El discurso descolonial[1] se colocó como paradigma en contraposición con el metarrelato eurocéntrico. Estas coordenadas nos permiten descifrar pautas teórico-metodológicas en el lente de análisis y además visualizar las posturas de las capas sociales que han estado silenciadas o construidas al margen de la historia. Desde los referentes de emancipación social se instaló el movimiento feminista como posición contrahegemónica, pues las mujeres abrieron espacios de debates para narrar sus voces con un carácter descolonial ante los patrones de poder de dominio patriarcal.[2] 

Es oportuno validar la mirada de género de corte descolonial en el análisis de la actividad y el discurso identitario cubano, porque lo que ha predominado a nivel de discurso en nuestra región desde el siglo XIX hasta hoy es la idea acerca de un sujeto homogéneo de identidad, representativo de la población en su más amplio espectro y suficiente como imagen nacional.[3]

La Cuba de la República se desenvolvió en el escenario nacionalista del siglo XX con el anhelo de la modernidad. Las revistas cubanas de las mujeres también contenían el contrapunteo descolonial en los caminos de continuidad y ruptura con Europa. De ahí la pertinencia de valorar la trascendencia, en el contexto de la República, de la revista La Mujer (1929-1935) a la luz de la polémica descolonial del pensamiento científico entre Cuba y Europa en el siglo XX.

En la revista La Mujer se expresó la polémica descolonial en el pensamiento entre Cuba y Europa. Fotos: Revista La Mujer, Biblioteca Nacional de Cuba.

El contexto político-sociocultural de Cuba en el escenario de la revista La Mujer (1929-1935)

La directiva de la publicación de La Mujer (1929-1935) se va a desenvolver en un contexto histórico donde las mujeres de las décadas del veinte y del treinta tienen una participación activa en la historia social de América Latina. La Habana fue, quizás, la capital de nuestra región donde se abordaron con más intensidad los vínculos entre el feminismo y la vanguardia literaria de los años veinte. Líderes feministas y figuras literarias de relieve en su época, como Mariblanca Sabas Alomá,[4] Ofelia Rodríguez Acosta,[5]
Renée Méndez Capote, Dulce María Loynaz, Loló de la Torriente y Camila Henríquez Ureña, entre otras, “ejemplifican esos vínculos entre el feminismo y la cultura literaria habanera de la modernidad. Estas escritoras expresaron en sus obras los grandes retos que debían vencer las mujeres para desarrollar su trabajo en el campo intelectual, y perfilaron, por diferentes vías, una imagen de la mujer intelectual”. [6]

El entorno es propicio porque los temas discutidos por hombres y mujeres de fines del siglo XIX pasaron a ser legislados, y los sueños de más de una activista se convirtieron en realidad. En 1917 y 1918 se aprobaron las leyes de la Patria Potestad y del Divorcio, respectivamente, muy significativas para la incorporación de las mujeres a la modernidad. El Primer Congreso Nacional de Mujeres, que sesionó en 1923, permitió a las militantes feministas y sufragistas tener espacios públicos de discusión e involucrar a gran parte de la sociedad en sus luchas, pero también propició alianzas entre las organizaciones femeninas y el resto de las fuerzas políticas. El sufragio, concedido definitivamente en 1934, fue uno de los grandes triunfos del movimiento feminista cubano-bastante activo en la primera mitad del siglo XX, movimiento que alcanzó su momento culminante en el Tercer Congreso Nacional de Mujeres en 1939, y con la aprobación del derecho al voto a partir de la Constitución de 1940, en la que se recogía la mayor parte de sus demandas.[7]

“La Cuba de la República se desenvolvió en el escenario nacionalista del siglo XX con el anhelo de la modernidad. Las revistas cubanas de las mujeres también contenían el contrapunteo descolonial en los caminos de continuidad y ruptura con Europa”.

La República vislumbró un movimiento asociativo como una de las estrategias culturales que desarrollaron las mujeres en pos de confluir en el proceso interactivo de la conquista identitaria de espacios públicos de resistencia y poder, ante una mirada que las había confinado a lo privado. El asociacionismo femenino en la República promovió una actitud de empatía entre las mujeres que se sumaron a estos proyectos y se relacionaron entre sí en el proceso de lucha por una legitimación de la equidad social.[8] 

Acerca de la directiva de la revista La Mujer (1929-1935)

Para un somero análisis de revista La Mujer,[9] hay que contar con la proyección sociocultural de su fundadora y directora: María Collado y Romero[10] (Matanzas, 1885-La Habana, 1961), quien en la historia regional de Cuba y las proyecciones del asociacionismo femenino, fue una de las más controversiales y polémicas de las feministas cubanas, en muchos casos vilipendiada y rechazada por sus posturas en el escenario epocal, pero con ideas tan transgresoras que sin su quehacer no se podría escribir la historia del feminismo cubano.

“La Habana fue, quizás, la capital de nuestra región donde se abordaron con más intensidad los vínculos entre el feminismo y la vanguardia literaria de los años veinte”.

María Collado y Romero fue una poetisa, periodista y activista feminista. Se desempeñó también como Inspectora de Trabajo de la Mujer[11] en la Secretaria de Agricultura, Comercio y Trabajo, desde donde se pronunció por la emancipación de la mujer. Tuvo una labor destacada en los congresos femeninos nacionales e internacionales, instituciones benéficas y asistenciales de la época, y su proyección en la Escuela Profesional de Periodismo. Desplegó diferentes campañas por los derechos de la mujer tanto civiles como políticos.[12] Fue fundadora del Club Femenino de Cuba en 1918[13] y del Partido Demócrata Sufragista[14] en 1924. Su ponencia “Sufragio femenino” se presentó como tema oficial del Partido Demócrata Sufragista en el Segundo Congreso Feminista, de abril de 1925, donde declaró: “Debe la mujer pensar en ella (y) mientras no tenga voto puede decir que no tiene patria, y un ser sin patria no puede considerarse nunca en posición de ningún derecho por muchas frases dulces que le dijeran al oído, para que soñando que es reina de un hogar desista de querer ser ciudadana de una nación”.[15]

Como activista feminista, María Collado sostuvo polémicas con otras lideresas femeninas de la época (Hortensia Lamar y Ofelia Domínguez, del Comité de Defensa del Sufragio Femenino; María Cabrera, de la Alianza Nacional Feminista; con las integrantes de la Unión Laborista de Mujeres; Pilar Morlón, donde llegaron a insultos, en medio del Segundo Congreso Feminista de 1925; Mariblanca Sabas Alomá, entre otras) y estableció vínculos con personalidades como Manuel Bisbé, Blas Roca, Salvador García Agüero, Dominga Maceo y Diego Vicente Tejera, entre otros. También desplegó una propaganda cívica en las publicaciones La Noche, La Discusión,[16] Heraldo Liberal,[17] La Tarde, Finanzas, Recortes, Diario de La Marina, La Mujer Obrera, Luz, La Época, Social, Bohemia y Revista Protectora de La Mujer. Colaboró en publicaciones extranjeras, como El Hogar (México) y Para ti (Argentina). Fue la primera mujer en entrar a la Asociación de Reporteros, colegiada con el número 43 del Círculo Nacional de Periodistas. Desarrolló el periodismo radial y participó en el nacimiento de los noticieros de CMBY (de la Casa de las Medias), RHC Cadena Azul,[18] Mil Diez, Radio Popular y Radio Continental.

María Romero y Collado, directora de la publicación, fue una de las más controversiales y polémicas de las feministas cubanas. 

Esta excepcional mujer, recibió numerosas distinciones, como el premio “Enrique José Varona” del Ministerio de Defensa; el premio “Álvaro Reinoso” del Ministerio de la Agricultura; el premio “Víctor Muñoz” del municipio de La Habana, con el trabajo “Madres Mambisas”. En la Exposición de periódicos celebrada en Matanzas también obtuvo Diploma de Reconocimiento. Tuvo el Diploma de Constancia de la Asociación de Reporteros de La Habana y las medallas de oro y plata por los treinta años de asociada a dicha institución. En el año 1918 la revista Cuba Nueva celebró un concurso de cuentos y María Collado recibió el Primer Premio con el cuento “El árbol de la muerte”. La Asociación Benéfica Nacional, en el año 1923, le entregó el Diploma como Socia de Mérito. La Asociación de Mujeres Profesionales y de Negocios de La Habana le confirió el Diploma de Honor en el año 1952. Por el Colegio Nacional de Enfermeras de Cuba, recibió el Diploma de Honor el año 1955.

Análisis del alcance temático de la revista La Mujer (1929-1935)

La revista La Mujer (1929-1935) tuvo una apertura descolonial, de manera paradójica, a pesar de que su fundadora y directora María Collado, fue cuestionada porque perteneció a la Agrupación “Incondicionales del General Machado”, pues estas féminas tenían la esperanza de que el citado presidente les concedería el voto a la mujer sin restricciones de ninguna clase y con el derecho a la ciudadanía.[19] En entrevista a María Collado, esta esbozó:  

El presidente de la República, General Gerardo Machado y Morales, es el único de los jefes de nuestros sucesivos Gobiernos que nos ha prestado atención a los derechos de la mujer en distintos aspectos, y olvidan también que, en ningún momento, las clases estudiantiles han hecho casa común con nosotros para reclamar las libertades de que carecemos.
Hablas de mi partidismo […] y de nuestro honorable presidente de la República, al cual se obstinan ustedes en no reconocer el mérito de haber influido gratamente para que la Reforma Constitucional se incluyese el voto a la mujer […][20]

En ese contexto y a pesar de la continuidad en ciertos aspectos de la cultura universal con referencias a Europa y Estados Unidos, la revista La Mujer se desplegó también en el escenario de insurgencia de nuestra vanguardia intelectual cubana de la década crítica (1923-1933) como propuesta ética y estética. Claves epocales que estuvieron marcadas por el énfasis nacionalista de reivindicación de los temas preteridos desde los tiempos coloniales como respuesta y legitimación a un discurso descolonial revelador de la identidad cultural en los corrimientos del aliento vital del momento.

“Esta excepcional mujer, recibió numerosas distinciones, como el premio ‘Enrique José Varon’ del Ministerio de Defensa; el premio ‘Álvaro Reinoso’ del Ministerio de la Agricultura; el premio ‘Víctor Muñoz’ del municipio de La Habana, con el trabajo ‘Madres Mambisas’”.

En su publicación La Mujer presentó una frecuencia quincenal para la familia y el hogar. Se ilustraban en sus secciones: labores, modas, arte, literatura, reformas legales, y todo lo que pueda interesar a la cultura y desenvolvimiento económico y social de la mujer. Los precios de la suscripción: $ 4 al año, pagaderos por trimestres, número suelto: 10 centavos. La redacción y administración radicaban en la calle 14 y C, Lawton, en La Víbora. Se imprimía en los talleres de O’Reilly, número 36, de la Imprenta El Fígaro, en La Habana. Estaba acogida a la franquicia postal e inscripta como correspondencia de segunda clase en la Administración de Correos de La Habana. La publicación se iniciaba con la sección “Habla la Directora”.

Se esbozaron en ella temas como la apertura del curso 1930-1931 en la Escuela del Hogar; la reivindicación de la mujer negra en la historia; la revalorización de la mujer campesina; la sección dedicada a la vida cotidiana de la mujer, titulada “El Restaurante en el Hogar”, en que se ofrecían recetas útiles de la cocina; una sección denominada “Para nuestros pequeños lectores”, dedicada al público infantil; el debate acerca del sufragio femenino; artículos especiales sobre la actuación de la Comisión Interamericana de Mujeres en La Haya; desde la sección “Lira Femenina” se presentaron los homenajes y la publicación de los versos de la poetisa Rosario Sansores, voz clave de la intelectualidad latinoamericana; las secciones “Nuestro Consultorio” y “Conocimientos útiles en el Hogar”, revelaban todo lo que constituyera valioso para nuestras mujeres; se valoraron a prestigiosas mujeres: María Teresa García Montes, fundadora y primera presidenta de la Sociedad Pro-Arte Musical y a la edificación por esta institución del emblemático Teatro Auditórium; así como a María Luisa Dolz, emérita pedagoga; aparecieron artículos de la controversial Eva Canel; se declaran las convocatorias de la Alcaldía Municipal de La Habana para poder ejercer oficios las mujeres; la Exposición del Libro Femenino Latinoamericano de Buenos Aires en junio de 1931, y se presentaron las obras de escritores de América del Sur, Central, México y Cuba, entre otros eventos.

La publicación contribuyó a consagrar el derecho de las mujeres al sufragio.

La Mujer también publicó postulados patrióticos como, por ejemplo, sobre el álbum valiosísimo de la insigne patriota Emilia de Córdoba y Rubio, quien dejó escrito al Generalísimo Máximo Gómez el texto “Mi despedida a Cuba”; el Proyecto Federal del Centro con la creación del Club Esperanza del Valle[21] de Cienfuegos y su Junta Directiva, con una reseña a su insigne fundadora, la patriota Edelmira Guerra; bajo el título “Mujeres de la Revolución”, descollaron las referencias a Evangelina Cossío, Manuela Cancino; Juana Rosa Peirano e Inés Morrillo, entre otras; alegorías a la campana de La Demajagua; declaratorias del periódico independentista La Estrella, y otros esbozos patrióticos.

Uno de los temas más polémicos fue el dedicado a la higiene, sanidad y epidemiología en el pensamiento científico del siglo XX. La revista La Mujer fue vocera del saber científico mediante la temporalidad. Esta publicación reconoció el accionar de diversas instituciones benéficas, como Las Damas Isabelinas de Cuba, Asociación de Mujeres Católicas, que creó un Comité Antituberculosis y recaudó fondos para apoyar en los hospitales y centros asistenciales de todo el país. Revelador de ese espíritu científico descolonial fue la presentación en la revista de la Primera Conferencia de Divulgación Antituberculosa, pronunciada en el Club Rotario de La Habana por Rafaela Mederos, presidenta del Comité de Propaganda de la Asociación de Damas Isabelinas;[22] así como el pronunciamiento de Rafaela Mederos en pos de “Los elementos obreros”, en el que realizó un recuento de la sanidad en el país desde el período de ocupación estadounidense (1899-1902) cuando en Cuba proliferaron la viruela, la fiebre amarilla, la disentería y la difteria hasta el año 1928, momento en que se percibieron otras condicionantes de salud desde el saneamiento y la desinfección. A partir de 1927 comenzó el doctor Francisco M. Fernández, secretario de Sanidad, a dar impulso a la Campaña Antituberculosa, quien fue respaldado por el presidente Gerardo Machado.

“La revista La Mujer se desplegó también en el escenario de insurgencia de nuestra vanguardia intelectual cubana de la década crítica (1923-1933) como propuesta ética y estética”.

La revista La Mujer fue vocera de la labor de mujeres médicas cubanas, como Catalina Pozo Gato, médica cirujana que fungió como médica interna del Hospital de Maternidad Enrique Núñez; así como Elvira Machado, ginecóloga del Dispensario Tamayo, que atendía partos, enfermedades de mujeres y de la sangre, con precios módicos y visitas a domicilio.

Desde la Sección “Habla La Directora”, María Collado pronunció un discurso dedicado a “La Primera Cocina gratuita de la Liga Nacional contra la Tuberculosis Infantil”, donde destacó la inauguración de este proyecto desde el 9 de julio de 1931 en el local donado por Aida Peláez, en su casa particular de La Víbora. En este espacio dedicado a los niños pobres, se les ofreció alimentos, medicinas, leche, visitas a domicilio, asesoramiento a las madres de los niños pretuberculosos y en numerosas ocasiones esta iniciativa contribuyó con la entrega de ropa y calzado.[23]

Con sus luces y sus sombras, María Collado desplegó estrategias en busca de la cohesión social, lo cual le permitió dibujar un imaginario sociocultural de valores y significados compartidos desde el espacio público y sus prácticas de participación cívica como activista feminista.

Las publicaciones periódicas de las mujeres se insertaron en el registro de la historicidad del pensamiento científico desde un contextualismo radical de corte descolonial. En la revista La Mujer (1929-1935) se expresó la polémica descolonial en el pensamiento científico entre Cuba y Europa. Su publicación recrea el espíritu de una época, las ideas, gustos y preferencias del grupo social que la elaboró y las proyecciones ideoestéticas de la clase social que representaron estas mujeres que paradójicamente eran de la oficialidad. La revista La Mujer reflejó un estado generacional que confluye como herencia de creación y a la vez fue un proceso de construcción y deconstrucción por las confluencias e interinfluencias que desarrolló con otras publicaciones periódicas de su etapa histórica.

* El texto fue presentado por la autora en el VI Coloquio Presencias Europeas en Cuba, del 25 al 27 de octubre de 2023 en el Palacio del Segundo Cabo, La Habana.

Notas:

[1] El denominado proyecto Modernidad/Colonialidad/Descolonialidad es una perspectiva dentro del pensamiento crítico latinoamericano que ha abierto nuevos espacios de producción y reflexión sobre el escenario latinoamericano. Dicho proyecto se compone a fines de los años noventa con la conjunción de varios intelectuales, tales como Aníbal Quijano (Perú), Enrique Dussel (Argentina-México), Edgardo Lander (Venezuela), Arturo Escobar (Colombia), Catherine Walsh (Ecuador), Nelson Maldonado-Torres (Puerto Rico), Zulma Palermo (Argentina), Santiago Castro-Gómez (Colombia), Fernando Coronil (Venezuela) y Walter Mignolo (Argentina-EE.UU). Los citados nombres, que van integrando paulatinamente la lista de figuras principales vinculadas a este colectivo, provienen casi en su totalidad de antiguos ámbitos de producción de conocimiento crítico en América Latina, como la teoría de la dependencia, la filosofía de la liberación y los estudios subalternos. Fuente: Pacarina del Sur:http://www.pacarinadelsur.com/home/abordajes/y/contiendas/108/modernidad-colonialidad-descolonialidad-aclaraciones-y replicas-desde-un proyecto-epistemico-en-el-horizonte-del-bicentenario. [Consultado el 10 de julio de 2023].

[2] Véase Marcela Lagarde: Cautiverios de las mujeres: madres-esposas, monjas, putas, presas y locas, Coordinación General de Estudios de Posgrado-Universidad Nacional Autónoma de México, D.F., 1990. Véase además: Julia Tuñón: “Por qué Clío era mujer: buscando caminos para su historia”. En: Problemas en torno a la historia de las mujeres, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Ciudad de México, 1991.

[3] Véase Susana Montero: La cara oculta de la identidad nacional. Un análisis a la luz de la poesía romántica, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2003, p. 13. Véase también: Maritza García Alonso y Cristina Baeza: Modelo Teórico para la identidad cultural, CICC “Juan Marinello”, La Habana, 1996, p. 64.

[4] Mariblanca Sabas Alomá (Guantánamo, 1901-La Habana, 1983). Periodista, poetisa y activista social. Delegada al Primer Congreso de Mujeres, fue miembro del Grupo Minorista, de la Liga Anticlerical, de la Liga Antiimperialista y del Club Femenino de Cuba. Fue la primera mujer en un gabinete ministerial de Cuba durante el gobierno de Carlos Prío Socarrás (1948-1952). En Santiago de Cuba dirigió la revista Astral, de carácter antiimperialista, y colaboró con muchas publicaciones de la región oriental del país como Selecta, Diario de Cuba, Revista de Oriente, Revista de la Asociación Femenina de Camagüey, también con las habaneras revista Social, Grafos, Diario de la Marina, Bohemia, Carteles, Romances y Avances; y extranjeras como El Universal (México), Nosotros (Buenos Aires), Orientaciones (Uruguay), Crítica (Chile) y Prensa Continental (España).

[5] La ensayista Zaida Capote, en su investigación sobre las mujeres narradoras, apunta que “Ofelia Rodríguez Acosta (1902-1975), se involucró a las luchas políticas y en la acción cívica y para ello recurrió al periodismo lo mismo que a la literatura. Fue bibliotecaria del Club Femenino de 1925 y fundó y dirigió en 1927 una revista, Espartana, cuyo nombre, lo mismo que la poderosa ilustración de portada —una figura femenina art déco— no deja lugar a dudas acerca de la orientación de la revista”. Véase Zaida Capote: “Mentes libres, cuerpos suplicados. Las mujeres de Ofelia Rodríguez Acosta”. En: Revolución y Cultura, no. 4, octubre-noviembre-diciembre, La Habana, 2006, p. 21. Véase Ofelia Rodríguez Acosta: “Una institución femenina que es símbolo de esfuerzo y victoria: La Sociedad Pro-Arte Musical”. En: Revista Pro-Arte Musical, año x, nos. 9 y 10, septiembre-octubre, 1932, La Habana, pp.12 y 18.

[6] Margarita Mateo Palmer: “Estrategias de participación de las escritoras latinoamericanas”. En: Revolución y Cultura, no. 4, octubre-noviembre-diciembre, La Habana, 2006, p. 16.

[7] Véase Gerardo Castellanos: Panorama histórico. Ensayo de cronología, Tomo III, UCAR, García y CIA, La Habana, 1934, p. 1412. Véase además: Julio César González Pagés: En busca de un espacio: Historia de las mujeres en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2003.

[8] Véase Dania de la Cruz: (comp.): Movimiento feminista cubano, Editora Política, La Habana: 1980. Véase también: Irina Pacheco Valera: “Las mujeres cubanas en el imaginario de la República”. En: Imaginarios socioculturales cubanos, Editorial José Martí, La Habana, 2015. Irina Pacheco Valera: La Sociedad Pro-Arte Musical. Testimonio de su tiempo, (Premio Memoria 2007), (Prólogo de la doctora Graziella Pogolotti), Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, Ediciones La Memoria, La Habana, 2011. Irina Pacheco Valera: La Revista Pro-Arte Musical en su primera época (1923-1940), Editorial Extramuros, La Habana, 2016.

[9] La Secretaria de Agricultura, Comercio y Trabajo. Registro de la Propiedad Intelectual, certificó la inscripción, de la revista La Mujer, el día 23 de julio de 1930 como propiedad de María Collado y Romero. Véase “Expediente relacionado con las actividades de María Collado”. Fecha de 1911-1961, en Fondo Donativos y Remisiones del Archivo Nacional de Cuba, Legajo: 661, no. 12.

[10] Aunque firmaba de manera profesional como María Collado Romero, fue inscripta como María Josefa de la Santísima Trinidad Collado Romero. Véase: Ibídem.

[11] María Collado es la primera mujer que ostenta ese cargo en Cuba.

[12] María Collado, en el año 1922, fue iniciadora de la creación de la Escuela de Agricultura para Mujeres. Perteneció además a instituciones como: Asociación Femenina de Prensa que fundaron Ernestina Otero y Aida Peláez; al Patronato Nacional de la Escuela de Sordomudos y Anormales que presidía el doctor Oscar Soto; a la Institución para ciegos “Valentín Hauy”; a la Alianza Nacional Feminista; a la denominada “Por la Felicidad del Hogar”, que impulsaron Evelia Gali Menéndez, Elena Gil y otras valiosas feministas; perteneció al Ateneo de la Mujer; que fundada Julia Elisa Consuegra, y al que pertenecían Renée Potts, Lolita Guiral, entre otras.     

[13] María Collado fue Directora de Propaganda de Prensa del Club Femenino en Cuba.

[14] El Partido Demócrata Sufragista lo fundó junto con Amalia Mollón, para luchar de forma más activa por los derechos de la mujer y lograr el voto electoral. En su contexto histórico el referido partido “no fue bien acogido ni por hombre ni por mujeres”, según expresó la historiadora cubana Hortensia Pichardo. En: Isabel Moya: “Aparecida: María Collado”. En Nancy Alonso y Mirta Yáñez (coordinadoras): Damas de Social. Intelectuales cubanas de la Revista Social, Colección Arcos, Ediciones Boloña, Publicaciones de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, La Habana, 2014, p. 80.

[15] Isabel Moya: Ob. Cit., p. 81.

[16] María Collado era la directora de la plana femenina a partir de 1920 en el periódico La Discusión. Desde esta publicación comenzó como cronista parlamentaria y fue la primera mujer en ejercer esa labor.

[17] Fue además repórter de asuntos femeninos en El Heraldo Liberal, que fundó César Madrid.

[18] Desde aquí María Collado realizó la Crónica Parlamentaria del Senado.

[19] La Reforma Constitucional de 1928, cuyo artículo 38 fue radicalmente modificado. Se suprimió de su contenido la palabra “varones”, lo cual se debió, única y exclusivamente, a la campaña en este sentido realizada por las feministas cubanas.

[20] Isabel Moya: Ob. Cit., p. 82.

[21] Primera institución femenina que pidió el voto de la mujer al terminarse la Guerra de Independencia de 1895.

[22] Véase Jorge Domingo Cuadriello: “La Casa Cultural de Católicas”, en Espacio Laical, La Habana, 22 de febrero de 2020.

[23] Véase revista La Mujer, año II, 1ro. de agosto de 1931, no. 39, La Habana, p. 1.