En medio del período de mayor complejidad económica, sociopolítica y cultural de la historia de la Revolución cubana, con muchas tensiones superpuestas, con la aprobación de unos, la difamación y obstrucción de otros; y una carga de osadía que nadie le puede quitar, la 14 Bienal de La Habana se ha ido abriendo paso desde noviembre último en una apuesta que no deja de sorprender a todos y a todas en cualquier esquina del debate.

Bajo el concepto curatorial de Futuro y contemporaneidad, por primera vez la Bienal de La Habana funciona con un modelo extendido, dividida en una suerte de etapas, denominadas Experiencias, que llegarán a su fin el 30 de abril próximo. 

Proyecto de San Antonio de los Baños en torno al río Ariguanabo.

Ya en la adultez, la Bienal de La Habana, que ha tenido como uno de sus signos, la capacidad de sobrevivencia e inserción en los contextos, esta vez muestra una transversalidad que pareciera más de ADN que de fenotipo mediático y está probando diálogos, no muy perceptibles a veces, pero articulados de manera orgánica, con los discursos del contexto: debates del Código de las familias en Cuba, juicios y sanciones a propósito de los acontecimientos del 11 de julio, inmersión en las comunidades cubanas, insideoutside existencial pandemia COVID-19, redes sociales y jóvenes; futuro y jóvenes; futuro y país. 

La Primera experiencia, que comenzó en noviembre, cuyo centro fue el debate teórico con dos núcleos expositivos fundamentales: Caminos que no conducen a Roma y Stretch Timemonochromes, contó con la presencia de unos 70 participantes entre ponentes, artistas y estudiantes de arte en varias de sus manifestaciones.

La Segunda experiencia, en curso, y que dio inicio en diciembre pasado, centró su atención principal en el arte cubano, también más allá de La Habana. Expertos y entusiastas han llamado a este tramo, la Isla de la Bienal, en clara alusión a lo que es, tal vez, uno de sus mayores aciertos, que ha sido integrar a un arte cubano tan ontológico como desconocido, de territorios y localidades del interior. En esta segunda etapa —la más larga de la Bienal— se cuentan 18 proyectos especiales con cientos de artistas. En La Habana, algunos de ellos, Disonancias, enRegla, Detrás del Muro. En Pinar del río, Farmacia: volver a la tierra; Fundación Ariguanabo en San Antonio de los Baños; Carnaval conceptual en Sancti Spíritus; El Árbol de La Vida en Sancti Spíritus, Trinidad, Cienfuegos y La Habana; entre otros, diversos y a tono con el concepto mismo de la Bienal y parte del debate contemporáneo: el futuro en la angustia del binomio memoria-olvido. Esta etapa también incluye unas dos decenas de exposiciones colectivas y personales, con nombres emergentes y reconocidos, la presencia de las academias y el aprovechamiento intencionado de todo lo previsto para las exposiciones y galerías en el periodo.

La Tercera experiencia, prevista entre el 25 de marzo y el 30 de abril de este 2022, comprende tres grandes proyectos que aunarán obras de unos 80 creadores y concentra, fundamentalmente, a los artistas extranjeros invitados a la 14 Bienal de La Habana.  

“Bajo el concepto curatorial de Futuro y contemporaneidad, por primera vez la Bienal de La Habana funciona con un modelo extendido”.

Ya es hora de indagar cómo se va evaluando esta Bienal: ¿Bienal de transición o de tránsito? ¿De silencios o silenciada? ¿Mantiene la tradición provocadora del arte cubano? ¿Está mirando a su alrededor? ¿Dónde están sus públicos? ¿Dónde está Cuba y el futuro? ¿Para la Bienal, la copa o la vida?

Esta es una larga conversación con Norma Rodríguez Derivet, presidenta del Consejo de las Artes Plásticas de Cuba y de la 14 Bienal de La Habana y con Nelson Ramírez de Arellano, curador principal de la Bienal y director del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam.

¿En qué momento está la 14 Bienal?

Norma Rodríguez Derivet: Estamos en la Segunda experiencia de la Bienal, lo que hemos llamado La Habana de la Bienal, que a mí me gusta decir, la Isla de la Bienal porque es un momento en que se visibilizan los proyectos de artistas que no viven en la capital del país, de mucho reconocimiento, con propuestas muy interesantes. Estos proyectos hemos decidido favorecerlos con la invitación a que participen en la Bienal de La Habana.

Pasó diciembre con muchas acciones expositivas. Enero fue aparentemente de impase pero no ha sido así porque el Proyecto Centro Bahía,como llaman al que se está desarrollando enRegla por un grupo de artistas visuales y de actores de la localidad nucleados alrededor de Felipe Dulzaides, continuó con sus acciones en un propósito de rescate de tradiciones, vínculo de la población infantil con esas tradiciones, y favoreciendo la mirada de qué es lo que tienen y cómo lo pueden usar; redescubriendo los imaginarios y valores que están entre ellos. No solo las tradiciones originales de la villa, sino las que el tiempo y los contextos han ido creando y que conviven con ellos.

Proyecto Centro Bahía en Regla.

Los artistas que están trabajando allí han mirado hacia un grupo de instituciones y centros de trabajo que surgieron con la Revolución y hoy ya no funcionan pero que han quedado como patrimonios tecnológicos, que se están utilizando en este proyecto. Y Felipe Dulzaides, que es un poeta de la imagen, ha ido más allá: Este proyecto además tiene la manera de cautivar y apropiarse del paisaje; el viaje en la lancha con la imagen de la bahía, la ceiba ancestral y los cantos en torno a las tradiciones afrocubanas. Ellos han ido trabajando alrededor de un proyecto de desarrollo local para la transformación de la comunidad, con la cooperación y el objetivo de la evolución de la vida, como parte de esa vida presente y futura de la comunidad.

Otro proyecto en ese mismo sentido, se ha gestado en la ciudad de Trinidad, donde la tradición tiene un peso muy fuerte, una ciudad que se sostiene del turismo desde hace mucho tiempo y los artistas y artesanos que viven de ese turismo han hecho un proyecto que conecta lo tradicional con lo contemporáneo y que a su vez se articula con otras ciudades y proyectos del país; el proyecto El árbol de la esperanza, de Alejandro López. En Sancti Spíritus, el proyecto Carnaval conceptualcon el liderazgo de Álvaro José Brunet Fernández, reúne a creadores consagrados como Omar Julio Fernández Galí (Cuti) y a otros emergentes, se paran sobre una tradición y la resignifican desde el arte. Observamos que hay gran preocupación en núcleos de artistas por tradiciones socioculturales olvidadas, preteridas. Estos proyectos han conectado su trabajo como artistas visuales con la artesanía y lo popular. Desde propuestas conceptuales, miran, redescubren y actualizan el acervo del que forman parte. Ganan públicos, subvierten la tradición sin agredirla, presentan una nueva propuesta.

“La Cuba de hoy está presente transversalizando toda la Bienal”.

En este momento estamos…

Nelson Ramírez de Arellano: Actualmente estamos en el desarrollo de la Segunda experiencia de la 14 Bienal de La Habana. A partir de las condiciones económicas y sanitarias del país y del mundo, la Bienal tuvo que ser pensada de otra manera y despegarse del modelo de paquete con que ha funcionado hasta ahora. Ese formato no era viable, para entre otras cosas, evitar elevada concentración de personas en un mismo lugar. Tampoco queríamos aplazar la fecha prevista, porque en experiencias anteriores en que se hizo, creó vacíos nocivos para la cultura. Entonces ha sido concebida como una Bienal enfocada en los desarrollos y los procesos artísticos. Y fue pensada en lo que hemos llamado tres experiencias: empezamos con un momento teórico, que tuvo gran repercusión a nivel internacional y algunas acciones expositivas, fundamentalmente en el campo de la teoría del pensamiento social así como de otros ejes fundamentales en el mundo de hoy relacionados con la ciencia y el medioambiente. El 6 de diciembre comenzó la Segunda experiencia en que se incorporaron lo que llamamos proyectos especiales como Ruptura. Una y mil veces, del artista iraní Reza Aramesh en el Museo de Artes Decorativas, en una muestra que habla con los horrores de la guerra, de alto contenido simbólico y diálogos con el arte clásico. En el Pabellón Cuba, justamente la Segunda experiencia se inaugura con la exposición colectiva de jóvenes Estado de Espíritu; en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales se presenta el proyecto colectivo Disonancias, una muestra de gran diversidad e introspección en la Cuba de hoy. Esta Segunda experiencia es la más larga aunque lamentablemente no ha habido la afluencia de público internacional que se esperaba por la nueva ola de la pandemia. Pero han continuado las acciones artísticas en el proceso de desarrollo concebido.  

Ruptura. Una y mil veces.

Pudiera ser interesante en una evaluación de la Bienal hasta ahora, observar cómo se han ido articulando temas antológicos del mundo de hoy como son el medio ambiente, el reciclaje y la memoria, con la existencia humana vinculada a lo local y lo territorial, más allá de La Habana, y que han visibilizado de manera muy creativa sus propias tensiones. Sin embargo, pareciera que faltara uno que tiene preeminencia en la Cuba de hoy, y que es la agenda sociopolítica de la Cuba actual. ¿Está, no está o ha sido prohibido?

Norma Rodríguez Derivet: La Cuba de hoy está presente transversalizando toda la Bienal, todos los proyectos y los procesos artísticos que se han ido presentando.

Nelson Ramírez de Arellano: La Bienal y la Cuba de hoy desde la mirada sociopolítica se puede analizar desde varios ángulos: primero, el hecho mismo de hacer la Bienal. Esa es una señal sociopolítica. Algunos apostaron a que no se haría, en circunstancias tan difíciles, sometidos a las presiones externas que pretendían que la vida en Cuba no pudiera regresar a la normalidad bajo ningún concepto. En un intento de arrinconamiento a la sociedad cubana que despojara al país de alimentos, servicios, vida cultural, incluso en que la gente se privara del descanso y la implicación que significa el arte; en esas condiciones estamos haciendo la Bienal. El hecho mismo de hacerla significa una respuesta al contexto sociopolítico y sociocultural cubano.

Norma Rodríguez Derivet: Y visibilizamos la propia actitud de los artistas presentes en la Bienal. Ante el intento de boicot para que no participaran, los que han decidido acompañarnos en la aventura de esta Bienal, están dando una respuesta. Si además recorres las exposiciones, más allá de las narrativas centrales que has referido, esas muestras contienen estos otros ejes que preguntas, porque a veces cuando nos centramos en enfoques puramente ideológicos, no advertimos que temas como el medioambiente, por ejemplo, está en el centro de los conflictos sociopolíticos del mundo de hoy, incluido en Cuba. El proyecto de San Antonio de los Baños con Giraldo Alayón y otros artistas en torno al río Ariguanabo, tiene que ver con tensiones de existencia de esa comunidad. Y los artistas de esa comunidad están participando de manera muy activa en la Bienal. Su proyecto artístico es más que un tema medioambiental.

Estoy de acuerdo. Esto podría llevarnos a la reflexión de que estamos conviviendo con un discurso sociopolítico sobre Cuba fabricado, casi siempre desde el exterior, que pudiera tener en muchos puntos, nudos de contradicción con el discurso sociopolítico de Cuba en Cuba, lo que no significa que sea rosa ni mucho menos. Pero es más vivo, diverso y con sentido de pertenencia del que pudieran estar presentando los detractores de la Revolución. Y esta pudiera ser una trampa para ambas partes… Las exposiciones del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales y del Centro Wifredo Lam parecen confirmar esta afirmación mía. ¿Cómo lo ven ustedes?

Norma Rodríguez Derivet: Cierto. Por ejemplo, en la exposición de jóvenes del Pabellón Cuba, vimos un discurso sobre Cuba lleno de matices, tensiones, la vida en la isla desde los jóvenes. Y así mismo es observable en las muestras del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales y del Centro Wifredo Lam. Aquí, en la obra reciente de Roberto Diago, Monumento al perdón, conformada por cajas y un montículo de paja, nos está hablando de una conexión del pasado con el presente, de un vínculo de conflictos y retos impresionantes. Entonces creo que no podemos tener una mirada sociopolítica estrecha ni estereotipada. No podemos enfocar el tema sociopolítico desde un discurso obvio ni desde una agenda fabricada para deslegitimar la Bienal.

Monumento al perdón, Roberto Diago.

Nelson Ramírez de Arellano: Desde mi punto de vista, el arte cubano cuenta con una historia de su espíritu crítico, que lo considero un gran valor en un contexto cuya educación política de su población se conecta inmediatamente con ese sentido crítico del arte, que se expresa también en el arte. Y el hecho de que la agenda en los grandes medios internacionales privilegiara la crítica corrosiva al país y a la Bienal, que parte de la idea de que nada sirve en Cuba, es muy complejo para las acciones que estamos fomentando en la Bienal. En algún momento tuve la preocupación de que los artistas críticos que participan en la Bienal fueran a autocensurarse en un escenario de polarización en algunos momentos; y se perdiera entonces la crítica como valor intrínseco del arte cubano, que nos conduce en este momento a tensiones inevitables desde una posición ética. Lo veo así como artista que soy también. Sin embargo, exposiciones como las del Pabellón Cuba y la del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales me demuestran que los artistas encontraron herramientas para seguir cumpliendo con el papel del arte, sin dejar de ser críticos y obviando una postura puramente estética. Y eso lo considero una gran victoria en medio de una situación tan compleja.

“No podemos enfocar el tema sociopolítico desde un discurso obvio ni desde una agenda fabricada para deslegitimar la Bienal”.

Norma Rodríguez Derivet: El propio Carnaval conceptual del artista de Sancti Spíritus Álvaro José Brunet no está demandando un rescate de tradiciones de manera ingenua… Hay otras dos exposiciones en el Museo Nacional de Bellas Artes, una de Rafael Zarza por su Premio Nacional de Artes Plásticas 2020 —que ya estaba programada y coincidió dentro de la Bienal— donde se están exponiendo obras que no fueron expuestas en los años 70 y que mantienen gran actualidad tanto por los temas como por la manera de abordarlos, hasta obras del 2021 que están discursando sobre nuestras tensiones actuales. Y se exhibe también en Bellas Artes la muestra de la reconocida Antonia Eiriz —a quien se le hizo una exposición en 1991 con ella presente que se recordó también en el 2021—; en la exposición de Bellas Artes se exponen las grandes obras de Antonia, algunas de colecciones privadas y nos confirma el espíritu crítico y provocador de esta gran artista cubana, cuya obra se recontextualiza hoy. También tenemos el proyecto de Kcho en 5ta Avenida y la manera en que ha salido la Bienal a la calle…

¿Cómo evalúan la relación con los públicos en esta Bienal?

Nelson Ramírez de Arellano: Se están realizando acciones dedicadas al público amplio. La Bienal de La Habana siempre ha tenido la característica de la participación de públicos amplios, no interesados en el arte específicamente, a diferencia de otras bienales en el mundo, diseñadas más para un público especializado o de élite. Esa tradición de sacar la Bienal a la calle, de intervenir los espacios públicos y del contacto con instituciones y otros actores sociales, ha creado una relación histórica en ese sentido. El mismo proyecto en Regla ha hecho cosas muy interesantes, como los conciertos para la deidad de la localidad Yemayá los días 7 y otras acciones como paseos e intervenciones públicas.

Norma Rodríguez Derivet: Tenemos también la muestra Cuando el río suena, proyecto colectivo del grupo #Random, a partir de las experiencias de procesos artísticos durante el desarrollo de la exposición Del río que todo lo arrastra, que se inspira en un personaje de Hamlet, del dramaturgo inglés William Shakespeare. Y es que desde hace tiempo la Bienal logró ser un espacio de laboratorio más allá de los momentos distintivos y de la presencia de las grandes personalidades del arte. La Bienal ha ido transitando, a partir de la propia demanda de los artistas, a que esos espacios de laboratorios, de investigación y de experimentación, se enfoquen cada vez más en procesos socioculturales en las comunidades.

Guayabera gigante expuesta en el Carnaval Conceptual en Sancti Spíritus.

¿Esta podría ser una Bienal de tránsito hacia un tipo de Bienal distinta a las que hasta ahora han acontecido?

Norma Rodríguez Derivet: Sí, lo es. Porque ningún evento puede ser el mismo para toda la vida. La Habana siempre ha sido ese proyecto antihegemónico. Implementó además un nuevo modelo de Bienal y los modelos evolucionan. La Bienal de La Habana siempre ha debatido mucho su plataforma conceptual como punto de tensiones, diálogos y encuentros. Esta Bienal no ha sido una excepción.

¿Y cómo se desarrollaron los debates sobre la plataforma conceptual de esta Bienal? Porque por ahí anda el núcleo de apropiación de la realidad…

Nelson Ramírez de Arellano: Creo que esta Bienal tiene el enfoque de ir a los procesos. Siempre hay un punto de alimentarse de lo que existe para crecer sobre ello, pero ahora nos hemos orientado mucho más en el proceso, y quizá sea más visible. Este es un fenómeno que ha existido siempre, las cosas las creas sobre la base de algo que existe, que tiene raíz. Aunque sí, por primera vez la Bienal de La Habana lanzó una convocatoria invitando a los artistas a que presentaran proyectos que pudieran integrarse a ella. Eso no había sido nunca así. La Bienal de La Habana tenía un núcleo Bienal y luego, en las llamadas exposiciones colaterales, al mismo tiempo, se presentaba una gran masa expositiva que en última instancia estaba discriminada por la calidad. Pero en ese grupo no había una conceptualización que pudiera alimentar el núcleo de la Bienal.

En esta Bienal, la convocatoria a los artistas a participar, ha permitido que proyectos como El río que todo lo arrastra se incorporen al evento. No era una obra que conociéramos ni teníamos previsto que pudiera ser parte de la Bienal. Era una propuesta que cuando nos llega nos dijimos: ¡Es espectacular! Y ha quedado como uno de los proyectos relevantes de La Habana de la Bienal.

“Este es un espacio trascendente en el orden sociopolítico; de encuentros, debates, revisiones de la vida sociocultural del país y de confrontación de ideas”.

¿Entonces es una transición hacia un tipo de Bienal de proceso donde los públicos específicos y los espacios específicos de interacción sociocultural del arte funcionen como columna vertebral del evento?

Norma Rodríguez Derivet: Estos son todavía debates sobre la mesa. Cuando termine la Bienal serán retomados luego de las experiencias y evaluaciones que hagamos entre todos. La próxima Bienal, la número 15, tendrá lugar en el año 2024 cuando se cumplen los 40 años de la Primera Bienal de La Habana. Por suerte, los creadores de aquella Bienal fundacional están vivos entre nosotros. Al 2024 debemos llegar con un gran debate que incluya a estas personalidades junto a la comunidad artística, para cuajar temas, agendas y enfoques en esa fecha de gran trascendencia para la Bienal de La Habana.

En junio de 2021, cuando teníamos planteada la propuesta de la 14 Bienal de La Habana, estábamos en un momento muy dramático desde el punto de vista de la COVID en Cuba y en el mundo, y nos preguntábamos cómo íbamos a hacer la Bienal en estas circunstancias. Tuvimos un encuentro con un grupo de artistas y el ministro de Cultura para definir qué hacer. Todas y todos coincidimos en que era imprescindible hacer la Bienal de La Habana, y la significación de su trascendencia. Ese día, el artista visual José Ángel Toirac dijo que hacer la Bienal significaba mantener la credibilidad. Este es, además, un espacio trascendente en el orden sociopolítico; de encuentros, debates, revisiones de la vida sociocultural del país y de confrontación de ideas. Renunciar a ella hubiera sido negar a seguir existiendo como campo sociocultural y de la existencia de la vida espiritual de la nación.

Nelson Ramírez de Arellano: Yo veo a la Bienal de La Habana como a un organismo vivo que siempre ha buscado estrategias para insertarse en los contextos que le ha tocado vivir. Por ejemplo, este modelo de Bienal extendido de casi seis meses, dividido en tres etapas en que no todo está ocurriendo de un golpe sino progresivamente, es la solución que hoy tiene ese organismo vivo para poder desarrollarse en las circunstancias que tenemos. Pero al mismo tiempo, es una solución que viene marcada por el desarrollo mismo de este organismo vivo desde su comienzo, en su evolución. Por ejemplo, en la tercera Bienal de La Habana, que fue la primera no competitiva, su tema fue la relación entre la tradición y la contemporaneidad. En ese momento la Bienal exploraba cómo los artistas de las regiones de interés para el evento estaban en una zona de tránsito entre las tradiciones culturales de sus pueblos y se acercaban en algún momento a esa idea de la contemporaneidad. Ahora vivimos una contemporaneidad global que recontextualiza y resignifica lo que llamamos obra de arte. Eso es un hecho tácito. Sin embargo, tenemos que explorar cómo de esta contemporaneidad llegamos a un futuro. Considero entonces que el organismo Bienal se ha mirado a sí mismo en diferentes momentos y en esta, en que venimos de una Bienal que abordó la experiencia como plataforma conceptual, la asumimos como continuidad para enfocar esa experiencia como proceso y así conceptuar acerca de las tres etapas de la 14 Bienal. El proceso, más que el todo acabado. La exposición del Centro Wifredo Lam, No todos los caminos conducen a Roma. Colonialidad. Descolonización y Contemporaneidad, ha tenido varios momentos: cada día 11 a las 5 p. m. hay un cambio en la obra de la artista Glenda Salazar y en la obra de la artista peruana que discursa sobre el tiempo desde la mirada de las culturas originarias en relación a cómo lo percibe la cultura occidental. Estamos explorando también en la Bienal sobre los saberes que pueden ayudar a plantearnos futuros posibles inclusivos para todas las formas de vida sobre la tierra.

Obra de Kcho en 5ta Avenida, La Habana.

Roberto Diago, con su obra Monumento al perdón, de esa misma exposición, ha declarado que era la primera vez que tenía la oportunidad de presentar una obra en una Bienal que fuera cambiando en el mismo proceso del evento. Él interviene su propia obra, cambia el orden a las cajas y trabaja con sus componentes. Esta es una obra viva. Creo que la idea es esencialmente preservar la vida tanto del organismo Bienal como de nuestra vida cultural y de nuestra sociedad, ese es el horizonte de esta 14 Bienal.

Norma Rodríguez Derivet: La Bienal siempre da señales y esta es precisamente una de las constantes más importantes que están dando los jóvenes artistas presentes en el evento, acerca de qué nos depara el futuro. La Bienal se lo está planteando, está hablando de las preocupaciones de los artistas sobre la sociedad y sobre el futuro. Y cómo nos relacionamos con ese futuro en el momento en que vivimos.

Muchas veces, en episodios de arte y cultura, tienes una sensación de discursos, narrativas y presencias a gritos, como estallidos. Hay otras, cuya introspección es tan profunda que la recibes como trozos de silencios. Esta edición de la Bienal de La Habana me remite a esta segunda naturaleza: una naturaleza introspectiva, de lo antológico, de explorar el futuro con una buena dosis de silencio. No silencio muerto, sino aquel que pudiera conducir a caminos para encontrar las respuestas.

Nelson Ramírez de Arellano: Hemos tratado de evitar el escándalo. Por un lado es una decisión epidemiológica, pero por otro lado está el interés de enfocarnos en procesos más profundos.

¿Cuál es el concepto y camino de la Tercera experiencia?

Norma Rodríguez Derivet: Ahora mismo estamos en el proceso de montaje de la última gran exposición de la Bienal, aunque faltan muchas por inaugurar y muchos artistas invitados que deben llegar en marzo. Queda por inaugurar en Matanzas el proyecto Ríos intermitentes, de la artista María Magdalena Campos, que ha devenido una Bienal en sí misma y además un proyecto de otra naturaleza en Holguín. A su vez también deberá terminarse la gran escultura de José Antonio Aponte, del escultor cubano y Premio Nacional de Artes Plásticas 2021 Alberto Lezcay, como cierre de la Bienal completa. Está en proceso desde hace años. Depende de las condiciones de recursos materiales. Es el 200 aniversario del asesinato de Aponte, símbolo de la lucha anticolonial en Cuba.

La Tercera experiencia, que debe comenzar el 25 de marzo, la estamos nucleando alrededor del concepto El regreso al porvenir, donde están invitados 80 artistas de todas partes del mundo, también hay cubanos emergentes. En esta Bienal hemos seguido la estrategia de invitar a artistas menos visibles en las Bienales, de encontrar artistas emergentes, descubrir nombres y enseñarlos al mundo del arte y al gran público. El propio 25 de marzo debemos inaugurar una exposición en la Estación Cultural de Línea y 18 en el Vedado de La Habana, que originalmente se pensó como un espacio para exposiciones de arte contemporáneo. Están previstos unos 80 artistas, muchos de ellos de Latinoamérica, con alto número de mujeres chilenas, artistas mapuches.

Vivimos una contemporaneidad global que recontextualiza y resignifica lo que llamamos obra de arte”.

¿La importante cantidad de artistas nuevos como figuras del arte no obedece a que los artistas consagrados no quisieron estar en esta Bienal?

Norma Rodríguez Derivet: No, de ninguna manera. Quisimos como parte del concepto y de los contextos manejados para realizar esta Bienal, retomar la génesis de la Bienal de La Habana de encontrar por todas partes a aquellos artistas desconocidos aún por el mercado del arte. Estamos en un momento de reflexión, de introspección, de pensarnos el evento a punto de cumplir los 40 años. De ahí también la idea de convocatoria abierta a los artistas y sus proyectos. Y de los resultados hemos tenido una extraordinaria experiencia.

Nelson Ramírez de Arellano: Siempre concebimos esta Bienal como lugar de descubrimiento por excelencia para lanzar artistas nuevos. Cuando recorres la historia de las Bienales de La Habana, cada una tuvo un punto de ligadura con el contexto y cada una aportó en sus circunstancias. La Bienal ha tenido una evolución y por supuesto está ligada a las realidades de las que ha formado parte.

En la Tercera experiencia de esta 14 Bienal se concentran la mayor parte de los artistas internacionales invitados a la Bienal y dadas las condiciones económicas en que estamos trabajando, les hemos pedido colaboración a los artistas extranjeros que están participando y ellos están asumiendo su presencia con total contribución de su parte en el financiamiento de su obra. Es totalmente distinto a como ocurre en otras bienales del mundo, que son producidas con fondos que provienen de patrocinadores, de otras empresas y otras fuentes, que se utilizan en pagar la producción de los artistas y otros gastos de estos como su estancia y viajes. De modo que estamos ante la presencia de una Bienal que nos está presentando un modelo colaborativo total.

Cuando el río suena, proyecto colectivo del grupo #Random.

Teniendo en cuenta estas circunstancias, ¿que estará presentando esta Tercera experiencia?

Nelson Ramírez de Arellano: Este presupuesto económico transversaliza el concepto artístico de la Bienal; y también se empareja con una decisión ética de preservación del medio ambiente desde el punto de vista de la transportación en barco, que significa además la coherencia ética de la Bienal que nos estamos proponiendo. De modo que hemos convocado a artistas cuya obras sean producidas aquí y cuyo sentido de apropiación del espacio, el público y los materiales a disposición en este entorno, formen parte consustancial en la producción de su obra localmente. Hemos buscado obras ligeras, fáciles de transportar y que puedan producirse localmente. Sabemos que estos son retos muy complejos. Y están entre los múltiples desafíos de esta Bienal.

Norma Rodríguez Derivet: En esta Tercera experiencia deben completarse un grupo de obras del malecón habanero, que son parte del proyecto Detrás del muro, junto a algunos otros proyectos en espacios de la Oficina del Historiador. Tenemos una exposición de creadores chinos, que tuvo un antecedente en la Bienal 13 con otros artistas; continuarán haciéndose performance en Pinar del Río como parte del Proyecto Farmacia; la exposición del artista británico iraní Reza Aramesh, que está en el Museo de Artes Decorativas, deberá continuar a partir de la incorporación de nuevas obras. Está invitada la artista peruana de arte de archivo Sonia Cunliffe con su obra instalativa La encrucijada del hombre nuevo: Una utopía vista en el tiempo. En general en esta etapa, contamos con unos 80 artistas o colectivos de arte.

Nelson Ramírez de Arellano: De las múltiples exposiciones inauguradas hasta ahora, con certeza 31 proyectos formarán parte del Catálogo de la Bienal de La Habana y son relevantes para este evento. La Tercera experiencia, como imagen de Regreso al porvenir, es una idea poética sobre un análisis de futuro como espacio en el cual podemos regresar en el tiempo —metafóricamente— y pronosticar el futuro viable para todas las formas de vida del planeta.

“El hecho de que la Bienal haya decidido existir ofrece un terreno de reconciliación”.

A partir del complejo momento en que se realiza esta Bienal: económico, político, sanitario, ¿cómo ustedes evalúan la plástica cubana de hoy? ¿Muchos artistas cubanos se han desgajado del movimiento colectivo, de la institución?

Norma Rodríguez Derivet: Esta Bienal ha tenido un boicot internacional y dentro de Cuba también ha habido artistas que no han querido participar o se han mantenido al margen. A veces, en sus formas más cruentas de persecución, ha sido más que un boicot a la Bienal, es una guerra a la vida cultural de nuestro país y a nuestra vida misma.

¿Los sucesos del 11 de julio supusieron una fractura para las artes visuales cubanas?

Nelson Ramírez de Arellano: No lo creo. El hecho de que la Bienal haya decidido existir ofrece un terreno de reconciliación. Y en la forma en que hemos manejado esta situación, hay artistas que por razones personales decidieron no participar en estas circunstancias o están tensos ante ese escenario. Eso lo hemos respetado y comprendido sin etiquetas. Ahora estamos en un momento en que los artistas están regresando y muchos de los que declinaron su participación en la Bienal, están propiciando puentes de diálogo. Esa fue una puerta que nunca se cerró. Creo que la postura adoptada por el equipo directivo de la Bienal ha propiciado no echar a nadie a otros terrenos.

Norma Rodríguez Derivet: Pienso que los procesos de las artes visuales forman parte de los contextos sociales. Sin embargo, no relacionaría esos procesos con acontecimientos cuyo vínculo es escaso con los debates y desafíos de las instituciones culturales. Cualquier asunto polémico dentro de la sociedad puede servir para boicotear un evento, en este caso, la Bienal. Esto es un acto más dentro del modus operandi del enemigo desde sus inicios, por cuanto es un evento que puso la atención en las extraordinarias reservas culturales de los pueblos del sur, en la diversidad y riqueza de sus expresiones artísticas.

Los ataques a la Bienal, los intentos de boicot, son muy antiguos. Y son parte de una guerra cultural de más de 60 años, que abarca prácticamente a todas las manifestaciones. Si las artes visuales son objeto de agresiones constantes, es por la fuerza y por la pujanza que tienen en el panorama cultural del país, unido a un reconocimiento internacional al que también la Bienal ha contribuido.

“A veces, en sus formas más cruentas de persecución, ha sido más que un boicot a la Bienal; es una guerra a la vida cultural de nuestro país y a nuestra vida misma”.

¿Cuándo habrá una Bienal dedicada a las mujeres?

Nelson Ramírez de Arellano: Nosotros quisimos que esta Bienal tuviera una fuerte carga del pensamiento feminista. Y esa es una de las cosas que nos preocupan porque estamos viendo temas muy globales, incluso este tema puede terminar siendo muy específico aunque por otro parte podemos enfocarlo como uno de los grandes temas globales… ¿Por qué no?

La 14 Bienal de La Habana tendrá espacios evaluativos, debates, críticas más o menos amigables, pero seguramente trascenderá por privilegiar al arte inmersivo de la existencia, y sobre todo, porque tomó las dos apuestas: la copa y la vida.

Tomado de Resumen Latinomericano

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