“Soy una persona que desde niña aprendió a amar a su país y al Apóstol de su independencia, nuestro José Martí. Esas enseñanzas me llegaron de mi padre que fue un destacado militante comunista. De él, y también de madre, heredé su educación, el respeto hacia los demás. Igualmente puedo decir que me gusta y disfruto muchísimo tener compañeros y amigos. Soy muy sociable y, al propio tiempo, tengo un profundo sentido de lo que es la amistad, que para mí  significa entrega. Soy una persona que admira y comparte las ideas de la Revolución. No soy la más revolucionaria, pero seguro, seguro, no milito entre los menos. Y confieso que aspiro a estar algún día entre quienes más la admiran. Yo siento que esta Revolución es mía. Tengo un privilegio que nadie podrá quitarme y es haber conocido a Fidel y compartir con él ideas y criterios, aciertos y desaciertos, cuando era uno más de nosotros en las reuniones del Consejo Nacional de la Uneac. Soy, asimismo, una persona que me entrego por entero al trabajo. Me gusta trabajar y compartir lo que hago, principalmente con los jóvenes. Así he sido y seguiré siendo siempre”.

Con estas palabras, dichas con una humildad y sencillez que sobrecogen, se define a sí misma la artista de la plástica Lesbia Vent Dumois.

Merecedora del Premio Nacional de Artes Plásticas en 2019, su talento artístico vuelve a ser noticia por estos días con la exposición Memoria, inaugurada el pasado 30 de septiembre en el Museo Nacional de Bellas Artes. La muestra, que resume cerca de setenta años del buen hacer de esta prestigiosa creadora y maestra, recorre desde sus primeros grabados hasta su más reciente serie dedicada a las mujeres que más admira.

“Esta exposición —explica— responde al Premio Nacional de Artes Plásticas, pues cada artista ganador de ese galardón tiene la obligación de preparar una exposición como él la conciba: de su obra completa, retrospectiva, antológica o con obras nuevas. Yo decidí crear una muestra antológica de mi obra, porque eso me permitía mostrar diferentes facetas de mi práctica artística”.

La también ganadora del Premio Nacional de Curaduría en el año 2000 rememora que comenzó siendo grabadora desde que era estudiante, “y después paralelamente pintaba junto con el aprendizaje del grabado. Me interesó siempre el dibujo y sus distintas facetas”.

En Memoria, Vent Dumois propone un acercamiento a su mundo íntimo y profesional, en el que destacan acontecimientos de relevancia nacional como “algunos grabados que hice de actos patrióticos en los que he participado. Entre ellos los actos por el 26 de Julio celebrados en la Sierra Maestra.

“Estudié litografía en Praga, pero nunca la había practicado sola. Había mezclado dos técnicas: el grabado en madera con el grabado en piedra, es decir, empleando la litografía. Y a partir de ese conocimiento comencé a hacer mucha pintura, que se une desde el punto de vista formal con la temática que trabajé en el grabado, pero con una carga irónica, no burlesca, que uso en esa serie que aparece en la muestra llamada “Los viejitos”. Represento la posición que adoptaban las personas de épocas anteriores al retratarse y que yo le puse Mira el pajarito, que en ese entonces era lo que te decía el fotógrafo”.

“…siempre hay un momento para la creación, solo hay que proponérselo”.

Este diario visual y poético que es Memoria comienza en el propio vestíbulo de Bellas Artes, donde aparece “lo que yo considero mi carta de presentación: un retrato de mi madre que fuera realizado por mi hermana, también grabadora. Seguidamente los retratos de mi sobrina y de mi nieta y un grabado de Carmelo González quien, como se conoce, fue mi profesor y compañero en la vida. Y sobre una mesa, a través de fotos y documentos, la historia de mi vida, instituciones en las que he trabajado, otras exposiciones, la labor docente que he desarrollado”.

Representados también están personajes populares devenidos íconos de la música cubana, como Joseíto Fernández. “En Memoria hay una serie destinada al dibujo, muchos dibujos, algunos realizados con pastel, otros con tinta, collage, dibujos que bordo sobre telas y elementos que fui tomando de la manufactura familiar”.

En otro momento de la exposición se redescubre su estatura como creadora con la serie dedicada “a las mujeres que para mí fueron importantes, que han dejado una huella indeleble en su paso por la vida. Estas mujeres, al expresarse verbalmente, han tenido como una unidad de discurso. Tal es el caso de la cubanísima Rita Montaner, que proyectó hacia los temas políticos algunas letras de sus canciones, como esa en la que dice mejor que me calle, que no diga nada. Precisamente es Rita, porque me pareció el personaje más enraizado en el país, la que encabeza esta serie”.

Mujeres importantes en la historia y el arte, recreadas por Lesbia. Foto: Ernesto Cuní/ web de la Uneac.

También están representadas, magistralmente, la pintora mexicana Frida Khalo, la inolvidable cantautora chilena Violeta Parra, Virginia Wolf, la bailarina Isadora Duncan y Tina Modotti, entre otras féminas en las que no falta Lucía Jerez, un personaje de ficción y protagonista de Amistad funesta, la única novela que escribiera nuestro Héroe Nacional. “Cada una de ellas tiene debajo una referencia en la que aparecen sus nombres y cómo las llamó el pueblo, el público al que entregaron su arte, o sus incansables luchas. Esas referencias le permiten al público conocer quiénes eran realmente.

“Martí, por supuesto, está presente en casi todas las obras que conforman esta exposición. Hay un Martí en el grabado de la Sierra, en un almohadón con el texto dirigido a María Mantilla, en un dibujo dedicado igualmente al Apóstol que se llama ‘Páginas Salvadas’”.

Y es justamente ese grabado de José Martí, cuyos primeros trazos fueron realizados por Vent Dumois durante su participación en el primer 26 de Julio conmemorado en la Sierra Maestra, la pieza más significativa de la muestra. “Por esta obra siento un cariño muy especial, porque ese acontecimiento histórico fue ciertamente muy importante para el país, pero también para mí. Participar en aquella celebración fue un honor inmenso. Ese Martí, como otros representados en la muestra, es una reafirmación de lo que creo, de lo que viví, de en lo que confío y seguiré confiando”.

Esa es, en su conjunto, la muestra titulada Memoria, “hasta llegar a las cajas, que nombré ‘Sabores’ y que tienen dentro pequeñas esculturas blandas. La primera pieza representa a la fresa, que aunque no es común en Cuba, es como un símbolo de frescura, y como título fui poniendo lo que la fruta me sugería. La guanábana, por ejemplo, que es una fruta que se paladea, es para mí la soberana, la piña es fragancia, y así otras muchas representadas en diez piezas.

“Es muy cierto que en toda mi obra artística no es recurrente el tratamiento a las frutas, no obstante las abordé de manera excepcional para traer de vuelta un autorretrato que me hice hace mucho tiempo, en el que me represento rodeada de frutas. Y cierra la exposición una gran instalación, un gran mural con frutas corpóreas grandes, acompañadas con textos de reconocidos escritores y poetas cubanos como Virgilio Piñera y Nicolás Guillén”.

“Lesbia es protagonista de una de las trayectorias artísticas más extensas y prolíferas…”.

Memoria fue abierta al público en horas de la tarde del pasado 30 de septiembre. Las palabras inaugurales estuvieron a cargo del presidente de Casa de las Américas, Abel Prieto Jiménez, “a quien —subraya Lesbia— agradezco profundamente sus palabras de elogio para con mi persona y mi extensa obra. Confieso que nunca pensé merecer tanta generosidad y cariño de su parte”.

El trabajo curatorial correspondió a la licenciada Teresa Toranzo. A juicio de esta experimentada especialista del Museo Nacional de Bellas Artes, “Lesbia es protagonista de una de las trayectorias artísticas más extensas y prolíferas. Por eso trabajar con ella, además de un privilegio, fue un ejercicio de aprendizaje y retroalimentación”.

Desde 2008 Lesbia Vent Dumois preside la Sección de Artes Plásticas de la Uneac. En ese sentido asegura que “este es mi tercer y último mandato. No debo repetir y, por otro lado, hay que darle paso a los jóvenes”.

¿Cómo logra llevar con éxito su quehacer artístico y las obligaciones institucionales?

“No es fácil en absoluto. A este trabajo en la Uneac le dedico mucho tiempo, pero he aprendido a compartirlo. Trabajo mucho por las noches, incluso, los sábados y domingos. Puede resultar paradójico, sin embargo, estos meses de pandemia, aun cuando la Uneac ha continuado su incesante labor, nos han obligado a permanecer en casa una parte de nuestro tiempo, y ello me permitió, en alguna medida, dedicarme más a la creación artística. Al margen de esta situación, soy de los que consideran que siempre hay un momento para la creación, solo hay que proponérselo”.

Incansable y tenaz, Lesbia Vent Dumois, referente indiscutible de las artes visuales en Cuba, se apresta a participar, con una representación de la Virgen de Regla, en la exposición Las once mil vírgenes, como parte de un proyecto comunitario en Guanabacoa, liderado por el escultor Tomás Núñez González. Mientras, en el Museo Nacional de Bellas Artes, y hasta el mes de noviembre, permanecerán sus hermosos recuerdos que, expresados en unas cuarenta obras, dan fe de la grandeza de su talento y su Memoria.

1