Una exposición entre lo retro y lo experimental
“Estamos ante una pulsión que transgrede espacios,
tiempos y generaciones en instantes sostenidos de vida,
muerte y resurrección”.
Dannys Montes de Oca
“Me gusta pensar el tiempo en vez de una manera lineal,
con una visión vertical, profundizar en cómo nuestras experiencias
y emociones influyen en nuestra percepción del tiempo”.
Daylene Rodríguez
Está a punto de culminar la exhibición de la muestra Viaje indefinido en la galería Villa Manuela de la Uneac, de la autoría de la fotógrafa Daylene Rodríguez Moreno, que, durante los meses de abril y mayo ha sorprendido a muchos y gustado a no menos.
Lo primero es decir quién es esta artista. La conocí hace muchos años cuando estaba empeñado en gestar mi libro sobre fotografía del cuerpo, La seducción de la mirada. Fotografía del cuerpo en Cuba, 1840-2013, Ediciones Polymita. En mi azarosa búsqueda de imágenes y artistas a incluir en el libro, me encontré en una galería de la ciudad de Matanzas con dos imágenes de desnudo infantil (sin los rostros de los modelos), pertenecientes a la serie “La inocencia en mármol”, de la fotógrafa local Daylene Rodríguez. La contacté, ella estuvo de acuerdo e incorporé de inmediato las dos piezas. Eran las únicas de las más de trescientas imágenes del libro que referían la imagen infantil, tan llevada y traída, o más bien, tan denunciada y censurada, en muchos lugares. Desde luego, al no poseer identidad los modelos, quedaba solamente como la imagen de cuerpos desnudos en la primera edad del ser humano. El libro gozó de fortuna crítica, ganó premios y fue presentado en Cuba, España y Estados Unidos. Las imágenes de Daylene dotaron al conjunto de una particularidad muy especial.

Después los avatares de la práctica de exposiciones, donde su presencia fue sistemática, y la graduación de su hija en San Alejandro, nos acercó de nuevo. La obra de Daylene creció considerablemente en pocos años y ya era, es, una de las fotógrafas más sobresalientes del panorama artístico del país.
Ahora, con Viaje indefinido, la creadora se lanzó a un proyecto de naturaleza académica en el que el uso de la antigua fotografía estenopeica es el sostén de la muestra. Este tipo de práctica fotográfica apela a captar imágenes sin una cámara industrial, es decir, se captan desde una caja (o un espacio) con un agujero (el estenope), por lo que la imagen resultante suele ser borrosa, poco precisa. Según las palabras de la crítica y curadora Dannys Montes de Oca en el pequeño, pero excelente catálogo:
Del encuadre, la composición, la distribución de luces y sombras, los altos contrastes, la condición doble de la imagen y la sugerencia de la tercera y cuarta dimensión, pasamos a una temporalidad que sigue aconteciendo mientras la autora capta el flujo, la fugacidad de los momentos y la relación pasado-presente-futuro.
Se trata, entonces, del tiempo, del paso del tiempo, ese es el eje axial de Viaje indefinido y aquí la audacia y la capacidad de riesgo de la artista se duplica, pues, además de apelar a una técnica vieja, casi en desuso, se propone discursar sobre el decurso del tiempo.

Las fotos (o más bien Negativos-Positivos) fueron espaciadas en cinco grupos, El mundo de Karoline, Aliento de cenizas y Dentro-Fuera, con referencia a series homónimas de otras etapas creativas de la artista, y Seis por seis más uno, y la Universidad de las Artes representada con Ella soy yo, registradas todas con la técnica añeja. Estas imágenes son muy recientes y fueron hechas para defender el título universitario en la Universidad de las Artes (Licenciada de la Facultad de Artes Visuales de la institución) por parte de la artista. El despliegue visual fue acompañado del cuerpo teórico, conformando, ambos, la tesis de licenciatura.

Daylene acompaña la muestra, además, con un video que recoge los procesos creativos empleados y con una síntesis de su tesis teórico-iconográfica en su propia voz. Según nuestra conversación en la galería el día que nos dimos cita y el intercambio posterior de mensajes, ella apeló a la técnica estenopeica para poder registrar mejor la idea del paso del tiempo, asociando este a lo difuso de la imagen, entre otras consideraciones que no caben explicar en una reseña como esta. Es una tesis interesante, pero riesgosa. El paso del tiempo es muy difícil de capturar, sea la técnica que sea la que se utilice para ello. Quizá sea otra forma de hacerlo cuando las imágenes, estenopeicas, digitales o analógicas (clásicas), cualquiera de ellas, retratan lo viejo y trabajado por el tiempo (una pared llagada por el desgaste climático, un rostro anciano lleno de pliegues, unas manos arrugadas, etc., etc.). La imagen difusa no necesariamente habla del decursar de las horas y los años. Llamo la atención sobre este asunto, meramente iconológico.

directo. Plata- gelatina. 11/10/24 – 10:30 am – 11:30 am., 17.8 cm x 24 cm. Fotografía estenopeica.
Otra cosa es cuando se escucha a la artista hablar con pasión sobe su proyecto, sobre la casa de su infancia que ahora es el hábitat de Karoline, cuando nos explica el porqué del uso de dispositivos estenopeicos que dio a los espacios del ISA (bebederos de agua, mini cúpulas, cuartos del sistema de aire acondicionado, etc.), referentes de un lugar donde ella recibió su aprendizaje en estudios superiores sobre arte, o cuando discursa sobre Marcel Duchamp y sus ideas sobre el error en el arte, en fin, este es un proyecto en el que las imágenes necesitan de las palabras de manera irrecusable. La serie de fotos que me parece más sobresaliente o interesante es Ella soy yo, pues en la misma utiliza en algunas imágenes su autorreferencialidad y el contrapunteo entre el espacio y el enigma de lo temporal.

«El mundo de Karoline», 2024-2025. Impresión por contacto directo. Plata-gelatina. 26/12/24. 9:08 am 9:32 am Doble exposición 9:55 am 10: 00 am., 17.8 x 24 cm. Fotografía estenopeica.
Lo que sí está claro, muy claro, al menos para quien esto escribe, es que el examen de graduación de Licenciatura en la Universidad de las Artes de Daylene Rodríguez ha sido la oportunidad para que ella ponga en juego todo lo aprendido tanto en el aspecto teórico como en el práctico a lo largo de su vida.
Con una muy buena museografía en esa acogedora galería que es Villa Manuela, con un catálogo que en el presente es casi un lujo, con las piezas debidamente montadas, Viaje indefinido es una apuesta muy interesante de la fotografía artística cubana actual, alejada de lo más tradicional y con una carga de argumentos que vale la pena conocer. Por otra parte, nos habla de la pasión de la creadora por la visualidad, por encontrarle un fundamento gnoseológico a las imágenes, por tratar de que imagen y palabra, el signo y la letra, se acoplen armónicamente.

Me sorprendió gratamente la muestra, me hizo pensar más el método que las propias imágenes, me ganó el factor de riesgo al que se jugó la partida y quedé convencido de que sí, que la exposición le hace honor a su título y que el grado universitario de Daylene está definitivamente bien defendido y obtenido.