Las máscaras simbólicas de Noel

Luis Rey Yero
12/10/2020

Vivimos tiempos de encubrimientos de identidades. Así lo confirma el artista de la plástica Noel Cabrera Pérez, quien con su muestra personal Mascaradas aborda la condición humana sujeta a las contingencias epocales. Se trata de una quincena de pinturas expuestas en la galería Oscar Fernández Morera de Sancti Spíritus, donde el artista apela, con carácter alegórico, a los cultos esotéricos originarios yorubas para reflexionar acerca de actitudes y acciones cotidianas.

Obra “A los cuatro vientos”. Fotos: Cortesía del autor
 

Tres años han transcurrido de la exposición colectiva antológica Sin máscaras, donde participaron 42 artistas de distintas tendencias en el Museo Nacional de Bellas Artes. Presentada por el curador Orlando Hernández, la propuesta de Noel podría considerarse su contrapartida a pequeña escala, mientras que la de Orlando tuvo un carácter antropológico y hasta etnográfico y sociológico. Por su parte, la obra de Noel se adentra en los vericuetos de la multiplicidad sígnica que ofrecen los rasgos simbólicos de las máscaras africanas para emitir señales de alerta sobre conductas humanas.

No es un conjunto de falsas moralinas, sino un registro de los tiempos que corren, donde se busca el ocultamiento del rostro para protegerse de los potenciales peligros que impone la pandemia actual; aunque en esta ocasión se trata de cualidades humanas cotidianas. Hay mucho de carnavalesco en esta propuesta que recuerda los bailes de antifaces: cada cual posee una intención de travestía. De modo que Mascaradas se inserta en lo que podría denominarse hibridación del pensamiento.

Entre sus atributos resalta el dominio de la línea que rodea el diseño gráfico en combinación con la expresividad del color. Esa vocación colorista del autor refuerza, por su valor consagratorio, la propuesta sígnica de cada obra expuesta. Uno de sus rasgos estilísticos más prominentes descansa en modelar las figuras a través de cierto acercamiento al puntillismo —al estilo del neoimpresionista francés del siglo XIX Georges Seurat—, el cual utiliza para reforzar las líneas de contorno y está presente en todas sus creaciones. Diríase que es un sello muy personal que lo identifica.

De igual modo el artista acude a la estilización de las figuras humanas, remedando cierta intención de simbolizar gestos triviales, pero de contenido más visceral. En todo momento el pintor acude a esa risita de Dedalus lezamiano donde se bifurcan los laberintos de la ironía para mostrarnos cómo se expresan las interioridades del ser. En “Doble dos”, por ejemplo, se muestra una pareja de personajes enmascarados, alargados y rodeados de atributos materiales; en apariencia felices, tranquilos, refugiados en la bebida y el juego para neutralizar sus inquietudes personales.

Obra “Doble dos”.
 

Hay otras piezas, como “Medallero”, a través de las cuales se reflexiona sobre el hombre de apariencia modélica, premiado con distinciones de diversa índole, que con un gesto cercano al corazón intenta dar a conocer las verdaderas cualidades personales, libres de recompensas pasajeras. El sistema simbólico utilizado resulta sencillo, sin demasiados artilugios eruditos, pero no deja de mantener la preocupación por los valores más humanos.

Obra “Medallero”.
 

Mediante la obra “Inquisición” el autor rompe con el uso del color para ofrecernos en blanco y negro los poderes inquisitoriales que han existido a lo largo de distintos sistemas y épocas, en detrimento del desarrollo de la capacidad intelectual de quienes aportan su capacidad artística y reflexiva acerca de su entorno. En ese sentido, todas las obras expuestas están aprisionadas por marcos que revelan los contextos del tiempo y la memoria colectiva atrapados en cada gesto cotidiano.

Obra “Inquisición”.
 

Por otra parte, “Meditación” plantea la cuestión del ser o no ser de un sujeto que reflexiona acerca de las cualidades estéticas de lo bello y lo feo, del bien y del mal. En esa postura maniquea son perfilados quienes se sumergen en la duda razonable de paradigmas y sistemas universales del pensamiento, expuestos a variables de gusto y eticidad temporal. Nos encontramos ante propuestas que resaltan el tiempo como componente esencial de la condición humana sumergida en su contexto.

Obra “Meditación”.
 

Tal como se infiere en las palabras del catálogo, nos encontramos ante un conjunto donde se vislumbra a un artista incansable, con técnica que rodea el puntillismo, de exquisita factura, y un conocimiento de la psicología del color que trasmite una sensación de cuidadoso diseño, orden y limpieza, y permite al espectador descubrir cada elemento y detalle misterioso en la superficie de sus obras.

Otro de los elementos que invitan a hablar de rasgos morfológico-conceptuales propios de la obra de Noel es el panteón yoruba originario como leitmotiv para recrear libremente sus atributos religiosos con propuestas de índole psicosocial. Como él mismo declara en entrevista que le hiciera la periodista Lisandra Gómez Guerra: “Utilizo las máscaras como forma de expresar diferentes actitudes humanas ante la vida”. De tomar al pie de la letra tal afirmación podría pensarse en un intento por asimilar el pasado ancestral y llevarlo al convulso presente.

Noel Cabrera Pérez es pintor graduado de la Academia Nacional de Artes Plásticas San Alejandro (1978). Entre sus exposiciones personales se cuenta Éxodo, Los orishas y el monte, A dos manos, Patakí, Revolucionarte, La vuelta de los dioses y Retrospectiva yoruba. Ha participado en más de cincuenta exposiciones colectivas, entre ellas destacan las realizadas en galerías capitalinas, así como en Noruega, España, Italia, México, Santo Domingo y Costa Rica. Conforma el grupo prominente de la filial de los artistas visuales de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en Sancti Spíritus.