El movimiento radial en Cuba fue encauzando las vías en pos de un modelo definidor de la ética y la seriedad entre los productores y el público, que se fusionaron de manera gradual para fortalecer ese medio de comunicación como organización cultural en su época. Esto demuestra los niveles de sostenibilidad de la iniciativa desde las mismas bases de su creación, promoción y difusión entre sus públicos y directivos.

A esto se suma el movimiento iniciado desde la constitución de la Radio en la segunda década del siglo XX y que luego se consolidó con la Revolución en el poder, lo cual, a su vez, condicionó una movilidad organizativa también en los públicos. Los directivos de ese medio organizaron actos culturales y excursiones para arbitrar fondos, que fueran compatibles con los principios de cada asociación y que no contravinieran los estatutos de las mismas.

La masificación de la radio tuvo desde sus inicios una vital resonancia en los sectores populares, los cuales, a su vez, moldearon sus gustos, preferencias y modos de vivir y expresarse. En ese contexto la cultura popular se construyó de forma identitaria y la radio no escapó del escenario de transformaciones incentivado en cada época.

“Cuba fue una de las primeras naciones en América Latina en desplegar la radio pues desde 1922, en el archipiélago cubano se instaló la primera planta radial”.

En el caso de Cuba, la radio movilizó las estructuras inherentes desde la construcción de la cotidianidad y su personalización sonora a partir del espacio doméstico como articulador de lo cotidiano y los procesos de difusión. También se insertaron en ese contexto los intercambios con la audiencia y la sociabilidad de los públicos en aquellos lazos históricos que podríamos denominar tradicionales, así como las demandas populares asentadas en los modos de ser y la cotidianidad de los receptores.

Cuba fue una de las primeras naciones en América Latina en desplegar la radio, pues desde 1922 y auspiciada por la International Telephone and Telegraph (ITT) en el archipiélago cubano se instaló la primera planta radial.

La primera emisora que transmitió en Cuba fue la 2LC de Luis Casas Romero, el 22 de agosto de 1922. La primera transmisión de la PWX, el 10 de octubre de 1922, es considerada oficialmente como el inicio de la radiodifusión, momento en el cual se transmitió —en español y en inglés— un discurso inaugural del entonces Presidente de la República Alfredo Zayas (1921-1925).

“La radio ha sido el vehículo fundamental para la expresión de la opinión en este país, al menos en los primeros treinta años después de su creación”.

Desde el inicio de la radiodifusión hasta la década de los años 30, la radio mantuvo una programación basada fundamentalmente en la información y el entretenimiento. Para los años 50, salvo contadas excepciones, tanto los servicios radiales como los televisivos pertenecían a las clases hegemónicas poseedoras del poder político, que los utilizaban para imponer patrones ideológicos y culturales convenientes para sus fines e intereses.[1] 

Pero de manera paradójica en ese ambiente de la República se potencia el debate de la opinión pública, de ahí que en la controversia que moderara el politólogo cubano Rafael Hernández sobre “La radio como espacio de debate”, en la revista Temas, el periodista de Juventud Rebelde, Luis Sexto, apuntara:

Históricamente, la radio ha servido como un vehículo de primer orden por el debate de la opinión pública […] En esos años, Jorge Mañach crea La Universidad del Aire. Cuando uno escucha el primer programa, se percata de cómo aquellos intelectuales defensores del progreso —y para mí Jorge Mañach lo era—, advirtieron todas las posibilidades que la radio podía ofrecer. Si pudiéramos hablar de una antología del ejercicio de la opinión en la radio podríamos recordar, por las referencias históricas, a Guido García Inclán en la emisora COCO, que desde su editorial de El Periódico del Aire influía notablemente en la opinión, sobre todo de la capital. “La hora de José Pardo Llada”, en el periódico La Palabra, muy célebre en los años 50 e incluso en los dos años de la Revolución, cuando ya yo lo escuchaba, era un espacio sumamente atractivo, no solo por lo que Pardo Llada podía decir, sino por la forma en que lo hacía. Podríamos recordar, quizás, el ejercicio que hizo el juez Waldo Medina con sus campañas movilizadoras anticorrupción; a Eduardo Chibás, con su Hora de la Ortodoxia en el Circuito CMQ. La radio ha sido el vehículo fundamental para la expresión de la opinión en este país, al menos en los primeros treinta años después de su creación. A pesar del papel informativo del circuito CMQ, del programa Ante la prensa, fundado por Mañach, la televisión nunca ha podido superar a la radio en este papel de vocero de la opinión, del ejercicio del debate en nuestro país. Sigo pensando que hoy es el vehículo más importante en Cuba, más aún que el periódico y la televisión, aunque esté en una situación subordinada. [2]

El 24 de febrero de 1958 sale al aire desde la Sierra Maestra, en las montañas del Oriente cubano, Radio Rebelde, emisora de la Revolución fundada por Ernesto (Che) Guevara, y con ella comienza una nueva etapa en la historia de la radiodifusión en Cuba. A finales de 1959 había en el país 156 repetidoras radiales.

“El 24 de febrero de 1958 sale al aire desde la Sierra Maestra, Radio Rebelde, emisora de la Revolución fundada por Ernesto (Che) Guevara”. Imagen: Tomada de Cubadebate

Con el triunfo de la Revolución en 1959 se producen cambios en la radio por la aplicación de leyes revolucionarias. El sector se divide: de un lado, los propietarios de los grandes monopolios que se enfrentan a la Revolución y, del otro, los pequeños radioemisores.

Estos últimos se integraron en una organización denominada Frente Independiente de Emisoras Libres (FIEL) que apoyó el proceso revolucionario y fue reconocido como órgano rector de la radio y la televisión cubanas. Así, el 16 de noviembre de 1960, entrega sus instalaciones y las operaciones de las mismas a la Revolución. La atención estatal se asigna a una Oficina de Radiodifusión, anexa al Ministerio de Comunicaciones, y que es atendida por la Dirección Política del país. El 1ro. de mayo salió al aire la emisora internacional Radio Habana Cuba.[3] 

Entre 1964 y 1966 se transmitió en la emisora Radio Habana Cuba el programa La cultura en Cuba y en el mundo. Este espacio se conformó con un ciclo de conferencias radiales publicadas por Alejo Carpentier (1904-1980). Las charlas se impartían con frecuencia semanal a solicitud del periodista Orlando Castellanos, quien trabajaba por aquellos años en la referida emisora.

Castellanos solicitó que el escritor cubano elaborara un proyecto cultural. Alejo Carpentier, gustoso, brindó sus servicios con la propuesta de revelar el oficio del escritor a través de La cultura en Cuba y en el mundo, un volumen que estuvo relacionado con el pensamiento martiano.

Entre 1964 y 1966 se transmitió en la emisora Radio Habana Cuba el programa La cultura en Cuba y en el mundo. Imagen: Tomada de radiohc

Desde la primera conferencia radial, el autor de El reino de este mundo destacó los objetivos de esta propuesta cultural:

[…] Iniciamos un programa […] dedicado a tratar temas de la cultura en Cuba y en el mundo. Y, al decir en Cuba y en el mundo, creo que estoy empleando términos que están definiendo el carácter de este programa que consistirá, principalmente, en la consideración de temas que nos incumben directamente, en lo que se refiere a la evolución cultural de nuestro país, pero, además a temas que se refieren a las relaciones de la cultura de Cuba con otros países, con otros ámbitos con distintas escuelas, distintos géneros literarios […] [4]

Entre las conferencias radiales que dio Alejo Carpentier en este programa de Radio Habana Cuba, estuvo una dedicada a los inicios de la novela en América Latina, donde abordó este género en el campo de las literaturas humanas y en el terreno de la historia de la literatura. Destacó como se desarrolló el proceso literario en la región desde la poesía, de manera inicial. Enfocó la producción novelística en América Latina desde una proyección ecuménica, es decir holística. Todo este estudio lo realizó en vínculo con el contexto histórico de cada etapa de la novela en América y desde los diálogos universales.

Caracterizó la tendencia de la década de los años 60 en la novela latinoamericana y destacó que se había transitado del nativismo a una novela urbana integrada, a su vez, a las creaciones universales. Esta conferencia duró 27 minutos y se emitió el 25 de octubre de 1964.  

“En su disertación mencionó el impacto que le produjo a los hombres de su generación en Cuba la visión de los grandes de la pintura mexicana”.

La segunda conferencia radial fue “Americanidad y cubanidad”, donde el escritor cubano partió de las raíces históricas de este proceso para reflexionar acerca de cómo la noción de América se configuró en el pensamiento del hombre de Occidente. Ubicó en esta charla radial a la cultura mexicana, por considerar que iba a marcar de una manera crucial la americanidad de determinadas expresiones artísticas.

En su disertación mencionó el impacto que le produjo a los hombres de su generación en Cuba la visión de los grandes de la pintura mexicana, como Diego Rivera y José Clemente Orozco, a quien Alejo Carpentier conoció en México. Este contacto con los maestros fue trascendental para los cubanos, pues según Carpentier, contribuyó a la definición de la sensibilidad nacional a través de la realidad.

Analizó cómo en Cuba fuimos los precursores de un cierto tipo de expresión poética, para lo cual se refrió al poema Espejo de Paciencia, de Silvestre de Balboa, como uno de los primeros monumentos literarios de América Latina. Estudió los orígenes del teatro cubano, desde sus primeras expresiones en el siglo XVI y cómo La Habana fue semilla, con el paso del tiempo, de un teatro de carácter nacional, el cual nació en el entonces Teatro Alameda. Esta disertación, que tuvo una duración de unos 20 o 27 minutos, se presentó el 1 de noviembre de 1964.

La tercera conferencia se tituló “La novela en América Latina (del romanticismo al nacionalismo)”. En ella, Carpentier revela el estudio de la novela latinoamericana en vínculo con la cubana, hasta llegar a la década de los años 60. Transita las disímiles etapas históricas del género en Latinoamérica, con sus estilos y corrientes, e ilustra con autores y obras representativas: Julio Cortázar con Rayuela, Vargas Llosa con La ciudad y los perros, Carlos Fuentes con La región más transparente.

“Esta serie de programas radiales respondía a la necesidad de difundir la obra cultural de la Revolución y al afán de enriquecimiento masivo del espíritu de la nación a través de la cultura artística”.

Además, valoró la importancia para la novelística en la región de El señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias, considerada desde los años 60 un clásico latinoamericano. Alejo Carpentier la vio nacer, según su testimonio, el autor se la leyó capítulo a capítulo. Esta charla radial tuvo una duración de 20 a 28 minutos y se transmitió el 8 de noviembre de 1964.

La cuarta se denominó “La novela en América Latina (del pintor Diego Rivera a Miguel Ángel Asturias)”. Ahí Carpentier precisó la influencia de Diego Rivera en la pintura cubana y en América, tanto en el universo de la plástica como en el auge del movimiento nacionalista, que también estaba dando luces en la novela y en la narrativa regionales. Carpentier destacó cómo entre 1915 y 1916 Mariano Azuela escribió Los de abajo, un clásico de la Revolución mexicana e hizo referencia a La vorágine, de José Eustasio Rivera, como un nexo para las creaciones de la modernidad.

Asimismo, recordó cómo conoció a Miguel Ángel Asturias en La Habana, en marzo de 1928, y cómo El señor presidente era el punto de partida de una nueva novelística. Se refirió a Arturo Uslar Prietri, quien por esa época era un joven escritor venezolano que había llegado a París y estaba escribiendo Las lanzas coloradas, donde se profundizaba en la fase moderna de la evolución de ese género literario. Para Carpentier, con Las lanzas coloradas y El Señor Presidente, se abrió la etapa de la épica novelesca americana. Esta conferencia tuvo una duración de 26 a 30 minutos, y salió al aire el 15 de noviembre de 1964.

En el libro se recogen las apreciaciones de Carpentier sobre la novela y la música en América Latina. Imagen: Tomada de Internet

Los títulos del resto de las charlas se presentan seguidamente: “Introducción a la novela de Carlos Fuentes”; “Carlos Fuentes: una obra de trascendencia en el sentido social de la palabra”; “La obra de Arturo Uslar Pietri”; “Sobre mi obra”; “La novela Los pasos perdidos y los relatos de Guerra del tiempo”; “Las novelas El acoso y El Siglo de las Luces”; “Compositores musicales latinoamericanos”; “Heitor Villa-Lobos (I)”; “Heitor Villa-Lobos (II)”; “Heitor Villa-Lobos (III)”; “Amadeo Roldán”; “Alejandro García Caturla”; “La pintura de Wifredo Lam”; “Esteban Salas”; “La literatura en Cuba y el Grupo Minorista”; “Roberto Fernández Retamar y José Ardévol”; “Sobre La Habana (La ciudad de las columnas)”; “La música cubana (de la Habanera a Saumell y Cervantes)”; “Nuestro acento a la música contemporánea universal”; “Las Obras Completas de José Martí”; “Literatura y conciencia política en América Latina”; “Edición de Biografía de un cimarrón, de Miguel Barnet, por el Instituto de Etnología y Folklore de la Academia de Ciencias de Cuba”; “El juicio del Cuartel Moncada y La historia me absolverá”; “El realismo en la literatura latinoamericana”; “Panorama editorial después del triunfo de la Revolución”; “Simón Bolívar, Documentos, de Manuel Galich, y El viejo Eduá, de Máximo Gómez”; “Vigencia del pensamiento de Martí”; “La década del vanguardismo en América Latina y la obra poética de César Vallejo”.

En este ciclo de exposiciones, Carpentier desempeñó un rol fundamental para que Radio Habana Cuba consolidara el tejido de la crítica artística y la promoción cultural en los años 60. Los ejercicios de historicidad del escritor cubano fueron muy bien valorados por el estudioso José Antonio Baujín, quien expresó:

Esta serie de programas radiales respondía a la necesidad de difundir la obra cultural de la Revolución en aquellos proteicos sesenta —iniciadores, en el panorama—, y al afán de enriquecimiento masivo del espíritu de la nación a través de la cultura artística. Es curioso observar hoy cómo conservan su vigencia en medio de una coyuntura nacional en la que se intenta rescatar aquel entusiasmo primero por convertir la cultura en un baluarte de la emancipación humana y del progreso social.[5]

Los temas tratados en el programa, como se enuncia en sus títulos, fueron diversos y revelaron la profundidad de los conocimientos sobre figuras, hechos y movimientos culturales de esa época histórica. La clave de este ciclo de charlas fue la oralidad radial —no la lectura de estas— asociada con este medio de comunicación.

“Gracias a La cultura en Cuba y en el mundo, de Alejo Carpentier, la emisora Radio Habana Cuba estuvo a tono con los debates de su época”.

La trascripción de todas estas conferencias para una compilación en un libro, según refirió el investigador José Antonio Baujín, se debió a las colaboraciones de Lilia Carpentier, viuda del escritor cubano, la cual puso en manos de la Editorial Letras Cubanas este tesoro. También contribuyeron a ese empeño las doctoras Araceli García-Carranza, Graziella Pogolotti, Ana Cairo, Luz Merino, Daniel García, Teresa Blanco, y los trabajadores de la Fundación Alejo Carpentier.

Gracias a La cultura en Cuba y en el mundo, de Alejo Carpentier, la emisora Radio Habana Cuba entró en la polémica histórica al situar a los primeros años de la Revolución Cubana en la encrucijada de su tiempo desde todas las confluencias e interinfluencias del contexto. Dicha emisora, además, fue uno de los medios de comunicación más eficaces donde el programa citado se constituyó en una crónica de la épica de la Revolución en los años 60. Estuvo a tono con los debates de su época porque difundió los valores nacionales gracias a las tareas de promoción y educación desarrolladas en los programas. En ellos se evidenciaron los beneficios de la interacción de diversas manifestaciones artísticas.


Notas:

[1]Véase Oscar Luis López: La radio en Cuba, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1981.

[2]Controversia: Rafael Hernández, Ilse Bulit, María Caridad Duranza, Luis Sexto y Guiselle Vázquez Gil: “La radio como espacio de debate”, en revista Temas, no. 54, abril-junio de 2008, pp.84-85.

[3]Irina Pacheco Valera: Diatribas identitarias de Latinoamérica y Cuba (prólogo de la doctora Mildred de la Torre Molina), Editorial En Vivo, ICRT, La Habana, 2012.

[4]Alejo Carpentier: “Inicios de la novela en América Latina”, en Alejo Carpentier: La cultura en Cuba y en el mundo, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2003, p. 11.

[5]José Antonio Baujín: “La cultura en Cuba y en el mundo y el oficio de revelar de Carpentier”, en Alejo Carpentier: La cultura en Cuba y en el mundo, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2003, p. 7.