En el extraordinariamente variopinto panorama de la música cubana, con caracteres, estilos, voces y presencias tan disímiles, tener también un artista “guapachoso” en su proyección escénica, a saber, “guaposo”, de voz aguardentosa según algunos, pero dotado de carisma artístico, simpatía y musicalidad, no deja de ser un espectáculo para disfrutar, un show, aceptado por una mayoría, pero no así por otros que cuestionaban sus presentaciones o las tildaban de dudoso gusto. Ese artista cantante se llamó Rolando Laserie, “el guapo de la canción”.

No había impostación alguna en Rolando. Si lo veíamos “así”, es porque era así. El nacido en Santa Clara hace 100 años, el 27 de agosto de 1923, de oficio zapatero, no tiene tiempo ni plata familiar para mucha escuela y a los nueve años toca ya los timbales y de vez en cuando figura en la Banda Municipal de Santa Clara.

También en esa ciudad, cuando suma 20, canta para la orquesta Maravilla del maestro Arcaño, que tiene a Miguelito Cuní, a quien imita, y se va con ellos de gira por todo el oriente del país hasta Santiago. En esa ciudad se integra por una temporada a la orquesta de Mariano Mercerón, del tipo jazz band. Evidentemente, al joven Rolando no le faltan arrestos ni tampoco aptitudes.

Su gran despegue se produce en 1956 cuando graba como cantante un single que incluye el bolero Mentiras tuyas, que en la versión de Laserie vende alrededor de treinta mil copias en poco tiempo.

Laserie se traslada a La Habana y en 1946 es percusionista de la orquesta de los Hermanos Palau, trabaja aquí hoy y mañana allá —lo cual es frecuente en el oficio y la época—, entra como timbalero a la Banda Gigante de Benny Moré. Al cabo de algunos vaivenes pasa por la orquesta del Teatro Martí y consigue un espacio en una de las orquestas que tocan en los aires libres (portales) frente al Capitolio, en el Paseo del Prado. Corre 1950 y hasta viaja a Haití y a Colombia con la orquesta “de turno”. Vive una etapa de continuo tránsito en que busca afianzarse sin conseguirlo.

En la televisión irrumpe invitado para trabajar en el show de los artistas cantantes Olga Chorens y Tony Álvarez, que son muy populares. Entretanto, las condiciones de Rolando como percusionista van siendo conocidas y no le falta trabajo.

Pero su gran despegue se produce en 1956 cuando le proponen grabar como cantante un single o placa sencilla de un número por cada cara, en que se incluye el bolero Mentiras tuyas, de Fernández Porta, ya con anterioridad grabado por René Cabel, pero que en la versión de Laserie vende alrededor de treinta mil copias en poco tiempo.

En adelante se sucedieron otros éxitos y un año después graba su primer larga duración. Transcribimos a continuación el apunte que aparece en la Enciclopedia Cubana en la Red (EcuRed):

Su súbita popularidad fue motivo de controversias entre quienes aplaudían su estilo ‘guapachoso’, marcado por el rubatto con cierto aliento de rumba, y otros que lo consideraban sencillamente un atentado al buen gusto. El timbre de su voz no era lo que más agradaba a sus críticos acérrimos, que llegaron a tildarlo de ‘aguardentoso’ y ‘barriotero’.

Al año siguiente aparecieron su segundo y tercer disco de larga duración bajo el sello Gema y con la orquesta de Bebo Valdés popularizó entonces Déjenme en paz, escrito para él por Justi Barreto, en que responde a las críticas recibidas: Suéltenme ya, / se los suplico que me dejen en paz / que yo con nadie me he metido jamás / y solamente estoy luchando por vivir, en la felicidad.

Bien por Laserie, quien se convierte en un fenómeno victrolero, y es uno de los cantantes populares cubanos que tras el triunfo de la Revolución graba números de apoyo a los rebeldes. En uno de sus éxitos de 1959 se refiere a la nueva Ley de Reforma Urbana y pregunta: “¿Te vas, ahora que bajaron los alquileres?”

Si al principio Rolando Laserie pudo haber molestado a algunos por su proyección escénica “ambientosa”, después se le acepta, cuenta con infinidad de seguidores y la popularidad la mantiene, prueba de ello es que grabó más de treinta discos de larga duración.  

Sin embargo, Cuba ya no ha de ser en adelante la plaza fuerte donde los artistas populares, sean cubanos o visitantes, firman contratos de ensueño, y a partir de 1960 Laserie viaja a México, graba el LP La Pachanga en Nueva York con la orquesta de Tito Puente y se presenta en Puerto Rico.

En 1965 se establece en Venezuela, forma su agrupación, recorre buena parte de América Latina, hasta Argentina, continúa grabando con éxito, en especial en México, donde son numerosos los éxitos que pega porque como se trata de un artista versátil, las agrupaciones lo acogen como intérprete para sus grabaciones. Ahí se cuentan la Sonora Veracruzana de Pepe Vallejo, el combo de Johnny Ventura, la orquesta de Johnny Pacheco, Charlie Palmieri y varios más.

Como intérprete su diapasón es amplio, canta boleros, guarachas, son montuno, bolero son, tango… Tiene su estilo hasta en el vestir, con una sonrisa contagiosa, bigotito, corbata de lacito y boina aplanada en colores diversos.

Si al principio Rolando Laserie pudo haber molestado a algunos por su proyección escénica “ambientosa”, después se le acepta, cuenta con infinidad de seguidores y la popularidad la mantiene, prueba de ello es que grabó más de treinta discos de larga duración.   

A finales de los años 70 se asienta en los Estados Unidos, donde muere el 22 de noviembre de 1998. “El guapachoso”, así también se le conoció, llega al siglo de su natalicio no del todo olvidado. Y hasta se le perdona su “guapachosidad”, mera cosa de niños si se le compara con otros que hoy bien pudiéramos clasificar como auténticos “artistas de dudoso gusto”.