A propósito del evento teórico del humor, que se llevará a cabo entre los días 3 y 5 de julio, comparto esta breve antología del Club del Poste. En una tarde del mes de febrero del año 1991, en un sitio mágico que dirige el teatrero Ramón Silverio, nombrado El Mejunje, perteneciente a la no menos mágica ciudad de Santa Clara, se constituyó el Club del Poste, que al decir de Ricardo Riverón Rojas (su presidente vitalicio), es la más delirante aventura poética, cuyos otros integrantes son Williams Calero Calero, Yamil Díaz Gómez y Jorge Luis Mederos Betancor (Veleta). Dicho de otro modo: cuatro poetas sólidos que, además, dominan el humor de forma pícara, eficaz y originalísima, decidieron formar una agrupación que aunque en sus inicios se dedicó a escribir epitafios, y a complacer peticiones de los tertuliantes en las noches mejunjeras, caracterizadas por el delirio, la libertad, y el relajo cubano, con el devenir del tiempo se convirtió en la representación poética y choteadora de cuanto hecho cultural y sociopolítico sucediera no solo en los predios santaclareños, sino también fuera de sus límites. 

Cuatro poetas sólidos que, además, dominan el humor de forma pícara, eficaz y originalísima.

En honor a la estricta verdad, los fundadores no eran cuatro, sino tres: se incorporó el poeta Yamil Díaz un año más tarde del nacimiento del Club, en 1992, cuando aún era estudiante de Periodismo, y ya un poeta admirable. Desde entonces, no ha existido crecimiento alguno, ni se avizora dicha posibilidad, de modo que podemos afirmar que estamos en presencia de un cuarteto inamovible y cerrado que desde hace 32 años deposita todo su talento creativo en dejar constancia de sucesos cotidianos, a la manera de los mejores cronistas de todas las épocas, con particular énfasis en la tradición feijosiana. La explicación al nombre singular de “Club del Poste” es la siguiente, contada por el presidente: 

Lo de club lo asumimos a manera de juego burlesco con la hemorragia de organizaciones del mismo nombre que la denominada “cultura comunitaria” de entonces desparramó con plena banalidad por todo el archipiélago; y lo de poste, porque recostados a uno de los que sustentan la cabina de audio de El Mejunje fue donde hicimos la primera décima […]. 

Y añade, con respecto a los inicios: 

En los más duros momentos del Período Especial llegamos a convertir nuestro bregar en una actividad lucrativa de sobrevivencia capaz de reportarnos, durante muchas noches, buenos ingresos que casi siempre nos bebíamos en el acto. Trabajábamos hasta las tres o las cuatro de la mañana y al día siguiente acudíamos al trabajo asalariado, pero éramos tan jóvenes o, al menos, tal nos sentíamos, que casi no nos dábamos cuenta.

“Está claro que el propósito primordial es el divertimento; pero en lo profundo de la intención lúdica, existe el afán por perpetuar la tradición de la cultura popular con énfasis en la poesía inmediata, aunque no necesariamente efímera”.

Luego de analizar una considerable cantidad de décimas generadas en este club, podemos aventurarnos a afirmar que tres características sobresalen, aunque este trabajo solo intenta un primer acercamiento a tan interesante agrupación, cuya existencia se ha convertido en pilar fundamental dentro del tejido cultural cubano:

  1. Originalidad sostenida en el tiempo: se trata de dejar constancia de lo vivido a manera de crónica costumbrista, pero en su variante poética, en este caso a través de décimas o espinelas que no violen ni la medida ni el estilo de dicha variedad del lenguaje de la poesía, y de lograrlo sostenidamente durante más de 30 años.
  2. Versatilidad: Habitualmente, en nuestra tradición oral, la décima o espinela popular se limita al puro relajo, al doble sentido y al choteo que gira alrededor de las relaciones sexuales; pero en el caso que nos ocupa, además de esos temas, son reflejados con marcada intencionalidad humorística sucesos de orden literario, ya sean congresos, encuentros, talleres, y también visitas, onomásticos, y eventos cotidianos.
  3. Contextualización: En aras de lograr la elevada comicidad que tipifica a las décimas del Club del Poste, se explica el contexto que dio origen a cada conjunto de versos, de modo que una vez conocido el entorno que funciona como resorte causal, se disfrutan más las consecuencias, en este caso las décimas nacidas de la ingeniosidad de estos poetas.

Otro aspecto crucial para el entendimiento de la importancia del Club del Poste es aquello que subyace tras la comicidad de sus trabajos. Está claro que el propósito primordial es el divertimento; pero en lo profundo de la intención lúdica, existe el afán por perpetuar la tradición de la cultura popular con énfasis en la poesía inmediata, aunque no necesariamente efímera. Es la forma cultural lo que se defiende con el rigor y la exigencia que merece la décima costumbrista. En su más reciente libro, Al cantío de un gallo, Riverón elabora un excelente ensayo, donde refleja y rechaza el desdén a que suele someterse esta manifestación artística: “Las vibraciones del sujeto popular son desatendidas del autoritario legajo de la institución literaria, razón por la cual esta figura se muestra subversiva, discordante. […] Al sujeto popular se le identifica con lo pintoresco, lo esperpéntico, lo primitivo, la humorada, el folclor, el color local”.

Para mostrar ejemplos que ratifiquen cuanto he dicho hasta ahora, y ya establecidas las características que, a mi juicio, sobresalen en las décimas del Club del Poste, consideraré tres categorías o acápites, no sin antes insistir en el hecho de que este trabajo solo persigue acercarnos a una obra enjundiosa, prolífica e inabarcable.

1- Décimas de choteo propio y ajeno: el pitorreo o burla no se limita a figuras más o menos conocidas en el mundo artístico, o a personas relacionadas con dicho ambiente, sino que alcanza a los propios miembros del Club y a los familiares inmediatos, quienes no quedan exentos de choteo entre ellos mismos. Una forma de no dejar títere con cabeza.

2- Décimas sobre relaciones de pareja: Ya sean parejas heterosexuales u homosexuales, es la relación fracasada, entorpecida o difícil lo que motiva a los poetas al choteo correspondiente. Para ello, utilizan lenguaje refinado o soez, y no escatiman en improperios jocosos, siempre dirigidos a la insatisfacción parental debido a cuestiones relacionadas con el vínculo amoroso y sexual. 

3- Décimas de eventos: congresos de la Uneac, encuentros interprovinciales, talleres, cónclaves entre escritores de todas las manifestaciones, citas entre colegas: cualquier terreno resulta fértil para el choteo que generan estos poetas, así como también los cumpleaños de figuras públicas o más o menos identificables a través de las espinelas del Club. 

Desde hace 32 años, el Club del Poste deposita todo su talento creativo en dejar constancia de sucesos cotidianos, a la manera de los mejores cronistas de todas las épocas.

Muchos se preguntarán las razones de la reticencia del Club del Poste ante la posibilidad de publicar íntegramente todas las décimas que han compuesto en más de tres décadas. Me incluyo en el reclamo de la necesaria constancia pública de tan ingeniosas crónicas de nuestra vida cultural, aunque justo en este año 2023, gracias a una breve tirada (edición restringida), aparecieron en papel casi 40 décimas en el catálogo Diez libras de verso en pie (Muestrario mínimo del Club del Poste), que fuera subastado en la pasada Feria del Libro de Santa Clara, cuyo presidente de honor fue Yamil Díaz Gómez. Como es lógico, pujé lo necesario para adueñarme de tan original y mínimo muestrario. En las primeras páginas o Advertencia al lector, se lee lo siguiente: 

Desde los primeros intentos para convencernos, los integrantes del Club del Poste nos opusimos a la publicación de nuestras décimas en forma de libro o folleto. Nunca quisimos que se concretaran como tal porque consideramos que, en el contexto sociocultural cubano actual, tan apocado aún en la receptividad del humor, no serían asimiladas adecuadamente. Nos negamos porque a nuestras décimas irónicas, hijas de la efímera oralidad, nadie las iba a salvar de los calificativos más tremendos: chismosas, maledicientes, ofensivas, irrespetuosas… Pero nuestra oposición partía, sobre todo, de una razón más dubitativa: los cuatro escritores que integramos el Club del Poste opinamos que los detractores de un libro así —que de inmediato saltarían— pudieran llevar razón en sus ataques. Nos opusimos… pero al final cedimos. Y solo uno de los posibles ataques nos preocupa en demasía. Por tal razón nos defendemos a priori: nunca, en nuestro juego poético, nos animaron la mala intención, la animadversión, o los espurios ajustes de cuentas. Nos opusimos a la publicación, pero ello no impide que la celebremos en pos de reivindicar una tradición preterida en la cultura cubana: el choteo, la burla (autoburla incluida), la sátira y la inapagable jodedera criolla que cotidianamente nos colorea la vida.

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