“¡Viva la tierra que produce la caña!” Fue el grito que desencadenó una serie de sucesos en el teatro capitalino Villanueva y a los que estuvo dedicada en esta ocasión la Jornada por el Día del Teatro Cubano, desde el 7 hasta el 31 de enero.

Aquellos históricos acontecimientos, ocurridos hace 153 años, expresaban abiertamente que el pueblo cubano y en particular los habaneros, no renunciaban a sus ansías libertarias a pesar de la derrota sufrida frente al ejército español, después de diez años de heroica y tenaz lucha. Por la trascendencia de esta efeméride y el lugar donde se produjeron los hechos, se escogió el 22 de enero como Día del Teatro y en ese contexto el Ministerio de Cultura, de conjunto con el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, entregó el Premio Nacional de Teatro 2022 a una de las actrices cuya pasión, cubanía y talento, la han convertido en una de las figuras imprescindibles de la escena cubana: Corina Mestre.

“Me gusta más que me digan que soy actriz y profesora, porque disfruto mucho ambos trabajos (…)”.
Foto: Tomada de Internet

Suman cientos los personajes interpretados por Corina Mestre a lo largo de su exitosa carrera como actriz. Magistralmente ha conjugado la tragedia y la comedia, símbolos del teatro que la identifican a partir del momento en que, tirando peines y diversos objetos contra los platillos de una batería, para producir distintos sonidos en la obra La zapatera prodigiosa, se ganó el derecho de ser una de las actrices integrantes del grupo Teatro Estudio.

Tendría entonces unos quince años de edad. Pero ya desde los diez sabía de memoria varios poemas de José Martí, que recitaba en su escuela con la desenvoltura de una consagrada artista.

Indudablemente Corina Mestre nació para ser actriz y correspondiendo a aquella vocación innata emprendió el camino de la actuación. En ese recorrido bebió de la sabia de grandes maestros de las tablas cubanas, como Raquel y Vicente Revuelta, fundadores del teatro contemporáneo en Cuba y también los primeros merecedores del Premio Nacional de Teatro.

“Indudablemente Corina Mestre nació para ser actriz”.

“Me gusta más que me digan que soy actriz y profesora, porque disfruto mucho ambos trabajos. Enseñar es la labor donde, en definitiva, voy dejando una huella”, me confesó Corina Mestre en una entrevista realizada el pasado año.

Su humildad y modestia no le permiten ver que su huella va quedando impresa no solo en esas generaciones de actrices y actores que ha formado en su desempeño como pedagoga y asesora de las cinco Escuelas de Enseñanza Artística que existen en nuestro país.

Su huella está igualmente en casi todos los escenarios de los teatros nacionales, donde dio rostro a personajes inolvidables. De la misma manera en la radio, la televisión y el cine, medios en los que ha brillado su talento distintivo y esa pasión tan suya.

Con sobradas razones en su haber cuentan tantos reconocimientos y premios como años de carrera artística, iniciada hace casi cuatro décadas. Ellos reafirman el valor de su obra creativa y muestran en toda su grandeza la huella de Corina en el panorama teatral de nuestro país.

Momentos después de recibir el Premio Nacional de Teatro, máximo galardón que otorga el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, visiblemente emocionada declaró a la prensa: “Es un premio que no esperaba y me conmueve grandemente”. Más adelante agregó: “significa sobre todo una motivación para seguir creando, para continuar sirviendo a la gente”.

Precisamente esa gente —conformada por cientos de miles—, que le retribuye su total entrega al teatro con bendiciones y saludos sinceros a su paso por cualquier sitio, será portadora para las generaciones futuras de las valiosas enseñanzas y especialmente de la cubanía, que encarnó, desde su primer personaje, esta extraordinaria maestra de la escena en Cuba.

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