Cuando aquel jueves 28 de octubre de 1948 la tríada Alonso (Alicia, Fernando y Alberto Alonso) se dieron a la quijotesca tarea de fundar la primera compañía profesional de ballet en nuestro país, el hoy Ballet Nacional de Cuba, estaban muy conscientes de que para lograr ese empeño era necesario formar una cantera de bailarines autóctonos.

Vale recordar que, en el elenco de aquella primera formación, integrado por 40 miembros, solamente 16 eran cubanos. La Academia de Ballet Alicia Alonso, fundada en 1950, vino a iniciar la tarea histórica de formar a los primeros bailarines cubanos dentro de la técnica académica del ballet y para ello, casi sin apoyo estatal alguno, extendió becas gratuitas a jóvenes con talento, pero sin recursos económicos, procedentes de toda la isla, que a partir de entonces empezaron a formar parte de ese gran laboratorio pedagógico que tuvo como resultado la génesis de la hoy mundialmente reconocida Escuela Cubana de Ballet.

Con el triunfo de la Revolución pudo establecerse una red de la enseñanza artística en todo el país que, a partir de 1968, con la primera graduación de la Escuela Nacional de Ballet, perteneciente a la Escuela Nacional de Arte, el sueño empezó a devenir realidad tangible.

Recientemente tres jóvenes bailarines han sido reconocidos con importantes galardones en México.

Los concursos internacionales de ballet más prestigiosos, entre ellos los de Varna, Bulgaria, a partir de 1964; el de Moscú, a partir de 1969, así como los efectuados en Laussana, Tokio, Nueva York, Jackson, Perú o Río de Janeiro, han sido escenarios donde se han mostrado y triunfado los talentosos bailarines cubanos.

Es un proceso garantizado por la excelencia de los planteles formativos de la especialidad, tanto en el nivel elemental como en el nivel medio. Esos egresados son la cantera que ha venido a nutrir año tras año los elencos de las compañías profesionales, no solamente de ballet, sino también de otras vertientes de la danza escénica cubana.

Recientemente tres jóvenes bailarines, que han vencido su programa de estudios escolares y hacen ahora su pasantía artística pre-profesional en el Ballet Nacional de Cuba, han sido reconocidos con importantes galardones en México.

Son ellos, la matancera Nadila Estrada y los habaneros Alejandro Alderete y Manuel Duque, todos nacidos en el año 2005. En los salones y espacios del Ballet Nacional de Cuba charlamos con ellos, cuando empiezan a familiarizarse con la disciplina, el rigor técnico y la versatilidad estilística.

Nadila junto con Alderete fueron merecedores de las medallas de oro en las categorías de Coreografía Clásica y Moderna, así como del Premio Especial del Jurado del concurso celebrado de manera paralela al Segundo Festival de Ballet Clásico de Puebla, México.

Esta experiencia ha sido muy grande para mí —dice la joven bailarina de 18 años de edad—, compartir el escenario junto a bailarinas tan destacadas como Viengsay Valdés y Anette Delgado es algo que nunca olvidaré, porque significa un honor para mí y un regalo para mis padres que tanto se han sacrificado para que mi vocación por la danza, que siento desde niña, dejara de ser un sueño para convertirse en realidad. Me preceden ilustres bailarinas, que encabezadas por Alicia Alonso han hecho historia en Cuba y en el resto del mundo.

Por su parte, tanto Alejandro como Manuel coinciden “en la gran responsabilidad de insertarse en una tradición tan gloriosa como es la de la danza masculina cubana, aclamada en el mundo entero en la que figuran nombres legendarios como los de Jorge Esquivel, Lázaro Carreño, Andrés Williams, José Manuel Carreño, Rolando Sarabia, Osiel Gouneo, Alejandro Virelles o Carlos Acosta”.

“Los tres sueñan ahora por entrar en las pieles de Giselle, Odette-Odile, Kitri, Swanilda, Albrecht, Sigfrido…”. De izquierda a derecha: Alejandro Alderete, Nadila Estrada y Manuel Duque. Foto: Del autor

Los dos afirman con entusiasmo: “Nosotros hemos vivido un sueño y ahora en esta sede que nos acoge tenemos que lograr no solo el dominio de la técnica sino también de los estilos. Somos parte del futuro que nos espera y tenemos que lograrlo”.

El otro egresado es Manuel Duque, con la misma edad de los anteriores, merecedor del Primer Lugar del Concurso Regional de Danza Clásica realizado por la Cátedra Cubana de Danza Clásica con sede en la localidad de Boca de Río, en Veracruz.

Yo tengo herencia en el mundo de la danza —dice con visible emoción— porque mi tío Víctor Ramírez fue primer bailarín de Danza Contemporánea de Cuba y actual profesor de la Escuela Ruth Page, en la ciudad de Chicago. Acudí a la convocatoria y logré vencer las tres pruebas requeridas y con diez años de edad y quinto grado de escolaridad entré en la Escuela Nacional de Ballet “Fernando Alonso”. Estoy muy contento y espero salir airoso de esta pasantía y quedarme como miembro permanente de la compañía.

Los tres sueñan ahora por entrar en las pieles de Giselle, Odette- Odile, Kitri, Swanilda, Albrecht, Sigfrido, Basilio, Franz o muchos otros, de la herencia romántico clásica y de las creaciones contemporáneas y dan gracias a sus mentores, Martha Iris Fernández, Ana Julia Bermúdez, Esther García, Yuneisy Rodríguez, Mercedes Piedra, Idania Lavilla y Clotilde Peón, quienes le entregaron sus ricas experiencias y el amor infinito por la danza.

Una vez más es posible comprobar como el futuro de la Escuela Cubana de Ballet está plenamente garantizado.

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