Apenas abrimos el Cuaderno de apuntes número 1 nos sorprenden líneas como esta: “El pensamiento obra sin la voluntad de pensar. A veces quiero pensar y no pienso y a veces pienso sin querer, y entonces de las cosas no quedan sino las imágenes”. [1] Razonamiento o reflexión que prueba, como curioso primer botón de muestra, la naturaleza poética del intelecto de Martí, pese a inclinaciones filosóficas y metafísicas, y que describe el carácter intuitivo e irracional del pensamiento en la poesía. [2] Él nos las coloca allí, en los inicios, como fundamento de su indeclinable temperamento lírico. “Su conocimiento y expresión de la realidad se ven siempre mediatizados por el sentimiento subjetivo, que es en él la potencia predominante”. [3] Dicha idea marca el comienzo de sus juicios sobre la poesía y conformará el inicio de una verdadera poética explícita […] en estos apuntes personales que se completaría posteriormente, tanto a través de críticas, prólogos o con su propia obra lírica”. [4]

El predominio de la imagen en seres como él viene necesariamente acompañado de la emoción, cualidad primera de la poesía, que él describe en los apuntes con un término curioso y un tanto personal: “Sentimentalidad: palabra mía: que en la observación de la naturaleza he creído necesaria y he usado, con esta propia fuerza de invención y sentido propio que su individual inteligencia da ─en todas sus operaciones racionales─ al individuo”. [5]

“El predominio de la imagen en seres como él viene necesariamente acompañado de la emoción, cualidad primera de la poesía”.

El sentimiento subjetivo es en él condición predominante al conocer y expresar la realidad que le circunda. En tal sentido, y con esas potencialidades, no tardará en reconocerse como un todo. Luego de expresar “YO: esto es: Una personalidad briosa e impotente, libérrima y esclava, nobilísima y miserable, —divina y humanísima, delicada y grosera, noche y luz. Esto es cada alma. Esto es cada hombre. Entremos en esto”, concluye: “Para un libro yo”. [6] Corroboramos, más allá de los impulsos metafísicos de su temperamento lírico, la intuición que lleva a cabo Martí del individuo como mundo, como universo, que luego se erigirá en uno de los temas capitales de su poesía. [7] Así quedan diseminadas en los sitios menos pensados de estas anotaciones que nos muestran al escritor sin su obra: “forma suprema de lo sagrado: la señal y el vacío” [8] y casi desde el comienzo, su grandeza de espíritu, el anhelo de absolutos romántico que atraviesa buena parte de su lírica, la vocación de apostolado y de sacrificio, y el precepto artístico de la sinceridad:

¿A qué grandes ocasiones dedicarse? ¿Dónde inspirarlas? ¿A quién sino a sí, volver los ojos? ¿Dónde la lucha grandiosa, no envilecida o ridiculizada por el interés? ¿Dónde el espectáculo maravilloso? ¿Ni como, como en obra de fragua, doblar el libro de leyes, o el de cuentas, para abrir, a modo de autómata, el libro de la naturaleza? Preferible es no ser, ─a no ser sincero─. [9]

Dicho afán de absoluto puede venir acompañado de la conciencia de lo pasajero o factual del saber humano, del cuestionamiento de la trascendencia: “Tanto esfuerzo ─para dejar a lo sumo, como memoria de nuestra vida, una frase confusa, o un juicio erróneo, o pa. q. los q. los q. fueron montes de dolor parezcan granillos de arena, en los libros de un historiador!”. [10] Como vemos, esta variedad de ideas, de cualidades líricas inexcusables y otras más propias de nuestro escritor, que aparecen a ratos en los Cuadernos de apuntes, aquí están comprimidas, amalgamadas. Dichas notas, conservadas en libretas con precaria organización, construyen “un diálogo de Martí consigo mismo; su sinceridad queda fuera de dudas. Aun cuando su forma sea inacabada, un cuaderno íntimo es más creíble que una alocución que debe satisfacer a un público”. [11]

“Apreciamos cómo nuestro escritor, al tiempo que va forjando su personalidad poética, va mostrando los fundamentos de su ética”.

En este viaje por sus cuatro primeros cuadernos aparecen realzadas otras cualidades en el escritor, como la inclinación por la laboriosidad constante, que Martí, como otros grandes artistas, erige en precepto ético. Enuncia en el Cuaderno de apuntes número 4: “entregados al trabajo no hay manera de que la pena nos venza. El trabajo, y el bienestar espiritual que produce, son la más dulce venganza de los que nos hacen sufrir. Pero hay veces en que el sufrimiento es tan acerbo que quita toda la capacidad para el trabajo: “cette affreuse maladie d’amour! dijo Musset. ¡Espantosa enfermedad!” [12]. Juicio estrechamente vinculado a las ideas que sobre este asunto expresó Charles Baudelaire: “Para curarse de todo, de la miseria, de la enfermedad y la melancolía, no hace falta más que el gusto por el trabajo “Hay que trabajar, si no por gusto al menos por desesperación, ya que está comprobado que trabajar es menos fastidioso que divertirse”. [13]

Apreciamos cómo nuestro escritor, al tiempo que va forjando su personalidad poética, va mostrando los fundamentos de su ética. [14] Ya en el primer acápite de este ensayo habíamos insistido en la preponderancia de lo ético dentro de casi todas sus cualidades como escritor; incluso es capaz de sacarlo a colación al tratar cualquier tema, por lo específico o abstracto que parezca. [15] En tal sentido, en unos apuntes sobre el hecho de la pena de muerte y los argumentos favorables del periodista, crítico y novelista francés Jean-Baptiste Alphonse Karr (1808–1890), Martí ya se muestra preocupado por las complejas relaciones entre ética y justicia [16]. En el análisis de la personalidad de José Espronceda [17] nos demuestra que está seguro de que los malos y los buenos ejemplos siempre provocan lecciones de carácter moral. Y procede, desde estos primeros cuadernos, al acopio de máximas ajenas y propias que curiosamente van conformando su bagaje ético. Va bebiendo la ética en la fuente nutricia de los clásicos [18]: “Obrar bien es lo que importa”. Calderón. “Entre esta cita del gran escritor español y de una confesión, como otras muchas en los cuadernos que marcan el camino de su vida: ‘Mi corazón no tiene fuerzas más que para la virtud’, se conforma una especie de mosaico de trasfondo moral, engalanado con unos versos apostólicos del Dante que siente suyos, que le fascinan y se los apropia, [19] y la siguiente divisa de la casa de Borgoña: ‘Haz lo que debas: suceda lo que quiera’”. [20]

“Para quien ha estudiado la génesis de la poesía del escritor, es muy curioso verificar la presencia de reflexiones que nutren con creces la proyección ideotemática e ideoestética de su lírica”.

“Mientras más se profundiza el movimiento, más tiende a aproximarse a la impersonalidad de la abstracción […] y vemos cómo se sustituyen poco a poco las observaciones […] acerca de sí mismo por consideraciones tanto más generales cuanto que son más íntimas”. [21] Muchas veces estas máximas operan como preceptos de verdad que se convierten en puntos de mira desde los que se proyecta su personalidad: “Fidarsi bene, ma non fidarsi meglio”. [22] Su intelecto vivo incesantemente lee, genera, extracta, tamiza, fija, y “el yo se expande y se consuela” en manuscritos que se erigen “como pretil contra el peligro de la escritura”. [23] Los Cuadernos de apuntes primeros constituyen también cuadernos de clase, de trabajo, donde adquiere, consolida y sistematiza un conocimiento. Recordemos en este sentido las lecciones de Griego y Filosofía y las copias de programas de estudio que los mismos recogen, pruebas de su paso por la Licenciatura de Filosofía y Letras en universidades españolas.

Para quien ha estudiado la génesis de la poesía del escritor, es muy curioso verificar la presencia de reflexiones que nutren con creces la proyección ideotemática e ideoestética de su lírica. Entre ellas podemos mencionar el debate entre el amor y el placer, con las respectivas demonización y endiosamiento de la mujer: “¿Qué importa una hora más, si nos ha dado / Algunas horas de placer?”. [24] Esta vez observamos una frase a medio camino entre la meditación-aseveración y el verso. Las argumentaciones en torno al tema de la muerte, que tanto le atrae, no le impiden este desboque racional: “La velada de las armas llamaban los antiguos caballeros al religioso y digno recogimiento en que se abstraían los días anteriores al del combate. Y en verdad, que la muerte es seria y debe ser tratada seriamente. Es un crimen no oponer a la muerte todos los obstáculos posibles”. [25] Recuérdese que ya:

en los Poemas escritos en España, los cuales se hallan recogidos mayoritariamente en los Cuadernos de apuntes 1 y 2, Martí considera que la muerte es parte de la vida, que la muerte es una forma de la vida. Sus diferentes formas de irrupción de la vida en la muerte, y de la muerte en la vida en los poemas estudiados, explican este razonamiento […] Es muy recurrente en la generalidad de los Poemas escritos en México y Guatemala la presencia de la interrelación muerte-vida. El poeta la asume insuflando el plano expresivo de los más diversos procedimientos poéticos. Esta interrelación no sólo es incorporada por el escritor al plano ideotemático, sino que le sirve como base para la inusual proyección expresiva y filosófica. La interrelación de la vida y la muerte es el elemento semántico-expresivo que, sin llegar a constituirse en tema de los textos, prima dentro de los 27 poemas de la muestra. Tales conceptos, al concebirlos en unidad, Martí obvia las transiciones, insinúa los calcos; un concepto está continuamente convirtiéndose en el otro, y más aún, en muchas ocasiones un concepto es el otro. Lo que evidencia que en estos textos el carácter dialéctico de su pensamiento se ha profundizado.


Notas:

[1]  José Martí. Obras Completas. T. 21, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, p. 14. No soy osada cuando digo que esta frase fue un cercano rumor para Eliseo Diego cuando escribió: “Luego de la primera muerte, señores, las imágenes.” Poema “El segundo discurso: Aquí un momento” en En la Calzada de Jesús del Monte, antología Nombrar las cosas, Ediciones Unión, La Habana, 1973, p. 23. Una extensión de este aserto, también muy vinculado a la cita anterior, con acercamiento a las ideas del movimiento surrealista francés, se halla en el C. A. n. 18: “Y despierto en medio de la noche con esta frase en los labios. El pensamiento, pues, continúa obrando durante el sueño. Y no sólo el pensamiento sino las cualidades artísticas que lo afinan y condensan (acendran)” Ob. Cit, p. 400. “(La imaginación compone en el sueño los elementos que ha recibido dispersos de la realidad)” Ob. Cit. p.408.

[2] Precisamente antes de este apunte encontramos unas líneas reveladoras que reconocen la potencia creativa e irracional que se alberga en los sueños y la imantación del poeta hacia ella: “En el sueño, la memoria obra sin el freno del raciocinio ni de la voluntad”. José Martí. Obras Completas, t. 21, p. 48.

[3] Carlos Javier Morales. La poética de José Martí y su contexto, Editorial Verbum, 1994, Madrid, p. 335.

[4] Denia García Ronda. “La crítica literaria martiana hasta 1881”, en Revista Universidad de la Habana, n. 245, La Habana, en – dic. de 1995, p. 105.

[5] José Martí Ob. Cit. Cuaderno de apuntes n. 2, p. 49. Carlos Javier Morales en el libro ya citado sitúa como otros elementos románticos presentes en la poética de Martí que, por supuesto también afloran en los Cuadernos de apuntes, la defensa de la imaginación y, sobre todo, del sentimiento, como puntos cardinales de su teoría poética que lo insertan en la tradición romántica más renovadora y lógicamente más genuina. Ob. Cit, p. 122.

[6] José Martí, Ob. Cit., Cuaderno de apuntes n. 2, p. 69.

[7] “En los Cuadernos la preocupación poética es central en relación a la pregunta por el yo como señala Julio Ortega, ‘en la poesía moderna, la reflexión sobre el instrumento es también una pregunta por el yo’”. Ariela Erica Schnimajer. “La cocina del artista: Los Cuadernos de Apuntes de José Martí”, en Anuario del Centro de Estudios Martianos, n. 24, La Habana, 2001, p. 238. La base existencial de un recurso muy personal de su poesía: el uso de las imágenes de recurrencia de lo propio en lo propio, puede hallarse en esta misma página y en el apunte en cuestión: “Ni un instante de transición conmigo mismo. Puesto en mí, entro en mí. Yo quiero saber lo que soy […] es preciso que yo, puesto en mí, me vea por mí a mí mismo. Que me analice yo en quien soy: que yo me sepa a mí: que sobre la convicción de la absoluta independencia, con mi voluntad de mi naturaleza valerosa o débil, funde yo mi propio conocimiento, rompa yo toda otra idea de vanidad o egoísmo.” Ejemplo de estas imágenes en los propios Cuadernos: “Yo, – embriagado en mis penas, – me devoro, […] Y buitre de mí mismo, me levanto, / Y me hiero y me curo con mi canto”. Cuaderno de apuntes n. 1, O.C, T. 21, p. 21. “Han ahogado en mi sangre mi carrera”. “Con mis mismas espinas me corono.” Cuadernos de apuntes n. 1, O.C. T. 21 p. 28. “Te miro y no me extraña / si tu vives en mí, ¡que venga estrecho / A mi gigante corazón mi pecho!” Cuaderno de Apuntes 1, T. 21, O.C., p. 32. Y una muy romántica, pero también muy de Martí, mostrando un amplio campo de experimentación, buscando intensidad expresiva: “Las alas tienen punta, ─y cuando las tiendo, y rechazadas, vuelven a mí, en mi se clavan─”. OC. T. 21, p. 197.
Roland Barthes. Roland Barthes por Roland Barthes, Monte Ávila Editores (traducción de Julieta Fombona), 1997, Caracas, p. 90.

[8] José Martí. Ob. Cit., T. 21, Cuaderno de apuntes, n. 4, p. 143.

[9] José Martí. Ob. Cit, C. A. n. 5, p. 161.

[10] Emilio Ichikawa. “José Martí y una metafísica de la Historia” (notas sobre sus Cuadernos de Apuntes). Anuario del Centro de Estudios Martianos, n. 19, La Habana, 1996, p. 152.

[11] Ob. Cit. p. 146. Más adelante en este propio ensayo nos referiremos al curioso y complejo sistema de juicios y pruebas de lecturas particularmente literarias en Martí. Constátese aquí la impronta musettiana.

[12] Charles Baudelaire. Diarios Íntimos, Ediciones Coyoacán, México, 1999, p. 86 y 50, respectivamente. Más adelante en el Cuaderno de Apuntes n. 5 Martí nos refiere lo mismo con otras palabras: “Veo que el trabajo es fuente de toda alegría, y todo pobre de ánimo es un verdadero desertor. En esta batalla hay que morir sonriendo” O. C. T. 21, p.184. Sus reflexiones sobre el trabajo también denotan voluntad, constancia e ilusión ante el proyecto creativo:

“El trabajo me engolosina

                  _

El trabajo me pone alas.

A otros embriaga el vino; a mí el exceso de trabajo. _

Del vino _ espuma, del exceso de trabajo, poesías. _”

José Martí. C. A. 5, p. 160.

[13] Los Cuadernos de apuntes están ligados a la “extraña convicción de que uno puede observarse y debe conocerse […] Los siglos más cristianos ignoran este examen que no tiene como intermediario el silencio. Se nos dice que el protestantismo favorece esta confesión sin confesor, pero ¿por qué debería la escritura reemplazar al confesor? Es necesario más bien volver a una mezcolanza penosa de protestantismo, del catolicismo y de romanticismo para que los escritores, poniéndose en busca de sí mismos en este falso diálogo, traten de dar forma y lenguaje a lo que en ellos no puede hablar. Aquellos que se dan cuenta de ello y reconocen, poco a poco, que no pueden conocerse sino sólo transformarse y destruirse, y que prolongan esa lucha extraña por la que se sienten atraídos fuera de sí mismos hasta un lugar donde sin embargo no tienen acceso, nos dejaron, según sus fuerzas, fragmentos, además a veces impersonales, que uno “puede preferir a cualquier obra”. Maurice Blanchot. Ob. Cit. p. 211.

[14] En su poema “Obra y Amor”, recogido en el Cuaderno de apuntes n. 4 incurre en aseveraciones que contienen su ética, que sitúan la obra del hombre, su accionar en pos del mundo por encima del amor, entendido como vanagloria y pretensión penosa o egocéntrica del espíritu humano. Fijémonos como en este poema hay una curiosa variante que subrayo del excelente verso de Heredia: “Sola el alma del es el centro”:

La obra ─delante, y el amor ─adentro: ─

Y el amor, remolino avaricioso,

El alma entera arrastra al hondo centro;

La obra perece ─y el amor celoso,

Luego que por su culpa el hombre yerra,

Con culpa con vigor lo deja en tierra.

Ob. Cit, Cuaderno de apuntes n. 4, p. 137.

[15] José Martí. Ob. Cit. Cuaderno de apuntes n. 1, p. 22 – 26.

[16] La impronta de este proyecto de ensayo en la poética de Martí será estudiada más adelante en el presente acercamiento.

[17]  Estos razonamientos también pudieran formar parte del acápite dedicado a las lecturasMasimilaciones en Martí.

[18] “Tu proverai sí come sa di sale

             lo pane altrui, e come é duro calle

             lo scendere e ‘ l salir per l ‘ altrui scale.

“Paradiso” – Canto 17

Cuaderno de apuntes n. 4 O.C., t. 21, p. 144

Probarás cuán amargamente sabe

El pan ajeno y cuán duro es subir

Y bajar las escaleras.

(traducción de Luis Martínez de Merlo). Divina Comedia, Ediciones Cátedra, colección Letras Universales, Madrid, p. 631.

Es evidente en la estrofa citada la ponderación del sacrificio ajeno y todo lo que él implica.

[19] Fijémonos en el hecho de la gravitación del deber en la máxima, un elemento recurrente en su obra.

[20] Maurice Blanchot. Ob. Cit. p. 212. “A cada página se encuentran en él esas reflexiones de contenido general y absoluto que tienen el aire de proverbios en potencia. Sacar de un hecho particular conclusiones generales, es en Martí una verdadera necesidad, una reacción tan natural que parece un reflejo”. Claude Bouchet-Huré. “Las últimas notas de viaje de José Martí (Algunas observaciones sobre el estilo)” en Anuario Martiano, n. 1, p. 17, La Habana, 1989.

[21] Ob. Cit., p. 154. También su honda vena apostólica le hace copiar en estos cuadernos este profundo y bello fragmento del “San Juan Bautista” de Milton, inobjetable muestra de que bebe su ética del bagaje humanístico de los clásicos:

When I was yet a child – no chidish play

To me was pleasing: allmy mind was set

Serious to learn and know, and thence to do,

What might be public good, myself I thought

Born to that end born to promote all truth,

All righteous things. – (Ob. Cit. p. 136)

Cuando era todavía niño – ningún juego infantil

Me agradaba; toda mi mente era un serio juego

Para aprender y saber, y hacerlo desde entonces

Puede que sea un bien público; Me creo

Nacido para aquel fin, nacido para promover toda la verdad,

Todas las cosas justas. (trad. C.A.)

[22]  Maurice Blanchot. Ob. Cit. p. 209

[23] José Martí Ob. Cit., Cuaderno de apuntes n. 1, p. 27.

[24] José Martí. Ob. Cit, Cuaderno de apuntes n. 4, p. 151.

[25] Caridad Atencio. Génesis de la poesía de José Martí. Centro de Estudios Martianos y Editorial Universitaria Estatal a Distancia de Costa Rica, La Habana, San José, 2005, p. 197.

1