Guerra cultural a debate en jornada antimperialista

Thalía Fuentes Puebla
4/11/2019

Desde el pasado 3 de noviembre en el Palacio de Convenciones de La Habana sesionó el Encuentro Antimperialista de Solidaridad, por la Democracia y contra el Neoliberalismo, donde también la cultura fue parte de los debates.

 

En una de las comisiones, “Descolonización y guerra cultural. Comunicación estratégica y lucha social”, se debatió sobre las maneras de actuación de los países de izquierda para enfrentar las diversas estrategias de dominación imperialista. La práctica ha demostrado que la guerra cultural y la mediática se entrelazan y ambas deben ser concebidas como temas prioritarios de los países progresistas que buscan la unidad.

Los mensajes de las intervenciones significaron que Cuba vuelve a ser punto de encuentro para quienes defienden la paz, la solidaridad entre los pueblos, la justicia y la democracia sustentada en un verdadero poder popular. Asimismo, llamaron a enfrentar la cultura enajenante imperialista, racista, oligárquica, colonialista y patriarcal, así como defender los valores genuinos y las raíces autóctonas de los pueblos.

“Las tácticas empleadas por el enemigo son hoy más diversas y eficaces. En este contexto desempeña un papel esencial la guerra cultural y simbólica, donde el espacio en disputa es la subjetividad del ser humano. Esto permite identificar modos de colonización política y cultural que hacen énfasis en demostrar que ‘el capitalismo es el orden natural de las cosas’, e instaurar la idea de que toda experiencia diferente a éste no es concebible y sus intentos están condenados al fracaso”, asegura el informe de la comisión.

Al intervenir en el panel, Abel Prieto, presidente de la Sociedad Cultural José Martí, insistió en que, si queremos que las revoluciones no sean reversibles,“tenemos que dar la batalla cultural y ganar. Es la más difícil, pero es la definitiva”. El intelectual insistió en que hay que desmontar las falsas, luchar por la democratización real de la comunicación, para enfrentar el poder de las trasnacionales. Asimismo, llamó a la izquierda a generar los antídotos ante la globalización y ser más activos en promover los símbolos de resistencia. “Tenemos que ir rasgando esa muralla”, dijo.

“Hay que lograr que los ciudadanos estén conscientes de que están siendo espiados para después ser manipulados. En la guerra cultural todos tienen que tener participación. Es esencial formar un consumidor crítico ante esa avalancha cultural”, aseguró el intelectual cubano.

Foto: Cortesía de la autora
 

Los participantes coincidieron en que esta guerra cultural intenta que el oprimido piense, sueñe y quiera ser como el explotador. “Se le inculca un complejo de culpa por no llegar a ser un triunfador, y con ello, la pérdida de autoestima, de su identidad y del sentido de pertenencia a comunidades, culturas, géneros o naciones”. Reconocieron que la industria cultural y del entretenimiento es un peligroso medio de dominación cuyos “productos” legitiman injusticias y naturalizan exclusiones, glorifican guerras de conquista a la vez que estigmatizan, critican y caricaturizan cualquier alternativa para impedir que se tengan en cuenta como opciones reales.

“Se hace indispensable desmontar la farsa y establecer un nuevo tipo de comunicación veraz y emancipadora, una nueva lógica, una nueva estética y nuevos principios. El acceso al conocimiento, a la cultura propia y universal y la participación en procesos culturales legítimos no mercantilizados colocan al ciudadano en una posición de no subordinación y en capacidad de entender la sociedad en que vive”.

Acerca del plan de acción a tomar, los delegados insistieron en la necesidad de crear, de manera intencionada, textos, comics, programas audiovisuales y material didáctico (memes, GIF, cortos) sobre el desmontaje, la decodificación y el análisis crítico de los productos aparentemente “inocuos” de la industria cultural y del entretenimiento, así como el de los mensajes de los medios hegemónicos. Además de propiciar, también, la filmación de materiales, documentales y de ficción, que permitan la reinterpretación de la historia regional de las luchas anticoloniales y antimperialistas. Todo ello con el apoyo de los gobiernos progresistas de la región.

Los participantes coincidieron en introducir cursos sobre la guerra cultural en las escuelas de superación de cuadros de los partidos y organizaciones políticas de izquierda y que estos sean impartidos por intelectuales.