La versión que Jean-Christophe Maillot creó para Les Ballets de Monte-Carlo, a partir del clásico cuento de hadas sobre una exigente música de Serguei Prokofiev arrastra tradiciones, pero juega mejor a ser un drama juvenil amoroso que un cuento infantil burlesco y eso facilita los arrojos que le imprime a su manera de actualizar la danza escénica.
La agrupación a todas luces mantiene un perfil de vanguardia inclinándose por su cercanía a los discursos expresivos más actuales. En resumen, se trata de una institución hija de los procesos evolutivos que de manera constante tienen lugar en el arte.