La cita
9/1/2018
LA CITA
Una muchacha bonita,
sentada frente a un espejo,
se hace un arreglo parejo
para acudir a una cita.
Llega por la tardecita
al mencionado lugar;
abre la puerta y al entrar
un hombre la está esperando;
y la muchacha temblando
sin poderse controlar.
Ya después, en el cuartito
donde sudaba su piel,
le suplica al hombre aquel
que le haga un buen trabajito.
Él le responde bajito:
yo en eso soy veterano,
y con un gesto liviano
la echa hacia atrás sonriendo;
ella el objetivo abriendo
y él con el hierro en la mano.
Ella le dice: —Bajito,
(parece al hierro temiendo)
por si alguien nos está oyendo
y se me escapa algún grito.
Él le introduce flojito
el objeto en el lugar;
ella empieza a forcejear,
y ya casi sin aliento
le dice: —En este momento
no me la vaya a sacar.
Sin saber cómo ni cuándo
el hombre se la sacó,
que la mujer se quedó
quietecita y suspirando.
Se levantó, siguió andando
de lo más jacarandosa;
y allí quedó, de la diosa,
la muela en un recipiente.
–seguro que aquí la gente
se imaginaba otra cosa
Adolfo Alfonso.