El fanático nunca se sentirá fanático. Su principal problema no será esa incapacidad suya de juzgarse a sí mismo, y creer que desmesura y monomanía son la normalidad de las cosas; su gran problema —a veces peligroso problema—, es considerar que quien no comulgue con su intolerancia y no vea el mundo con semejante ausencia de matices, es un intolerante, un despreciable fanático.

No todos los fanáticos son odiadores y crueles, pero el fanatismo es la mata del odio y la crueldad. De esa mata nació el fascismo, el macartismo, la inquisición. El discurso de odio siempre se encamina hacia la pobreza de afectos y la barbarie; genera, por tanto, uno de los mayores sinsentidos cuando se escuda tras una supuesta defensa de la cultura.

Yo acabo de leer cierto manifiesto del autodenominado Consejo Europeo Cubano, —grupo que en su fundación declara haber entendido lo que puede hacer la Unión Europea para “arrodillar y destruir la dictadura militar de La Habana”—, en el que se explican las razones por las cuales promueven el acoso y la censura del dúo musical cubano Buena Fe, que actualmente se halla de gira por España.  

“Nos dicen que no atacan a la cultura cubana, sino que solo protegen el suelo europeo de una mala influencia. El argumento principal es que en Cuba no hay cultura”.

Dicho Consejo, que dice haber sido creado “bajo el paraguas jurídico y administrativo de la ALECC” (Alianza Iberoamericana y Europea Contra el Comunismo), en primer lugar nos aclara que ellos no son ni nazis ni macartistas. —¡Cómo se le ocurre a alguien compararlos con semejante morralla! —, pues el verdadero macartista es el gobierno cubano que reprime a su pueblo.

Recordemos que macartismo es término que se emplea para referirse a cierto proceso institucional de represión contra personas imputadas de promover ideas comunistas en los Estados Unidos, entre los años 1950 y 1956. A este proceso también se le conoce como “caza de brujas”, y fue responsable del encarcelamiento y censura de muchos artistas. Uno de los casos más notables fue el del guionista de cine Dalton Trumbo, encarcelado durante once meses y luego censurado durante varios años tan solo por sus ideas.  

¿Qué nos está diciendo entonces en el susodicho Consejo? Explican que su tarea principal es luchar contra el comunismo en Cuba, mas no por ello es justo que se les llame macartistas, pues si bien los macartistas eran anticomunistas como ellos, en realidad macartista es el gobierno comunista de La Habana que reprime a los comunistas. ¿Lograron entender?

La coherencia y la lógica no son virtudes que abundan en los fanáticos; pero no es todo. Nos dicen que no atacan a la cultura cubana, sino que solo protegen el suelo europeo de una mala influencia. El argumento principal es que en Cuba no hay cultura.

Desde luego, no lo afirman de esa manera; pero explican que los artistas miembros de la Uneac y otras instituciones estamos subyugados a los intereses del Partido Comunista, y no hacemos arte, sino propaganda. ¡Escucharon poetas, músicos, pintores, artistas escénicos y demás miembros de la Uneac y la AHS: esa inmensa mayoría de los artistas en Cuba! Ustedes no hacen arte, lo de ustedes es la retórica, la consigna, el adjetivo.  

En consecuencia, debemos entender que la cultura cubana, son ellos, cosa que nos explican con abundancia de adjetivos y argumentos retóricos; razón por lo cual se sienten con el derecho de proteger a Europa de unas diabólicas canciones, Torquemada está de vuelta. La pira de la inquisición está encendida.

“Recordemos que macartismo es término que se emplea para referirse a cierto proceso institucional de represión contra personas imputadas de promover ideas comunistas en los Estados Unidos”.

Casi olvido decir que cierran el manifiesto con una consigna. Pero bien, y huelga decirlo, todo dicho a nombre de la democracia, los derechos humanos y la libertad de expresión: principios que les permiten asumir “democráticamente” la representación del pueblo cubano. Supongo que, en su imaginación, cuando el 86 por ciento del pueblo refrendó la Constitución de 2019, en realidad salieron a votar a punta de bayoneta.    

¿Ustedes se imaginan qué pasaría si un día esta gente llegase a tomar el poder en Cuba? Ya sé, es algo difícil de imaginar: no es lo mismo sobornar a alguien para que cancele un concierto, creyendo que con eso tumban la Revolución, que desembarcar en zafarrancho de combate por Playitas de Cajobabo o Playa Las Coloradas.

En fin, supongámoslo por un instante. La buena noticia es que ellos no son nazis. Naturalmente, en esencia parecen tener la misma odiosa obsesión, igual dogmatismo e intransigencia; y semejante intolerancia y exagerado reduccionismo doctrinal y lingüístico, pero aquellos eran nacionalsocialistas, y a estos la palabra “socialismo” ya sabemos que no les cuadra.  

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