¿Qué frase, qué imagen, qué vivencia pudiera resumir el Festival del Caribe? He pensado en eso durante mucho tiempo, cada vez que llegan los primeros días de julio y Santiago de Cuba abre sus calles y sus puertas al Festival del Caribe que este 2025 ha surcado su cuadragesimocuarta edición.

Me conmueve llegarme a la Casa del Caribe, la institución organizadora, que fue producto de un festejo iniciado en 1981 como Festival de las Artes Escénicas de Origen Caribeño. Me conmueve, repito, porque algunos de sus dioses tutelares, de sus troncos pensantes, a los que tuve el privilegio de conocer, ya no están. Los lentes de Joel James, la estampa quijotesca de Jesús Cos Causse y la fuerza maceísta de Rogelio Meneses, asoman ahora desde la escultura, desde el metal. 

Desfile de la serpiente. Detalles. Imagen: Olber Gutierrez

A lo largo de estas ediciones han emergido certezas y conocimientos sobre esa creación infinita que nos ha legado la tradición y la creación popular. Esos saberes, irrenunciablemente nuestros, fueron revisitados, visibilizados y aquilatados como salvaguarda de nuestra conciencia como pueblo.

En un mundo de tantas invasiones culturales, de tantas autoctonías barridas o licuadas, de tanta uniformidad universal, la Fiesta del Fuego enciende una llama perpetua a los ancestros, prende una luz de esperanza a nuestras naciones, desde muy adentro.

Este 2025 dedicó su edición a Curazao (su bandera azul y su franja de sol con dos estrellas) y a los 510 años de la fundación de Santiago de Cuba. La ciudad natal de Heredia y de Maceo, la tierra amada por su benefactor Emilio Bacardí, cantada desde la letra y la música por Matamoros y Compay Segundo, por Luis Carbonell y Soler Puig, por Félix B. Caignet y Electo Rosell (“Chepín”). Tierra de la trova y el ron, tierra de muchos nombres, telúrica y caliente. El suelo sagrado que acoge los restos inmortales de José Martí. 

Agrupación músico danzaria Palma Africana desde Barranquilla, Colombia. Imágenes: Reinaldo Cedeño

En esa ciudad, en su anfiteatro urbano, por sus arterias fundacionales, desde Plaza de Marte hasta el Parque de Céspedes, se produce el pasacalle gigante conocido como Desfile de la Serpiente. De ahí salen muchas de las imágenes que a través de los años han sido emblema del Festival. Santiago le ha puesto rosto a la policromía del Caribe.

He visto de todo en estos años. Emergen los colores y los ritmos desde la Cuba profunda, desde el legado franco-haitiano, desde los carnavales de Bahía o Aruba, desde la infinita imaginación de las islas y costas que nos rodean. Y también de Norteamérica, del Viejo Continente, de cualquier parte del mundo que quiera compartir esta alegría. El Caribe más como sustrato que como territorio. 

A las culturas populares y la diversidad étnica de Colombia se dedicará la próxima cita en 2026. En el Coloquio “El Caribe que nos une”, impresiona la declaración de la senadora Gloria Inés Flórez: “Le debemos a Cuba la más enorme gratitud por el compromiso siempre con la paz de Colombia y esa gratitud es la que nos hace movernos (…) el Festival del Fuego será un ejercicio de conectarnos desde las culturas y ejercer nuestra labor de solidaridad”.

La senadora Gloria Inés Flórez y la maestra de la danza Carmen Meléndez, intervinieron sobre la solidaridad y la racialidad.

Desde Barranquilla viene la maestra de la danza, Carmen Meléndez, directora de la agrupación músico-danzaria Palma Africana. Su vestido de verde y plata, su apostura la distingue. Antes de que la cumbia nos inunde, alza la voz, toca la mesa con energía para denunciar las trampas de la racialidad:

“Todos hacemos parte de una cultura dominante que nos ha instalado un chip lleno de mentiras que nos distorsiona la oportunidad de ser felices, porque nos hablan de una cantidad de cosas que siempre están centradas en lo que menos debemos observar del ser humano que es la piel. Un cuerpo físico no es más que un cascarón; pero ¿dónde está el alma y dónde está el espíritu… tienen color?”, remarcó.

Poesía y color

El Encuentro de Poetas del Caribe y el Mundo “Jesús Cos Causse” es uno de los espacios más plurales del Festival del Caribe. Coordinado por el reconocido poeta y editor León Estrada, volvió a demostrar que la poesía es aliento omnipresente bajo cualquier circunstancia. Donde mora la poesía, el mundo es mejor.

El poeta Nelson Simón presenta en reedición su libro A la sombra de los muchachos en flor.

Se lee, se escucha, se comparte, se exorciza. Desde un libro impreso, desde la pantalla electrónica, desde la hoja manuscrita. Se dice desde la memoria, desde el gozo, desde lo que punza. Cualquier voz es válida. Están los de siempre, los fieles, la nueva hornada, los visitantes. Como el pinareño Nelson Simón, cuyo recital clausura el evento, de vuelta con A la sombra de los muchachos en flor, título en reedición por la Editorial Oriente.

“Este es un libro que sigue dialogando, que sigue vivo 25 años después, y eso es lo más importante que le pueda pasar a un escritor. Es un libro de la libertad personal, de ese espacio que se gana dentro de uno mismo, un libro de reconciliación y de regresos”, nos confesó el autor.

Muestra del Salón del Caribe. Fotocomposición con obras de Carlos René Aguilera, Caridad Ramos Alejandro Lescay, Dhante Loyola y Alexis Pantoja.

El escritor mexicano Abraham Peralta Vélez recibió el tradicional canto de felicitación cubano… y hasta las mañanitas mexicanas, al celebrar el cumpleaños en medio del Encuentro. “Vine a descubrir el misterio de Santiago y me he dejado aquí el corazón, por eso tendré que venir el año próximo a rescatarlo… Santiago es un mar embravecido”, comentó el autor de Novilunio, un libro que se trajo consigo.

Las artes plásticas también hacen la fiesta caribeña. Desde los talleres teóricos que se insertan junto a los de religiosidad popular, danza y percusión, arqueología o teatro. Y por supuesto, desde las exposiciones, incluidas las de maestros como Roberto Diago, Ruperto Jay Matamoros, Alberto Lescay y Carlos René Aguilera. El Salón del Caribe tuvo esta vez una vigorosa muestra colectiva que ocupó la Galería Oriente, en el mismo corazón de Santiago.

¿Qué frase, qué imagen, qué vivencia pudiera resumir el Festival del Caribe? Tendré que seguir buscándola, tendré que seguir viviéndolo.

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