo, a partir de un libro de Raymond Radiguet; Montparnasse 19, donde interpretó el papel del pintor italiano Amedeo Modigliani; Fanfán, el invencible, que lo catapultó, junto a la bella y popular Gina Lollobrigida; Los ambiciosos y muchas más. Reveló gran versatilidad en la comedia, la aventura y otros géneros.

“Por primera vez, desde la Resistencia, siento que nuestro arte puede realizarse en plenitud. La Revolución Cubana me ha devuelto esa certeza y esto es muy importante en mi vida y para mi trabajo”.

Las décadas transcurridas desde su visita han permitido el ahondamiento de las relaciones entre las cinematografías cubana y francesa, que alcanza cada año su mejor momento durante las celebraciones de los Festivales del Cine Francés, los cuales gozan de un entusiasta respaldo del público y se extienden a las provincias del país.

Personalidad atrayente, por su apostura física y condiciones histriónicas, a Philipe se le llamó “el príncipe de los actores”.

Nacido el 4 de diciembre de 1922, su padre fue colaborador del nazismo en Francia y estuvo condenado a muerte, sentencia de la que consiguió evadirse. Sin embargo, su hijo Gerard perteneció a la Resistencia Francesa antifascista y profesó ideas socialistas.

La carrera artística de Philipe fue breve, unos quince años en que participó en más de cuarenta películas, compartió set con encumbradas divas del celuloide y estuvo dirigido por los más famosos realizadores del cine francés. Su último filme data de 1959, dirigido por Luis Buñuel, con María Félix de coprotagonista.

En marzo del 2019 se inauguró la librería Gerard Philipe en el cine 23 y 12 como homenaje a este icono del cine francés. Imagen: Tomada de Internet

Sin embargo, más intensa aún fue su presencia en el teatro, donde además dirigió y, hasta en medios como la radio, puso su voz para una adaptación de la obra El principito, de Antoine de Saint- Exupéry.

Su deceso tuvo connotaciones de tragedia nacional. En 1990 se le concedió póstumamente un premio César, el galardón más relevante de la cinematografía francesa.

En París una calle lleva su nombre, en toda Francia son numerosos los teatros que lo ostentan, y hasta en Alemania otro lo recuerda. También se publicaron sus memorias y se realizó un documental biográfico.

Tres ídolos, tres figuras icónicas de la cinematografía mundial, mueren en plena juventud en el lapso de unos pocos años: James Dean en septiembre de 1955, a los 24, en accidente automovilístico; Gerard Philipe en noviembre de 1959, a los 36, de cáncer hepático y Marilyn Monroe en agosto de 1962, también a los 36 años, por sobredosis de barbitúricos.

En cuanto a Gerard Philipe, es cierto que ha transcurrido ya un año del centenario de su nacimiento, pero como vale más tarde que nunca, le hemos propuesto estos apuntes que el lector debe tomar como los de un admirador más de este lado del Atlántico.

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