“Con firmeza y seguridad en el plano de la Tierra” es el significado de la palabra “timbalaye”, vocablo de origen africano con el que es bautizado un proyecto sin precedentes cuyos aportes han sido trascendentales para la cultura cubana y universal como parte de la salvaguardia y la preservación de la rumba, práctica tradicional inscrita en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco en el año 2016, legitimando así el valor incalculable de los rumberos y —por qué no— también del pueblo cubano. El proyecto Timbalaye surge en el año 1998 como un canto popular por la liberación de los Cinco Héroes cubanos encarcelados en aquel entonces en Estados Unidos, que finalmente fueron liberados.

“Con firmeza y seguridad en el plano de la Tierra” es el significado de la palabra “timbalaye”.

Esta iniciativa está encaminada a la realización de ferias o fiestas culturales en barrios, comunidades, sedes de agrupaciones portadoras de tradiciones, así como en proyectos socioculturales relevantes, sobre la base de encuentros teóricos, exposiciones, ventas de libros y presentaciones artísticas con la participación de la comunidad y su propio talento. Timbalaye toma como núcleo central la cultura popular tradicional en todos sus ámbitos, o sea, no solo con la existencia de la música y la danza, también hacen presencia la artesanía, la literatura, la culinaria y demás rubros que se generan en nuestras comunidades y, muy especialmente, la relacionada con la rumba y el legado africano.

Ya estamos a las puertas de la XV Edición del Festival Timbalaye “La Ruta de la Rumba” 2023, previsto a celebrarse del 20 al 30 de agosto, dedicada en esta ocasión al tema “Los sonidos como esencia de identidad cultural”. Cuando además conmemoramos el 20 aniversario de la Convención de Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco (2003), el evento pretende llegar a gran parte de la geografía nacional con los auspicios del Ministerio de Cultura de Cuba, el Consejo Nacional de Casas de Cultura, El Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, en colaboración con las direcciones provinciales de Cultura de las ciudades sedes: La Habana, Pinar del Río, Matanzas, Cienfuegos, Trinidad, Santa Clara, Camagüey, Santiago de Cuba y Guantánamo.

“El festival se enfocará en los tambores batá como instrumentos que caracterizan la identidad nacional cubana”. Imagen: Cortesía Mincult

Uno de los ejes que persigue el encuentro es su consecuente causa hacia el Patrimonio del Legado Africano (OPLA), pues así busca subrayar en esta edición la relevancia de esa estirpe dentro de la rumba, sus elementos asociados y representaciones como parte del Patrimonio Cultural Vivo que se genera en las comunidades cubanas y su salvaguardia por ser declarado, como ya sabemos, Patrimonio Cultural de la Nación y Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

Según cuentan Ulises Mora e Irma Castillo, presidente y directora artística, respectivamente, además fundadores y líderes indiscutibles del Festival Timbalaye, esta edición estará dedicada a los instrumentos musicales como integrantes de la esencia de la identidad cultural de los pueblos, con un enfoque en los barrios como elemento fundamental en la trasmisión oral de los patrimonios vivos. En específico, el festival se enfocará en los tambores batá como instrumentos que caracterizan la identidad nacional cubana. Asimismo, el evento busca demostrar la capacidad del turismo sostenible, como una herramienta clave para proteger, fomentar y potenciar los patrimonios culturales.

La finalidad es la de ofrecer a los participantes un espacio de intercambio cultural donde interactúen grupos de danza y música folclórica de Cuba y otros países que conservan las tradiciones con la mejor calidad artística, así como la intervención de académicos y profesionales de diferentes sectores, afirmó Mora.

“Timbalaye toma como núcleo central la cultura popular tradicional en todos sus ámbitos”.

Además de generar conciencia sobre la importancia del legado africano, en específico el relacionado con la formación etnodemográfica “yoruba”, toma como base el elemento “tambores batá”, y propicia en nuestras comunidades la salvaguardia y viabilidad, así como una mayor promulgación y reconocimiento social como parte del afianzamiento de la identidad cultural y nacional.

De esta manera es posible un mayor acercamiento de los valores hacia las expresiones y manifestaciones de la cultura popular tradicional y sus portadores como únicos dueños de su patrimonio cultural. Además, se legitima su condición no solo como ejecutores, sino también como informantes y guardianes de la tradición rumbera cubana, momento propicio para una posible declaratoria del legado del tambor batá y sus elementos asociados, usos y representaciones como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación.

Oportunidad sin precedentes nos espera ya que, a través de los encuentros con agrupaciones y comunidades portadores de tradiciones identificadas en diferentes regiones del país, sin dudas propiciará un rotundo intercambio y diálogo intercultural que tendrá como premisas fundamentales elementos como la autenticidad de los sonidos que contribuyen a la impronta de la cultura de un pueblo, que nos contamina con sus sonidos, cantos, toques, y bailes desde el mismo momento que comienzan a sonar los instrumentos musicales. De esta manera, y así será en cada una de las etapas de “La Ruta de la Rumba”, por lo cual estaremos concatenados con la riqueza y autenticidad del patrimonio musical en Cuba.

Timbalaye mostrará el universo sonoro de la rumba como una fiesta musical por la cual el verso pasea. Imagen: Del autor

En conferencia de prensa, la fundadora y miembro del Comité Organizador del Festival explicó de forma detallada los componentes o secciones temáticas previstas en el diseño del programa con vistas a abarcar diversos aspectos de la herencia y la memoria del legado: “Tras las huellas del legado”, “Sonidos de mi identidad”, “El legado en la danza”, pretendiendo promulgar la relevancia de la presencia africana, sobre todo la relacionada con la estirpe yoruba en cada una de las comunidades adonde llegue “La Ruta de la Rumba”, legitimando la impronta como parte de la identidad nacional cubana.

También se visitarán lugares de importancia histórica y cultural, y se realizarán acciones académicas (fórums, talleres, conferencias, coloquios) en colaboración con la Fundación Fernando Ortiz y los centros provinciales de Casas de Cultura; así como será resaltada la riqueza de las diferentes sonoridades de los tambores batá, sus diversos toques con sus variantes en las distintas regiones.

Otros objetivos del Timbalaye serán estudiar la complejidad del conjunto de patrones rítmicos con la métrica de los diferentes cantos que caracterizan a cada oricha; mostrar el universo sonoro de la rumba como una fiesta musical por la cual el verso pasea, expresando los genuinos sentimientos que la engendran, a través de la poesía como lenguaje musical unido al desarrollo de actividades didácticas e interactivas con maestros de la percusión y agrupaciones folclóricas.

De esta manera se crearán espacios para conocer cantos yorubas, así como encuentros de poesía donde se contará con la participación de poetas, estudiosos y agrupaciones portadoras de tradiciones de otros países.

Y para cerrar la lista el legado en la danza, donde se pretende destacar la importancia de la misma vinculada al legado de los toques de los tambores batá y los respectivos cantos; así como mostrar la rumba como un instrumento que integra el patrimonio musical y danzario de herencia yoruba.

Intercambio cultural en la provincia de Mayabeque, con la participación del poeta y etnólogo Miguel Barnet. Imagen: Del autor

El componente del legado danzario se enfocará en presentar las diversas expresiones músico-danzarias, proyecciones artísticas del hecho folclórico a través del canto, la música y la danza de los diferentes orichas o divinidades de procedencia yoruba. Esta actividad cuenta con un segmento especial dedicado a los proyectos folclóricos infantiles llamado “Sembrando raíces”, mientras con el eslogan “Cuba desde sus danzas” se llevará a cabo un intercambio de lecciones de danza con participantes provenientes del extranjero, que compartirán repertorios y elementos junto a algunas compañías y grupos tradicionales a lo largo de la Ruta.

Por otra parte, los maestros y coreógrafos Irma Castillo y Ulises Mora impartirán lecciones magistrales de danza y conversatorios a las compañías folclóricas de Cuba, en las que transmitirán los resultados del trabajo de investigación en la enseñanza y metodología de las danzas folclóricas y afrocubanas a lo largo de más de 27 años.

Recientemente, fuera de la fecha oficial, se estableció un fructífero intercambio cultural en la provincia de Mayabeque, con una visita al proyecto Orisha Oko en Madruga; además, en Güines, a la emblemática Capilla Santa Bárbara y al proyecto del Patio del legendario “Tata Güines”, en el cual hicieron gala los infantes como continuadores del legado rumbero en la Isla.

Timbalaye iniciará su ruta de 2023 con la inauguración en el Pabellón Cuba, en El Vedado, el 20 de agosto en horas de la mañana, para continuar una intensa jornada en la Casa de Cultura “Joseíto Fernández”, del municipio Centro Habana, con el concierto Diáspora Bantú, de Brasil, a las 9 de la noche. En la mañana del lunes 21, la Casa de África del Centro Histórico habanero será sede del coloquio “Entre tambores: Brasil-Cuba”; mientras, durante el día, se hará presente su ritmo en los barrios de la capital. El 22 de agosto estará en Pinar del Río con el proyecto Ashedá y el grupo portador Tambor Yuka. Como novedad, el 23 de agosto estará en Santa Clara, en los portales de la Casa de Cultura “Juan Marinello”; después, el 24, en Cienfuegos, homenajeando el cumpleaños de Benny Moré; el día 25 llegará a una de las plazas más rumberas de Cuba, Trinidad, donde compartirá tribuna con el Cabildo Kalunga y el grupo portador Tonadas Trinitarias. El 26 se asentará en Las Tunas, con el grupo portador La magia del tres más dos, del municipio Amancio Rodríguez. Del “balcón del Caribe” se trasladará a Santiago de Cuba para después llegar el 28 de agosto a la emblemática Loma del Chivo en Guantánamo; y viajar el 29 y 30 de agosto a Camagüey, para luego llegar Matanzas, “meca de la rumba cubana” el 31 de agosto, donde será clausurado el magno evento rumbero el 1 de septiembre. En fin, que estas fiestas de rumba, celebraciones callejeras y mesas redondas, clases de baile y el homenaje espiritual a la diosa Yemayá de la religión yoruba harán que este festival sea inolvidable.

Patio del legendario “Tata Güines”, donde se preserva el legado rumbero. Imagen: Del autor

Se han previsto intercambios con estudiantes y profesores de las Escuelas de Arte, así como con participantes de agrupaciones tradicionales de Brasil y la visita a proyectos culturales de la capital cubana relacionados con la cultura popular tradicional y sus ámbitos.

Se aprovechará la ocasión para en cada espacio conceder reconocimientos a las agrupaciones que en su formato musical cuenten con tambores batá, además de la entrega de la condición de Tesoros Humanos Vivos a relevantes cultores de la práctica tradicional, indiscutibles líderes comunitarios por haber generado un legado identitario a favor de la cultura cubana.

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