El primer bailarín y coreógrafo Eduardo Veitía heredó de su padre la pasión por la danza. Aunque, rememora: “como de niño fui siempre muy tímido, nunca me atreví a bailar delante de él”.

El inicio de este, hoy multilaureado maestro, comenzó desde edad temprana. Refiere que durante toda su niñez estuvo rodeado de bailarines, los cuales le permitieron tener sus primeros encuentros “con ese maravilloso mundo que es la danza”.

“Cuando me gradué tuve la inmensa dicha de ser seleccionado para ingresar al Ballet Nacional de Cuba”.

“Mi padre me preguntó varias veces si quería ingresar a la escuela, en todas las ocasiones le dije que no, aun cuando en la escuela me escogían para que bailara en casi todas las actividades culturales que se realizaban.

“Además de bailar, como aficionado hice igualmente teatro y también cantaba, mientras cursaba la primaria, la secundaria y el preuniversitario”.

“Precisamente en el preuniversitario unas compañeras de la escuela, pertenecientes a la Sociedad española, que no contaba por aquellos años con la participación de varones, me invitaban, frecuentemente, a sus celebraciones de quince años y en esas fiestas se bailaban, además, bailes españoles.

“El Ballet Español de Cuba me ha permitido alcanzar una carrera coreográfica sólida”. Foto: Tomada de la página Facebook del BEC

“En una de esas fiestas quinceañeras me vio bailar la maestra Olguita Bustamante, quien se desempeñaba como profesora en la Sociedad española. Fue ella mi primera maestra de danza y la que hizo posible que poco tiempo después subiera a un escenario, junto a algunos compañeros y compañeras del preuniversitario”.

Con los conocimientos elementales adquiridos en la Sociedad española, se presentó a una convocatoria para ingresar a la Escuela de Ballet. Para su asombro y sobre todo el de su padre, resultó aprobado por un exigente jurado que contaba entre sus integrantes con el maestro Fernando Alonso.

“A partir de ese momento comencé a estudiar ballet de manera oficial. Posteriormente, pasé por otra prueba donde se encontraban presentes todos los bailarines y los grandes maestros que tenía, por aquella época, la escuela.

Una vez más fue aprobado y comenzó entonces sus estudios en la Escuela Nacional de Arte donde concluyó el nivel medio. “Cuando me gradué tuve la inmensa dicha de ser seleccionado para ingresar al Ballet Nacional de Cuba.

El Ballet Español de Cuba cuenta con un vastísimo repertorio que sobrepasan las más de mil coreografías de diferentes géneros, concebidas durante estas más de tres décadas. Foto: Internet.

“Ha sido ese uno de los momentos más importantes y felices de mi vida, porque ser seleccionado, entre un número considerable de aspirantes, para integrar el ya desde entonces prestigioso Ballet Nacional de Cuba, constituía un gran privilegio. La suerte continuaba acompañándome”.

¿Cuánto le aportó en su formación personal y profesional Alicia Alonso?

De Alicia conservo muchos recuerdos hermosos. Desde mi propia llegada al Ballet, ella me asignó diferentes tareas. Tareas realmente complejas, lo que demuestra la confianza que desde el principio tuvo en mí. Estar al lado suyo durante los ensayos diarios era algo verdaderamente impresionante, no solo para mí también para todos los bailarines.

Poco a poco fui conociéndola y comencé a valorar cuán grande era su sacrificio, su tremendo esfuerzo. No pocas personas piensan que la danza es algo fácil. Sin embargo, requiere de un esfuerzo, de un sacrificio extraordinario y el mejor ejemplo de ese sacrificio, de ese esfuerzo es esa gran dama de la danza cubana y mundial que será siempre Alicia Alonso. Hasta los últimos años de su vida no dejó de trabajar, de bailar, de dirigir y trasmitir a sus bailarines todo cuanto sabía de ballet. Sin descanso, corregía cada uno de sus movimientos, de sus pasos, de las expresiones de sus rostros.

Sus enseñanzas en mi formación son incalculables e invaluables. Estar al lado de ella, como bailarín y director artístico de distintos eventos, como el festival La Huella de España, en giras internacionales, como secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), cargo que ocupé en el Ballet por algunos años, fue un placer inigualable y difícil de superar.

“Hasta los últimos años de su vida no dejó de trabajar, de bailar, de dirigir”. Foto: Tomada de Internet

Cada uno de aquellos encuentros fueron una clase, cada palabra que nos decía era una enseñanza. A Alicia le debo todo lo que he podido hacer en mi vida. Creo que, si no hubiera contado con su presencia permanente, me hubiera sido mucho más difícil convertirme en el bailarín que he llegado a ser. Me dotó de innumerables y valiosas herramientas que me permitieron enfrentar el futuro.

Precisamente fue nuestra prima ballerina la fundadora de la compañía Ballet Español de Cuba (BEC). ¿Cómo llega a esta agrupación danzaria considerada la máxima expresión de este género en nuestro país?       

Alicia dirigía el Gran Teatro de La Habana, la Ópera y el Ballet y ahí se le ocurre la idea de fundar el Conjunto de Danzas Españolas que después se llamó Ballet Español de La Habana y por último Ballet Español de Cuba. Acababa de graduarme y de inmediato comencé a desempeñarme como primer bailarín en las distintas presentaciones del Ballet Nacional que, al unísono hacía zarzuelas y óperas. Al mismo tiempo impartía clases de ballet, montaba coreografías. Fue una época muy rica por las múltiples presentaciones que realizábamos y por la participación en importantes festivales de ballet y arte lírico, celebrados dentro y fuera del país. Por esa época, nuestra única casa era el teatro.

“En Cuba se aman los bailes, las danzas y en general, la cultura española”.

Al fundar esta compañía, que comencé a dirigir a raíz de su creación, nos propusimos defender y preservar las raíces hispánicas que forman parte de nuestra cultura, junto a la herencia legada por los africanos.

En mi opinión los éxitos obtenidos por el BEC a lo largo de sus treinta y seis años de existencia, se deben fundamentalmente a la pasión que han demostrado sus bailarines, a su sentido de pertenencia. Ha contribuido, igualmente, el hecho de que en Cuba se aman los bailes, las danzas y en general, la cultura española. Asimismo, el intercambio con bailarines y maestros de otros países ha enriquecido el trabajo de la agrupación. Se suma también la disciplina rigurosa y la entrega de sus integrantes, condiciones esenciales en esta profesión. La danza española ha evolucionado en este siglo a la par del resto de las artes.

Momentos difíciles hemos tenido y muchos. Pero lejos de hacernos débiles, han fortalecido la creatividad, la imaginación, nos han dado la posibilidad de crecernos ante dificultades que el público ni siquiera imagina. Y la compañía se ha fortalecido aún más, a partir de la creación de su propia escuela donde se forman bailarines de danza española. Esta unidad artística docente, devenida nuestra principal cantera, radica en la propia sede de la compañía, en el municipio Diez de Octubre.

El BEC con sus veinte integrantes, cuenta con un vastísimo repertorio que sobrepasan las más de mil coreografías de diferentes géneros, concebidas durante estas más de tres décadas.

¿Podría decirse que en el BEC Eduardo Veitía ha alcanzado su consagración como bailarín y coreógrafo?

Creo que sí. Me siento muy feliz, totalmente realizado. Cada momento vivido en esa compañía forma parte de mis sueños. Siempre soñé con una compañía que fuera capaz de alcanzar ese nivel profesional que he visto en agrupaciones de otras partes del mundo, portadoras de una excelente formación y por ello cuentan con merecido reconocimiento internacional. Eso lo hemos logrado, como también una formación metodológica en el aprendizaje de la danza española. Y todos esos logros me hacen experimentar una felicidad enorme, al tiempo que me instan y comprometen a continuar trabajando.

El BEC me ha permitido alcanzar una carrera coreográfica sólida. Como los integrantes no han sido siempre los mismos, he tenido la posibilidad de trabajar con bailarines cuyas características son totalmente diferentes y contribuir a su formación es para mí, motivo de orgullo, sobre todo si tenemos en cuenta que algunos de ellos son maestros actualmente y ya son capaces de enseñar, correctamente, a los más jóvenes.

“El festival La Huella de España da a la danza cubana importantes aportes. Todo esto nos permite crecer y perfeccionar el trabajo que realizamos diariamente”.

Nos enorgullece de la misma manera, el hecho de que, un sinnúmero de bailarines extranjeros se ha formado en nuestra compañía. En oportunidades me han comentado que hemos formado bailarines para todo el mundo. Y es una realidad que prestigia a la compañía y que da fe de sus aciertos, logros y trascendencia.

¿Qué saldos deja para la danza cubana el Festival Internacional La Huella de España?

Este evento, que también forma parte de mi vida como bailarín, deja saldos verdaderamente positivos y relevantes de aprendizaje para todos.

La posibilidad de que asistan al festival compañías españolas de renombre y que nuestros bailarines vean cómo se baila en el mundo y que, a su vez, esos invitados extranjeros observen cómo bailamos nosotros, resulta un intercambio realmente enriquecedor.

A ello se añade que el festival no es solo de danza, es igualmente de música, teatro, literatura, artes plásticas. Eso lo convierte en un evento muy alegre, de mucho entusiasmo, que esperan con ansias el público y todas las compañías danzarias que hacen los mayores esfuerzos para estar representadas en un certamen ya conocido en el mundo entero y que le permite un encuentro muy provechoso con los bailarines más representativos de España.

En esta última edición, por ejemplo, contamos con la presencia de la Fundación Antonio Gades, de experimentados maestros y bailarines del Ballet Nacional de España, quienes se llevaron una impresión muy buena de la danza en nuestro país.

El festival La Huella de España da a la danza cubana importantes aportes, no solo por los conocimientos que se ganan con las presentaciones artísticas, también porque durante su celebración se programan conferencias y clases magistrales que redundan en un mayor desarrollo de nuestros bailarines y de los estudiantes de las distintas escuelas. Todo esto nos permite crecer y perfeccionar el trabajo que realizamos diariamente.    

Festival Internacional La Huella de España, un evento muy alegre, de mucho entusiasmo, que esperan con ansias el público y todas las compañías danzarias. Foto: Ballet Nacional de Cuba.

En sentido general, ¿cómo valora el estado actual de la danza en Cuba?

En Cuba nunca dejará de existir un movimiento danzario fuerte porque el cubano es bailarín por excelencia. Solo hay que detenerse a contabilizar la cantidad de agrupaciones danzarias de los más diversos géneros que existen del folclor español y africano, incluso, de danza árabe y lo que es todavía más alentador no pocas de estas compañías se destacan por su calidad artística y larga vida.

Contamos, por ejemplo, con dos compañías de ballet y otras muchas de danza contemporánea. Pienso que el talento cubano siempre va estar ahí para darle continuidad a una manifestación artística que goza de mucho prestigio y popularidad.

Tanto como sus compañías, las escuelas de ballet son igual muy fuertes, que han dado excelentes herederos. Yo heredé de Alicia, mis alumnos heredan de mí y así, sucesivamente. Maestros de la talla de Ramiro Guerra, Rosario Cárdenas, Carlos Acosta, por solo citar algunos, tienen de igual manera una cantidad infinita de herederos.

Considero que la danza es una de las manifestaciones del arte que difícilmente desaparezca, a pesar de la constante emigración de los bailarines y de la escasez de recursos para las producciones. Sin embargo, mientras haya teatro y escenario hay que bailar. Es esa una de las mayores enseñanzas de Alicia. A ella en su época le tocó también enfrentar situaciones difíciles, pero nunca dejó de trabajar.

Entonces, ahí está la esencia de todo: trabajar y trabajar. Continuar creando sin perder de vista jamás el sentido de la creatividad, de la belleza artística que debe llevar consigo cada función, cada espectáculo. Nosotros bailamos con el cuerpo. A veces no se necesita tanta ropa ni tanto brillo para mostrar lo que hemos aprendido, lo que sabemos hacer.

La danza tiene esa posibilidad y el mejor ejemplo es Alicia, que bailaba dondequiera, en un stadium, en la calle y justamente por esa actitud tan decidida, propia, solo de ella, el ballet se conoce hoy en todo el país, ha llegado a cientos de miles de personas que ni siquiera lo conocían y que jamás habían visitado un teatro.

¿Proyectos inmediatos?

Los días 14 y 16 de julio la compañía realizará una gira por Pinar del Río. En el teatro Milanés de esa occidental provincia, presentaremos el espectáculo Pasión flamenca. Se trata de un espectáculo concierto que incluye varias coreografías. Son funciones únicas y ya desde ahora sabemos que los pinareños nos recibirán con su habitual cariño.

Mientras que, en el venidero mes de agosto, presentaremos el mismo espectáculo en la sala Avellaneda del Teatro Nacional. En este caso, efectuaremos tres funciones. Y de la misma trascendencia en agosto, el día 6, tendremos una actividad muy importante: la clausura del Curso de Verano. Un certamen que, desde hace ya algunos años, nos ha permitido descubrir nuevos talentos y dotar a decenas de niños y jóvenes de conocimientos relacionados con el arte de bailar.

En el transcurso de esta entrevista el maestro Eduardo Veitía atribuyó a la suerte su llegada al Ballet Nacional y a ella también, su consagración como primer bailarín y coreógrafo, además de su magistral desempeño en la dirección del Ballet Español de Cuba, cuando en realidad su incesante quehacer artístico ha demostrado que todos sus éxitos profesionales están sustentados en su gran talento, en su constancia y entrega, en su sencillez y humildad y, principalmente, en esa arraigada pasión por la danza que surgió en él desde que, a escondidas, todavía muy pequeño, bailaba por los espacios vacíos de su casa.

2