Cualquiera que sea la libertad por la que luchamos,
debe ser una libertad basada en la igualdad
Judith Butler

El Multicine Infanta hace gala de las últimas entregas del cine cubano. Sus tres salas se encuentran habilitadas para exhibir esta semana dos largometrajes recientes (El mundo de Nelsito y La Súper) y otro de estreno (Quita fusil), que cautivarán al público por sus diferentes argumentos y proyecciones.

La Sala 1 en particular presentará la última cinta animada desarrollada por los Estudios de Animación del Icaic: La Súper, ya estrenada en las pantallas de los cines nacionales el pasado año 2022.

Ernesto Piña es un director de cine especializado en la animación. Este formato le ha posibilitado desarrollar su imaginario tocando siempre temas sensibles o poco tratados en la sociedad cubana, a partir de la comedia de situaciones y un tratamiento meticuloso de sus tópicos.

La serie Pubertad (inicio: 2008), marcó su manera de crear y las perspectivas temáticas que le interesa reflejar como artista, y logró motivar a la sociedad adolescente de la época en que surgió la serie, mediante el ejercicio de generar conciencia sobre el crecimiento y las complejidades de esta etapa de la vida del ser humano.

De similar forma lo vuelve a hacer con el cortometraje Sin pelos en la lengua (2010), que trata de manera muy irónica el concepto de las malas palabras y sus significados sociales, según los contextos en que se empleen.

Con La Súper (2022) se repite esta fórmula inscrita ya por Piña. Retoma su estilo de animación y lo asienta en una obra dedicada enteramente a ilustrar un mundo machista que debe ser erradicado por la igualdad de género y el empoderamiento femenino, alejado siempre del poder y el control; lo dicho, apoyado desde la cinematografía diseñada alrededor de los superhéroes.

La Súper, como personaje, se convierte en un discreto símbolo en contra de la violencia de género.

X es una ciudad ilusoria poblada por el machismo más brutal y autoritario. El patriarcado ha envenenado cada núcleo social de este universo, en el cual existe la corrupción, el poder de la mafia y la violencia explícita.

Los hombres son bestias que solo piensan en pisotear a las mujeres sin importarles el tipo de maltrato que sea. En cambio, las mujeres son víctimas de su situación con escasas opciones de escape, algunas luchan en contra de esto y otras acuden, a modo de rezo desesperado, a su ancestro común, Jevalentina (Tahimí Alvariño), que representa el exiguo feminismo que queda en el presente de Ciudad X.

Yudeisi (Ariana Álvarez) es una de las pocas mujeres que se opone al comportamiento de los hombres, pero no puede hacer mucho en contra de la pandemia masculina que circunda cada recoveco de la urbe. Sin embargo, esto cambia cuando Jevalentina misma, abandonando su posición de ornamento en las casas y en el centro de la ciudad, le otorga poderes especiales a Yudeisi, convertida en La Súper, que “ilumina” a los hombres sacándolos de su absoluta mirada patriarcal-machista animalesca.

Jevalentina, una guerrera aborigen, renace 500 años después y se le presenta a Yudeisi, joven profesora de Química con vocación de justica.

Piña se acoge a los tiempos que transcurren, en el que los que asuntos como el previsto están en apogeo y La Súper, como personaje, se convierte en un discreto símbolo en contra de la violencia de género, en un filme que se anda sin muchos trampantojos.

Esta cinta para adultos trata, desde la sencillez, una problemática compleja que busca despertar una reflexión sobre el tema; un proceso de identificación de los espectadores con sus personajes y situaciones, y propone cambiar la forma de pensar, aunque para esto se apoye en las habilidades facilistas de un superpoder, como el que posee la protagonista.

La Súper pretende mostrar un escenario para concientizar, antes de romper una superestructura tóxica esbozada en la sociedad que tiende a preferir, históricamente, la masculinidad. Su tratamiento, amén de atenerse a ecuaciones prediseñadas, bajo una historia epidérmica y de confección dada a la complacencia llana de los espectadores, dibuja un panorama extremo en traducción a una actual realidad.

Dicha realidad es reinterpretada en el largometraje tras abandonar la pared de la ilusión para convertirse en una muestra de las carencias violentas que se experimentan en las calles. El lente boceta un mundo cruel en el que las víctimas sufren desde la incomprensión, por lo tanto, apela a los sentidos como formas de manifestación.

Son los detalles los que inciden en la profundidad de una batalla sensorial por el cambio necesario, lo que hace que se borren las deudas dejadas en la obra desde la mirada de un superhéroe que debe resolver los problemas por los humanos de a pie.

La Súper, a pesar de que hace uso de componentes unidimensionales para su desarrollo o de parlamentos despectivos en ambos lados, en contra, alimenta la reflexión necesaria desde el inicio de su mundo invariable y directo y hace entrega de un espectáculo que resulta curioso para su público, para todas aquellas mentes que pueden ser futuros entes de cambio en la sociedad.

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