Por los 140 años del grupo portador Gangá-Longobá
Cuando se habla de una expresión o manifestación de la cultura popular tradicional con distinción de autóctona, sin duda, los Gangá Longobá, de Perico, en Matanzas, ocupan un lugar cimero del panorama patrimonial en la cultura cubana, pues para muchos se trata del único elemento de su tipología etnodemográfica, no solo en Cuba y América, también en el planeta. Por tan significativa, alegórica y distintiva práctica identitaria, durante todo este año estaremos celebrando, con júbilo y admiración, su 140 cumpleaños.
Estos esclavos gangá, a su llegada, fueron asentados en el Ingenio Santa Elena, perteneciente al municipio de Perico, provincia de Matanzas. Al abolirse la esclavitud se trasladaron al pueblo (…) donde permanecieron alrededor de 60 años. Después se asentaron en la calle San Juan, donde hoy está el Templo Gangá.
Aparecen en nuestro país como consecuencia de las diferentes oleadas, sucesivas y crecientes de africanos, los cuales comienzan a vincularse con el escaso número de aborígenes en el fatigoso laboreo de las minas, y muy rápidamente se convierten en la fuerza de trabajo fundamental, tanto del extenso ciclo agrícola e industrial azucarero —que constituye la principal base económica de la Isla—, como en los oficios y demás actividades de las poblaciones urbanas. Como sabemos, la demanda de africanos en Cuba está estrechamente relacionada con el desarrollo de la producción azucarera. Los cargamentos de esclavos aumentan o disminuyen, y los puntos de embarque en África subsahariana se diversifican de acuerdo con la intensificación o no de la producción en la colonia. Teniendo en cuenta que los grupos humanos que son llevados a Cuba desde el continente africano poseen una marcada heterogeneidad económico-social, reflejada, en lo esencial, en los distintos niveles de influencia cultural de forma fragmentada, según la diversidad existente entre unas comunidades étnicas y otras, así como entre las cantidades de esclavos traídos de cada lugar en diferentes períodos históricos, las zonas de ubicación en Cuba y las expresiones culturales que aportan.
Jesús Guanche, en su libro Componentes étnicos de la nación cubana. (Editorial Adagio. 2011), específicamente sobre los denominados Gangá en Cuba; refiere:
Otras referencias (bien por las actividades de los cabildos de africanos y descendientes en las ciudades, los libros de ingenios, los archivos parroquiales, la prensa periódica, el depósito de cimarrones y otras fuentes) señalan a los africanos mina, mandinga y gangá. Los primeros proceden del embarcadero de San Jorge Elmina, fundado por los portugueses en 1482, en la antigua Costa de Oro (actual República de Ghana) y de otros dos puntos de embarque también conocidos como Elmina en la propia área. Con esta denominación pueden ser identificados, entre otros, los achanti —que aparecen en Cuba como “mina santé— y los fanti, que pertenecen al etnos akán, del propio subgrupo lingüístico kwa, cuya mayoría aún habita en Ghana (76,5 %) y Costa de Marfil (22,5 %). Con la denominación de “mina popó” llegan los esclavos procedentes de Elmina Chica, en la Costa de los Esclavos (Bruk, 1981:168; López, 1985:56). Más al oeste, de lo que hoy forma parte de los territorios de Malí, Guinea, Sierra Leona, Costa de Marfil, Senegal y Gambia, proceden los mandinga, que por lo regular pertenecen al subgrupo etnolingüístico mandé. Bajo esta denominación se introducen esclavos baga, bambara, dyola, fulbé, malinké propiamente dichos, serer, soso y wolof, entre otros. Los gangá, por su denominación, corresponden al área de Sierra Leona y Liberia, bien por el topónimo de Gbangá o más al interior, el de Ganhoá, o con Wangará en esta última república. Con esta denominación entraron esclavos bulom, ebrié, cono, gbandi, gola, kisi, kru, loma, mani y vai, principalmente, pertenecientes al subgrupo etnolingüístico del Atlántico occidental…
Adentrándonos en la historia y surgimiento de la agrupación portadora, indiscutible joya que atesora el patrimonio cultural de la nación y el universal, provienen de la Casa Templo de Linda Diago; su fundadora radicaba en calle Pedro Arrieta, 45 A, entre Fresneda y Suárez, Perico. Sus primeros fundadores fueron Linda Diago, Leonor Mora, Magdalena Mora, Sonia Won, Virginia Hernández, Kito, entre otros.
Estos esclavos gangá, a su llegada, fueron asentados en el Ingenio Santa Elena, perteneciente al municipio de Perico, provincia de Matanzas. Al abolirse la esclavitud se trasladaron al pueblo, en la calle Clemente Gómez, esquina a González, donde permanecieron alrededor de 60 años. Después se asentaron en la calle San Juan, donde hoy está el Templo Gangá.
En sus inicios estuvo formado netamente por descendientes de la etnia bulom (denominada en Cuba gangá), incorporándose posteriormente elementos de tipo lucumí y también arará, constituyendo un hecho de la época como el sincretismo religioso, pero el núcleo central en sus rituales y costumbres aceptaba sobre todas las cosas los mandamientos del llamado gangá, por lo que se han mantenido las tradiciones legítimas legadas por sus ancestros. Dentro de sus fiestas principales tenemos las celebradas el 16 y 17 de diciembre, rindiendo tributo a Yebbé (San Lázaro) y el 20 de octubre a Oyá.
Una tradición que mantienen viva los 17 de diciembre es una procesión en la que todos los desperdicios de animales utilizados en su ceremonia son depositados en un pozo ciego radicado en la Finca Santa Elena (primer asentamiento gangá en la localidad). Esto tiene su fundamentación en una leyenda que cuenta que todo se puede comer excepto los huesos y las vísceras, ya que les pertenecen a los Orichas.
Esta denominación se caracteriza por poseer tres tambores de tipo bimembranófonos, los cuales presentan parches atados con tirantes de cáñamo, sujetos a la caja de resonancia mediante bandas transversales que la enlazan. Durante la ejecución se colocan horizontalmente y se emplea un solo parche, a esta trilogía de tambores, la caja (el más grande), la mula (el mediano) y el cachimbo (el más pequeño), se suma también una campana y dos maracas. Mientras, en los toques se nos hace fácil distinguir a la deidad a que pertenecen, poseen más de un canto, unos más lentos y otros más rápidos. Están los cantos de muertos y los cantos festivos, mientras la danza es un conjunto de bailes que representan a los diferentes orichas: Gueguá, orín, yeyé, obbí, la vieja, mamba, oyá y yerbé), preservando así sus tradiciones expresivas y culturales durante más de un siglo. Su repertorio está basado en Orum, donde se le canta y baila a Yebbé, Mamba, la Vieja, Oyá, Obbé, Elegguá, Ochún y Oggún. Los tambores llamados caja y mula se percuten con dos palos; mientras que el llamado cachimbo se percute con un solo palo y la palma de la mano; su práctica religiosa también se conoce como culto gangá.
Como característica fundamental está el hecho de que sus ceremonias religiosas se desarrollan en un ámbito totalmente cerrado, elemento en el que se ha sido muy celoso por parte de sus practicantes, quienes, en su mayoría en todos los tiempos, han sido familiares y vecinos cercanos, permitiendo así un profundo sentido de continuidad, perdurabilidad y resistencia cultural de generaciones durante su siglo y cuatro décadas de existencia.
Otra de las características esenciales del Gangá Longobá que la hace auténtica radica en ser considerada una práctica matriarcal, si bien encontramos figuras masculinas, mayoritariamente en el culto predominan las del sexo femenino, siendo su mando y liderazgo, tanto en su génesis como en su posterior trayectoria, comandado por mujeres.
Dentro de sus principales distinciones y reconocimientos ostentan la Distinción Movimiento de Artistas Aficionados por la calidad, el Premio Nacional de Cultura Comunitaria (2004). La Distinción por la Cultura Nacional y el Premio Nacional Memoria Viva.
¡Felicitaciones a los integrantes del Gangá Longobá por su aniversario 140!
Desconocia toda esta historia. Habiendo nacido y crecido en mi pueblo de Perico, no sabía al respecto. Muchas gracias al al periodista.