Mi vida ha sido disfrutable gracias a la danza

Ana María Domínguez Cruz
29/4/2020

Porque mientras el cuerpo dance todavía
 se pueden derrumbar muros,
ascender cimas,
 besar contrarios,
conjurar demonios,
llenar distancias,
derrotar silencios,
salvar soledades.
Todavía, y a pesar de todo, podemos abrazarnos.

(Mcs. Antonia Fernández en “Mensaje Del Centro Cubano Del ITI Con Motivo Del Día Internacional De La Danza 2020”)

 

Su madre y Alicia, (vaya casualidad) nacieron el mismo día con cinco años de diferencia. Y puede que no sea casualidad porque el destino está escrito. A una la admiraba desde que tuvo uso de razón, y debe a ella su interés por bailar, desde un danzón hasta un guaguancó. A la otra, a la Alonso, a la universal, también la admiró como puede admirarse una estrella que, por suerte, no le fue inalcanzable.

Ismael Albelo Oti no vive como los simples mortales. Danza a cada paso, aunque sus condiciones físicas no le permitieron ser bailarín (aunque empeño puso en ello) y, además, atesora en su memoria numerosos recuerdos de momentos significativos para la danza en el país, en algunos de los cuales fungió como el hacedor de los sueños.

Abelo es especialista en danza adscrito al Ministerio de Cultura, crítico de danza, profesor e investigador.
Foto: Tomada de Radio Nuevitas

 

 “Nunca olvidaré mi primer encuentro con la danza, más allá de ver a mis padres bailar. Fue un día de mi cumpleaños, 26 de julio, cuando a los estudiantes de la beca Karl Marx nos llevaron al Estadio del Cerro, hoy conocido como el Estadio Latinoamericano.

”En muchas ocasiones en las que nos llevaban a alguna actividad, los alumnos pensábamos en ir a nuestras casas un rato, si vivíamos cerca. Sin embargo, ese día ni pensé en ello. Alicia bailó, y realmente es lo único que recuerdo de esa función de Giselle. Yo solo tenía 13, 14 años. Al tratar de comprender la historia del ballet, lloré mucho. Pensaba que él podía salvarla de la muerte pero no fue así, y esa sensación de angustia y admiración me embargó. La música y el movimiento, y quizás la combinación de ambas en la danza me sedujeron. Podría hablarte del vestuario, de la gestualidad, pero la imagen que recuerdo es solamente la de Alicia”.

Desde entonces, Albelo decidió hacer de la danza parte de su vida.

“En Tarará hice el pre, teníamos un grupo de aficionados del teatro y la danza. Y fue buenísimo, imagínate que Alberto Alonso nos montó El Solar, los tres actos de la comedia musical. Estuvieron con nosotros Santiago Alfonso y Clara Luz Rodríguez, primeras figuras de Cuba en ese momento, y el grupo fue muy bueno, puedo decirte que de ahí salieron, por ejemplo, los hermanos Juan y Johannes García, conocidos en el ámbito danzario. Fueron buenos tiempos. Nuestras salidas de la escuela eran para asistir a funciones de teatro, a exposiciones, a proyecciones de películas…”

Albelo, Doctor en Ciencias sobre el Arte en 2018, estudió tres años en la carrera de Arquitectura y abandonarla fue una buena decisión, teniendo en cuenta que después, mientras trabajaba, estudió Historia del Arte, “la mejor elección”.

Conversar con él, hoy reconocido crítico de danza y profesor adjunto del Instituto Superior de Arte, es también conocer parte de la historia de la danza en Cuba. “Pudiera contarte de mis clases de ballet a escondidas en aquella época para huir de los estereotipos que primaban, de mi trabajo de conjunto con Delio Carreras para organizar el expediente de Alicia Alonso para que le fuera entregado el Honoris Causa, de cuando ella fundó el ballet universitario a inicios de la década del 70 con aquellos profesores invaluables como Aurora Bosch, Laura Alonso, Marilín Rodríguez, Joaquín Banegas, entre otros… Fueron tiempos de aprendizaje constante…

“Puedo decirte que desde 1965, cuando se estrenó en cuatro actos El Lago de los Cisnes con Alicia, no he dejado de ver ninguna función de danza en La Habana, salvo en contadas excepciones, cuando he estado fuera de la provincia o quizás, aquejado con algún problema de salud. Todo lo que bailó Alicia en Cuba lo vi y me siento orgulloso de ello. Porque fuimos amigos, porque ella me apreciaba, porque le regalé mi admiración desinteresada siempre. La danza ha sido mi vida”.

Albelo me cuenta de su asesoría en el Departamento de ballet en la Facultad de Arte Danzario en la Universidad de las Artes, cuando le pidieron que fuera tutor de 15 tesis de la primera graduación, de su rol como especialista en danza adscrito al Ministerio de Cultura, lo que le permitió conocer sobre todo lo que se bailaba en el país, “y mantengo excelentes relaciones con los directores de las diferentes compañías, con sus bailarines, coreógrafos…”

Después ejerciste la crítica, en Cuba y en el exterior, y te posicionaste en diferentes medios de comunicación con espacios especializados…

La crítica es un ejercicio que no lleva compensación. Todo el que se dedique a ejercer la crítica de cualquier manifestación artística tiene que saberlo y asumirlo. Además,  tiene que meterse en ese mundo en el que pretende ejercer la crítica. Participar en los procesos creativos es imprescindible. NO tienes que ser un gran pintor, pero tienes que haber pintado algo. Aguantar los cables al menos cuando se filma una película. Lamentablemente carecemos de ello.

“En la danza yo quise practicarlo todo, tenía la ilusión de bailar. Pero descubrí que esa podía ser mi profesión cuando ya no tenía las mejores condiciones para eso, y decidí dedicarme a la parte teórica. Pero aprendí mucho desde la práctica, quiero decir. Por eso no me obnubilan las piruetas que puedan hacer unos bailarines si sé que sus rodillas no están bien puestas, por ejemplo. De eso se trata. Para criticar, tienes que saber desde la esencia”.

”En cuanto a los espacios en los medios de comunicación como CMBF, en Radio Taíno, en Sitio del Arte, en el Noticiero Cultural y más recientemente en el programa televisivo Bravo me satisface compartir el conocimiento y ofrecerle las pautas al público para que esté más preparado para disfrutar de cada propuesta. Creo que es también un compromiso que se adquiere en el instante mismo en el que te sientes dueño de un conocimiento que debe ser multiplicado”.

“En la danza yo quise practicarlo todo”. Foto: Tomada de Radio Cadena Agramonte
 

Has afirmado varias veces que Cuba tiene los mejores bailarines del mundo…

“Y es verdad. Las condiciones físicas y técnicas definen a nuestros bailarines y los que egresan de nuestras escuelas pueden llegar a ser primeras figuras, al punto que cuando salen de Cuba a abrirse camino en otros lares llegan a primerísimos niveles, incluso en manifestaciones que no se practican aquí.

”Desafortunadamente el aspecto artístico se ha descuidado. A la técnica sí se le presta atención… abrir las extensiones, hacer buen trabajo en el torso, saber cómo caer sin lastimarse, pero a la hora de expresar podemos encontrar fallos. Hay quien puede expresarse mejor porque el estilo le es propicio pero no se trabaja en general la parte artística, se deja a la espontaneidad del bailarín, y no debe ser así del todo.

”Pienso que existe una dicotomía muy marcada entre la escuela y la compañía, fundamentalmente en lo concerniente a la danza contemporánea y el folclor. No se enseña la línea estética de las compañías, lo cual es lógico hasta cierto punto, pero sería bueno que en los últimos años se vincularan a las compañías para que conocieran sus formas de hacer.

”También considero que no ha sido efectivo, o tal vez, tomado con la seriedad que conlleva, el fomento de la coreografía contemporánea cubana. Me refiero a la contemporaneidad de la danza. Hay atisbos, intenciones, excepciones, pero como política de desarrollo de la coreografía no existe. Es más fácil invitar a un coreógrafo extranjero y exportar a la compañía.

”La dramaturgia en la danza hoy día contempla desde la técnica, la calidad del movimiento, el espacio en el tiempo, el ritmo, la tecnología, el vestuario, el maquillaje, la promoción, el video, la tradición… Y aún descuidamos algunos de estos aspectos en el país. El cubano tiene que acercarse más a lo que se hace a nivel mundial. Talento sobra para ser creativo y no imitar, y existen tantos sucesos que pueden llevarse a la danza. Eso también es dramaturgia porque el arte lleva memoria, y buena parte de lo que acontece en la realidad puede perdurar desde la danza”.

Le alegra haber publicado el libro docente Repertorio de ballet del siglo XIX en 2013, bajo el sello de la Editorial Cúpula, del Instituto Superior del Arte y en Ediciones Ruth (disponible en Amazon) el titulo …y hablando de danza (compilatorio de trabajos periodísticos publicados en diferentes medios de prensa). Quizás su tesis pueda convertirse en otro volumen, La relatividad de las negaciones postmodernas en tres relecturas de ballets del siglo XIX. Giselle, Nápolis y el Lago de los Cisnes, bajo la tutoría de Norma Gálvez y Hortensia Peramo.

Muchas vivencias le asaltan en la memoria durante la organización de la gala internacional homenaje a Alicia Alonso en Johannesburgo en 2013 y la Gala Ballet Royalty en La Habana con doce primeras figuras de la danza internacional en 2016, “un batazo porque nunca se habían reunido en una función única tantos grandes”. También podríamos tardar horas hablando sobre los diez años en los que dirigió el Festival Los días de la danza, en la capital, a partir de 1994, como reslutado de una idea colectiva que permitió, no solo inundar de danza la Ciudad Maravilla durante diez días, sino también hacer coincidir la inauguración de esas jornadas con la propuesta de celebrar por primera vez el Día Internacional de la Danza y la instauración del Premio Nacional de Danza.

“He disfrutado mi vida al máximo”, y me consta porque con él puedo hablar hasta de sus prácticas de judo y jujitsu. “Sé que ha podido ser así porque descubrí la danza. Mi vida, de lo contrario, hubiera sido otra, y de seguro no tan disfrutable”.