Parche: un reconocimiento necesario al rock cubano

Guille Vilar
4/3/2020

La vida nos muestra, una y otra vez, que los hechos importantes no tienen necesariamente que provenir de una gran conmoción social, sino que a veces casi pueden pasar inadvertidos. Y digo casi porque esto no fue lo que ocurrió el pasado mes de diciembre, cuando ante un reducido auditorio, el centro cultural Submarino Amarillo fue escogido por la Editora Abril para presentar el libro Parche: Enciclopedia del rock en Cuba.

Portada de Parche: Enciclopedia del rock en Cuba. Foto: Alma Mater
 

De este modo tuvo lugar un relevante suceso en la historia de la música popular, al quedar emotivamente reflejado en libro el accidentado devenir del rock hecho en casa durante décadas anteriores. Quizás, para los neófitos sobre el peregrinar del rock cubano desde 1956 hasta el 2017, este libro sea tan solo un diccionario común y corriente, que recoge las incidencias de la vida y obra de los músicos dedicados a la prevalencia de dicha manifestación artística entre nosotros.

Sin embargo, para todo aquel que de alguna manera ha estado implicado en este tema, bien por su desempeño como músico o simplemente como una persona interesada en estar al tanto de semejante quehacer en el país, la aparición de tal publicación hubiera sido algo así como que imposible de imaginar en tiempos atrás.

Gracias a la persistencia, confianza e integridad como crítico a favor del aliento profesional del rock cubano que distingue al autor, Humberto Manduley López, es que contamos con esta recopilación de numerosos testimonios de vidas dedicadas a cultivar un género musical marcado por incomprensiones, que rebasaron el entorno propiamente musical. Autor también de otros libros dedicados al tema como El rock en Cuba (2001) y Hierba mala: una historia del rock en Cuba (2015), Manduley ya había tocado con la amplitud necesaria aquellas esencias de una saga donde, mientras hablaba de los aciertos y tropiezos de estos músicos como creadores, se refirió a las contradicciones y conflictos de lo que implicó ser un músico de rock, etapa felizmente superada en nuestro país.

Humberto Manduley. Foto: Internet
 

Si bien es cierto que la consolidación del rock anglosajón sucede a mediados de los años sesenta del pasado siglo, no debemos olvidar que esta es una época de gran agresividad por parte del gobierno norteamericano, empeñado en destruir la naciente Revolución Cubana. Fueron los años de la invasión mercenaria por Playa Girón, de la Crisis de Octubre o de la Lucha contra Bandidos en el Escambray.

Así que, mientras nuestros padres y abuelos asumían la defensa de la nación en todos los frentes, una parte de los adolescentes cubanos de por aquel entonces estábamos impactados por la energía y la vitalidad de un renovador movimiento musical encabezado por Los Beatles y sus coterráneos. Obviamente, para el nuevo modelo de sociedad que se estaba conformando desde 1959, la huella de semejante tendencia musical chocaba con los patrones establecidos por la tradición en nuestro país, incluso en lo relativo a que los hombres se dejaran el pelo largo, usaran los pantalones ajustados y, por supuesto, al hecho de apostar a favor de una música —cantada lamentablemente en el mismo idioma del enemigo— hacen que tales características se vean como signos discrepantes que despiertan todo tipo de suspicacias.

Sin embargo, aunque esta controversia relacionada con el tema rock estuvo matizada durante años por las distintas formas en que se manifestó, en sentido general, los músicos cubanos tampoco cejaron en sus pretensiones de cultivar esa corriente musical, aunque algunos, para subsistir, tuvieran que fusionarse con relevantes figuras de la Nueva Trova.

Y así, en la medida en que nuestro panorama cultural se ajustaba, con meridiana madurez, a las diversas propuestas generadas por las dinámicas circunstanciales de cada momento —entre ellas la referida a la polémica en torno al rock hecho en casa—, el rock fue paulatinamente asumido como otro de los géneros de la música popular contemporánea, sin las controvertidas implicaciones conceptuales de otros tiempos. Su habitual presencia, tanto en programas de la radio y la televisión como en la prensa escrita, deja de ser un acontecimiento inédito en los medios para convertirse en otra opción, de entre las tantas disponibles, para quienes gustan disfrutar de la música en sus diferentes manifestaciones.

Si para los jóvenes músicos la Asociación Hermanos Saiz significa la presencia de una institución que los recibe con la fraternal acogida que se merecen; otras, como la Agencia Cubana de Rock, los asumen profesionalmente. Por lo tanto, el principal objetivo de Humberto Manduley con esta enciclopedia es insertar al parche sanador como una cura ante tanta pérdida de información sobre la historia de estos músicos, información que hasta ahora no había sido expuesta desde el esmerado espíritu de investigación que respetuosamente se desprende de estas páginas. Pero a la vez, la existencia de las más de mil fichas de solistas y agrupaciones de entre los cultores del rock que aquí aparecen evidencia el necesario reconocimiento a todos estos músicos, por vivir convencidos de que también los cubanos, desde el intenso cantar de la guitarra eléctrica, podemos acompañar al desgarrador acento de un vocalista.