La calidad de la música cubana merece mecanismos eficaces para su promoción

Michel Hernández
4/10/2018

La Feria internacional Cubadisco, que concluyó el pasado fin de semana, no estuvo exenta de polémica. El músico Jorge Gómez, presidente del Comité del Premio del mayor evento de la discografía cubana, habla con Granma sobre la relevancia del foro para la música y los músicos de la Isla, y comenta en torno al debate suscitado sobre las categorías en concurso.

 Jorge Gómez, presidente del Comité del Premio Cubadisco
“El Comité del Premio ha actuado, como siempre, como un órgano colegiado”. Foto: Ariel Cecilio Lemus

¿Cuáles han sido las diferencias de este Cubadisco respecto a  ediciones anteriores?

En el caso de este año, las diferencias fundamentales han tenido que ver con la fecha (siempre ha sido alrededor de mayo, y en esta ocasión fue en septiembre), y con el hecho de que se ha unido a Primera Línea, un encuentro de profesionales del sector de la música y los espectáculos, vinculado con Womex, que se celebra por tercera vez en La Habana.

¿Qué relevancia le concedes a este evento?

La calidad y la capacidad competitiva de nuestra música —incluso para los grandes mercados internacionales— merecen que encontremos, y hagamos nuestros, mecanismos de promoción y difusión eficaces y acordes a los tiempos que corren. Cubadisco y su Premio forman parte de esos mecanismos.

Hay músicos que han expresado su desconcierto porque luego de ganar un premio Cubadisco no se les facilita estrategias de promoción.

Siempre hay matices y posiblemente haya opiniones demasiado apocalípticas, pero es obvio que tienen razón. Incluso la impresión física de los discos se ha convertido en uno de los más difíciles retos de nuestras casas discográficas. Me consta que hacen un gran esfuerzo para que todos los discos existan.

Pero eso trasciende, por mucho, la conciencia del hecho y la buena voluntad de resolverlo. En los dos últimos años, a falta de discos físicos de cada obra premiada, Cubadisco, en coordinación con la EGREM, ha producido un set de dos CDs con una compilación en la que están recogidos los temas de todas las obras premiadas. Ese disco está listo al término de la ceremonia de premiación. Este año será igual. No es lo óptimo, pero es algo. Ya en otros aspectos de ese mismo asunto, como las estrategias comerciales y de promoción, incluida la difusión en nuestra propia radio y televisión, hay todavía mucho camino por recorrer. En las circunstancias actuales, la organización de Cubadisco puede hacer muy poco en ese sentido.

En esta edición se ha criticado la ausencia de discos en las categorías de mejores agrupaciones de música popular bailable, como es el caso de Cantor del pueblo, de Havana D’ Primera, nominado, sin embargo, en el cuestionado apartado Voces de Música Popular Bailable. ¿Cuál es su posición al respecto?

Nosotros  tenemos claro que Alexander Abreu y Havana D’ Primera no solo es música popular bailable, sino que es uno de los pesos pesados de esa categoría. Tan claro que, mucho antes, en el 2015, su disco La vuelta al mundo compitió en Cubadisco dentro de esa categoría, obtuvo el Premio y terminó alzándose con el Gran Premio Cubadisco 2015.

La intención no fue sacar del área de música popular bailable a ninguno de los ubicados en esta nueva opción, sino todo lo contrario: poder reconocer a una cantidad mayor de esos artistas tan populares y queridos, que mantienen viva, y con la mejor salud, a la más emblemática de nuestras manifestaciones musicales. No parece del todo justo que, mientras en otras áreas donde la producción llega apenas a una decena de títulos en el año, con cinco nominados y un premio, estemos obligados a hacer lo mismo con un área donde la cantidad de obras presentadas está cerca de los 40 títulos, que en general tienen excelente factura, y que son obras y artistas que forman parte esencial del entretenimiento y la vida espiritual diaria de la gran mayoría del pueblo cubano.

Uno puede estar de acuerdo o no con las categorías en que están ubicadas las obras. Pero poner en entredicho las intenciones o la capacidad de un grupo de profesionales cuyo principal dolor de cabeza no ha sido “a quién premiar”, sino “a quién no premiar”, es una acción profundamente injusta, aun cuando no fuera malintencionada.

El Comité del Premio ha actuado, como siempre, como un órgano colegiado. En él conviven y/o son consultadas permanentemente personas entre las cuales hay musicólogos de enorme prestigio, con cátedras en el nivel superior de música; compositores, arreglistas y productores de larga trayectoria en la música popular cubana, con más de un Premio Cubadisco y presencia hasta en los famosos Grammy. Cualquiera que sea mi posición personal (y no siempre estoy de acuerdo con todos los resultados finales), a partir del momento en que se asume un criterio en el Comité, esa es mi posición.

El disco Cantor del pueblo, sin embargo, fue nominado en la categoría de Mejor Álbum de Salsa en los Grammy Latino. ¿Puede interpretarse como un error del jurado del Cubadisco la ausencia de este álbum en la categoría de Mejores Agrupaciones de Música Popular Bailable?

Ya eso va por otro lado. Aun los más recalcitrantes detractores en Cuba de los Grammy y otros mecanismos similares, no dejan de felicitarse ante las nominaciones y premios obtenidos por Irakere, Van Van, Omara, Havana D’ Primera, el Septeto Santiaguero, Eliades Ochoa, Pablo Milanés, La rumba soy yo, X Alfonso o Maykel Bárzaga Jr.

No soy de los detractores a ultranza de los mecanismos de seducción de la industria musical, y llevo muchos años tratando de promover un justo equilibrio entre esos mecanismos y la necesaria defensa de nuestra identidad cultural en la desigual guerra simbólica y antihegemónica en que estamos inmersos. De modo que no soy un detractor de los Grammy, que, por otro lado, constituyen importantes rampas de lanzamiento de nuestra música hacia otros mercados. Pero jamás se me ocurriría pensar que una decisión de los académicos que ubican en categorías, nominan y premian en los Grammy puede descalificar a nuestros académicos (que, aunque todavía no hayamos sido capaces de reconocerlos así, lo son por su propia vida y obra). Te devuelvo la pregunta. Si el disco Cantor del pueblo hubiera sido nominado en Cubadisco en la otra categoría, pero el Premio lo obtuviera otro disco —digamos Legado, de Van Van, De Cuba pa’l mundo entero, de Adalberto, Pasándola bien de Pupy, La vida cambió, de Manolito Simonet o Yo me muero en La Habana, de Elito Revé, que ni siquiera están nominados al Grammy Latino—, ¿sería también un error del jurado de Cubadisco? ¿Habrá que llegar a ese nivel de subordinación?

Tomado de Granma