La azarosa búsqueda de lo bello

Maikel José Rodríguez Calviño
5/2/2020

Vidas, la muestra personal de Tomas Núñez (Johny), que hasta el próximo 20 de febrero acogerá la galería Villa Manuela, es una de esas exposiciones que despiertan en mí opiniones encontradas.

 Dead Horse,2018, acrílico, metal y madera. Fotos: Maité Fernández
 

De un lado, me llevan a aplaudir el interés del artista (un conocido ceramista, escultor y pintor de formación autodidacta) por recurrir al ensamblaje y la instalación a partir del reciclaje y la manipulación de materiales extra-artísticos y objetos de fabricación industrial abandonados tras cumplimentarse su uso. Johny es, quizás, uno de los artífices cubanos que más han defendido esta peculiar maniera de trabajar, hasta el punto de que casi siempre se le identifica con ella. Las piezas de gran formato reunidas en Vidas no constituyen excepción, y evidencian un constante interés por embellecer dichos artefactos desde una perspectiva clásica. Es decir: fueron gestadas mediante un proceso fundamentado en la búsqueda de la simetría, el equilibrio, la proporción y el ritmo, pilares de la belleza académica, la cual procura, en última instancia, un sentimiento de plenitud o satisfacción, en este caso, estético.

En materia curatorial, la exposición no presenta inconvenientes, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados el staff de Villa Manuela. La selección de piezas fue adecuada, la museografía no perturba el disfrute del espectador, el catálogo y los pies de obra ofrecen la información necesaria, la iluminación se encarga de resaltar matices o texturas, empapando las piezas con un aura que no poseerían a la luz diurna. En cuanto al contenido, el título escogido resulta esclarecedor. Sin embargo (y aquí se produce el encontronazo), gran parte de las piezas presentan, a mi consideración, una evidente búsqueda del efecto bello que entorpece su operatibilidad.

Ruleta (detalle de la pieza), 2018, materiales diversos.
 

En algunos casos, la belleza ha sido encontrada y se evidencia; en otros, la búsqueda del efecto hermoso (esencia misma del kitsch, según nos aclara Humberto Eco en su Historia de la fealdad[1]) es demasiado evidente. En ocasiones se ha conseguido hermosear, mientras que, en otras, el embellecimiento produce el efecto contrario al deseado, lo cual, por definición, nos adentra en el campo de lo feo. Y no estamos aquí ante una muestra centrada en el feísmo como nueva forma de belleza. Johny persigue lo hermoso; la cuestión está en que, a veces, lo busca con excesivo fervor, y termina forzando los límites de la belleza formal. Así, parte de lo feo (de lo usado, de lo abandonado, de lo viejo), va en busca de lo bello, en varios casos, pero recae, de manera inconsciente, en una variante de la fealdad.

Tomemos, por ejemplo, la pieza Conversando con Dubuffet, pletórica de objetos reciclados (juguetes, controles remotos, trozos de metal, vasijas…), posteriormente cubiertos por una capa de pintura que solo le resta plasticidad. O la pieza Ruleta, cuyos trozos de cerámica y madera, dispuestos en círculo, conservan sus características originales, lo cual no ocurre con casi todos los objetos colocados al centro, bajo una envoltura plateada que evidencia claramente ese afán de Johny por embellecer. En pocas palabras: se ha manipulado para agradar visualmente, sin reparar en el efecto rebote que dichas manipulaciones pueden provocar. Aquí destaca una instalación sin título, de la serie Contenedores, sometida a un proceso de envejecimiento que raya en el atrezo. En ella, la artificiosidad salta a la vista. Y, tal como hemos visto, una cosa es buscar la belleza y, otra, forzar lo formal para procurar sus efectos.

Conversando con Dubuffet, 2018, materiales diversos.
 

No obstante, en determinadas propuestas, el artista se ha “soltado” un poco más, concentrándose en simular texturas o explorar facetas menos artesanales del ensamblaje. En el primer caso encontramos la excelente pintura matérico-instalativa Dead Horse (en mi opinión, la mejor obra de la muestra); en el segundo, destaca Salvoconducto (de la serie Contenedores): instalación, centrada en el tema de la memoria, que evidencia una concepción y una resolución formal mucho más dinámica, menos ennoblecida. Johny tiene aquí una línea de trabajo interesante, con paralelos en otras voces dentro del arte cubano contemporáneo, que, desde una perspectiva personal, él pudiera explorar en el futuro.

De la serie Contenedores: Salvoconductos, 2019, mesa de metal, libros intervenidos, plástico y parafina.
 

¿Es Vidas una muestra visitable? Sí, por cuanto evidencia el sostenido trabajo de un creador que defiende su poética a capa y espada. No obstante, en muchas de las propuestas que incluye se evidencia una consciente y superproducida búsqueda del fulgor de lo hermoso, que el artista pudiera replantearse.

A veces, el camino hacia la belleza es tan laberíntico como azaroso, y puede conducirnos a soluciones que muestran con demasiada facilidad (y, en ocasiones, con salvífica inocencia), las costuras de lo ilusorio.

Notas:
 
[1] Eco, Umberto: Historia de la fealdad. Penguin Random House Grupo Editorial S. A. U., Barcelona, 2007, pp.: 394-406.