Vivimos en permanente Estado de Excepción

Magda Resik
28/2/2018

He leído mucho sobre nuestro invitado y sobre los distintos temas en los que se ha proyectado a nivel global, y es un hombre imprescindible para hablar de todo lo que representa la izquierda en el mundo contemporáneo. Se trata de Javier Couso.

 

Para adentrarnos un poco en el hombre que es hoy Couso, creo que es importante conocer de estas inquietudes. Existe un tema muy familiar que siempre ha inducido todas las luchas que a diario realizas, pero me gustaría hablar de tu infancia, de ese momento tan especial donde se conforma la naturaleza de un ser humano y se forjan sus ambiciones, pero también sus pasiones y su compromiso con el mundo, o no. Sé que Javier tuvo una infancia muy singular en ese sentido, háblame de ese entorno.

Es curioso porque en España a veces no lo contamos, de dónde venimos o cómo nos forjamos. Dicen los especialistas que hasta los siete años se forja la esencia del ser humano, aunque luego, afortunadamente, no determina y podemos ir completándolo. Crecí en una familia muy particular, en el sentido de que es una familia de extracción militar, o sea, soy bisnieto, nieto, hijo, sobrino de militares, militares en un contexto complicado por toda la historia que atraviesa España a partir del golpe militar fascista contra la República. Una República, además, que nos situaba en la vanguardia cultural de los años 30 justo cuando estaba surgiendo, o implantándose, el nazismo y el fascismo, y que nos sumió en una larga noche de más de 40 años.

Curiosamente, provengo de una familia militar, pero que no era fascista. Es cierto que mi padre entró en el Ejército franquista, pero él tenía una singularidad de izquierda. Mi padre era marino de la armada española y estaba muy vinculado a mi tierra natal, que es Galicia. Vivimos en muchos sitios porque los marinos y los militares con sus familias van de un lado para otro, pero el epicentro era Ferrol, una ciudad muy importante, que durante un tiempo fue de las más pobladas de Galicia porque tenía astilleros civiles y militares, tenía acuartelamientos de todo tipo, y era una de las sedes más importantes de la Armada. Con esos dos vínculos fue con los que crecí: Galicia por un lado y un ambiente de familia militar por el otro.

Galicia es un espacio muy cercano a Cuba por muy diversas razones, es un contexto español que nos es muy afín, pero ¿cómo nos describirías a Galicia para el hombre que eres hoy? ¿Qué representa? ¿Qué valores de ella van contigo?

Para mí Galicia es mi refugio, a pesar de que a los 13 años mi padre fue destinado al Cuartel General de la Armada en París, también pensando un poco en la posibilidad de que sus hijos pudieran estudiar en la Universidad, fuera la que fuera, la Complutense, etc., cuyos núcleos importantes estaban en Madrid. Tengo esa doble vertiente de amar a Madrid porque en ella también me abrí un poco al mundo. Conocí una ciudad tan abierta como Madrid en el momento en el que llegué, en los años 80, con una efervescencia cultural post dictadura muy importante.

En Ferrol, y ese lugar de Galicia hay que definirlo muy bien porque era una sociedad polarizada, había un amplio movimiento obrero muy activo y por otro lado, una parte de sociedad militar muy cerrada y heredera de su Ejército del franquismo. Aun así, Galicia representa para mí parte de mi esencia, de ese idioma compartido —uno de los cuatro idiomas oficiales que tenemos en nuestro país, que es el gallego—, la cultura gallega, una sociedad que por desgracia estuvo dominada por mucho tiempo por el caciquismo, lo que llamamos allí, una sociedad rural, poco avanzada, muy conservadora, que se ha empezado a romper ahora, sobre todo, por la efervescencia de las grandes corrientes progresistas. Pero fuera de la política, es un pueblo muy afable, que comparte, que trasmite el culto al placer culinario, al placer cultural.

Galicia, por otra parte, tiene una historia muy difícil, que es la historia de la emigración. En España hay grandes lugares de emigración porque eran sitios muy pobres. Tuvimos el problema de los minifundios, la gente no tenía capacidad y lo que hacía era emigrar, primero a Argentina, pero también a Cuba. Tuve un bisabuelo que estuvo por acá, por Cuba, y nos unen muchas vivencias históricas y culturales. De hecho, se dieron esos antagonismos de la amistad y el respeto. Recuerdo que el Comandante Fidel llegó a tener una relación interesante con Fraga, que no tenían nada que ver en lo político, pero supieron encontrar zonas de encuentro para abordar problemáticas relacionadas con Galicia y Cuba.

Ahí está el origen de la familia Castro, en la propia Galicia, en Láncara. Cuba es un espacio que va en tu corazón, en tu memoria. Has sabido defendernos en entornos muy disímiles. ¿Por qué Cuba? Además de esa relación con Galicia, ¿qué ves en Cuba?, ¿qué te atrapa de Cuba que te hace defendernos como un cubano más?

Había una frase que Hugo Chávez repetía: “amor con amor se paga”. Toda esa historia cultural o de cercanía histórica entre nuestros dos países, existe un conocimiento de Cuba. Vengo de los movimientos sociales, entre ellos el internacionalismo, también vinculado al sindicalismo de base, a los centros sociales-populares, a la música rebelde dentro de esa España que se estaba conformando y sabía de Cuba y de la solidaridad con Cuba; pero ocurre un suceso que determina mi vida, la vida de mi familia, que es el asesinato de mi hermano José, que era periodista.

Una de las primeras invitaciones que tuvo mi familia fue de la Unión de Periodistas de Cuba y sobre todo del Club de Periodistas de Guerra, en el 2004. Vinimos aquí con mi madre, mi hermana Bárbara, vinimos a contar todas las luchas que estábamos llevando contra la impunidad y sobre todo para que a los periodistas no se les asesine en las guerras. Es diferente tener un accidente laboral si eres periodista, pudiera ser que te caiga un mortero, o morir a consecuencia de un fuego cruzado, pero ser definido como objetivo militar para impedir tu labor es inaceptable. Con la invitación a La Habana nos dimos cuenta de ese apoyo que nos brindó el pueblo cubano, la sociedad cubana, el gobierno cubano para expresar nuestra lucha. Surgió una amistad y una vivencia que perdura hasta el día de hoy.

Soy de formación audiovisual, primero en la Escuela de Radio y Televisión Española, como se llamaba en aquella época. Me gradué de Técnico de Sonido Cinematográfico, luego trabajé con mi hermano, una manera muy autodidacta de aprender de un maestro; él era Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Luego tuve la oportunidad, gracias a Moltó, quien era en ese momento el Director del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, de desarrollar en La Habana un Diplomado de Periodismo Audiovisual. Ese fue un programa piloto. Moltó me decía que yo hacía periodismo de manera casi inadvertida porque “vas a Iraq, cuentas lo que está pasando, luego te vas a Siria y otros muchos lugares”. Era un poco una formación teórica, fuera de lo técnico, que ya lo tenía. También conocí a una periodista cubana, me casé con ella, la relación fue transitando hasta ya casi familiar.

Hablaste de tu hermano y sé que has avanzado mucho en la demanda familiar que han presentado por su asesinato y el de otros periodistas en Iraq.

En este momento, los grandes medios de comunicación, de las trasnacionales, lo que provocan es la fast news. A pesar de acusar a otros medios de comunicación como Russia Today, TeleSUR o HispanTV o los medios cubanos, ¿no? Ellos hacen fast news, es decir, la inmediatez, la noticia que caduca, que no tiene contextualización, que está dentro de ese entretenimiento, que no nos permite comprender la complejidad del mundo.

En el 2003 Bush hijo emprende una invasión contra Iraq basado en la fast news, o sea, todo aquello de las armas de destrucción masiva inexistentes. Mi hermano era un reportero gráfico que en aquel momento trabajaba para Tele 5 y es designado para ir a cubrir esa guerra. Cuando los carros de combate o cuando las fuerzas acorazadas estadounidenses toman Bagdad, después de una campaña de bombardeos aéreos, pero la están tomando por tierra; la Tercera Infantería Acorazada del Ejército de Estados Unidos ataca en el espacio de muy pocas horas las tres señales en directo que estaban mostrando al mundo lo que allí estaba sucediendo: la cámara de Al Jazeera, se asesinó a Tarek Ayub, un productor; posteriormente la televisión de Abu Dhabi, con la ametralladora de un carro de combate; y más tarde el disparo de un proyectil de alto explosivo de 120 milímetros contra la cámara de Reuters. Mi hermano estaba abajo. Con ese disparo fue asesinado un cámara ucraniano, Taras Protsyuk, y a mi hermano se le secciona la pierna porque utilizaron un proyectil que tiene un temporizador y lo que lanza es la metralla, le arrancó la pierna. A pesar de la buena voluntad de los médicos y el personal sanitario iraquí que dedicó horas a tratar de salvarlo, murió. Nosotros fuimos a agradecer ese esfuerzo que habían hecho en medio de una ciudad en bombardeo, dar toda esa capacidad profesional para intentar salvarle la vida, pero no se pudo.

Lo que quiero trasmitir es lo que intentó el Ejército de Estados Unidos, que va y nos da lecciones a todo el mundo sobre libertad de información, pero terminó con la libertad de información en el espacio de tres horas, no hubo más trasmisión en directo, amedrentó a los periodistas.

Iraq ha sido la mayor catástrofe de periodistas asesinados, más de 400, y sobre todo, se corrigieron los errores que ellos habían cometido en Vietnam y en otros lugares. A pesar de que fueron intentando corregirlos, por ejemplo, durante la guerra de Las Malvinas, solo permitiendo un pull de periodistas autorizados por los Ministerios de Defensa. Ellos entendieron que si pierden el control de la información, si llega a la gente lo que es una verdadera guerra bien contada, la mayoría de las poblaciones son pacifistas, no quieren guerras. Lo que hicimos en ese momento fue articular una lucha. Fue muy complicado porque tuvimos que dejar el trabajo, fue estar contra un gobierno que no te reconocía como era el de Aznar, que llegó a caracterizarnos como antipatriotas, cuando él era el antipatriota, el que iba a hacer de perrito faldero de Bush y hasta hablaba con acento texano, algo que me es vergonzoso. Todavía sigue por ahí el señor Aznar haciendo de caballerito, como le llamaba Fidel.

Hicimos una organización de amigos, hermanos y compañeros de José Couso en dos dimensiones: por un lado, trasladar la defensa de ese periodismo de verdad, frente al control de la información a base de asesinatos; y por otro dar también una batalla dentro de los órganos judiciales de nuestro país, porque entendemos que la tutela judicial efectiva de los órganos jurisdiccionales y judiciales, debería funcionar en España.

Iniciamos una larga campaña con múltiples obstáculos, porque todos estaban contra nosotros, todos. Primero el Partido Popular, de Aznar; luego el llamado Partido Socialista, que cada vez tiene menos de socialista, que conspiró directamente, como supimos a través de los cables de WikiLeaks, con el gobierno y la embajada de Estados Unidos para cerrar el caso de un ciudadano español, es decir, de su ciudadano español, que podría haber defendido. Conseguimos que el juez Santiago Pedraz, magistrado de la Audiencia Nacional, iniciara un proceso por crimen de guerra. Conseguimos hitos importantísimos como la primera orden de búsqueda y captura internacional contra militares estadounidenses por crimen de guerra después de la Segunda Guerra Mundial. Lo que se hizo fue intentar que los órganos superiores que tienen contacto con el poder político de la judicatura archivaran el caso. Lo archivaron dos veces, dos veces lo conseguimos reabrir y lo único que pudo hacer al final el gobierno de Mariano Rajoy, que era vicepresidente del señor Aznar, fue modificar la jurisdicción española para derogar la competencia que podía investigar el crimen de mi hermano.

Actualmente hemos puesto un recurso ante el Tribunal Constitucional que ha sido admitido, sobre todo porque no hemos podido contar con la tutela judicial antes mencionada y porque no queremos una condena de antemano; sino que apostamos porque un país que en teoría se considera aliado (porque España pertenece a ese monstruo que es la OTAN), no debería poner obstáculos para que un tribunal investigue, porque además existen convenios bilaterales entre Estados Unidos y España suscritos en materia de justicia y auxilio judicial.

Estamos esperando, la batalla no ha muerto. A pesar de ser una familia pequeña, con el apoyo de unos amigos, unos compañeros, todavía sigue esa batalla que no solo es de mi hermano y los otros dos compañeros que fueron asesinados, creo que es una batalla para el periodismo libre en las guerras y para toda la humanidad, sobre todo para la verdad.

¿Quién era tu hermano? ¿Cómo nos lo describirías?

Era una persona curiosa, en el sentido de que era un tipo muy divertido y muy popular entre los periodistas. Además, no sé cómo es el periodismo en Cuba, pero en España es muy competitivo. A veces no existe esa capacidad de ayuda. Intenta sacar la noticia y hay muchos codos. Él generaba lo contrario. Cuando lo matan, la primera acción la hacen sus compañeros periodistas, inédita en la historia de la democracia: los periodistas plantaron al presidente del gobierno, o sea, decidieron no atender sus declaraciones, pusieron una foto de mi hermano, le dieron la espalda, solo liberaron a uno para que tomara la instantánea; y luego se concentraron más de 500 periodistas, por iniciativa propia, delante de la embajada de Estados Unidos.

Eso lo que quiere trasmitir es el cariño que tenía dentro de esa profesión. Era un padre de familia. Tenía dos hijos, murió con 37 años, muy joven, con dos niños muy pequeños; quería mucho a su familia, quería mucho a su profesión. Aunque él decía que no era un corresponsal de guerra, que un periodista no podía ser corresponsal de guerra, tenía que ser corresponsal de la vida. Daba igual cubrir un partido de fútbol, cubrir una noticia de sociedad y también la guerra, que por desgracia está asociada al género humano y al capitalismo. Era una persona equilibrada, muy afable y muy simpática.

 

En tu camino de crecimiento como líder político has llegado al Parlamento Europeo, eres eurodiputado por Izquierda Unida y dentro de tus posturas parlamentarias hay temas muy especiales en los que te has involucrado y has sabido defender. Me gustaría que me hablaras de tus constantes batallas en ese entorno y después volveremos a Cuba.

Me ha tocado una batalla complicada en el Parlamento Europeo. Esa instancia es muy grande, 750 diputados más un presidente, en este momento Antonio Tajani, de la derecha italiana cercana al expresidente del Consejo de Ministro de Italia, Silvio Berlusconi, dominado por lo que se llama la gran coalición, es decir, tanto el grupo de la derecha, el grupo mayoritario que es el grupo popular, Partido Popular, como el grupo socialista con la ayuda de conservadores y liberales, más o menos, ejercen una gran presión, sobre todo defendiendo lo que he calificado como una Unión Europea de permanente Estado de Excepción, en el sentido de que cada vez están más presentes diferentes leyes de excepción que te quitan derechos, directamente. Me refiero a todos los aspectos de nuestra vida, lo excepcional, por ejemplo, en materia de derechos sociales que cada día se van derogando más, en materia de protección judicial porque también se van imponiendo leyes de excepción y sobre todo una excepción económica.

Es una Unión Europea basada en tratados que pone por encima, prácticamente, un Banco Central Europeo que es independiente, es decir, solo atiende a los grandes poderes, a nadie elegido democráticamente, una Unión Europea que está dividida en un centro alemán y una periferia que es el sur y esas periferias del este, es decir, un núcleo que es industrial, la balanza de pago activa, que además exporta productos de alto valor añadido y unas periferias que están desindustrializadas, con una gran deuda externa. Ese centro alemán, además, es acreedor. Nosotros debemos prácticamente el ciento por ciento del Producto Interno Bruto. Es una Europa muy desigual y eso hay que entenderlo.

A pesar de todo eso, es una Europa que en España ha calado mucho, para nosotros era una idea de la modernidad, de salir de esa dictadura e integrarse a los países de Europa. Al final, lo que nos ha dado es una situación que cada día va siendo más desigual, tendiente a la precariedad. Perder todas esas luchas que habían hecho nuestros abuelos, nuestros padres para tener condiciones laborales mejores, cada día es un retroceso.

En ese ambiente es en el que me muevo. De 750 diputados, 52 pertenecemos a la izquierda europea, una izquierda que no es homogénea, es una izquierda confederal, con diferentes posturas, y hay una evidente diferencia entre las izquierdas del sur y las del norte porque no es lo mismo alguien que le preocupa una deuda externa que nos puede suponer, solo en intereses, por ejemplo, 38 mil 600 millones de euros en solo un año. Imagínate las escuelas, hospitales, los puestos de trabajo que se podían generar. Además, tiene que refinanciar una deuda externa que puede estar en torno a los 2 mil millones de euros frente a países del norte de Europa que no tienen esos problemas. Es una situación muy compleja.

Cuando llegué me tocó dedicarme a temas internacionales y de defensa. Soy vicepresidente de la Comisión de Asuntos Exteriores, una de las más importantes a pesar de que no legisla mucho, también en la subcomisión de Seguridad y Defensa. Los temas internacionales más importantes desde que llegué eran el ataque sistemático a Rusia, que se ha mantenido en el tiempo, el ataque a Cuba, el ataque a Irán y el ataque a Venezuela, esos podríamos decir que son los grandes aspectos en materia internacional, además de la defensa de la OTAN, una defensa europea. En ese escenario me tocó dar la batalla.

Afortunadamente, ahora con Cuba estamos en un período en el cual se desmontó por fin la Posición Común, que es algo que lideró el gobierno de Aznar para aislar diplomática, económica y comercialmente a Cuba, que se fue superando porque realmente se fueron restableciendo las relaciones de manera bilateral. De 28 países que tenía la Unión Europea —ahora 27 después del Brexit—, 22 tenían relaciones normalizadas con Cuba. La determinación de un país pequeño como Cuba, a 90 millas de los Estados Unidos, hizo también a la Unión Europea, no como conjunto, pero sí a sus países, respetar. Al día de hoy se ha roto esa Posición Común para abrirse a un diálogo con Cuba. En el plenario me insultaban, no pueden imaginar cómo es allí de beligerante esa derecha, te insulta, ni siquiera te deja hablar. Nos dan un minuto, nosotros hacemos parlamentarismo de tweet, o sea, 147 caracteres, porque ahí todo va por una ley proporcional en la que ellos pueden hablar 3 minutos y tú puedes hablar solo un minuto.

Imagínate hablar de una guerra, hablar de la situación de Cuba en un minuto, es muy difícil porque además te cortan inmediatamente. Les decía que no se han dado cuenta de que no han conseguido doblegar a Cuba y que ahora mismo tienen un diálogo con varios aspectos en igualdad de condiciones. Para hablar de derechos humanos en Cuba, sí, pero también deberíamos evlauar ese tema en la Unión Europea, por ejemplo. Qué podemos decir de los refugiados que están en Turquía en campos de concentración, o qué podemos decir de las guerras que nosotros generamos, o de los desahucios a la gente que se le deja en la calle. Debemos aspirar a establecer un diálogo bilateral. Es importante poner esa voz aunque seamos muy poquitos. Nos han tocado esos temas y vamos a seguir defendiéndolos.

Qué curiosa la defensa de Cuba, qué curiosa también la resistencia de Irán. La semana pasada presidí la Comisión de Asuntos Exteriores, una reunión mixta con una delegación parlamentaria de Irán y otra del Parlamento Europeo, y yo les decía a mis colegas europeos, ya están hablando con los iraníes, ahora nos toca la próxima semana Venezuela y ahí estará mi voz, porque mi voz es importante para defender a los pueblos que están resistiendo esta globalización neoliberal que nos está llevando a ese terreno de precariedad, pero sobre todo a una guerra permanente, como decía el Papa Francisco, hacia una Tercera Guerra Mundial.

Háblame de Donald Trump, su política y su relación con la Unión Europea. Y dime cómo entra Cuba en ese triángulo.

Donald Trump está rompiendo muchos de los paradigmas que antes entendíamos como políticamente correctos, aunque realmente está haciendo prácticamente lo mismo. Se presentó como un adalid contra la globalización para recuperar esas partes industriales de lo que se llama la white class, gente blanca que ha quedado desamparada con el desmantelamiento de los grandes centros industriales de los Estados Unidos. Se muestra como un adalid contra los grandes poderes y luego se ha descubierto que hace exactamente lo mismo.

Las reformas fiscales que ha hecho para las grandes empresas, al final están trabajando exactamente igual, pero con un estilo diferente, es un estilo además muy agresivo. No se ha olvidado de Cuba, la normalización con la Unión Europea que espero la mantenga con Cuba, no está en sus palabras. Hemos escuchado el discurso de Estado de la Unión y ha vuelto a señalar a Cuba, intentando dar unos pasos para atrás en aquellas relaciones normalizadas o que se intentaban normalizar, porque nunca se normalizaron; no se levantaron las leyes del bloqueo, no se ha devuelto Guantánamo, etc.; pero iban en camino de normalizarse, probablemente. Allí cargó también con la amenaza militar contra Venezuela y también contra Rusia y sobre todo contra China.

Estuve hace dos meses en una visita oficial de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Unión Europea en Washington. Estuve en todos lados, en el Pentágono, en el Departamento de Estado y era curioso —no puedo dar los nombres porque me comprometí con ellos—, pero decían que es verdad que gobierna por tuits. Hablando con funcionarios de Exteriores te decían: vemos lo que dice en sus tuits y luego improvisamos la política exterior. En ese sentido me da mucho miedo esa volatilidad del personaje. Aunque creo que cada día es menos volátil y cada día está trabajando más con una parte de los sectores que lo controlan. Creo que es un estilo diferente, un estilo muy peligroso, en el sentido de que esa explosión, esas amenazas pueden concluir en una conflagración. Incluso nosotros como Europa, que en la práctica funcionamos como portaaviones de contención frente a Rusia, estamos teniendo problemas cada día, problemas similares a los sufridos durante la guerra fría, pero un poco más calientes, sobre todo en lo que respecta a las patrullas bálticas aéreas o en el mar, incidentes militares frecuentes que podrían llegar a más. Es la misma política de Estados Unidos, hecha de otra manera.

En apariencia, Javier Couso es un político pragmático y muy conocedor del mundo contemporáneo, pero sé que tienes pasión por lo que denominas “un mundo otro”. ¿En qué consiste ese ideal?

Sin hacer grandes alardes utópicos de lo que nos gustaría, me gustaría algo que definieron muy bien esos dos pensadores que ya no están con nosotros y tanto se les echa de menos: Fidel y Chávez, sobre todo la consecución de un mundo multicéntrico, multipolar y sobre todo la preeminencia, por encima de todo, del derecho internacional entre naciones soberanas.

Hay determinados elementos del derecho internacional que hay que defender y que cada día están más denostados. Uno es la Carta de las Naciones Unidas, que además surge en un contexto de la lucha contra el colonialismo y que tiene muchas improntas de esos pueblos que lucharon. Tiene algo muy importante, que es el derecho a la no injerencia y a la resolución de los conflictos de manera pacífica. Es un ideal que cada día se está bombardeando más, sobre todo a través de esos parches que quieren meter, como es el llamado derecho a proteger, responsabilidad de proteger, que es un ataque a esa Carta de Naciones Unidas.

Mi mundo ideal, que nunca sería ideal, pero sería un reparto del poder mundial entre naciones soberanas, sobre todo con una integración regional para acabar con esas grandes dificultades. Qué tenemos en frente, pues a las grandes multinacionales que lo que quieren es un gobierno mundial, quitar la soberanía de los pueblos para decidir sobre sus recursos naturales y ese gran poder militar para corregir por medio de golpes militares directos, por medio de guerras de cuarta generación, es decir, operación de cambio de régimen como hemos visto en las revoluciones de color en el este, lo vimos contra Allende, se van modernizando. Mi ideal, sobre todo, es tener un mundo un poco más justo por lo menos en el reparto de las riquezas interiores.

Mientras buscamos un mundo y luchamos todos los días por un mundo ideal cada uno en nuestro mundo, en nuestro oficio, en Cuba hay una Feria del Libro y no lo piensas dos veces para participar en ella. ¿Qué poderes tendría la lectura y el libro para conjurar los males que has venido denunciando?

La lectura es lo mejor que tiene el ser humano porque es lo que ayuda a forjar ideas y pensamientos. Forjar ideas es complicado. Es cierto que el arte de la lectura se tiene que aprender desde niño, se tiene que inducir porque es un ejercicio, como todos los ejercicios intelectuales, de nivel, requiere un esfuerzo. Pero ese esfuerzo es como sembrar una tierra rica, que germinará a posteriori. No es como una moda, no es como un pensamiento, porque una idea se forja en base a todo lo que va regando, y los libros son como regar el alma.

Fui al principio muy mal estudiante, me puse a trabajar muy pronto, con 16, 17 años, de mensajero, repartidor, no hubiera podido entender el mundo si no hubiera leído, siempre leí, me lo inculcaron mi padre y mi madre. Mi padre era un lector voraz y gracias a eso se han salvado mi mente y mi corazón. No solo el enfrentarte a la vida difícil, que nos toca a todos; también enfrentarse al asesinato de un hermano visto en directo. Si no hubiese tenido todas esas herramientas morales de la cultura bien entendida, pues no hubiera sobrevivido.

Los libros me han dado esa capacidad de entender ese mundo tan difícil de entender, me han dado la capacidad de tener anhelos para el mundo que me rodea y por eso quiero estar aquí. Para mí es como el paraíso una Feria del Libro en cualquier lugar del mundo, pero la de La Habana creo que es un ejemplo, no solo para Latinoamérica, sino para el mundo.

Aunque parezca herético quiero decir que no son solo los libros, sino también las otras disciplinas de la cultura, yo que también he estado vinculado al mundo del audiovisual, todo parte siempre de un guión y el guión tiene que estar escrito y por lo tanto, los libros son la mejor herramienta que tenemos los seres humanos para enfrentarnos a todo.