Santiago Alfonso
8/12/2016
La influencia de Fidel ha sido decisiva en mi formación y en todos los logros que humildemente he podido alcanzar, por innumerables razones. Yo era antes del triunfo de la Revolución un casi bailarín con muchas ilusiones y sueños, pero con una tremenda desventaja: “soy negro”, y ese solo hecho hacía que mis sueños se convirtieran en frustraciones. Al triunfo de la Revolución todo cambió; se creó el Conjunto Nacional de Danza bajo la dirección de mi padre y maestro Ramiro Guerra, y la Revolución puso en mi cuerpo y mente mi futuro.
Aun antes de la creación de las Escuelas de Arte, ya nuestro país se había convertido en una enorme olla de promoción cultural. A partir de 1959 se fundaron varias compañías de danza de diferentes estilos y estéticas, grupos de teatro, manifestaciones corales, cursos de dramaturgia y literatura, se desarrolló la pintura y la investigación cultural, el Teatro Nacional de Cuba fue promotor y escenario del nacimiento de un mundo cultural sin racismo ni prejuicios… toda esta fuerza, a mi modo de ver, condujo a la creación de las Escuelas de Arte, y el autor intelectual fue Fidel.
Hay una frase dicha por él que resume para mí todo su quehacer y desvelo por la cultura: “la cultura es escudo y espada de la nación”.