A principios de los años noventa yo recién terminaba el Servicio Militar y me alistaba para entrar al pre militar con el fin de coger una carrera universitaria, a petición de mis padres. No era que yo no quisiera estudiar, sino que había algo más fuerte que me había cautivado desde el preuniversitario: el rap.

No tenía conocimiento de que había alguien más haciendo rimas e influenciado, como yo, por creadores como VICO C y artistas americanos que oía cuando iba a los bonches en La Habana. Lo mío era improvisar, hacer estilo libre y con eso era feliz.

Un día, cuando decidimos hacer algunos temas y cantarlos en Guanabo, al este de La Habana, y casi terminando los exámenes del pre militar, escuché que se preparaba un Festival de Rap en el reparto Guiteras organizado por un grupo de jóvenes artistas en coordinación con la Dirección de Cultura Municipal. Ese susurro nos llegó, y como líder de ese proyecto o colaborador principal retumbaba el nombre de Rodolfo Rensoli.

No creía lo que estaba sucediendo: ¿Un festival de rap en Cuba?

En un inicio imaginé que era imposible, hasta que fui a ver a este personaje que ―a pesar de que radicaba en el Bahía― tenía mucha influencia de mi barrio, Guanabacoa. Claro, él también se había criado ahí.

¿Un festival de rap en Cuba?

Mi primera pregunta fue si era real que existían más grupos de rap en Cuba porque no tenía conocimiento de otros; con una voz calmada y segura me dijo: “Sí, hay otros, y parecen buenos”.

La idea de participar “me cuadró” un mundo, y empezamos a montar los temas para competir en esa primera edición. Le comentamos a Rensoli que trabajábamos con nuestra propia música, lo cual a él le pareció muy interesante y aún más interesante el hecho de que éramos de Guanabacoa, donde había de todo, pero que no sabía que había alguien haciendo rap allí.

El Renso, con su “pinta” clásica de poeta, escritor, pintor… les juro que no sabía cómo definirlo, pero lo que sí deduje ―desde el primer momento― es que estaba muy seguro de lo que hacía: él, con el apoyo de GrupoUno.

Felizmente cogimos nosotros el Gran Premio de ese festival que, para mí, fue el más bueno de todos los que se hicieron; muy orgánico, organizado… A pesar de que se tuvo que luchar duro para que así fuera, aunque ese era el making off que nosotros no sabíamos, pero GrupoUno sí.

Ese festival me cambio la vida, ese festival marcó un antes y un después. Empecé a crecer como artista, empecé a ser reconocido dentro de la cultura de mi país. Firmé mi primer disco oficial con una disquera. Empecé a comprender que era algo más que rapear. Crecí y saben que eso se lo debo a Rodolfo Rensoli y a GrupoUno.

“Ese festival me cambio la vida, ese festival marcó un antes y un después”. Imagen: Tomada de Internet

Sin ellos no hubiera sido nadie. Sin ellos tal vez fuera otra cosa. Y es por eso que le doy las gracias desde lo más profundo de mi corazón, por haber confiado en mí y por guiarme en esos primeros años de mi carrera donde festival tras festival seguimos marcando el paso.

Gracias, Rensoli. Gracias GrupoUno.

Descansa en paz, hermano mío.

1