Pablo: vida y obra en Ediciones La Memoria

Leonardo Depestre Catony / Fotos: Cortesía Centro Pablo
28/7/2016

Más de tres lustros atrás aparecieron las primeras publicaciones de Ediciones La Memoria, sello editorial del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.

De entonces acá, el catálogo se ha nutrido hasta alcanzar alrededor de un centenar de títulos en sus diversas colecciones: Majadahonda, para los libros sobre temas artísticos; Coloquios y testimonios, para las biografías, textos testimoniales y estudios críticos sobre personalidades; Cuba y Puerto Rico son, donde se destacan las coincidencias históricas y espirituales entre ambas islas; Homenajes, que rescata a figuras cuyo quehacer no ha recibido el justo reconocimiento editorial; A guitarra limpia, un diálogo con la trova, la de antes, la de después, la de ahora, la de siempre; y la colección Palabras de Pablo, en la cual nos detendremos por cuanto tiene el empeño de publicar paulatinamente la obra completa de Pablo de la Torriente Brau, una parte de ella dispersa en publicaciones de Norteamérica y varios países de América Latina, lo cual convierte el objetivo en un reto constante para investigadores, especialistas, historiadores y hasta para los muchos amantes de la obra de un autor que, en la medida que se conoce, se lee y se estudia, nos descorre las cortinas de toda una época, su época.

Más de tres lustros atrás aparecieron las primeras publicaciones de Ediciones La Memoria. De entonces acá, el catálogo se ha nutrido hasta alcanzar alrededor de un centenar de títulos en sus diversas colecciones.

Pablo escribió abundantemente. Una aseveración de su entrañable amigo Raúl Roa lo ilustra: “escribía naturalmente, como sudaba o respiraba”. No solo vocación se requiere para tal productividad, también talento, laboriosidad,  imaginación inacabable, honestidad y oficio. Pero Pablo tuvo también un elemento más a su favor: su rapidez como mecanógrafo, su capacidad para escribir en primera versión y hacerlo en limpio, sin apenas correcciones, al menos durante el agobiante ejercicio del diarismo.

En el caso de Pablo se trató de un todoterreno. Vivió solo 35 años y su producción lo abarcó todo: narrativa (cuento y novela), poesía, ensayo, periodismo en sus diversos géneros (artículo, crónica, entrevista, reportaje…), un extenso epistolario y hasta un “extraño” remake de guion cinematográfico para una amiga titulado Para María, compañera…. Desarrolla además, en grado inigualado hasta entonces en la literatura cubana, el testimonio, que no sería género sino hasta años después, y del cual puede considerarse el cultivador por excelencia en su época.

¿Por dónde empezar aquella ingente faena?, se preguntarían los editores del sello La Memoria. De la narrativa de Pablo se conocía Batey; su Isla de los 500 asesinatos (que le recomiendo encarecidamente) se había publicado en modesta edición de 1962 en Edición Popular, y años antes, en Pluma en ristre, selección a cargo de Raúl Roa. El periodismo pabliano era necesario rastrearlo en la prensa, y en cuanto a las cartas, estas eran un manojo de páginas, unas por aquí y otras por allá.

Batey, en coautoría con Gonzalo Mazas Garbayo, médico, amigo y compañero de equipo en el fútbol norteamericano intercolegial, apareció en 1930, aunque después Pablo siguió escribiendo relatos. Lo hizo en prisión y en cuanta ocasión negoció un encuentro con las Musas, amén de los cuentos inconclusos que dejó. Ediciones La Memoria publicó Cuentos Completos, en 1998 —por lo que se trató de una de sus primeras entregas— y después, en 2002, Narrativa, que además de los relatos suma Aventuras del soldado desconocido cubano, única novela de Pablo, inconclusa, si bien con suficiente desarrollo argumental para leerse como una terrible coña, definición que le diera el propio autor. Esta novela es uno de los grandes legados de Pablo: un texto que pese a moverse en el escenario de la Primera Guerra Mundial, es una crítica a la guerra. Su personaje principal, Hiliodomiro del Sol, hace una reflexión como esta:

La guerra mundial ha sido la única que no ha tenido héroes… Fíjate que es curioso… Y es lo siguiente: ¿Tú conoces la leyenda de algún buey héroe, que se haya rebelado en el matadero? Pues eso fue lo que pasó. Como la Guerra Mundial no fue más que un matadero en donde el heroísmo revistió una forma negativa, una forma que nunca ha tenido: la resignación, la paciencia, la resistencia a sufrir, a rebelarse, es que podemos decir que en ella no hubo héroes…

Tuvo también una edición independiente y merece otra más, porque en la actualidad no se encuentra en librerías y esto conspira contra la memoria de cuantos pasan por alto que si la Europa tuvo Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque, y El fuego, de Henri Barbusse, Cuba tiene Aventuras del soldado desconocido cubano, que no tiene razón para ser un libro casi desconocido.

Presidio Modelo, otro texto fundamental en la obra pabliana, es un clásico del género testimonial con más de una edición, y es tal la veracidad con que denuncia el terror imperante entre los reclusos de la Isla de Pinos, que no vio la luz hasta finales de la década del 60 del pasado siglo XX.

De un talento tan abarcador como el de Pablo, queda igualmente su producción poética. Y ahí está de nuevo Ediciones La Memoria cuando publica El calor de tantas manos, recopilación de los poemas de Pablo (escritos en las más disímiles circunstancias, aun en Presidio Modelo), y además, de los poemas dedicados a él por ilustres autores como Miguel Hernández, Rafael Alberti, Emilio Ballagas, Regino Pedroso, Rubén Martínez Villena, Rafaela Chacón Nardi, sin agotar la relación. Es este un libro bello, revelador, una vez más, de la infinita fuerza creadora de Pablo.

Punto y aparte merece la colección de cartas de Pablo publicadas por Ediciones La Memoria.

Están ahí los dos tomos de Cartas cruzadas, las que Pablo escribió desde Nueva York durante su segundo exilio (años 1935 y 1936), y también las que recibió. Son ellas el diario abierto del pensamiento del héroe, el día a día de un exiliado que llega a pasar hambre, desempeña los más humildes oficios, redacta artículos y jamás ceja en su labor revolucionaria.

Es Pablo quien escribe:

Mis cartas son las actas oficiales de mi pensamiento. No tengo nunca miedo a escribir lo que pienso, ni con vistas al presente ni al futuro, porque mi pensamiento no tiene dos filos ni dos intenciones. Le basta con tener un solo filo bien poderoso y tajante que le brinda la interna y firme convicción de mis actos. No me importa tampoco nada, equivocarme en política. Pienso que solo no se equivoca el que no labora, el que no lucha.

Una de las cartas incluidas en estos dos tomos constituye por sí misma un ensayo político, agudísimo y extenso de Pablo. Se ha publicado independientemente con el título Álgebra y política, acerca del cual la doctora Ana Cairo apunta que “uno de los aspectos fascinantes del ensayo radicó en los pronósticos acertados que realizó Pablo. Asombraba la capacidad intuitiva para develar las claves de una personalidad. Los retratos, de Batista, Grau San Martín y Miguel Mariano (en orden de calidades) fueron magistrales y de obligada consulta en la historiografía política y social”.

Y también están ahí, cronológicamente anteriores a las “cruzadas”, sus Cartas de presidio, entre los años 1931 y 1933, porque para Pablo la cárcel es un capítulo con más de dos entregas en su apurada existencia. En carta a Raúl Roa, del 9 de septiembre de 1931, escribe:  

¡60 días comiendo mierda gloriosamente! En tan infausto comemierdario, me parece necesario ponerte dos líneas para que sepas que, a pesar de todo me asienta esto muy bien y todavía estoy dispuesto a salir en cuanto me pongan en libertad. De Teté Casuso sigo incomunicado. ¡Y ahora que vengan los imbéciles a decirme a mí que esto no es terror blanco!

Son varios los volúmenes que recopilan el periodismo pabliano. Víctor Casaus, posiblemente quien mejor ha estudiado la obra de Pablo, señala la profundidad, amenidad, compromiso, humor, agudeza, rechazo de toda forma de retórica, imaginación constante, naturalidad, mezcla creadora de lo culto y lo popular, y sentido auténtico de lo moderno, como las características más sobresalientes de la prosa periodística del héroe de Majadahonda. Varios libros de Ediciones La Memoria recopilan este quehacer: ¡Arriba muchachos!, en el cual se reseña la oposición de los estudiantes al gobierno de Machado y también los debates de estos mismos estudiantes universitarios en el período que sucede a la caída del dictador; Recuerdos de la próxima Olimpiada, resumen de sus trabajos sobre el tema deportivo que tanto lo apasionó, y Testimonios y reportajes, un libro fundamental para conocer y estudiar a Pablo como periodista, por cuanto reúne sus series de reportajes agrupados con los títulos 105 días preso, Realengo 18 y Chicola. Otro libro de próxima aparición, Pablo en Bohemia, pone en manos del lector los textos que publicó en la revista decana del periodismo cubano, y otro más que debe ver la luz el próximo año, Pablo en Ahora, emprende el recorrido por los más de 120 textos que entregó para las páginas del periódico Ahora en el ejercicio del diarismo. Queda igualmente Cartas y crónicas de España, un conjunto de documentos vívidos, emocionantes, del cual Juan Marinello afirmó: “No creemos que exista mejor testimonio de la guerra española que el de Pablo de la Torriente”, algo que se explica porque Pablo no es solo el cronista de la guerra civil española, es también el periodista que se adentra en el espíritu de los combatientes, revela sus ansiedades, exalta su heroísmo, describe el espanto y la muerte de civiles, la secuela dejada por morterazos, y, sobre todo, muestra los horrores del fascismo.

No puede hablarse de “trabajo concluido” para Ediciones La Memoria. Pueden y deben aparecer otras cartas y trabajos inéditos, perdidos, traspapelados, que hacen del empeño de publicar las obras completas un trabajo de Hércules.

Aun así, no puede hablarse de “trabajo concluido” para Ediciones La Memoria. Pueden y deben aparecer otras cartas y trabajos inéditos, perdidos, traspapelados, que hacen del empeño de publicar las obras completas un trabajo de Hércules.

Mas no es todo, quedan los compañeros de Pablo. De Raúl Roa, Ediciones La Memoria nutre su catálogo con Bufa subversiva y Viento Sur; de Rubén Martínez Villena acaba de aparecer, en tres tomos, la correspondencia completa del poeta de la pupila insomne; de Pedro Capdevila, amigo que tan relevantes servicios le prestara, se publicaron las cartas cruzadas con su bien llamado “secretario sin cartera”.

El tema no queda agotado, pero sí el espacio. El trabajo de Ediciones La Memoria no se detiene. Los lectores pueden constatarlo en cada nueva entrega.  “La nobleza del hombre es la memoria”, sentenció José Martí. Y el sello editorial del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, también profundamente martiano, no cesa en su empeño, o mejor dicho y como afirman sus hacedores, sigue siguiendo