El teatro reabre sus puertas al público después de casi dos años con modalidades virtuales y algunas opciones en radio y televisión. Tras una etapa tan compleja, marcada por peculiaridades como el distanciamiento social, no pululan los estrenos. Una de las pocas obras que llegan por primera vez al escenario es Cuerdas percutidas, la más reciente puesta en escena del joven director Raúl Bonachea Miqueli, ganador de la beca Milanés que otorga cada año la Asociación Hermanos Saíz.

El teatro reabre sus puertas al público con el estreno de Cuerdas percutidas. Fotos: Cortesía del autor

Durante poco más de una hora, Cuerdas percutidas nos muestra la historia de tres personas muy diferentes; tres seres que simbolizan parte de la historia de un país a partir de los retos y características de una transexual llamada Claustrofobia, la Mujer Basura y Jana, una muchacha de cualquier lugar. Bonachea Miqueli, ganador también del premio a la Mejor Puesta en Escena en el Festival Nacional de Teatro Olga Alonso (2015) y del galardón Abelardo Estorino (2019), explica que el proceso de ensayo y montaje fue complejo.

“Trabajamos en nuestras casas y azoteas. El teatro siguió palpitando en nosotros, pero hace muy poco tiempo fue que pudimos llegar a este espacio”, expresa desde el escenario del Centro Cultural Bertolt Brecht este soñador que guarda en su mente las escenas de su abuelo Miguel Miqueli, cuando en noches de apagones, durante el denominado período especial, interpretaba para él personajes y héroes de la historia de Cuba.

Autor del libro 1 + 2 igual 3, el joven director manifiesta que está alegre por recibir otra vez al público, sobre todo a muchos jóvenes. “Ellos leen una obra diferente a la que tal vez nosotros pensamos. Hay sonrisas donde nosotros no creímos que existirían, gestos y otras reacciones. Eso es también parte del teatro, de ese encuentro y de las diferentes obras que construye el espectador en su imaginario”, afirma el dramaturgo, nacido en el municipio de San Antonio de los Baños en 1988 y seleccionado como mejor graduado integral de la Universidad de las Artes en 2018.

La obra es el resultado de un proceso de búsqueda y experimentación del grupo Laboratorio Fractal.

Con texto dramático de la escritora Elaine Vilar e interpretación de la actriz Ana Patricia Pomares, Cuerdas percutidas ha sido un desafío, enriquecido con cada puesta ante las decenas de personas que acuden desde hace varios fines de semana al Bertolt Brecht. Pomares, ganadora de un premio Caricato de actuación de reparto con la obra Sin pelos en la lengua, expresa que para ella Claustrofobia es el personaje más complejo de la obra, ya que “requiere de mucha energía y entrega, pero estoy satisfecha, porque siento que al público le ha gustado”.

Esta obra no pretende despertar carcajadas. Es el resultado de un proceso de búsqueda y experimentación del grupo Laboratorio Fractal. Como expresó el también director teatral Juan Edilberto Sosa en las palabras de presentación, Cuerdas percutidas “propone al espectador un mundo cargado de trastos emotivos y desencuentros. Voces superpuestas al poder de la edad y la locura. Voces condenadas por la tragedia del infortunio y la necedad del cuerpo. Voces sentenciadas a desaparecer. Esta es una obra donde Claustrofobia, Jana y la Mujer Basura representan a seres marginados, cuerdas de un piano roto, la feminidad como objeto para el deseo, o la locura como un camino hacia un entendimiento otro”.

El diseño escénico, a cargo de la estudiante de cuarto año de la Universidad de las Artes, Massiel Teresa Borges, tiene un rol esencial en esa pretensión de crear un panorama peculiar. Ella refiere que el diseño ha tenido varios cambios, y tal vez así continúe siendo, pues lo concibe como algo dialéctico que “puede ser mejorado a partir de las diferentes presentaciones. Siempre es muy interesante percibir cómo desde la visualidad, especialmente desde el vestuario, se puede potenciar la actuación”.

“Buena opción para volver al teatro, al abrazo entre público y actores”.

Cuerdas percutidas seguramente tiene muchas otras maneras de ser representada, posibilidades de otra música, otras formas en la concepción creativa… Uno abandona la sala de teatro con sensaciones diversas y reflexiones más allá de lo artístico y los temas reflejados. Una obra sugerente, con el atrevimiento y el encanto de los jóvenes. Buena opción para volver al teatro, al abrazo entre público y actores.