In Memoriam: Juan Arrondo, un adiós sin olvido
De no haber sido conocido por tantos compatriotas, se pudiera pensar que Juan Arrondo es un personaje de ficción cuya vida transcurrió con una guitarra bajo el brazo, entonando canciones que de su inspiración surgían como de inagotable venero, las cuales después entregaba a los intérpretes.
Juan Arrondo es un compositor guanabacoense que curiosamente nació en Regla, el municipio vecino, en cuya calle Ambrón vio la luz el 14 de mayo de 1914. A los tres años la familia se mudó hacia la calle Martí de Guanabacoa, y entre el ir y venir de uno al otro pueblo transcurrió la existencia del futuro trovador. A partir de 1929 aparece ya vinculado a diversas agrupaciones soneras (sextetos y septetos) y más o menos de por entonces data su primera composición conocida, “Estela”, dedicada a la hermana de un amigo. Después escribió “Mi soberbia”, “Palomita” y “El son de Marianao”, poco difundidas. Son los tiempos en que canta en dúos, tríos y hasta solo.
Es en la década del 40 cuando se acerca a la composición profesionalmente e inicia su establecimiento dentro del cancionero popular. Compone los números “Camino de perdición” y “Otro año nuevo”, grabados por el conjunto de Senén Suárez; “Mendigo”, tango estrenado por el argentino Leo Marini; “De qué te sirve saber” y “Yo sigo gozando”, grabados por Abelardo Barroso; “Qué te pasa conmigo” y “Para mejor ocasión”, boleros popularizados por Panchito Riset; “Mi juramento”, grabado por el Conjunto de Roberto Faz; “Es muy posible”, estrenado por Marta Justiniani; “Es por amarte”, bolero grabado por Ramón Veloz; “Ya no puedo creerlo” (también reconocido como “Rumores falsos”), difundido en la voz de Celestre Mendoza y en España, por Antonio Machín; “Rebeldía”, estrenado por Elena Burke; “Extraña ausencia”, bolero llevado al acetato por la Orquesta Riverside. Aun cuando la relación es incompleta, ilustra acerca de la fuerza que las composiciones de Juan Arrondo alcanzan en el pentagrama musical.
“Es en la década del 40 cuando se acerca a la composición profesionalmente e inicia su establecimiento dentro del cancionero popular.”.
A mediados del decenio del 40 del pasado siglo integra el Conjunto Romántico, del cual es uno de los cantantes. Las emisoras COCO y Radio Progreso son testigos de su quehacer de aquellos años. Uno de sus boleros de mayor difusión, “Más daño me hizo tu amor”, se graba por vez primera en 1951 y es éxito internacional desde España en la voz del cubano Antonio Machín. De esta década son “Contéstame”, bolero mambo grabado por Bienvenido Granda; “Llégame hasta el alma”, también bolero, grabado por Moraima Secada; “Hilo negro”, conocido en la voz de Vicentico Valdés; “Diccionario de amor”, bolero con ritmo de guaguancó, creación en el estilo de Celeste Mendoza; “Como la quiero”, llevado al microsurco por Pacho Alonso y su conjunto; “Firme decisión” y “Quién, pero quién”, grabados por el dúo Clara y Mario; “Fiebre de ti”, popularizado en México por Benny Moré; “Los pescadores de Varadero”, chachachá creado junto a Pío Leyva, éxito internacional de la Orquesta Aragón…

Mientras tanto, el trovador con alma de bohemio siempre enamorado recorre los bares dejando, a manera de recuerdo, su presencia amena, buen carácter y desprendimiento en cada esquina de La Habana. Se incorpora además a la peña de La Bodeguita del Medio, sobre cuyas mesas de superficie rugosa, en el primer papel que se le ofrece, le brota más de una canción. Lo acompaña entonces un trovador muy joven, Luis Arango.
El 8 de enero de 1959 se estrena su bolero “Como lo soñó Martí”, dedicado a las madres de los combatientes del Ejército Rebelde. Las grabaciones de este número, en discos de la firma Panart, sobrepasan las cien mil copias y ocupa el primer lugar en la cartelera musical.
Unos cuantos años atrás, en conversación con este redactor, el bolerista Mario Rodríguez contaba esta anécdota:
Clara y yo éramos los intérpretes que más le grabábamos. Recuerdo que Arrondo se aparecía en mi casa con un papelito donde traía la letra y nos la cantaba, aún sin tener la música copiada. Ya él sabía lo que nos gustaba. Después se hizo hábito en él traernos sus nuevas composiciones, antes que a nadie, aunque no fueran para nosotros. Una de las canciones suyas que más éxito nos reportó fue “Y es verdad”, que estuvo en el hit parade de México durante mucho tiempo.
La inspiración de Arrondo es inagotable. “Desde aceras opuestas” y “No me trates más” son grabadas por Clara y Mario; “Qué demencia” la estrena Elena Burke; “Mi tierra cubana y pequeña” se escucha por el Conjunto de Roberto Faz; “Te prefiero callada” la interpreta Lino Borges…

Juan Arrondo poseyó una personalidad atractiva. En él se conjugaron el artista, el padre de familia y el bohemio impenitente. En esa curiosa amalgama prevaleció la sensibilidad del carácter.
Dechado de bonhomía y carisma —podía tomársele por un Quijote siempre acompañado de algún escudero—, fue además un activo defensor de los derechos autorales de los compositores. Pudo haberse limitado a componer, pero prefirió ser promotor y maestro de jóvenes artistas. Pudo haber viajado y sin embargo decidió caminar por las calles de su villa y recorrer las carreteras de su patria. Vivió rodeado de modestia, porque no necesitó de riquezas materiales: aunque sí fue rico, de otra manera, porque tuvo muchos amigos y sembró recuerdos en cuantos lo conocieron y admiraron.
“Juan Arrondo poseyó una personalidad atractiva. En él se conjugaron el artista, el padre de familia y el bohemio impenitente. En esa curiosa amalgama prevaleció la sensibilidad del carácter”.
En el orden profesional, Arrondo consiguió lo que muy pocos autores: unas noventa de sus canciones han sido llevadas al acetato, el total de sus grabaciones ronda las doscientas, buena parte de ellas realizadas en México, Estados Unidos, España, Brasil y Francia. A diferencia de otros compositores, sus canciones continúan interpretándose, son resistentes al paso del tiempo y a las corrientes de moda, privilegio que no tienen todos los creadores musicales.
El viernes 17 de agosto de 1979, tarde calurosa, por cierto, cientos de compatriotas lo acompañaron. El artista había muerto el día anterior y familiares, amigos y admiradores avanzan estrechamente desde el antiguo hospital hasta el cementerio municipal de Guanabacoa. Por la amplificación se escucha la voz del eterno trovador acompañado por la guitarra de Melanio Benítez, con quien formara dúo durante los últimos años. Se trataba del último adiós, pero no del olvido. El compositor, el mito viviente, comenzaba a convertirse en leyenda.

