La Cinemateca de Cuba de cara al futuro

Jann Naranjo González
8/2/2021

Fundada como un Departamento Cultural del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) el 6 de febrero de 1960, la Cinemateca de Cuba se ha mantenido en estos sesenta y un años siendo un baluarte imprescindible del patrimonio fílmico de la nación cubana. Antes de su fundación, se tiene constancia de varios cineclubes, algunos muy activos. Incluso uno de ellos se llamó Cinemateca de Cuba, que fue el Cineclub de La Habana, fundado por Germán Puig en 1951, donde exhibían películas y las comentaban. En ocasiones sus actividades alcanzaban gran notoriedad en la prensa de la época, pero no contaba con un verdadero archivo fílmico, ni con fondos que sirvieran para el estudio a generaciones futuras, característica esencial que define a una Cinemateca.

Sede de la Cinemateca de Cuba. Fotos: Internet
 

Triunfada la Revolución Cubana en 1959, se redacta la primera ley revolucionaria en el marco cultural. Nace así el Icaic y, un año más tarde, Alfredo Guevara y Héctor García Mesa fundan la Cinemateca de Cuba, con el propósito de localizar, adquirir, clasificar, restaurar, conservar, entre otras actividades, todo el material necesario para el conocimiento y posterior estudio del cine desde sus orígenes hasta nuestros días.

La labor que realizo Héctor García Mesa durante los treinta años en que la dirigió, hizo que en 1961 la Cinemateca de Cuba fuera aceptada como miembro provisional de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) y que poco después, en 1963, fuese miembro permanente. También fue admitida como miembro permanente de la Unión de Cinematecas de América Latina (UCAL) en 1967.

Durante los años que vinieron después del albor fundacional, la Cinemateca comenzó a expandir su programación. A diferencia de otras en el mundo, no se ciñe a la capital, sino que es museo itinerante del cine que recorre las distintas capitales de provincias del país y municipios de interés.

Comenzó a así a surgir un público cinematecario por antonomasia, que marcó un antes y un después en la cultura cinéfila del país, convirtiendo a la Cinemateca en un símbolo de conocimiento y cultura para las diferentes generaciones que pasaban por esa sala del cine Arte Icaic, actual cine Charles Chaplin. Los ciclos de películas presentados por la Cinemateca recorrían la historia del cine con clásicos del neorrealismo, cine latinoamericano, cine británico, cine soviético, cine francés, húngaro, brasileño, norteamericano, entre otros. En un artículo publicado el 9 de noviembre del pasado año en la web de Cubadebate por Susana Tesoro, titulado “La Habana que hay en mí: La Cinemateca”, cuenta su experiencia muy personal de las vivencias de los jóvenes de entonces: “La Cinemateca se convirtió en un punto de cita de la juventud cada vez más interesada en el buen cine. Existía entre los asiduos una frase con la que se daban cita a la salida de los trabajos o la escuela: ʻNos vemos en la Cinematecaʼ”.

A lo largo de todos estos años, la Cinemateca de Cuba ha logrado reunir una importante colección de libros, revistas, catálogos, fotografías y, desde luego, una importante colección de películas que incluye no pocas obras representativas de los más destacados directores de cine, tales como S. Eisenstein, Chaplin, Ford, Buñuel, Godard, De Sica, Bergman, Pudovkin, Antonioni, Visconti, Hitchcock, Kurosawa, entre otros. También conserva un importante patrimonio del cartel de Cine Cubano y bocetos de diseñadores como Muñoz Bachs, Ñico, Azcuy, Morante, Reboiro, entre otros.

Desde hace aproximadamente cinco años, la Cinemateca ha reactivado un convenio existente entre el Archivo de la Academia de Arte y Ciencia Cinematográficas de Hollywood, y gracias a ello hasta la fecha han sido restaurados filmes clásicos de Tomás Gutiérrez Alea (Titón), cuatro largometrajes de ficción y un documental: Los sobrevivientes (1979), Una pelea cubana contra los demonios (1971), La muerte de un burócrata (1966) y, más recientemente, La última cena (1976) ―que se pudo disfrutar durante la 42 edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano― así como el documental El arte del tabaco (1974).

Bajo la dirección de Luciano Castillo, la Cinemateca continúa sus alianzas con otras instituciones para la restauración de más clásicos del cine cubano. Con la colaboración de Film Foundation, que lidera Martin Scorsese, ya se han restaurado dos filmes: Lucía (1968) de Humberto Solas y Memorias del subdesarrollo (1968) de Tomas Gutiérrez Alea.

Luciano Castillo, investigador y crítico de cine.
 

También la Universidad de Toronto ha establecido alianzas con la institución para digitalizar la filmografía de Sara Gómez, que se ha convertido en cineasta de culto y, de conjunto con la Cineteca de Bologna, restaurar toda su obra. Asimismo, por un convenio del ICAIC y una firma alemana, en este momento se está procesando su único largometraje de ficción: De cierta manera (1974).

En su incesante labor, la Cinemateca de Cuba ―que cuenta con nueva sede― se propone seguir estableciendo alianzas con otras instituciones, así como trabajar para formar el personal técnico capacitado necesario para hacer los procesos de restauración aquí en Cuba, además de continuar publicando libros e investigaciones de especialistas de nuestra institución con el fin de preservar y promover el patrimonio cinematográfico cubano.