La Habana y las manifestaciones gráficas tienen una relación que se remonta a los orígenes mismos de la ciudad. Sus primeras vistas nos llegaron desde el mar, cuando invasores y corsarios dieron testimonio de oídas a los grabadores de sus respectivos países (Inglaterra, Francia, Países Bajos) sobre su ubicación geográfica, características del puerto y fortalezas que la defendían. Siglos después, instaurado el libre comercio a nivel mundial, fueron los artistas de los citados países los más aventajados en dar testimonio in situ de su arquitectura, tipos y costumbres en magníficos álbumes de grabados.
Desde esta perspectiva estético-identitaria de la otrora San Cristóbal de La Habana, y con motivo del aniversario 503 de su fundación, en la tarde de este viernes 18 de noviembre, en el emblemático Hotel Nacional de Cuba, se inauguró la exposición La Habana que me han dado, La Habana que te dejo, de la fotógrafa Sonia Almaguer y el artista plástico Denys San Jorge.
“Una ciudad con personalidad propia que no deja de mirarse en el mar como entre las más bellas del mundo”.
La muestra es resultado de la fusión de sus respectivas disciplinas visuales en un proyecto expositivo cuyo título lo dice todo, o casi todo, en el que apelan a un recurso de construcción y deconstrucción de la arquitectura de la ciudad a partir del collage. Esta técnica, no por ser ya ilustre y practicada por afamados creadores desde inicios del pasado siglo, deja de mostrarse en manos de ambos artistas arraigada a sus posibilidades expresivas y atractivo visual, en razón de la proba inspiración que les propicia la ciudad que a diario recorren y admiran.
Ni Sonia ni Denys son meros paseantes, sino testigos de un acto de vida que se renueva cada mañana con la salida del sol: hacer de los edificios emblemáticos de la ciudad asunto central de una identidad visual que los identifique como hacedores de arte. De tal estrategia de codificación visual, el Capitolio, el Hotel Nacional o el Castillo de la Fuerza, entre otras vistas, devienen garantes de un pasado y un presente que, en función de un diseño de evidente matriz estético-comunicativa, definen a la capital de todos los cubanos como lo que fue, es y será siempre: una ciudad con personalidad propia que no deja de mirarse en el mar como entre las más bellas del mundo.