A 90 años de la tragedia de Medellín: ¿Gardel en La Habana?
Solo por la interposición de la tragedia de Medellín no cantó Carlos Gardel en Cuba. Así de enfáticos podemos decirlo. Y algo más podemos asegurar: su recibimiento hubiera sido el más multitudinario dado por el pueblo cubano hasta entonces a artista visitante alguno. El Morocho hubiera vivido días extraordinarios e inolvidables entre nosotros y los cubanos de entonces lo habrían contado a sus hijos, nietos y bisnietos hasta llegar a nosotros la historia, convertida en leyenda. No fue así, pero lo hubiera sido porque Gardel, además de leyenda, es hoy un mito.
Es lamentable que en sus viajes a Europa y Norteamérica los vapores de pasaje que tomó, no tocaran —hasta donde sabemos— en puertos cubanos, pues tal parece que nuestra Isla no figuraba en la derrota de las naves que hacían la travesía trasatlántica desde Argentina, situada bien al sur.
Pero las grabaciones, las noticias, las películas y cuanto hiciera o dijera Gardel, era en Cuba material de ávido consumo para los de acá. Se aunaron en el artista tantos dones que se le quería sin conocerlo: la calidad de sus interpretaciones y la calidez de su voz, su condición de buen hijo e infancia desfavorecida, su condición de buen amigo y compañero, su simpatía natural y prestancia física, la generosidad con el necesitado… Existían muchas razones —sentimentales incluidas— para admirarlo.

Se ha escrito y existen pruebas, de que para Gardel cantar en Cuba era solo cuestión de tiempo, de poco tiempo, tal vez solo semanas. En 1986 el licenciado Pedro Malavet Vega publicó en Puerto Rico un libro muy bien documentado, Cincuenta años no es nada. De él extraemos esta cita, que es la transcripción de unas declaraciones de viva voz que hiciera Gardel.
El 26 de marzo de 1935 Gardel graba un mensaje para los pueblos hispanoamericanos en el estudio número 1 que la RCA tenía en la calle 24, [Nueva York], estando presente el señor Des Foldes. En el mismo dice El Zorzal: ‘Habla Carlos Gardel…Queridos amigos de la América Latina, de mi tierra y de mi raza… La casa Víctor quiere que les anuncie la firma reciente de mi contrato de exclusividad con ella, y yo lo hago muy gustoso porque sé que nuestras grabaciones serán cada vez más perfectas y encontrarán en ustedes oyentes cordiales e interesados. Yo acabo de terminar dos nuevas películas Paramount: El día que me quieras y Tango Bar, y voy a comenzar una gira que comprenderá Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Panamá, Cuba y México. Luego visitaré los otros países de nuestra lengua, donde espero tener el gusto de saludarlos personalmente”.
Al respecto abundamos:
El mismo cantor había hecho contactos para venir a Cuba en marzo de 1935 para actuar en el antiguo Teatro Nacional de La Habana (hoy Gran Teatro Alicia Alonso); pero una huelga en el país y las pretensiones del general Eleuterio Pedraza de obligar a los cubanos a acostarse a las nueve de la noche, hicieron que los planes se cambiaran por Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Panamá, Cuba y cerraba en México”. (Guillermo Bernal, en el diario Juventud Rebelde, 25 de junio de 1989.)
Se afirma que en grandes carteleras el Teatro Nacional anunció las inminentes actuaciones, por tres semanas, de quien sobrenombraba el Rey del Tango.

Para el lector no cubano acotemos que en marzo de 1935 se decretó una huelga general revolucionaria que paralizó el transporte e importantes sectores de la economía nacional. La huelga finalmente fracasó pero mantuvo en jaque por varios días a las fuerzas policiales, encabezadas en La Habana por el general Pedraza y un poco “más arriba” por el entonces coronel y “hombre fuerte” de Cuba, Fulgencio Batista.
La tragedia ocurrida en el aeropuerto de Medellín el 24 de junio de 1935, puso fin a la existencia física de quien ─como aseguran sus admiradores, para quienes El Zorzal Criollo es inmortal─ “cada día canta mejor”.
Por último y como botón de muestra de la devoción cubana por Carlos Gardel, recordemos que nuestro país fue sede del Primer Congreso Mundial Gardeliano, celebrado en 1988.
Acompañamos este artículo de una valiosa fotografía que no se ha vuelto a reproducir en casi un siglo. En la dedicatoria se lee (y puede usted apreciarlo):
“A la popular revista Carteles de la que soy un entusiasta lector. Sinceramente, Carlos Gardel”.

