Solo soy la periodista que vino a grabar
25/10/2018
Después de conversar con la joven estudiante de Periodismo de la Universidad de Holguín, Yulianni Ramos, no me quedaron dudas de por qué decidió estudiar la carrera. A veces uno pregunta “y si no fueses periodista…”. En este caso solo logré recordar aquellos instantes de universidad —porque pasan volando— donde uno sentía que se iba a comer el mundo y no nos asediaba el temor al fracaso.
Foto de la autora
También pensé en que no existen límites cuando se está en tercer año y soñamos, sin más, con el momento aquel en que logramos que el trabajo se publique y que la gente aplauda en silencio o a gritos en medio de una calle.
Yulianni simplemente se refugia en la historia que ha venido a contarme y yo espero, impaciente. Porque es un cuento muy extraño y audaz: ese que la llevó, junto a un compañero de su aula, a participar en una sesión de espiritismo de cordón para hacer un radiodocumental.
“Estábamos en la clase de Taller de Realización Radial. Nos tocaba definir un tema y así tener todo previsto antes de salir para las prácticas, y a otro equipo se le ocurrió hacerlo sobre la religión yoruba. Y nosotros pensamos en el espiritismo, pero, ¿de qué tipo hablaríamos?, porque hay de mesa y de cordón.
“Nos decidimos por el espiritismo de cordón porque tiene más carga sonora e ir a una sesión y grabar era mucho más provechoso. Además, estuvimos pensando en cómo reflejarle al oyente que está en una sesión de espiritismo —y eso no es posible en el de mesa porque se hace solo con un vaso de agua—”.
Cuando imagino a la muchacha de apenas veintitantos en medio de un cordón, siento esa envidia sana de que logró presenciar un fenómeno cultural tan interesante como es la práctica espiritual.
“La idea era mostrar al espiritismo como práctica religiosa —una de las más generalizadas socialmente—, pero sin faltarle el respeto a esta creencia. No queríamos que la historia fuese contada por un periodista, sino oírlo de la boca de las propias personas que practican y sienten esa fe. Por eso pasamos más de un mes corriendo entre varios centros espirituales.
“Visitamos a directores, entrevistamos a la gente que ha recurrido a estos lugares por varias necesidades, y participamos y grabamos una de las sesiones, luego la utilizamos para algunos momentos de la trama”.
¿Fue difícil acceder a la sesión?
Era complicado por la lejanía del lugar.
¿En qué lugar era?
En el templo de Raúl Leyva, una de las mayores figuras espirituales del país. Eso está por Cuatro caminos, donde hay mucho campo. Tienes que trasladarte en camión por un terraplén y después andar como cuatro kilómetros para llegar al templo. Nosotros habíamos hablado con el director por teléfono y coordinamos el día, pero ellos tenían problemas con la construcción y estaban reparando el sitio. Pensamos que no lo lograríamos, porque solo faltaba una semana para entregar el documental y no teníamos la fuente principal. Fue todo muy rápido, el día antes de la entrega editamos hasta las dos de la madrugada y lo discutimos a las ocho.
En algunos momentos del documental aparecen fragmentos de la sesión de espiritismo. ¿Cómo entraron y qué sensaciones experimentaron?
Fue muy impactante, porque en principio nuestra intención era quedarnos fuera del cordón y grabar. Pero en algún momento, cuando estaban organizando los cordones, me llaman para formar parte de uno, y yo me pongo a pensar que cómo voy a estar ahí si no soy médium, solamente soy la periodista que vino a grabar. Entonces me dijeron “no importa, el espíritu ha dicho que puedes entrar con nosotros” y bueno, yo, por pena y respeto a los que estaban allí, me metí la grabadora encendida en el bolsillo y entré.
“Nos tomamos de las manos y estuvimos más de tres horas de pie mientras que el director del templo hablaba a los miembros del cordón. En un momento él le pide testimonios a los que estaban allí para que nosotros pudiéramos grabar y, cuando uno de ellos estaba hablando, comienza a arquearse, a tener espasmos con la cabeza y a moverse raro. Era un hombre medio gordo, y cuando se movía sus cachetes sonaban como los de un perro furioso.
“Luego el cordón grande se dividió en algunos más pequeños y entraron las familias que iban a darle misas a sus muertos o que necesitaban ayuda. Aquello fue mucho más emocionante, porque eran como diez cordones con familias, todos gritando, llorando, haciendo cánticos al mismo tiempo. Tú volteabas a un lado y veías a una familia entera llorando y mirabas a otro lado y había gente tambaleándose contra otros. En ese momento no te podías soltar, porque se rompe la conexión y peligra la vida de alguien”.
¿Cómo alguien que no sea espiritista logra involucrarse hasta el punto de estar allí y participar sin que esto le afecte como persona?
Simplemente lo vi desde un punto de vista objetivo: es trabajo, son personas que tienen su fe, ellos piensan que eso les hace bien. No creo en lo mismo, pero aun así lo respeto. Allí todo era asombroso: las maneras de danzar, de cantar, los gritos. Muchas veces los periodistas tenemos que hacer coberturas sobre temas difíciles o que, personalmente, no nos gustan, y vamos creando un mecanismo para ver las cosas desde afuera. De la misma forma lo hicimos nosotros.
¿Cómo fue el proceso de edición?
Cuando lo tuvimos todo, nos sentamos a pensar cómo colocar todas esas entrevistas de forma tal que tuvieran un discurso lógico y comprensible. Decidimos ir armando una historia con los fragmentos, y contrastamos los criterios de los directores de los centros, los médicos, los académicos y al final había que darle ese valor humano que realmente tiene este fenómeno.
“Algunos nos cuestionaron la contraposición entre la ciencia médica, que es materialista, con el espiritismo. No es que queramos demeritar a uno o a otro, ni desmentir a nadie. Simplemente buscamos saber cómo reaccionaban los médicos cuando les llegaba un paciente con una displasia o una tumoración en un seno para operar de urgencia, y de momento le hacen los exámenes a esa persona y no tiene nada. ¿Cómo se explica la ciencia médica eso?”
¿Y, finalmente, cómo lo “bautizaron”?
Se llama El camino está en la fe, y dura aproximadamente unos 14 minutos.
¿Cuál fue la acogida del trabajo luego de que saliera al aire?
El trabajo tuvo bastante aceptación, y lo comprobamos a través de las redes sociales, porque lo sacamos en el canal de podcast del periódico Ahora! y también se transmitió en Radio Angulo, la emisora provincial, y Radio Juvenil, del municipio Calixto García. Yo estoy muy satisfecha por el trabajo; teníamos tanto miedo de que el tiempo no nos alcanzara, de que no lográramos las entrevistas o que los oyentes no lo recibieran bien. Menos mal que seguimos hasta llegar al final.