Últimos días del Benny Moré
13/8/2020
Benny, en su última etapa, a consecuencia de su estado de salud, sabía que estaba condenado a muerte, por eso llevaba su vida a toda velocidad; prefirió vivir menos tiempo antes que dejar de cantarle a su gente.
La penúltima entrevista al Benny, a menos de tres meses de su fallecimiento, fue el 15 de noviembre de 1962, en el periódico Revolución, a poco menos de tres meses de su fallecimiento. A pesar de su estado de salud, en el curso de esa entrevista mantenía su enaltecedora sonrisa. Hizo alusiones constantes al tema de la muerte, como si la sintiera cercana, rondándolo, queriéndole arrebatar su voz bella, melancólica y sensual, tan amada por las multitudes.
El periodista informó que en aquellos días la sala Olympia de París lo reclamaba con un contrato extraordinario para su presentación. Benny había dudado mucho aceptar la invitación, solamente aceptaría si fuera en barco. “Yo no montaré en avión una sola vez más en mi vida. A mí no se me ha perdido nada en el aire. Ya yo he tenido varios accidentes de avión, mi hermano, y no quiero probar la suerte de nuevo. Aunque nunca se sabe cuándo va a llegar la muerte y decirle a uno: ‘Recoge y vamos’”.
Cuando el periodista J.L. Fuentes le preguntó al Benny si quería seguir viviendo, con mucha gracia sandunguera respondió: “Ay mi sangre, yo quiero seguir viviendo porque a lo mejor del otro lado San Pedro y su gente no lo dejan entrar a uno”.
La última entrevista al Benny la realizó el periodista del periódico Revolución Santiago Cardosa Arias, el día 3 de enero de 1963, con motivo del Festival Papel y Tinta, convocado por dicho periódico.
Para Benny esta era una fiesta de los grandes y nunca se la perdía; en esa ocasión le dijo a Santiago: “Bueno, mi socio, me va a tener que ayudar. Uno no dispara así una frase. Déjame ver (se llevó la mano a la cara. Miró para la calle): Pon ahí que Obras Públicas prepare los hierros; le vamos a dejá cantidá de baches en el Prado”.
Benny mandó a pasar a los visitantes al patio, pidió que le trajeran unos sombreros de ala ancha que usaba. Mostró a los periodistas los animales, comenzó a hacer chistes. Daba gracia la forma en que nombraba jocosamente a los animales con los mismos nombres de algunos artistas. “Miren: —señaló al conjunto de Chapottín—, le falta un músico. ¿Saben pa´donde fue? Pregúntenle a la mujer. Quedó en la cazuela”.
Le hablaron al Benny acerca de un contrato que no había firmado. “Yo soy el último en enterarme. Después, cuando viene la ‘moña’, dicen que uno es esto y es lo otro. No, no va mi socio. Yo no engaño a mi pueblo, esa es mi gente”.
En ese momento llegaron varios músicos de la tribu. Benny estaba en mil cosas. Por aquellos días se le preparaba un homenaje al lajero, al cual no pudo asistir por tener que llevar unos ladrillos para terminar la casa de su mamá en Santa Isabel de las Lajas.
Cardosa quedó muy impresionado por la manera sencilla en que vivía Benny en su casa en La Cumbre, El Caballo Blanco, de San Miguel del Padrón. No imaginó que aquella fuera la última entrevista que daría aquel gran músico para un periódico.
Según el doctor Luis Ruiz, a consecuencia de la cirrosis hepática el hígado del Benny había comenzado a hincharse, sus venas se habían dilatado y el sábado 16 de febrero de 1963, en Colón —en un viaje que realizaba hacia Lajas— se le rompió una várice encefálica y tuvo un vómito de sangre.
Lo más lógico era regresar urgente hacia La Habana, pero continuaron hacia Santa Isabel de las Lajas. Allá pasó acostado el sábado 16 desde el mediodía hasta el atardecer y volvió a tener deposiciones sanguinolentas.
Benny no estaba en condiciones de cantar de noche en ninguna parte, lo lógico era ingresarlo con urgencia, pues corría peligro de muerte. Pero los artistas tienen una misión, Benny estaba dispuesto a morirse cantando encima de un escenario como lo hizo Miguelito Valdés.
El Bárbaro del Ritmo decidió ir a cantar a Palmira, sabiendo que podía ser la última presentación de su vida. Allí actuó en la primera tanda (antes se cantaban varias tandas, no como ahora que se hace una sola presentación de dos horas). Benny cantó como si fuese la última vez.
En el descanso el cantante se acostó, estaba decaído, muy mal; pero audazmente decidió volver a integrarse al escenario. Interpretó “Dolor y perdón”, “Maracaibo”, “Benny Moré qué bueno canta usted”. Los que lo vieron quedaron atónitos de cómo pudo actuar tan bien, como si fuera el grand finale, la despedida.
Tuvieron que llevarlo acostado en el asiento de atrás de su carro. Benny pidió que no lo condujeran a ningún hospital, quiso encontrarse con sus hijos en su casa. Presentía un duro final. Frente al central Washington Benny volvió a vomitar sangre.
Erróneamente pasó todo el domingo 17 en su casa. Al amanecer el lunes 18 se agravó su estado de salud, lo ingresaron en el hospital Emergencia de la calle Carlos III y Hospital, Centro Habana. Había que buscar donación de sangre.
Benny le dice a Domingo Veloz: “Mi hermano, me cogió la rueda”. Lo llevaron en una ambulancia. Lo ingresaron urgentemente.
Pasó allí desde la una de la tarde del lunes 18 hasta la una de la madrugada del 19, cuando cayó en estado de coma. Lo trasladaron urgentemente a la sala H, cama 22, donde no pudo recuperarse. Estaba sin conocimiento. El martes 19 a las ocho de la noche, su estado, según su médico Luis Ruiz, era crítico, debido a su afección original. Aparecieron complicaciones pulmonares y renales. Su respiración se hizo difícil y su presión arterial con tendencia a caer. Mantenía fiebre de 39 grados, no aparecían defensas orgánicas a los tratamientos implantados.
Por esos días se celebraba en La Habana el I Congreso Médico Internacional. El doctor Machado Ventura, ministro de Salud Pública, se reunió con otros galenos internacionales en una junta médica. Se hicieron todos los esfuerzos de la ciencia médica para salvarle la vida, pero en estos casos es difícil la recuperación.
Finalmente, el martes 19 a las 9:15 de la noche falleció el rey de la música cubana, una verdadera catástrofe cultural en todo el continente americano. En su lecho de muerte se encontraban familiares, colegas, amigos y funcionarios médicos y de la cultura.
La noticia causó honda consternación en todo el pueblo. Quizás muchos quedaron confundidos, no esperaban que el Bárbaro del Ritmo partiera de forma tan repentina. Los tambores callaron, las bocinas fueron silenciadas, el cielo rindió silencio.
Despedida
A las doce de esa misma noche el cuerpo de Benny fue tendido en el Sindicato de Trabajadores de Artes y Espectáculos. Lo acompañaban familiares, amigos y todo el pueblo. Posteriormente se trasladó a su pueblo natal Santa Isabel de las Lajas. El miércoles 20 de febrero se expuso en capilla ardiente, en el círculo social Antonio Guiteras. Todos los comercios, en manifestación de duelo, cerraron a las cuatro de la tarde.
El Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, jefe del Ejército Rebelde, poco después de la madrugada llegó al círculo social para ofrecer personalmente el pésame a los familiares del Benny. También se encontraban en el velorio los comandantes Efigenio Ameijeiras y René de los Santos Ponce.
La banda del ejército rebelde seguía a paso lento a la caravana mortuoria. Luego llevaron el cuerpo de Benny en hombros hasta el Casino de los Congos. Allí tocaron el tambor, mientras un coro de mujeres cantó una marcha fúnebre. En el Casino había fotos de próceres, apóstoles y mártires, una bandera cubana y otra roja.
Del casino la caravana siguió por las calles Simón Armenteros, José Machín y General Máximo Gómez, que termina junto a la puerta del cementerio. El cortejo llegó cerca de las seis de la tarde. Se pronunciaron discursos que fueron trasmitidos por la radio a las provincias de Las Villas, Camagüey y Matanzas. El primero en hablar fue el profesor Francisco Agramonte, quien fue maestro del Benny. Así expresó: “El Benny tenía el alma de trino. Hoy todos en Cuba tenemos un solo corazón para llorar juntos al hombre que se va, pero que nunca estará ausente de nuestra memoria y de nuestro corazón”.
A continuación habló el actor Pedro Álvarez, en nombre del Sintae (Sindicato Nacional de Trabajadores de Artes y Espectáculos):
“Por Benny Moré cantaba Cuba y el pueblo estaba representado en la voz del Benny. Era la alegría del ritmo, la música del pueblo cubano. Él mejor que nadie sabía interpretar la música cubana. Fue fiel a su origen, a su patria y a su pueblo. El pueblo cubano sabía que veía en Benny Moré el mejor exponente de su música popular, lo elevó a la categoría de ídolo y lo cuenta entre sus inmortales. Con la muerte de Benny Moré, Cuba ha perdido al impar, inigualable intérprete de sus números, surgido de la rica cantera que es nuestro pueblo”.
El sombrero y el bastón de Benny fueron entregados al museo del Sintae. Al caer la tarde, rodeado de árboles, al pie de unas palmas canas, enterraron al rey.
El ministro Carlos Rafael Rodríguez declaró a Roberto Casín, en 1983: “En el Eclesiastés del Antiguo Testamento se dice: ‘Todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su tiempo: tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y tiempo de arrancar, tiempo de destruir y tiempo de edificar, tiempo de llorar y tiempo de reír, tiempo de endechar y tiempo de bailar, tiempo de callar y tiempo de aborrecer, tiempo de guerra y tiempo de paz’. Por ello, prefiero enumerar unos pocos de los buenos muchos recuerdos que tengo en la vida. Uno de ellos es haber oído a Benny Moré”.
Nicolás Guillén señaló: “Los dioses mueren jóvenes, no se va, su arte nos comunica con la fuente en que bebieron. Cuba ha llorado con lágrimas que mojan, su voz suena como nunca, sin parar, ni apagarse en el aire nuestro de cada día”.
Harold Gramatges catalogó la muerte de Benny como “una verdadera tragedia”.
Bola de Nieve reveló: “Hemos perdido al único gran artista popular que ha dado Cuba en todos los tiempos”.
El día después de su fallecimiento el Benny tenía que firmar un contrato en el salón Mambí de Tropicana y en La Tropical. Además estaba invitado al Teatro Olympia de París para actuar durante todo el mes de mayo, en nombre de Cuba. Pacho Alonso tuvo que asistir en su lugar. El Icaic y el periódico Revolución se disponían a filmar un documental el 18 de febrero, día en que Benny se presentaría en los Jardines de La Tropical, se tardaron demasiado y no quedó para la historia un material de estudio, patrimonio de la cultura cubana.