La magia de pintar sueños

Dayma Crespo Zaporta
18/2/2019

Una de las razones primeras del arte ha de ser asir su realidad, tocarla, desmontarla e intentar transformarla para bien. En esta dinámica, los más pequeños representan un público meta indispensable, en aras de garantizar la calidad moral, ética y sociocultural de las generaciones venideras. Todo arte debiera tener un fin educativo, y en el caso remoto de este aspecto no ser evidente, sería necesario crear las estructuras, soportes, plataformas o proyectos propicios para traducir su esencia, ya que apreciar el arte demanda sensibilidad y esta solo se fomenta mediante la praxis vital.

De ahí la pertinencia de proyectos como la Embajada Rebirth / Tercer Paraíso Cuba en nuestro contexto, el cual, bajo la tutela teórica del artista povera italiano Michelangelo Pistoletto, trabaja en función del desarrollo sostenible, mediante los 17 objetivos de las Naciones Unidas y con el arte y la creatividad como banderas y guías. En la tarde del pasado viernes 15 de febrero, tuvo lugar en la sede de la galería Arte Continua en La Habana (sita en Rayo entre Zanja y Dragones, Centro Habana) un encuentro más de los talleres CreArte. Se trata de una de las actividades sistemáticas de este proyecto, con miras a la educación de la comunidad del Barrio Chino, su principal radio de incidencia comunitaria.

Los niños son los protagonistas en este proyecto. Fotos: Cortesía del autor
 

Esta vez los actores sociales fueron 22 niños de cuarto grado de la Escuela Primaria Vitalio Acuña, quienes descubrieron, junto a las coordinadoras de Tercer Paraíso Cuba la magia de pintar sueños en el arte. Mediante una presentación interactiva, los infantes aprendieron a escindir el mundo del subconsciente del mundo real; analizaron la grandeza de movimientos como el surrealismo, con su afamado automatismo psíquico; y conocieron la obra de exponentes como Salvador Dalí, Joan Miró, René Magritte, entre otros.

Asimismo, recibieron un recorrido guiado por la galería, en pos de familiarizarse con la obra del artista belga Hans Op De Beeck, uno de los integrantes de la nómina de Galleria Continua, quien, no fortuitamente, trabaja de forma lírica con el universo onírico del silencio, la meditación y lo introspectivo. Es un artista interdisciplinar que navega por diferentes medios de expresión, desde la pintura, la fotografía, el videoarte, la escenografía, la música, hasta la dirección de teatro y ópera. Se trata de un arte muy sensorial, que incita a la experiencia estética y puede prescindir de las palabras. Personajes que parecen haberse petrificado en pos de atrapar instantes, como congelar un momento de conexión con nuestro mundo interior. En el otrora teatro Águila de Oro, este recrea un parque interior, con un estanque lleno de nenúfares, y niños de tamaño real, quienes parecen sumidos en sus sueños. Todo es gris en sus esculturas, y sus fotografías se concentran en el monocromatismo como un recurso expresivo valioso. Sin embargo, el árbol alemán, que solo florece durante los más crudos inviernos, viene a darle un toque de esperanza a tanto silencio y soledad.

Finalmente, los niños dibujaron sus sueños, dando rienda suelta a la imaginación, liberándose de convenciones sociales y del deber ser de cada cosa. Crearon mundos paralelos regidos por la invención, en un espacio de construcción colectiva, donde cada uno podía crear su propio mundo interior. Ahí radica la verdadera utilidad del arte, en ser capaz de educar y generar creación. Un niño que desmonta desde su experiencia una obra de arte, y luego es capaz de dibujar su universo individual, es un niño que ha ejercido un rol activo frente a la actividad programada, y que gracias a ello, desarrolla su aprendizaje e intelecto. La formación de un bagaje cultural y una sensibilidad para consumir el arte desde las edades tempranas es indispensable, pues determina la capacidad de aprehensión creativa de su realidad. La razón de ser del arte siempre debiera ser su relación con la vida, ya que este no es un lujo, sino una necesidad vital de alimentación del espíritu.

Todo arte debiera tener un fin educativo, y en el caso remoto de este aspecto no ser evidente,
sería necesario crear las estructuras, soportes, plataformas o proyectos propicios para traducir su esencia,
ya que apreciar el arte demanda sensibilidad y esta solo se fomenta mediante la praxis vital.