O nos condenan juntos o nos salvamos los dos

Y el Príncipe Mínimo, hijo del Rey Máximo, voló sobre los hombros de un grácil y bello dragón, mientras la princesa rubia entrelazaba su mano a la de la bruja pelirroja, dispuesta a sucumbir a sus hechizos y permanecer en el castillo.

Soy un dinosaurio macho

Tuvo que colgarse un cartel en el pecho con la frase que todos esperaban leer. Era inconcebible que no pudiera definirse, y que al mismo tiempo que usara un collar de perlas también levantara pesos. Los pasos debían ser “machos”, los gestos y la conducta también, y esa flor dibujada en el rostro no creo que haya sido bien mirada.

Te amo, papá, a pesar de todo

Aunque aquel no comprendiera, su hijo amaba a esa mujer, criatura divina, que lo hacía sentir vivo, sin importar que entre sus piernas llevara los órganos femeninos junto a los masculinos. Aquel no entendía que su hijo pudiera enamorarse de “eso”, pero si la apariencia era femenina, era menor el problema. El padre no acepta al hijo, el hijo no acepta al padre, y se juzgan mutuamente con dureza. No importa. Se profesan el amor que entre padre e hijo se merecen profesar.

Ten cuidado, que algunos han muerto así

Porque entre Juan y Miguel podían suceder muchas cosas, sin que nadie se percatara, pero algún beneficio uno deseaba del otro. Y si se besaban, se desnudaban y se regalaban orgasmos, al menos uno de los dos debía irse con los bolsillos llenos. Si no, marcharse y dar la espalda fue la mejor opción porque para “afinar la puntería” ya era muy tarde.

!Auxilio!

Gritó el modelo, el maniquí, el hombre perfecto e inflable. Entaconado y medio encueros, fue avasallado y objeto de burlas y abusos. Luego no fue aceptado en el lugar de donde no debió, tal vez, salir. La calle fue su escape. Prostituirse. Dolerle a la vida

Solo quiero que me abraces

No bastaba pedírselo. El hijo de Tadeo jamás se dio cuenta del vacío que, a sus 65 años, sufría su padre. Loco lo pensó y por loco lo ignoró. Tadeo comenzó a mendigarle a todos lo que en casa no recibía. ¿Acaso lo había ofrecido él antes?

Mientras, la Pastora (con pinceladas de humor muy bien colocadas), recuerda la gravedad de los pecados cuando la carne es débil, cuando la lujuria gana terreno, cuando le damos al cuerpo el derecho a dominar. Representa, crucifijo en mano, la testaruda y fría mirada de quien impone normas y castigos y no permite que “una oveja se descarrile del rebaño”. Dar consejos es la idea, y que todos acaten las órdenes.

La Pastora recuerda la gravedad de los pecados cuando la carne es débil.

Quizá El sexo y los hombres despierte la curiosidad del público tan solo por el título. Cualquiera puede imaginar una comedia con dosis, refinadas o no, de erotismo y provocaciones. ¿Será esa la razón de que asistan al teatro muchos jóvenes? Puede ser, pero lo importante es que asisten y al dar el último aplauso, se llevan consigo una carga de reflexiones que no pensaron encontrar.

Lo cierto es que la sala El Sótano acogió oportunamente esta puesta en escena durante el verano, fruto del trabajo conjunto entre la Compañía Teatral Rita Montaner y el grupo de narración oral Para Contarte Mejor, para que todos (y todas) pensemos las masculinidades y nos propongamos, al menos, deconstruirlas.

Los hombres deben ser lo que se espera de ellos. Lo que la sociedad espera de ellos. Lo que la familia le exige que sean. Y ello no justifica que sean violentos o retraídos o insensibles, pero algunos llegan a serlo. Unos hablan, otros gritan, pocos callan. La mayoría no expresa libremente sus sentimientos y los más valientes son los que, a fuerza de golpes y rechazos, han preferido auto-aceptarse y seguir adelante.

Con coreografías de Adizania Cárdenas y la asesoría teatral de Frank Padrón, llega esta puesta en escena liderada por César Cutén, fundador de Alarcos Teatro en 2004.

“Contamos historias que abordan conflictos, alegrías y temores propios de los hombres, más allá del erotismo y las relaciones sexuales porque también nos interesa la sexualidad masculina en su acepción más amplia, que incluye los vínculos emotivos.

“Por eso, cada actor convocado tuvo que, ante todo, asumir el reto como ser humano de mirarse frente al espejo y despojarse de arquetipos y prejuicios. Que se identifiquen con las situaciones que cada texto propone es un motivo de satisfacción. Si les sucede a ellos primero, entonces el público también podrá sentirlo así. Lloraron, se abrazaron, encontraron sus historias personales en cada cuento, y sintieron que debían compartirlas. De eso se trata”.

Con una banda sonora creada a partir de temas de Pablo Milanés, la obra deviene homenaje al cantautor. Por eso surge una especie de intermedio para cantar No ha sido fácil, acompañándose de una guitarra y de las voces plurales de los espectadores.

Gracias a una acertada selección del narrador oral Ricardo Martínez, se apropiaron de textos de Virgilio Piñera, Daína Chaviano, Joel Franz, Rufo Caballero, Frank Padrón, Martha Acosta, entre otras figuras de la literatura cubana de hace 50 años, para ofrecer la tácita idea de que el mundo necesita más hombres y menos machos. A buen entendedor…

Hombres, mujeres… piénsense la vida alejada de los dogmas que puedan coaccionar su libertad emocional.

Tres hombres en escena. Visten sayas que tapan sus pies, camisas de mangas largas y corbatas. Luego, shorts y camisas floreadas. Más adelante, atuendos religiosos. Uno, calzoncillos y tacones. Otro, pantalón y camisa vaporosa. Ambos, después, desnudos. A veces son cuatro, o cinco. Y una mujer.

Elegí asistir a la sala el día que esa mujer fue Mireya Chapman, magistral como siempre. Fue la Pastora. La que arranca las pasiones de un tajo, la que apela a la cordura, la que cree tener la última palabra y la sabiduría jamás traicionada. Impoluta. Querida.

“El elenco se alterna en las diferentes funciones. Mireya Chapman, Yanelis Tejeda y Juan Manuel Rivas son quienes encarnan a la Pastora Solana. Incluimos mujeres porque, por lo general, son las mujeres las que crían a los hombres y los educan en esos ‘principios’ de hombría. En esta mirada que proponemos debemos involucrarnos todos”, comenta Cutén.

En cualquier latitud el reto es el mismo. He ahí el valor más grande de este proyecto. Su pertinencia y su universalidad. Hombres, mujeres… piénsense la vida alejada de los dogmas que puedan coaccionar su libertad emocional.