A partir del venidero martes 12 de julio —y hasta el 31 de agosto— en la habanera Galería 23 y 12, del Vedado capitalino, podrá disfrutarse de una muestra titulada Marcelo Pogolotti: los ciclos de la historia, dedicada a ese pintor (y también ensayista, novelista y crítico de arte) a propósito del aniversario 120 de su natalicio. Considerado “miembro de la primera generación o primera vanguardia de pintores cubanos”, Marcelo Pogolotti (La Habana, 1902-1988) nos enseña que no hay arte sin historia. En su caso particular —asegura el curador de la muestra y especialista de reconocido prestigio del Museo Nacional de Bellas Artes, Roberto Cobas—, “la agudeza de su pensamiento, que supo trasladar a su obra plástica, nos permite desplegar la exposición tomando en cuenta el contexto histórico en que fue realizada”.

“Sin duda, Marcelo Pogolotti ha trascendido su tiempo histórico para proyectarse hasta la más cercana contemporaneidad”, expresó Roberto Cobas.

Enfatiza Cobas que Marcelo Pogolotti: los ciclos de la historia “intenta mostrar la secuencia de los acontecimientos históricos expresados en la obra del artista y su relación entre sí”. Además, la expo se plantea la siguiente interrogante: ¿Pueden los dibujos y la pintura de Pogolotti constituir un augurio en la presente contemporaneidad? A lo cual responde Cobas: “Sin duda”. Esas y otras preguntas las compartimos con nuestros lectores a través de una entrevista exclusiva que el curador concedió a La Jiribilla.

“Su arte no ha envejecido, se muestra vital y en sintonía con la época actual”. Obra: Evasión (1937), de Marcelo Pogolotti.

¿Qué importancia tiene Marcelo Pogolotti para el arte cubano?

Su importancia es trascendental. Pogolotti es un artista que se enmarca en la primera generación de la vanguardia cubana —su obra se circunscribe al período de los años 30. Un creador cuyo legado aún se mantiene, es decir, su arte no ha envejecido, se muestra vital y en sintonía con la época actual. Nos parece que apreciar a Pogolotti es la posibilidad de involucrarse con nuevos descubrimientos sobre nuestra realidad y la realidad del mundo.

Si tuviera que definir la estética que Pogolotti asumió en el arte cubano (pues en muchos sentidos significó una ruptura), ¿cómo lo haría?, ¿cuáles son los rasgos esenciales que según su criterio caracterizan la obra de Pogolotti?

Pogolotti realizó su mejor obra en Francia e Italia. Él está en sintonía con los pintores futuristas italianos, que lo asumen como un artista propio. También exhibe sus obras junto a otros futuristas en París. Posteriormente se deslinda de ellos y comienza a hacer su tránsito hacia la pintura social en el propio París, donde alcanza una relevancia connotada. Su pintura transcurre de la abstracción y el surrealismo hacia una propuesta de temática social, que es su obra más importante, en la que refleja la época que le tocó vivir; un momento convulso entre dos guerras mundiales que constituyen para él un verdadero dilema.

“Pogolotti escarba en el verdadero rol del intelectual en medio del contexto extremo que vive”. Obra: El intelectual o Joven intelectual (1937), de Marcelo Pogolotti.

Pogolotti confronta la dinámica de una época muy difícil debido al ascenso del gran capital, de las luchas obreras, de manifestaciones, de procesos migratorios en Europa, así como el papel fundamental del intelectual ante estas circunstancias. Pogolotti escarba en el verdadero rol del intelectual en medio del contexto extremo que vive.

Mencionaba los temas de Pogolotti: guerras, emigración, el papel del intelectual… Esos son temas de hoy.

La exposición la titulamos Marcelo Pogolotti: los ciclos de la historia debido a una teoría que avala que la historia se repite, que es cíclica, que se renueva cada determinado número de años. Actualmente, por todo lo que está viviendo el mundo y lo que está ocurriendo en Cuba, es como si la pintura de Pogolotti se hubiese concebido hoy. La obra El intelectual o Joven intelectual, de 1937 (óleo sobre tela, de 89 x 116 cm), será el centro de la muestra.

¿Cuántas obras están incluidas?, ¿todas pertenecen a los fondos del Museo Nacional de Bellas Artes?

Son 18 obras pertenecientes al Museo. Hay un grupo de dibujos de la serie Nuestro tiempo, realizada entre 1930 y 1931, y hay una selección de óleos concebidos en los años 30. Uno de los más importantes e interesantes —ícono de la pintura cubana— es Paisaje cubano, una obra de 1933. Ese cuadro constituye una muestra del talento que poseía Pogolotti para percibir, desde Europa, la situación dramática que existía en Cuba, o sea, las amenazas del imperialismo yanqui y del gran capital sobre la Isla; el proceso de la explotación de la caña de azúcar, y cómo los militares custodiaban esa situación.

“Ese cuadro constituye una muestra del talento que poseía Pogolotti para percibir, desde Europa, la situación dramática que existía en Cuba”. Obra: Paisaje cubano (1933), de Marcelo Pogolotti.

Es un paisaje social. Incluso Pogolotti expresó textualmente que a él no le interesaba pintar un paisaje bucólico a la usanza de La gitana tropical de Víctor Manuel, ni una Cuba desenfrenada en ritmos afrocubanos como la representaba Eduardo Abela: a él le interesaba realizar un paisaje de verdadero carácter social.

¿Cuáles son los rasgos de la paleta de color que empleaba Pogolotti?

Su paleta de color era recia, sobria, distante, porque él pretendía que la emoción llegara al espectador a través de la temática, de lo que se estaba planteando. Pogolotti está muy lejos de lo que se conoció posteriormente —años 40— como “los alegres colores de la escuela de La Habana”.

Para él no existen esos colores que definió Alfred Barr, Jr., director del MoMA, relacionados con la organización de la exposición Los pintores cubanos modernos, exhibida en 1944 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. A esa muestra Pogolotti no fue invitado, porque no se enmarcaba dentro de los paradigmas que Alfred Barr, Jr. —curador de esa exposición— dio a conocer como la Escuela de La Habana.

La paleta de Pogolotti era austera e intentaba crear un distanciamiento al estilo de Bertolt Brecht, donde el alejamiento y el extrañamiento del espectador son fundamentales y lo esencial era transmitir el mensaje del artista.

Pogolotti es un pintor que se conoce por su marcada figuración. Usted decía que había transitado por otras etapas, ¿para qué le sirvió la figuración a Pogolotti?

Él realiza entre los años 1930 y 1931 un ciclo de 47 dibujos de carácter realista que llamó Nuestro tiempo. Justamente esta serie es la que le permite preparar lo que será su pintura social, que viene a continuación y que es marcadamente figurativa.  

“Se dedica a señalar las inequidades y la explotación a que era sometida la clase obrera a través de la máquina”. Obra: Antaño y hogaño (1931), de Marcelo Pogolotti.

Esta pintura figurativa es la que atrapa la dinámica de la época que le tocó vivir; fue un período complejo, y él se dedica a señalar las inequidades y la explotación a que era sometida la clase obrera a través de la máquina. Sus severas reflexiones con respecto a la pintura que él realiza coinciden en época con la película Tiempos modernos, de Charles Chaplin, quien, desde el humor, critica al sistema capitalista en que la máquina explota y cosifica al hombre.     

Pogolotti es consciente de que le queda poco tiempo antes de perder completamente la visión, lo cual lamentablemente ocurre muy temprano, con apenas 36 años de edad. Se propone, antes de que llegue ese terrible momento, hacer una pintura que trascienda y tenga un alcance universal. Y para él ello era posible a través de una pintura profundamente social. Esa es la pintura que alcanza relevancia y que llega a nuestros días con mayor fuerza.

En su momento, ¿fue entendido Pogolotti?, ¿su pintura fue comprendida y sopesada en su justo valor?

En Europa fue muy bien valorada y recibió críticas muy favorables e importantes, porque reflejaba lo que ocurría en el Viejo Continente. Los escritores, críticos y periodistas europeos ven con muy buenos ojos la pintura de Pogolotti.

Cuando él regresó a Cuba hizo dos exposiciones en el Lyceum —que era la galería más importante de nuestro país en los años de la República—; allí realizó una primera exposición de su pintura en 1940 y luego otra exclusivamente de dibujos, sobre todo de la serie Nuestro tiempo,en1944, que había concebido en Europa. Esa obra fue aceptada por algunos críticos como Guy Pérez Cisneros, quien la recibe con entusiasmo. Pero otro crítico importante de la época, José Gómez Sícre, nunca entendió el mensaje de Pogolotti y lo dejó al margen de varios proyectos artísticos.

“Los escritores, críticos y periodistas europeos ven con muy buenos ojos la pintura de Pogolotti”.

En otras palabras, Pogolotti no solo fue excluido por los colores empleados, sino, y fundamentalmente, por su temática, pero él tenía la certeza de que su obra sí alcanzaría una relevancia con el trascurso del tiempo. Y así ha sido. Sin duda, Marcelo Pogolotti ha trascendido su tiempo histórico para proyectarse hasta la más cercana contemporaneidad.

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