En tiempos de pandemia…

Víctor Fowler
20/10/2020

Todo ha sido trastornado, puesto de revés, tensado, golpeado, desafiado. El veloz tránsito desde lo que fue la enfermedad de unas poquísimas personas, en los días finales del año pasado, a la realidad presente —con cuarenta millones de casos de infección reportados y, según no pocos consideran, muchos más en realidad— es algo tan alucinante que, por mucho que tratamos, resulta difícil acostumbrarse a la realidad que nos rodea y aceptar que, simplemente, el mundo que conocíamos cambió. Todo ha sufrido: las economías, los empleos, las comunicaciones, la sociabilidad, la educación, etc.

“El programa humorístico Vivir del cuento nos regaló una verdadera lección de creatividad al transformar la estructura de acciones para que fuese posible unir fragmentos, hechos por separado por los actores, en una producción coherente que mantiene su elevado nivel”. Fotos: Internet
 

Me alegra la respuesta que, a semejante terremoto, han dado las instituciones culturales cubanas en un abanico inmenso que lo mismo abarca la transmisión de conciertos de músicos cubanos en las redes (en más de un centenar de sitios de modo simultáneo), que de lecturas de poemas (como la dedicada a recordar a Roque Dalton, en la cual participé) o la celebración del centenario del natalicio de Eliseo Diego, donde igual estuve. El programa humorístico Vivir del cuento nos regaló una verdadera lección de creatividad al transformar la estructura de acciones para que fuese posible unir fragmentos, hechos por separado por los actores, en una producción coherente que mantiene su elevado nivel. Otro “clásico” de la televisión cubana, las noticias que —sobre el estado del tiempo— nos hemos acostumbrado a escuchar en voz de Rubiera, también comenzó a emplear el teléfono móvil para así proteger de infección al popular meteorólogo y continuar dándonos las necesarias informaciones.

“Me alegra la respuesta que, a semejante terremoto, han dado las instituciones culturales cubanas en un abanico inmenso que (…) abarca la transmisión de conciertos de músicos cubanos en las redes (en más de un centenar de sitios de modo simultáneo)”.
 

Una extensa cantidad de actores, músicos, escritores, realizadores y otras personas del medio emplearon (y emplean) sus celulares para acceder, desde allí, a la pantalla y así contribuir a que siga latente y viva la unidad con las audiencias (que es sangre de la unidad nacional). Se han creado numerosos mensajes de bien público y en buena cantidad de ellos participan músicos nuestros. La televisión introdujo ajustes en las frecuencias y horarios de trabajo para que las transmisiones continuaran; a veces al precio de que el equipo se viese obligado a respetar las mismas indicaciones de aislamiento que el personal de salud de un hospital. El sistema de la Enseñanza Artística ha conseguido clases, transmitidas por la televisión, de alto nivel. Espacios como el Noticiero Cultural nos han seguido informando de la vida en la cultura, en medio de la pandemia, en la totalidad del país y así hemos podido ver también de qué forma el trabajo cultural va siendo desarrollado en el interior de esto que denominamos “la nueva normalidad”.

“(…) Rubiera, también comenzó a emplear el teléfono móvil para así proteger de infección al popular meteorólogo y continuar dándonos las necesarias informaciones”.
 

El esfuerzo ha sido inmenso y merece felicitación. Ahora queda elogiar lo que más reconocimiento popular haya merecido junto con aquello a lo que la crítica estime que es lo mejor (¡ojalá siempre coincidan!). Y de todo lo que no resultó tal y como se había planificado, aprender. Una de las consecuencias mundiales de la actual pandemia es que parece haber abierto paso a procesos que deberán constituir pautas del desarrollo humano futuro más visible o que mejor podemos pronosticar. Los diversos mundos de la cultura son parte fundamental de ello: toca aprender, ir cada vez más lejos.