Una cita con la historia, seis décadas después

Miguel Cabrera
10/9/2020

Entre las páginas más hermosas de la historia del Ballet Nacional de Cuba figuran, sin lugar a dudas, las surgidas de las relaciones mantenidas desde su creación, en 1948, con la gloriosa Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Fueron los sensibles y aguerridos centinelas de la colina universitaria habanera los primeros en solidarizarse con el empeño visionario de los Alonso en hacer de un arte secular y universal, un derecho de todo el pueblo cubano. Frente a lo que la apatía gubernamental definía como una utopía, una cosa de locos o un empeño fuera de contexto, la masa estudiantil guiada por líderes preclaros no vaciló en dar cuanta batalla fuera necesaria para que la semilla plantada no cayera en surco estéril. La FEU tomó la tarea de salvaguardar al novel conjunto con la misma entereza que combatió la corrupción gubernamental, el latrocinio y los innumerables vicios que proliferaron en nuestro bochorno republicano. Tuvieron clara visión de una grandeza que solo esperaba el cauce propicio para emerger y devenir en lo que es hoy uno de los más grandes logros de la cultura nuestra: la Escuela Cubana de Ballet; por lograrlo pelearon denodadamente durante una década entera. El paso de los años dio diferentes rostros para esa lucha, pero todos guiados por el mismo deber: Manuel Corrales, Alfredo Guevara, Baudilo Castellanos, Ángela Grau y Maruja Iglesias entre otros muchos, en los tiempos iniciales; y los de las nuevas hornadas, aceradas tras el cuartelazo del 10 de marzo de 1952. De esa pléyade de guerreros por el decoro ciudadano y el derecho a la cultura surgió toda una cantera, la mayoría de ellos, hoy en el altar de la patria como mártires o héroes: José Antonio Echeverría, Fructuoso Rodríguez, Joe Westbrook y Machadito.

“(…) la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) convocó a un multitudinario Acto de Desagravio a Alicia Alonso (…) con motivo de la agresión de la tiranía batistiana que, en represalia por no prestarse a servir de agente propagandístico de esa dictadura, decidió suprimir la escasa subvención que la compañía recibía del Estado Cubano desde 1950”. Foto: Internet
 

Mucho se sabe de los combates que enfrentaron con los esbirros de la tiranía en los que regaron la sangre y finalmente entregaron la vida; pero poco de la otra lucha, también heroica, que sostuvieron para que las más altas expresiones de nuestra cultura tuvieran el justo sitial en el ámbito universitario y así —lo más encomiable— dar acceso a ella a un pueblo vilmente enajenado de ese derecho. La historia nos hizo saber que, además del lado heroico de los combates contra los esbirros sanguinarios, la batalla tenía ideales más complejos que doblegar culatazos, soportar apaleos, balazos y manguerazos brutales. Eran parte de un pliego de demandas que incluía salvar el ballet de su agonía permanente, apoyar el teatro y el cine cubanos, las manifestaciones corales, estimular el quehacer de la desamparada Orquesta Filarmónica, divulgar la grandeza de la obra de Lam y otros grandes de la plástica cubana entre los sectores mayoritarios de la nación, o estimular conferencias y el hábito de la lectura sobre los clásicos mundiales y de la Isla. Los nombres de José Antonio, Fructuoso Rodríguez, Juan Nuiry, Raúl Roa Kourí, Marcelo Fernández y Raúl Amado Blanco, entre otros muchos, están ligados de manera indisoluble a los Festivales Universitarios de Arte, realizados en 1954 y 1955 y, muy en especial, al Homenaje Nacional de Desagravio a Alicia, celebrado en el Estadio Universitario el 15 de septiembre de 1956.

Ese día la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) convocó a un multitudinario Acto de Desagravio a Alicia Alonso y el entonces llamado Ballet de Cuba, en el Estadio de la Universidad de la Habana, con motivo de la agresión de la tiranía batistiana que, en represalia por no prestarse a servir de agente propagandístico de esa dictadura, decidió suprimir la escasa subvención que la compañía recibía del Estado Cubano desde 1950. En aquel evento, donde se fundieron artistas y pueblo, ballet y universidad, emergería de la clandestinidad el líder Fructuoso Rodríguez, pocos meses antes de caer asesinado en Humboldt 7, para patentizar el respaldo estudiantil a Alicia y al Ballet de Cuba y exhortar al pueblo a combatir con todas las fuerzas los desmanes del batistato.

A ese acto se sumaron las más prestigiosas instituciones cívicas, culturales y artísticas del país y, de hecho, devino una nueva trinchera de lucha contra un régimen que asesinaba lo mejor de nuestra juventud y destruía los más preciados valores del arte y la cultura nacional. Al finalizar la presentación artística, que tuvo como punto culminante su interpretación del célebre solo “La muerte del cisne”, la dirigencia de la FEU le entregó un ramo de rosas rojas, que al paso del tiempo devendría un símbolo, entre la Prima ballerina y el estudiantado universitario.

El ramo de rosas rojas es un símbolo de admiración de la FEU a la Prima ballerina assoluta.
Foto: Tomada de La Demajagua

 

Luego se realizó una Gira de Protesta por toda la Isla y Alicia decidió no actuar más en Cuba, mientras se mantuviera el oprobioso régimen. El Ballet de Cuba recesaría sus presentaciones y continuó viviendo solo en las actividades de la Academia de Ballet Alicia Alonso, hasta el triunfo de la Revolución, el 1ro. de enero de 1959. Alicia Alonso siempre definió esa histórica relación entre nuestro Ballet Nacional y la FEU, como un “matrimonio feliz”, cuyos estrechos lazos no se han roto jamás.

Alicia, el Ballet Nacional de Cuba y la FEU han reafirmado siempre esa comunión de ideales, en ocasiones tales como los aniversarios treinta y cincuenta de aquel histórico acto. En ellos, como en otros muchos encuentros posteriores, hasta el pasado año el simbólico ramo de rosas rojas ha estado siempre presente en las manos de Alicia. En este aniversario, a poco de cumplirse el primer aniversario de su fallecimiento, esas rosas se renuevan, como prueba de la confianza en un futuro hermosamente compartido.