Cada género requiere una voz y un estilo. Pero el bolero requiere además de una atmósfera. Se acepta que es música para enamorar y para enamorados, para la intimidad y el romanticismo, aun cuando muchas de sus letras guarden un mensaje de frustración, desengaño, desamor, rencores. De ahí que el intérprete necesite “expresar” la canción.

José Tejedor. Foto: Tomada de Radio Progreso

La sobriedad interpretativa de José Tejedor, su invidencia, la sencillez que emanaba de su personalidad, el gesto afable, hicieron de este vocalista un representante por excelencia de un género evocador, que apela a los sentidos, capaz de estremecer al oyente y, si se descuida, exprimirle una lágrima.

Tejedor fue un cantor para verlo y escucharlo. Junto a Luis Oviedo integró un dúo, el de Tejedor y Luis, que alcanzó popularidad y cuyo vacío aún se siente en la música popular.

Se trataba de un hombre grande y grueso, de corbata y traje (uno de aquellos de solapa ancha, abotonados, que daban la impresión de asfixiar a quien lo portaba) y espejuelos oscuros. Ciego de nacimiento según unos, otros afirman que no, que fue de resultas de una fiebre sufrida durante la niñez, pero dotado para la música, reveló una vocación y tenacidad que le llevaron a superar cualquier barrera.

“Cada género requiere una voz y un estilo. Pero el bolero requiere además de una atmósfera (…)”.

Nació en La Habana el 7 de agosto de 1922 y con 15 años se presentó en un programa radial cuya trascendencia para el desarrollo artístico espera por el libro que merece: La Corte Suprema del Arte, de CMQ.

Se afirma que allí no alcanzó el éxito esperado, aunque seguramente sí sacó una buena experiencia y templó una vocación irrenunciable. Cantó mucho, en actividades de todo tipo, y solo a finales de 1958, una fecha para la cual contaba 36 años, hizo sus primeras grabaciones en Radio Progreso. Entonces su voz, cantando boleros, se escuchó en infinidad de victrolas o “traganíqueles” diseminados por el país.

Aunque desde antes había cantado con Luis Oviedo, el dúo de Tejedor y Luis se estableció en 1962, acompañados ambos por los instrumentos del Conjunto Musicuba. Esta época señala el mejor momento de Tejedor por la difusión que tienen sus interpretaciones. Se presentaron en espectáculos de cabaret (Alí Bar), bailes públicos, en la radio (por muchos años protagonizó el programa Tejedor en la tarde, de la emisora COCO), en la televisión.

Dúo de José Tejedor y Luis Oviedo. Foto: Tomada de Internet

La presencia de Tejedor en los Festivales Boleros de Oro era siempre requerida. Grabó para las casas disqueras Areíto y Siboney, y se le recuerda por un estilo muy contenido, preciso, sin desgastes aparatosos ni efectismos. Era el suyo un caso como el de Barbarito Diez o Edith Piaf: todo cuanto no fuera la voz resultaba superfluo para él en el escenario. Se le escuchaba con el éxtasis de quien asiste a un oratorio.

El éxito para Tejedor radicaba no solo en su voz, con suma perspicacia él supo escoger un repertorio de boleros que incluía a sus mejores representantes autorales y revelaba su conocimiento de los gustos del oyente, y que luego recreaba de un modo inimitable. Toda la tristeza, la agonía del bolero, su desventura, quedaba atrapada en la interpretación del vocalista.

¿A quién no le parece escucharlo aún mientras canta “Me abandonaste en las tinieblas de la noche / y me dejaste sin ninguna orientación”?

Y como se acepta que lo bueno no pasa, es por eso que José Tejedor no se ha ido, queda en lo mejor de la interpretación del bolero. Su discografía, recogida en las placas de 33 rpm de los tocadiscos de entonces, incluye los siguientes títulos: En las tinieblas, Escándalo, Como nave sin rumbo, Pasión sin freno, Llora corazón, Mi Magdalena… cualquiera de ellos suficiente para revelar sus condiciones melódicas.

“Tejedor fue un cantor para verlo y escucharlo (…)”.

Después de veinte años acompañado por Luis Oviedo, Tejedor integró su propia agrupación musical, que mantuvo hasta 1987. El artista murió el 4 de noviembre de 1991, a los 69 años. Hace pues, tres décadas. Es una pena que hoy permanezca tan olvidado y resulte casi un desconocido para las nuevas generaciones de melómanos. Aprovechemos la fecha para que su voz nuevamente se escuche.

El bolero cubano, ese género tan distinto de su homólogo español, del cual se considera al compositor José Pepe Sánchez su primer cultor y que hoy goza de tanta popularidad en México y otras partes del continente, tuvo en José Tejedor a uno de sus pilares, un cantante que a través de la voz expresó cuanto no veían sus ojos.

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