Conocí a Zaida hace muchísimo tiempo, cerca de cuarenta años atrás. Ella estudiaba en la Universidad de La Habana, en la Escuela de Letras, donde mi madre impartía clases de Historia del Arte. Creo que la primera vez que la vi fue justamente en esa escuela, aunque en realidad, el vínculo por el cual fuimos presentadas no tiene relación ni con sus estudios, ni con esa escuela. Yo pertenecía a la Facultad de Medicina, y quizás fui a ver a mi madre en el momento en que nos conocimos. La verdadera razón de nuestros primeros encuentros es su compañero, Jorge Fornet, a quien conozco de toda la vida, aunque él insiste en decir que cuando él nació, ya yo estaba aquí, remarcando nuestra diferencia de edad. Chiste aparte, mis padres y los padres de Jorge, Silvia y Pocho, fueron íntimos amigos, de modo que lo más natural era que las parejas de los hijos de ambos clanes se conocieran. La recuerdo menuda, sonriente, simpática “a discreción”, una muchachita que rezumaba inteligencia, y no pretendía impresionar a nadie. Estimo mucho a Jorge, por diversas razones además de la hermandad de nuestros padres, así que me alegró que su novia entonces (luego su esposa, y madre de Adrián Fornet) fuera tan encantadora. Poco después, la vi varias veces en la Casa de las Américas, hasta que llegamos a esa familiaridad que otorga la amistad, y que permite visitas en los hogares. Pero la primera vez de todas, fue en la UH, y éramos estudiantes.

En un foro en Casa de las Américas, junto a intelectuales y artistas. Foto: Maité Fernandez Barroso/ La Jiribilla

Si tuviera que escoger una característica de Zaida, una sola, diría: Valentía. No solo la considero la estudiosa más concienzuda del feminismo en Cuba, y una respetadísima ensayista, sino que ha demostrado poseer un coraje digno de reconocimiento. Junto a este valor, o debido a él, para Zaida no existen obstáculos suficientes que la hagan desistir de un proyecto que ella proponga. Cuando se empeña en alguna causa, su sonrisa de muchachita (que conserva, a pesar del tiempo), desaparece, para dar lugar a una fiereza de temer. Hemos estado juntas en varios escenarios, y doy fe de su perseverancia, pero sobre todo, de su valentía. Por si fuera poco, además, es versátil: Lo mismo organiza un espacio de debate, que un homenaje, que un sitio web para denuncias, que analiza complejidades socio económicas de nuestro país. Si pudiera decirlo de forma coloquial, diría que Zaida Capote es un tren echando humo.

“Si tuviera que escoger una característica de Zaida, una sola, diría: Valentía”.

Hemos tenido varios momentos de cercanía. Algunos pertenecen a la intimidad de la familia, y no es menester comentarlos, y hemos trabajado juntas en diversos proyectos, (actualmente, codirigimos, junto a Lourdes de Armas, “Miradas de mujer”), pero sin dudas, hace diez años nos unimos como nunca antes, e integramos un frente de mujeres que, bajo su tutela, armamos el que quizás sea el instante de mayor visibilidad en términos de postura antiviolencia hacia la mujer que haya existido en Cuba después de 1959. Fue en el año 2013, y las mujeres que nos nucleamos en torno a Zaida somos: Luisa Campuzano, Marilyn Bobes, Lirians Gordillo, Helen Hernández, Sandra Álvarez, Danae Diéguez y yo. Ocurrieron sucesos muy desagradables alrededor de una mujer violentada, que compulsaron la vocación batalladora de Zaida. Redactó un manifiesto, con el cual todas estuvimos de acuerdo, y guiadas por la condición de arrojo que caracteriza a Zaida, el 8 de marzo de ese año, aprovechamos el marco de un taller de la VI Bienal de Dramaturgia femenina, “La escritura de las diferencias”, que se llevaba a cabo en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), para leer el documento en público. De inmediato recibimos no solo apoyo, sino, sobre todo, avalanchas de insultos de dentro y de fuera de Cuba, y se decidió, siempre guiadas por la vocación de polemista imbatible de Zaida, crear el 10 de marzo un sitio digital que permitiera desbordar nuestras fronteras, procurar adhesiones, y explicar nuestros propósitos. Así nació Tod@s contra la violencia. El primer mensaje que lanzamos al mundo incluyó la fecha del día de nuestra presentación pública, de manera que puede leerse “8 de marzo. Tod@s contra la violencia” si se busca en Internet. Fueron jornadas muy intensas, donde Zaida demostró su condición de líder. Gracias a su poder de convocatoria, se nos unieron miles de voces que nos apoyaron, también de dentro y de fuera de Cuba, y superamos con creces la cantidad (y la calidad, vale añadir) de quienes nos atacaban groseramente. Entre las calumnias más absurdas de aquellos días, y que demuestra la enorme ignorancia de cuanto estaba ocurriendo, está el hecho de que nos acusaran de responder a “mandatos oficiales”. Nada más lejos de la verdad. De hecho, utilizar un espacio de la Uneac para hacer público nuestro llamamiento, fue tan espontáneo como irreverente. Zaida no consultó absolutamente nada, y si nos presentamos allí, de forma abrupta, fue precisamente por respeto a su coraje, a su indignación, que por supuesto, compartíamos.

“Deslumbra su fabulosa capacidad de ensayista”.

Desde el punto de vista profesional, empiezo por decir que no somos compañeras de trabajo en el sentido rígido del término. Conozco su rigor investigativo (y he ahí lo que más destaco) por textos suyos que he leído, así como su participación crucial en los diccionarios de la Literatura Cubana, y en varios eventos de la Mujer en que hemos coincidido, pero insisto que se trata de trabajos ya realizados, en cuya génesis y desarrollo no he estado vinculada. Sin embargo, cuando armamos la primera y única antología cubana con cuentos contra la violencia hacia la mujer (Sombras nada más, Ediciones UNION, 2015), no existía nadie más preparada para escribir el prólogo que Zaida. Ella fue impulsora de dicho proyecto (también), que inició Marilyn Bobes y concluí yo. Logramos reunir treinta y seis narraciones que abordan dicha temática, y es de destacar la brillantez de la nota de contracubierta (que hizo Helen), y el extraordinario prólogo de Zaida. Más que una introducción, es un verdadero tratado analítico de la violencia contra la mujer. Una vez más, deslumbra su fabulosa capacidad de ensayista. El hecho de que en el año 2021 haya obtenido por segunda vez el premio literario Alejo Carpentier, con su fabuloso ensayo “Tribulaciones de España en América. Tres episodios de historia y ficción”, y que acaba de recibir la Orden Carlos J. Finlay, en este 2023, no hacen más que premiar su infatigable labor. Contar con su ingenio y su tesón en el espacio “Miradas de mujer”, acrecienta la profunda admiración que despierta en mí Zaida Capote. Es un privilegio ser su amiga.