Por estos días suele ser difícil sacar conclusiones y hacer análisis profundos en torno a la percepción de una realidad que nos llega a través de matrices de opinión que circulan sobre todo en redes sociales digitales, pero que en realidad se crean y perfilan en los autodenominados medios independientes y en otros de gran alcance, controlados por las trasnacionales hegemónicas de la comunicación.  A ninguna conclusión debe arribarse sin antes conocer a qué intereses responden los medios y plataformas que pretenden imponer tales relatos; quiénes y por qué vías subvencionan los salarios de sus editores y colaboradores; quiénes financian su hospedaje en la red de redes y cubren los costos asociados, por ejemplo, al mantenimiento, la sostenibilidad y el posicionamiento de los mismos.

“Este complejo entramado de subjetividades, como tantas veces se ha explicado, encuentra en la cultura un ámbito de sumo interés”.

Está claro que tal estrategia no funciona únicamente con diseño y economía, sino que la red requiere no solo tener de qué hablar, sino tener quién construya las narrativas correspondientes. Por lo que, en paralelo a la creación sostenida de medios y la construcción y el posicionamiento de noticias por esta vía, se requiere de la articulación de proyectos, asociaciones y líderes dispuestos a atacar y descontextualizar todo lo que se decida e implemente desde Cuba, como parte del funcionamiento de nuestro proyecto social.

Este complejo entramado de subjetividades, como tantas veces se ha explicado, encuentra en la cultura un ámbito de sumo interés, bien sea por la vocación humanista y el sentido crítico de artistas y escritores, o sencillamente por tratarse de un campo donde prima la sensibilidad y desde el cual se ejerce indiscutible influencia en la percepción de la realidad de los diferentes sectores de público, capacidad que ahora se extiende al espacio virtual y amplifica un efecto que antes se lograba sobre todo a través de la radio y la televisión.

Obviamente, este último aspecto tiende a ser aprovechado por quienes, con tal de atacarnos, se presentan como supuestos mesías en posesión de soluciones a problemas que, por una razón u otra, no hemos logrado resolver, dejando ver, por un lado, su desconocimiento profundo del problema que pretenden solucionar, y por el otro, su desesperado interés en llamar la atención a toda costa. Para esto último se valen, invariablemente, de la dramatización excesiva del problema en cuestión, sin olvidar escoger para sí mismos (no faltaba más) el rol de víctimas.

Graduado primero de la Escuela Nacional de Teatro y luego de la Universidad de las Artes (ISA), Yunior García Aguilera se ha caracterizado por ser un creador joven que propone una visión compleja y cuestionadora de nuestra realidad. Sus estudios, sin embargo, no lo formaron como director teatral, sino como actor y dramaturgo, lo cual no impidió que, por su liderazgo creativo, se le apoyara en fundar, desde su provincia natal, la agrupación Trébol Teatro, con la cual ha participado en los principales festivales de teatro de Cuba y visitado algunos escenarios internacionales. Para todo ello ha contado con el apoyo estatal para la subvención de su salario y el de todos sus actores, actrices y personal de apoyo, y para la producción de varios espectáculos y su programación sistemática en diferentes eventos y espacios teatrales habituales de diferentes provincias. Asimismo, dispuso durante varios años de presupuesto y logística para la realización del Evento de Teatro Joven, que cada año se desarrolla en Holguín, con el auspicio de la Asociación Hermanos Saíz y las instituciones culturales y de gobierno locales.

“Trébol Teatro llegó a contar con sede propia para ensayos y presentaciones en la ciudad de Holguín”. Imagen: Tomada del perfil de Facebook de Trébol Teatro

Mal que le pese, Yunior no puede hablar de censura para con su obra, ni puede demostrar que a uno solo de sus guiones y libretos representados durante todos estos años se le ha cambiado una coma. Yunior no ha tenido que reclamar mediante imposiciones su salario o ningún otro rubro necesario para su proceso de creación, porque la institución ha estado siempre allí para apoyarlo. En un contexto en el que varias compañías de renombre y trayectoria no tienen una sede o radican en espacios que no reúnen todas las condiciones, Trébol Teatro llegó a contar con sede propia para ensayos y presentaciones en la ciudad de Holguín.

Como parte de sus inquietudes creativas y nuevos proyectos, solicitó hace unos años trasladar su grupo a la capital, gestión que implica la aprobación institucional, porque los grupos pertenecen a estructuras provinciales y esos cambios generan contradicciones y requieren ajustes de los presupuestos, algo que no se puede trasladar de un territorio a otro. Aun así, se le facilitó el traslado a La Habana de todo su grupo, sin traumas, sin espera, y se le ofreció el apoyo requerido para espacios de ensayo y programación en el circuito teatral capitalino.

Hasta la llegada a Cuba de la COVID-19, Yunior tuvo acceso a todas las becas, proyectos, concursos y premios que se convocaron, en los cuales se ha presentado y, en algunos casos, ha resultado ganador. Hay que considerar además que estos espacios no se limitan a seleccionar a los ganadores, sino que otorgan cifras de presupuesto estatal (no siempre modestas), a favor de las propuestas premiadas. Podría calcularse desde que se graduó y hasta el día de hoy a cuánto asciende este apoyo en el caso particular de Yunior, gracias al cual ha podido desarrollarse. Nadie duda de que sea fruto de su talento y formación, pero es más que obvio reconocer que sin el apoyo financiero del Estado, no le hubiera sido posible hacerlo.

A esto se suma que sus textos dramáticos son llevados a escena por otros directores. Para los poco entendidos en estas cuestiones, cada vez que una agrupación estrena una obra de un autor cubano, el presupuesto estatal le retribuye por concepto de derecho de autor, tal como lo establece la ley vigente, con independencia de lo que la nueva puesta en escena recaude en taquilla, lo que en nuestro caso se traduce en otra fuente de ingresos para el aludido. Son cifras que solo habría que calcular, sumar registros diversos que andan por diferentes archivos.

“Él no es ya el dramaturgo aquel, ahora es el actor de alguien que sí le edita sus guiones y le dirige su puesta en escena”.

Recientemente, en una publicación de Facebook (espacio que ha encontrado para promover sus nuevas “obras”) surgió el dato de cuánto han estado ganando Yunior y su grupo durante estos meses de pandemia. La cifra alcanza los 694 853.75 pesos, solo en salario. El gobierno cubano, en medio del esfuerzo que ha implicado sostener la vida de este país en los últimos 19 meses, no escatimó en mantener los salarios de sus músicos y artistas escénicos profesionales, en franco contraste con lo hecho por otras economías mucho más poderosas que la nuestra. Y ahí están las cifras y los testimonios de gratitud de otros muchos beneficiarios para atestiguarlo.

Habría que preguntarse qué ha hecho Yunior en este tiempo por la creación teatral. Cuántas de sus publicaciones nos muestran los eventos internacionales y nacionales en los que ha participado con sus obras, conferencias, talleres, lecturas dramatizadas, series, cortos. Sería bueno que compartiera alguna evidencia de sus presentaciones en los vacunatorios de la capital, cuando todos los artistas se lanzaron a lo largo y ancho de Cuba para mostrar su arte en actividades de pequeño formato. Quizás podamos verlo vinculado a su barrio o a otra comunidad como San Isidro, por ejemplo, que tanto le preocupó, o nos sorprenda junto a los jóvenes que se han sumado al llamado de la dirección del país en bien de la transformación social.

Son muchos los ejemplos de agrupaciones y artistas que sostienen semanalmente, desde las redes sociales, un espacio de programación, o que se han insertado con propuestas novedosas en las televisoras y emisoras radiales municipales, provinciales y nacionales. Pero los proyectos artísticos de Yunior ahora son de otro carácter. Él no es ya el dramaturgo aquel, ahora es el actor de alguien que sí le edita sus guiones y le dirige su puesta en escena. Está definitivamente inmerso en el work in progress de su nueva vida de operador político. Su performance de hoy se limita a representar conflictos, hechos de simplificaciones y aburridísimas colecciones de lugares comunes, ajenos a toda la complejidad de antaño y orientados a inducir desenlaces obvios en espectadores ingenuos.

“Quizás el público sabe que Yunior no tiene nada que decir cuando de Revolución se trata”. Foto: Captura del canal de YouTube del Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt

Hace unos días fue promovida desde el Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt una serie llamada #esTratos, que invitó a Yunior García a ofrecer una conferencia sobre historia de la dramaturgia cubana en la Revolución. Tres semanas después, el canal de YouTube desde donde se presentó la conferencia solo muestra un Me Gusta y 23 visualizaciones. ¡Vaya impacto el de este sitio e influencia la de aquella intervención virtual! Quizás el público sabe que Yunior no tiene nada que decir cuando de Revolución se trata. Para muestra, un botón.

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