“Las nubes de Monte Lu”


Las nubes de Monte Lu parecen tener manos;

quién sabe cuándo

se asoman desde el Valle Encantado

para acariciar el cabello largo de las muchachas,

tocar la frente de los muchachos.


A veces toman la forma del viento,

se deslizan sobre los tejados del pueblo de Guling,

cubren las barcas de pesca del Lago Ruqin.

Cuando vuelan sobre la Cueva del Inmortal,

aprenden en secreto el arte de la inmortalidad

y estrechan la mano del musgo de piedra.


A veces, las nubes de Monte Lu

son como nieve blanca cubriendo las cumbres;

el sol, cual barreño de agua caliente,

se derrama desde el cielo,

y las cimas escarpadas muestran de nuevo

su gallardía y encanto.


La Villa Meilu y el paso de las nubes errantes

no necesitan vestirse de antiguo;

partir o quedarse,

las nubes de Monte Lu observan con calma

el fluir de primaveras y otoños.


Otras veces, las nubes son como el gato de Monte Lu:

vienen sin sombra, se van sin rastro,

con pasos leves, en silencio absoluto.

Aunque vagabundean,

su mirada hacia ti no es de mendicidad.


Ya duerman solas en los peldaños de la Villa Meilu,

ya se acurruquen en tropel junto a la presa,

su mirada te sacude el alma,

como si dijeran: te toca a ti.



“La primera vez”


Los copos de nieve parecen cálidos;

bajo el árbol hay viento,

unas hojas sobre la nieve

saltan como gorriones.


Una hilera de espinacas

pugna por asomar la cabeza;

la planta de caqui languidece,

dos frutos tiernos, aún verdes,

quedaron helados, como ojos glaucos.


Las hojas otoñales caídas antes de tiempo

hibernan bajo un edredón de nieve, al pie del tronco;

las hojas verdes que no quieren

decir adiós a las ramas

parecen desamparadas,

pegadas por algunos copos más.


¿Resistir o rendirse?

Ni tiempo hay para elegir:

las corrientes, fría y cálida,

riñen como inmortales;

el sol y la luna solo pueden

mantener un ojo abierto

y el otro cerrado.


Es como cuando dejamos

todas las cosas malas al invierno:

al fin y al cabo,

cuando la nieve se derrite,

lo que brote será primavera.


* Chen Taijiu es subsecretario general de la Oficina en China del Congreso Mundial de Poetas. Comenzó a publicar obras literarias en 1981 y se incorporó a la Asociación de Escritores de China en 2011. Ha publicado poemarios como Vagando por amor, Sentir la felicidad, Escuchar los pensamientos y Selección de poemas breves de Chen Taijiu. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, alemán y japonés y difundida en el extranjero.