En Gabriela Mistral se decanta y resume toda la tradición, historia y grandeza de la poesía hispanoamericana en voz de mujer.

Juana de Asbaje o Sor Juana Inés de la Cruz, nacida en México, es la primera de estas grandes voces cuyo eco aún resuena. Una cubana, Gertrudis Gómez de Avellaneda, llegó a ser escritora tan ilustre que la propia España quiso considerarla como suya; injusticia tremenda, pues si bien Tula vivió en la Península, nunca dio margen a dudas respecto a su cubanía.

“En Gabriela Mistral se decanta y resume toda la tradición, historia y grandeza de la poesía hispanoamericana en voz de mujer”

La tierra uruguaya vio nacer, con breve intervalo, a dos poetisas que iluminan el siglo XX: Delmira Agustini y Juana de Ibarbourou. La vecina Argentina lanzó al mundo el verbo apasionadamente sincero de Alfonsina Storni. Y Chile, desde el sur remoto, dio a Gabriela Mistral.

La Gabriela, autora de Los sonetos de la muerte, arribó a La Habana cuando tenía 33 años y ya el seudónimo literario de Gabriela Mistral se había impuesto definitivamente al nombre verdadero de Lucila Godoy Alcayaga, la chilena nacida en 1889 en el Valle de Elqui.

Desembarcó del vapor Orcoma en la mañana del 12 de julio de 1922, en escala de cuatro días con destino hacia México. Las publicaciones culturales cubanas le dieron la bienvenida y obsequiaron a la poetisa con un té literario en el hotel Inglaterra. Aquel día —sábado 15, en vísperas de su partida— se leyeron poemas y Gabriela expresó su complacencia:

En Martí me había sido anticipada Cuba, como en el viento marino se anticipan los aromas de la tierra todavía lejana. Pero yo no sabía hasta qué punto José Martí expresó a su Isla, con su ardor y sus suavidades inefables.

Y más adelante confesó:

Conocía de Cuba los hombres ilustres y las publicaciones que, como Cuba Contemporánea, van buscando fraternas a través del continente el corazón de los poetas; no conocía a la mujer cubana de hoy, a la descendiente de aquella vigorosa y espléndida Gertrudis Gómez de Avellaneda, y esa revelación de la mujer cubana moderna será como el paisaje tropical, mi panorama maravilloso de la Isla.

Gabriela Mistral durante su visita a La Habana en 1922.
Imagen: Cortesía del autor

La ya citada Cuba Contemporánea, pero también Social, El Fígaro y la prensa diaria, abundan en noticias acerca de cuanto hace en Cuba quien es ya una celebridad. La personalidad de Gabriela, su decir elegante, la aureola que la acompañaba y su excelente disposición para la conversación abierta entusiasmaron a la sociedad habanera, en particular al sector femenino, que la escuchó con gran interés.

De ella se escribe en la prensa:

Los pocos días que Gabriela Mistral pasó entre nosotros fueron, para los círculos intelectuales habaneros, de constante movimiento. La personalidad insigne de la poetisa despertó el más caluroso de los entusiasmos y desde el momento de su arribo hasta que se embarcó hacia México, fue espléndidamente agasajada pornuestra sociedad, que siempre ha visto en ella a uno de los más radiosos faros del pensamiento de América y un orgullo de su sexo. 

En otras varias ocasiones Gabriela Mistral visitó Cuba, y mucho escribió sobre nuestro Héroe Nacional. Más de uno de tales textos figuran entre las mejores apreciaciones hechas sobre la obra literaria del Apóstol, en particular dos de ellos: La lengua de Martí y Los versos sencillos de Martí. La aldeana chilena —así se autodefinió con soberana modestia— no se cansó de leer la obra de Martí, valorarla y expresar su admiración por ella. Fue Gabriela una de las personalidades extranjeras invitadas para la celebración oficial del centenario del natalicio de Martí en 1953.

A un siglo de aquella visita primera, la recordación del acontecimiento cobra aún mayor relieve por tratarse Gabriela Mistral del primer autor latinoamericano en ganar un Premio Nobel de Literatura, en 1945, y por si fuera poco, ¡recaer el lauro en una mujer!

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