“Lucha de ideas por la confraternidad estudiantil”

Cira Romero
15/1/2016

Así se presentaba en su portada la revista quincenal Polémica,  surgida el 1ro. de mayo de 1934. Dirigida y administrada por Luis Torra Cabarrocas, su cuerpo de redacción lo integraban Raúl Roa, Teresa (Teté) Casuso, Pablo de la Torriente Brau, Felipe Pazos, Zoila Mulet, Manuel Lozano y Ramiro Valdés Daussá, entre otros. Surgida poco después del derrocamiento de la dictadura de Gerardo Machado el 12 de agosto de 1933, traía el fermento de esa época convulsa, como se lee en un artículo aparecido en el primer número:

Polémica será una revista de cultura y de lucha; hondamente enraizada al medio trágico en que surge, este será su preocupación primordial. El caos moral y material en que se encuentra el mundo, agudizado en Cuba hasta límites apocalípticos; los horrores del hambre y de la guerra —política y social—, imponen a todo hombre honrado el imperativo ineludible de actuar; el naufragio obliga al hombre más apático a luchar desesperadamente pos su vida. La ineficacia de las soluciones hasta ahora intentadas y la esterilidad de tantos sacrificios, hacen pensar en causas más profundas. Y este es el motivo de Polémica: el estudio y debate —de aquí su nombre— desde todos los puntos ideológicos, de las causas de nuestra realidad económica, política y social […] Polémica será una revista de juventud. El “Alma Mater” —en especial y la vida académica en general— será la otra gran preocupación de Polémica; de ella surge, su redacción es genuinamente universitaria […] A todo lo que el estudiantado se refiere, dedicará Polémica sus mejores esfuerzos.

En los números publicados, el último correspondiente a diciembre de 1936-enero de 1937, aparecieron cuentos, poemas, crítica literaria, planes de estudios, demandas y manifiestos estudiantiles y, en general, aspectos de la ardiente vida universitaria de aquellos años. Tuvo varias secciones fijas, entre ellas “Bibliografía”, que comentaba las últimas publicaciones, y “Revista Estudiantil Internacional”, dedicada a reflejar el movimiento estudiantil revolucionario extranjero. Entre sus colaboradores estuvieron Agustín Guitart, Celso Enríquez, Marcelino Arozarena y José Francisco Bolet.

Tras un receso en su salida, reapareció en marzo de 1936, ahora en su segundo año. En el editorial comentaban:

Después de largo silencio de meses, en que la pasión política y su entrega a las luchas de esta índole restaron al estudiante tiempo y humor para las cosas del espíritu, reaparece hoy Polémica. Y tan remozada y crecida que más que reaparición, parece renacimiento. Renace nuestra revista en tiempos que si aún no están libres de militancia y de ardor combativo, de lucha, en fin, exigen también, en cambio, que se comience a esbozar en el campo estudiantil y al margen  de sus batallas ciudadanas, una actitud más serena y ponderada en lo que respecta a lo puramente intelectual y académico, una consideración detenida de los problemas culturales que han de planteársele, sin duda, al joven estudioso, al final, ya presentido, de esta larga crisis de la docencia. Es preciso que el estudiante sepa, desde hoy, cómo ha de abordar las cuestiones ineludibles, indispensables de la reforma y la conozca en su entraña, para que no ocurra una vez más el burdo escamoteo de sus propósitos mejores, como hubo de acontecer lamentablemente a la caída de Machado… A servir ese propósito sale Polémica ahora, y lo proclama en estas palabras iniciales: “hay que estar en forma para la reforma”.

Y más adelante señalan que la revista “aspira a realizar la unión de todos los estudiantes y refundir los más dispares caminos en un solo esfuerzo por levantar el nivel cultural del estudiantado y, en general, de lo académico, en Cuba”.

El nuevo consejo de dirección quedó integrado, entre otros, por José Antonio Portuondo y Salvador Vilaseca, ambos, por entonces, estudiantes universitarios, y contó con un amplio grupo de colaboradores integrado, entre otros, por Carlos Rafael Rodríguez, Juan Marinello, Nicolás Guillén, Raimundo Lazo, Jorge Rigol y Eduardo Chibás. En el mes de abril comentaron:

Nuestra publicación necesita, para llenar cumplidamente sus propios fines, simultanear rítmicamente, en el espacio libre de la Cultura, una fuerza centrípeta que cohesione en sus páginas las más responsables y entendidas plumas nacionales y una fuerza centrífuga que difunda vigorosamente esta cultura condensada por los ámbitos de la sociedad. Sus páginas no pueden llevar la sola inquietud de los estudiantes que van a los centros de enseñanza y se matriculan y se examinan en tiempos de teórica normalidad, sino también la de los profesores que, por estar más penetrados en la Cultura y ser conscientes de que más se ignora cuanto más se sabe, menos que nadie renuncian a la denominación de estudiantes, de estudiantes eternos en la infinita universidad del conocer. Nuestra publicación será, por eso, un órgano también de la Cultura Nacional, un índice y propulsor de la misma. Un órgano de estudiantes y para estudiantes. Un órgano de Cultura y para la Cultura.

A partir del número 8-9, correspondiente a octubre-noviembre de 1936, Polémica fue “órgano oficial del Comité Pro-Confederación de Estudiantes”. De esta manera la revista se daba “…con plena responsabilidad ya, oficialmente, a la noble tarea de unir las hasta ahora dispersas porciones del estudiantado cubano”.

Un número crecido de intelectuales colaboraron en esta nueva etapa: Fernando Ortiz, José Luciano Franco, Ángel Augier, Emilio Ballagas, José Lezama Lima, José Ángel Buesa, Aurora Villar Buceta, Guillermo Villarronda y Fernando G. Campoamor.

A pesar de los esfuerzos del grupo gestor y del crecido número de colaboradores, el medio no era propicio para el sostenimiento de este empeño cultural y también de esfuerzo político de raíz revolucionaria.