Con tantos palos que te dio la vida
Y aún sigues dándole a la vida sueños.
(fragmento de poema de Fayad Jamís).

De puntillas y en silencio se debería entrar a este recinto y, si tenemos sombrero, hemos de descubrirnos la cabeza como en antiguos tiempos se hacía en señal de respeto, como José Martí decía debíamos hacer cuando un anciano pasaba a nuestro lado; como a un lugar sagrado habría que entrar, nos esperan mujeres y hombres de las letras y la ciencia: miles de escritores, ya sean novelistas, cuentistas, ensayistas, poetas, científicos, investigadores… nos reciben con los brazos abiertos, es decir, con páginas de papel donde han vertido su sabiduría, sus descubrimientos, su fantasía, sus revelaciones. Eso y mucho más comparten con nosotros, en una generosidad sin límites para trasmitirnos, de generación en generaciones, la inmortalidad del mundo: el conocimiento.

“El placer de la lectura, si lo hemos adquirido, sobre todo en edades tempranas gracias a la familia o la escuela, es uno de los placeres que nos acompañará hasta el fin de nuestros días”. Imágenes: Tomadas de Internet

Bibliotecas y librerías comparten esta maravilla: las primeras por préstamo; las otras por compras que podemos llevarnos a la casa y hacernos dueños de ella. El placer de la lectura, si lo hemos adquirido, sobre todo en edades tempranas gracias a la familia o la escuela, es uno de los placeres que nos acompañará hasta el fin de nuestros días, cuando otros, incluso los más atractivos, nos hayan abandonado. El placer de visitar mundos nuevos, desconocidos, adentrándonos en la fantasía o la ciencia, conociendo épocas históricas ya pasadas, personas que vivieron como nosotros, o reconociendo nuestros problemas actuales, ya sea por la ficción o el análisis; todas las problemáticas del ser humano y su entorno pueden pasar por nuestra imaginación, aguzándonos la inteligencia y la emoción, ampliando nuestra comprensión de la realidad.

Soy del parecer, quizás anticuado, que no hay nada como el libro físico, aunque no voy a entrar aquí en el debate entre lo digital y lo físico, cada uno tiene sus ventajas, pero el libro tangible es un cuerpo con olores, fisonomía, personalidad, al alcance de la mano, fruto de nuestra elección y dispuesto cada vez que lo necesitemos, que, con tan solo su presencia física nos llama, nos tienta a que lo usemos.

“El libro tangible es un cuerpo con olores, fisonomía, personalidad”.

Fernando Fayad Jamís Bernal —intelectual cubano-mexicano, coeditor de Ediciones La Tertulia (donde publicaría en 1962 su libro de poemas La pedrada) y editor de Ediciones F. J., jefe de la plana cultural del periódico Combate y del suplemento “Hoy Domingo”, del periódico Hoy—, cuando pintaba sus cuadros o hacía sus poemas nunca pensó que prestaría su nombre para tan nobles propósitos. La librería Fayad Jamís, situada en Obispo entre Cuba y Aguiar, en la Habana Vieja, es un lugar de excelencia, con un local perfectamente habilitado para mostrar sus libros, además de una belleza poco acostumbrada en las maderas de sus estantes y en su escalera central que va al mezanine. Sus empleados, dirigidos por Rodneis Castro Sánchez, muestran una amabilidad que a veces escasea en otros sitios.

A sus aproximadamente 1220 títulos, expuestos para la búsqueda del lector, de casi todas las temáticas posibles —literatura universal, cubana, política, social, científica, técnica, infantil, juvenil, etc.—, añade numerosas actividades que le aportan encanto y sirven para promover sus libros, como las conducidas por el notable periodista Fernando Rodríguez Sosa (“El elogio oportuno”, “Libro a la carta” y “El jubileo de Letras Cubanas”) o las de las escritoras Gertrudis Ortiz (“La tarde verde”) y Dazra Novak (“Letra de molde”), así como la guiada por la narradora oral Leyris Guerrero (“Ven que te lo cuento”) o la de ese excelente cronista que es Ciro Bianchi (“La Habana contada”). Por si fuera poco, efectúan numerosas presentaciones de libros, como las prácticamente dos mensuales de la Editorial En Vivo. Asimismo, tienen espacio para exposiciones de artes visuales, la más reciente dedicada a José Martí. Un verdadero centro cultural.

Cada vez que entro a esta librería me maravilla constatar la cantidad de libros que ha publicado, de casi todas las temáticas que uno pudiera desear, a través de muchos años, la industria editorial cubana, capitaneada por el Instituto Cubano del Libro y sus ahora siete editoriales —Editorial Gente Nueva, 1967; Editorial Letras Cubanas, 1967; Editorial Arte y Literatura, 1967; Editorial Nuevo Milenio (Ciencias Sociales, 1967, y Científico-Técnica, 1967), 2000; Editorial Cubaliteraria (electrónica), 2001; Editorial Oriente (Santiago de Cuba), 1970; Editorial José Martí, 1983—, pero también por las no menos importantes Casa de las Américas, Ediciones Unión, Abril, Pablo de la Torriente Brau, Academia, Pueblo y Educación, Editorial Universitaria, Universidad de La Habana, Capitán San Luis, Citmatel, Félix Varela, Caminos, Boloña, Ciencias Médicas, Ediciones ICAIC, Alarcos y muchas otras más.

“Tenemos en las librerías y las bibliotecas una fuente inmensa de lectura”.

Cierto es que no todas las librerías del país ostentan la cantidad de títulos de la Fayad Jamís, que tiene la suerte de ser abastecida directamente por la Distribuidora Nacional del Libro; otras declaran su pobreza en cuanto se entra a ellas, dependientes de las finanzas, la gestión y la voluntad de los diferentes Centros Provinciales del Libro. Y no podemos dejar de mencionar librerías particulares, que cumplen una importante función social y cultural, llamadas también “librerías de viejo”, donde podemos encontrar títulos agotados, ediciones príncipes o “raros” por su antigüedad, como La Tertulia —nombre en honor a Fayad Jamís—, de J entre 25 y 27, en La Habana, o La Escalera, museo-librería en la calle Heredia, Santiago de Cuba.

En estos momentos en que la industria editorial cubana sufre una contracción —aunque ha encontrado alternativas con las publicaciones de libros digitales—, tenemos en las librerías y las bibliotecas una fuente inmensa de lectura. Aprovéchela.

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